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Okama, amor a primera vista por Paz

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Notas del capitulo:

Quiero aprovechar esta ocasión para daros las gracias por todos vuestros comentarios, por la atención que habéis prestado a mis fics, por vuestro tiempo hacia mi trabajo (o debería decir distracción), por todo, mi felicitación más sincera para estas fiestas pasadas, a vosotros/as y a vuestras familias deseándoos lo mejor para el 2011. Un abrazo para todos/as. Paz

Okama, amor a primera vista

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

 

By Paz

 

Capítulo 7: Deliberando

 

 

 

Como si el tiempo quisiera solidarizarse con Sakuragi a la mañana siguiente un sol espléndido le saludó apenas abrió los ojos.

 

Animoso, como nunca antes se había sentido desde hacía tiempo, se levantó, tras pasar por el aseo, al pasar por delante de la habitación de Rukawa, se detuvo unos segundos, ningún sonido procedía del interior, pensó que estaría cansado y que estaba durmiendo, prosiguió su camino hacia las escaleras, al descender se dirigió a la cocina.

 

Se detuvo sorprendido al verle de espaldas a la puerta.

 

Se había levantado antes que él y por lo que estaba viendo, había cocinado como para alimentar a un ejército, lo que le indicaba que había madrugado mucho.

 

-Oyaho…

 

Rukawa se volvió y Hanamichi tuvo que contener el aliento, viéndole así, con sus cabellos secos y encima de su rostro, su mirada azulina y esa ropa que le quedaba ajustada, le hizo darse cuenta que seguía produciéndole taquicardia, como cuando eran jóvenes.

 

-No sabía que es lo que te gusta comer, hice un poco de todo lo que encontré a mano.

 

-Se ve delicioso. Gracias –se sentó a la mesa dispuesto a dar buena cuenta de todo, no sabía porque pero empezaba a sentir muchas ganas de comer pues todo se veía muy apetitoso, nunca antes se había sentido tan hambriento.

 

Inclinó el rostro y tras murmurar unas palabras de agradecimiento tomó los hashi y comenzó a servirse de todo.

 

Rukawa sirvió té en los vasos y se sentó frente a él. Observando en silencio con que ganas estaba comiendo y que satisfacción se veía en su mirada y en todo su comportamiento, viéndole comer así se preguntó cuánto tiempo llevaba sin hacer una comida en condiciones.

 

Levantó la mirada y vio la de Rukawa fija en él. Se detuvo como avergonzado de dar una mala impresión.

 

-¿No comes tú?

 

-Si… -y uniendo la acción a la palabra comenzó a hacerlo.

 

-¿Rukawa?...

 

Le miró y espero ante su silencio.

 

-No se ha oído hablar de ti durante este tiempo, ¿Dónde estuviste? –Al momento de preguntarlo al ver su mirada sombría se apresuró a decir- Disculpa…, no digas nada, soy un bocazas y a veces peco de impulsivo, por favor,  haz como si nada te hubiera preguntado.

 

Un tenso silencio se alzó entre ellos, luego la mirada de Rukawa se ensombreció y comenzó a hablar.

 

-Fui contratado por un equipo de Virginia, sin embargo, nunca llegue a jugar, me vi implicado en una muerte –apretó los labios- Fui acusado de homicidio y estuve en prisión durante ocho años, hasta que un día inesperadamente se reconoció mi inocencia, me pidieron disculpas, me entregaron una cantidad a modo de indemnización, mis posibilidades para jugar quedaron arruinadas, la meta que me había propuesta ya no tenia sentido, aún así la esperanza es lo último que se pierde y acudí a algunos clubs, ninguno estaba dispuesto a aceptarme, aunque solo tenía veintiséis años consideraban que ya era viejo para jugar, ni siquiera se molestaron en hacerme una prueba, para ellos solo era un desconocido. Decidí volver a casa, allí nada me quedaba por hacer, demasiados sinsabores pero antes hice algunas llamadas sin darme a conocer preguntando por ti, fue entonces que me enteré que te fuiste de Kanagawa y que nadie sabía a donde te habías trasladado. Pensé que no podías haberte marchado así sin más.

 

-Lo lamento… -estiró la mano por encima de los alimentos y la posó sobre la suya a modo de consuelo- Lo lamento muchísimo, ha tenido que ser terrible para ti.

 

-Nos dejaban en el patio mucho tiempo y siempre tuve un aro y una pelota para practicar, eso es todo lo que he podido hacer y lo que me ha ayudado a soportar aquello, no puedes hacerte una idea de lo terrible que es. Me mantengo en forma, pero con treinta años ¿quién va a querer contratarme?

 

-Yo…

 

-¿Tú…?!!! –Le miró sorprendido- ¿Acaso trabajas con algún equipo? –preguntó sorprendido.

 

-No… -sonrió ante su pregunta- Pero conozco un grupo de chicos a los que enseñarles a jugar podía ayudarles en su vida diaria a superar sus conflictos.

 

-Esos chicos… ¿son de algún barrio marginal?

 

-No, exactamente, pero si han sufrido marginación y otros abusos.

 

-¿Cómo es que te relacionas con ellos?

 

-Debido a mi trabajo. –se levantó y salió un momento de la cocina, cuando regresó llevaba en la mano una carpetilla de color azul, en la portada, con letras grandes se leía confidencial- Este muchacho llegó hace unos días.  –Al ver su reticencia a tomarla insistió- Puedes leerlo es de mi archivo personal, notas e impresiones que he puesto por escrito.

 

Rukawa al abrirlo vio el retrato de un niño con una mirada perdida, dentro de un rostro que mostraba una tristeza impropia de un pequeño que como vio después solo tenía siete años, cuando acabó de leer sentía un nudo en la garganta, no podía entender cómo podían existir seres capaces de hacer esas maldades y barbaridades con un niño pequeño.

 

Cuando levantó la mirada hacia Sakuragi este había terminado de comer y le miraba como esperando su veredicto.

 

-Esos chicos… -trago saliva con dificultad.

 

-Si todos han sido maltratados, abusados y torturados de mil formas diferentes, sin embargo, todos son supervivientes, se han encerrado en un mundo propio y pocos de ellos se permiten salir para no ser lastimados.

 

-Es terrible… -pensó que aunque él no lo había pasado mejor en prisión, era un adulto y supo defenderse, un niño era un ser indefenso. Apretó los labios, maltratar así a un crío, era demencial- ¿Crees que puedo ayudarles?

 

-Tengo la certeza que puedes hacer mucho por ellos. Lo que si te advierto que tienes que tener mucha paciencia. –se levantó, empezando a recoger la mesa y llevando todo a la pila donde echó agua con jabón- Yo lavaré, es lo menos que puedo hacer.

 

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

 

Dos horas más tarde, Sakuragi aparcaba en el espacio destinado para ese efecto, frente a las instalaciones de la clínica.

 

-Veo que eres muy importante, tu plaza tiene asignado tu nombre.

 

Una risa cristalina gorjeo en su garganta.

 

-No creas todo lo que ves, solía aparcar en el primer lugar que veía vacío y los que habitualmente lo hacían siempre lo encontraban ocupado, así que se pusieron de acuerdo todos los afectados y pusieron aquí mi nombre, el hueco más cerca de la entrada para que pudiera verlo bien y no buscara otro.

 

Rukawa sonrió con la explicación.

 

-Sakuragi-sensei.

 

-Somos cinco sicólogos, un médico de medicina general, un pediatra, un cardiólogo y por supuesto el servicio de enfermeras, cualquier otra urgencia es enviada al Hospital General. –le contó mientras se dirigían a la entrada del edificio, subieron un tramo de escaleras y tras pasar la puerta-cristalera, se encontraron en un amplio vestíbulo con puertas que comunicaban con diferentes salas o despachos.

 

Rukawa se fijo en el movimiento continuo de jóvenes uniformadas que iban de un lado a otro, cada una atenta a sus propias ocupaciones, sin embargo, fue ver a Sakuragi y la mayoría se desvió lo suficiente para saludarle con sana alegria, al mismo tiempo que dirigían miradas de elocuente admiración hacía él. Estaba comprobando que a pesar del tiempo transcurrido continuaba atrayéndolas, si había creído que los años iban a restarle galanura estaba equivocado, enseguida se vió rodeado por las más audaces.

 

-Chicas… chicas… dejarle espacio para respirar –dijo riendo al ver que le rodeaban- Vendrá a menudo, así que no le atosiguéis el primer día, no sea que se arrepienta y no vuelva.

 

Todas rieron al escucharle, ninguna de ellas olvidó recordarle que tenía que encontrar un momento para presentarle formalmente.

 

-Le llevaré a la sala de descanso –prometió.

 

-Allí estaremos –y con diligencia se dispersaron, volviendo a sus ocupaciones.

 

Sakuragi le tomó del codo para guiarle hacia las escaleras que llevaban al piso superior.

 

-Kazumi-chan a esta hora todavía esta en su despacho.

 

Un largo pasillo con puertas a ambos lados fue donde desembocaron cuando traspasaron el descansillo del último tramo de escaleras.

 

-Hay un ascensor, pero subir me mantiene en forma –comentó al atravesar el pasillo, yendo a su derecha.

 

Una placa de madera indicaba que allí estaba la administración. Abrió la puerta y pasó.

 

-Buenos días, Toshiko-chan.

 

-Buenos días, Sakuragi-sensei.

 

-¿Cómo se encuentra hoy muestra amable directora? –preguntó con una sonrisa.

 

-Te he oído… -dijo una voz con un timbre de voz que quiso parecer adusto.

 

-Es que te traigo un a visita… -dijo asomándose a la puerta abierta.

 

-Menos sorna y pasad… -miró por encima de su hombro, fijándose en el hombre que aparecía tras él, era tan alto como Sakuragi, tenía una mirada dura que se vislumbraba a través de las mechas de cabellos negros que caían sobre su frente. Se levantó para saludarle.

 

-Rukawa Kaede… -se inclinó ceremonioso, enseguida intercambiaron tarjetas de visita, en la suya solo figuraba su nombre y su dirección.

 

Ella leyó el contenido de la pequeña cartulina, como si quisiera cerciorarse que allí mencionaba el mismo nombre que acababa de decir, luego levantó la mirada y la dirigió hacia Sakuragi-sensei interrogante

 

-Rukawa jugaba al basquetball conmigo –dijo tras las presentaciones- Ahora esta inactivo y yo pensé que sería una buena terapia para los chicos integrarse en el juego.

 

-Sabes que nuestro presupuesto es muy apretado y que no podemos contratarle. –sabía que había evitado adrede contestar su silenciosa pregunta.

 

-Por eso no te preocupes, compartiré mi sueldo con él durante un período de prueba, digamos que tres meses, si pasado ese tiempo, los chicos no responden, lo olvidamos.

 

Rukawa le dirigió una mirada sorprendida y Kazumi-chan se quedo perpleja. Observó en silencio a Rukawa y lo que vió en él trasmitía confianza.

 

-De acuerdo, tres meses, y no será necesario recortar tu sueldo, aún estas pagando la rotura de tu despacho.

 

-No me lo recuerdes… -pidió porque le recordaba su primer fracaso con uno de sus enfermos.

 

-¡Anímate, seguro que tu encanto no dejará de tener efecto. Dale tiempo. –dijo intentando confortarle al tiempo que posaba su mano sobre su antebrazo y le palmeaba para hacerle olvidar ese momento, en que uno de los chicos se descontroló y le destrozó el despacho antes que pudieran reducirlo. Luego se volvió hacia Rukawa y tras dirigirle una profunda mirada, le sonrió- Eres bienvenido.

 

-Gracias… daré lo mejor de mi mismo.

 

-Solo que sea la mitad de bueno que Sakuragi-sensei me conformo.

 

Rukawa le devolvió la mirada, enseguida asintió, callándose lo que pensaba. Sakuragi seria bueno en su trabajo, pero él no había perdido la habilidad que años de practica le dado. La imagen de la mujer quedo prendida de su retina durante los siguientes minutos y se preguntó como era posible que una persona que parecía tan insignificante pudiera llevar a cabo una tarea ingente como presumía que era dirigir aquel centro.

 

Kazumi-chan debió leerle los pensamientos, porque una sonrisa irónica curvó sus labios y él pensó que estaba equivocado, bajo ese cuerpo menudo debía estar encerrado una gran personalidad, no importaba su aspecto, sus cabellos alborotados y mal recogidos, ni el lápiz que asomaba entre sus rizos.

 

-Le agradezco que me permita quedarme a trabajar con ustedes.

 

Kazumi-chan asintió, enseguida como olvidando su presencia se volvió hacia Sakuragi.

 

-Antes que me olvide, tienes una visita.

 

-¿Una visita? –preguntó sorprendido.

 

-Si, si no se ha impacientado continúa en tu despacho.

 

-Iré a ver… -dirigió sus pasos hacia la salida, Rukawa hizo intención de seguirle.

 

-Quédese, Rukawa-san. –Al ver que se detenía también Sakuragi-sensei añadió- Te lo enviaré apenas hablemos de sus honorarios. Tengo que saber que días y a que hora conviene que venga.

 

-Se generosa con él, es un gran deportista, aunque este un poco oxidado. –rió al decirlo.

 

Cuando quedaron solos, Kazumi-chan se acercó a la puerta entreabierta.

 

-Toshiko-chan… que nadie me interrumpa –pidió y cerrando suavemente la puerta de cristal se volvió lentamente hacia su visitante, solo cuando quedo segura que nadie oiría lo que allí iba a decirse preguntó- ¿Quién eres realmente?

 

Continúa en el próximo capítulo…

Notas finales:

Nuevos interrogantes en el capítulo siguiente ¿Es Rukawa Kaede quién dice ser?


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