Rusia, San Petersburgo, finales de Febrero de 1917.
El teatro Mariinsky estaba casi lleno, esa noche se presentaba el ballet imperial con una de las obras mas famosas de su repertorio “La Bella Durmiente”
Esa noche las grandes duquesas Tatiana, María, Olga y Anastasia, se encontraban allí para disfrutar de la perfección en las ejecuciones de los bailarines y de la belleza de la música compuesta por Tchaicovsky en 1890.
Aioria Nemov, y un par de su amigos de la universidad, Milo Zelensky y Mu Rusimatov ocupaban sus butacas en el primer piso del teatro, justo arriba del palco imperial.
Ante las condiciones que se encontraba el país en ese momentos debían sentirse afortunados de aun poder disfrutar de una noche de esparcimiento cultural. La intervención del imperio ruso en la Primera Guerra Mundial, había sido desastroso económicamente hablando; lo que había provocado descontento en la gran mayoría de la población. Pero el Zar y los miembros de la aristocracia parecían no darse cuenta de que aquello se había convertido en una olla de presión que estaba a punto de explotar.
-Aioria, es una suerte que tu hermano sea oficial del ejército, solo así pudimos conseguir entradas para el teatro - Milo había escuchado que debido a la volátil situación, después de esta serie de presentaciones, el teatro imperial cerraría sus puertas hasta nuevo aviso.
-Aioros tiene preferencia por el servicio prestado en la guerra contra Alemania, y solo por eso nos pudo conseguir las entradas que ya estaban agotadas desde hace días, pese a todo la gente trata de divertirse un rato…
- Los que podemos hacerlo, porque estoy seguro que la mayoría de los campesinos y obreros llevan años sin distraerse o divertirse. – Mu estaba en contra de los excesos de la aristocracia, pero también creía que lo bolcheviques eran demasiado radicales y sus métodos no le agradaban.
-Mu, ya vas a empezar a quejarte, según tú todo en esta sociedad está podrido, pero no… - Aioria estaba por enfrascarse en una discusión sociológica interminable con Mu, pero en ese momento el director de la orquesta tomó su lugar en el foso, las luces de la sala se apagaron y los aplausos lo hicieron callar y acomodarse para disfrutar de la función.
El ballet en tres actos, fue magistralmente interpretado, la orquesta interpretaba la perfecta partitura de Tchaicovsky con maestría y los bailarines no habían tenido falla alguna, su técnica era perfecta.
El tercer acto era el climax del ballet, las Bodas de Aurora, los diversos invitado provenientes de otros cuentos de hadas interpretan complejas coreografías creadas por Marius Petipa y Lev Ivanov.
Aioria, estaba disfrutando como nunca la función, ahora era el turno del Pas de Deux del Pájaro Azul, uno de sus favoritos. La bailarina que interpretaba a la princesa Florine era maravillosa, con buena técnica, pero el bailarín que la acompañaba en el rol del pájaro azul era extraordinario, su cuerpo delgado y bien trabajado se movía con elegancia, sus saltos eran increíbles y precisos, producto del dominio perfecto de la técnica. Era etereo, su interpretación rayaba en lo espiritual.
Aioria no le quitó los ojos de encima hasta que terminó su ejecución y se acercó al proscenio a dar las gracias. Su cabello rubio brillaba con las luminarias.
El ballet terminó y un sonoro aplauso se elevó de la audiencia, los bailarines principales regresaron un par de veces a agradecer a su público. Al encenderse las luces la gente comenzó a abandonar la sala, Milo y Mu se levantaron para irse, pero Aioria no se movió, tenía en las manos el programa con los nombres de los bailarines y los roles que había interpretado, leía una y otra vez un nombre:
Pájaro Azul: Shaka Podkopayevich
-¡Vamos a la puerta de actores! - Sin esperar la respuesta de sus amigos, Aioria tomó su grueso abrigo y se encaminó a la parte trasera del teatro para esperar a que saliera aquel bailarín que le había hechizado con su danza.
Mas de media hora después los 3 amigos seguían esperando a que aquel bailarín saliera. Había gente esperando por un autógrafo, especialmente mujeres jóvenes, pero conforme pasaba el tiempo la calle se iba quedando vacía.
-Vámonos ya Aioria, cada vez hace más frío y mientras mas noche se haga mas peligroso será caminar para regresar al departamento. Recuerda que no traemos dinero para abordar un transporte – Milo estaba empezando a impacientarse, sin contar que sentía los dedos de sus manos congelados, pues había olvidado sus guantes.
- ¿Que quieres verle? Bailó estupendamente, pero es uno de los muchos que trabajan en esta compañía, nada más…
- Mu, no es uno más, que acaso no te hizo sentir nada su interpretación…
Aioria no se movería de allí, si sus amigos querían irse, podían hacerlo, el se quedaría hasta lograr ver a ese ángel de cabello rubio.
- ¡Ahí está! – Mu fue quien lo vio primero, Shaka estaba enfundado en un grueso abrigo blanco y un típico gorro de invierno ruso también en color blanco. Varias jovencitas se le acercaron corriendo en cuanto cerró la puerta tras él; todas deseaban que les autografiara su programa de mano.
Aioria estaba paralizado, no se movía, solo lo miraba, era mas hermoso de lo que había podido percibir en el teatro, su rostro era sereno y serio pero de una delicadeza inimaginable.
-¿¡Te vas a quedar aquí parado sin hacer nada, después de todo el rato que nos has tenido aquí congelándonos?! – Milo lo tomó del brazo y lo jaló hasta acercarlo al círculo de admiradoras que se había formado en torno a Shaka.
Ambos jóvenes quedaron viéndose de frente, Aioria tenía su programa en la mano, y Shaka lo tomó con delicadeza.
-¿A quien lo dedico? – el rubio bailarín preguntó, pero al no recibir respuesta, ladeó su cabeza y una pequeñísima sonrisa se dibujó en sus labios – Supongo que tienes nombre, ¿o no?
Como despertando de un sueño, el joven universitario hablo en voz baja.
-Aioria…
-Mmm, Aioria... es bonito - Shaka autografió el programa y lo devolvió, sus dedos se rozaron y ambos se quedaron mirando hasta que alguien tomó a Shaka por el hombro y lo hizo voltear.
-Shaka debemos irnos, o si no vendrán a buscarnos…
Afrodita Fiodorov, otro de los bailarines principales, instaba a su compañero y amigo a irse, en su bello rostro se reflejaba preocupación y miraba hacia todos lados como buscando algo o a laguien.
-¡Shaka vámonos!
En ese instante, 4 corpulentos hombres llegaron colocándose a los flancos de ambos bailarines. Shaka soltó rápidamente el programa de Aioria.
-Los acompañamos hasta su auto jóvenes - Mas que un ofrecimiento por parte de uno de los hombres, parecía una orden; y sin disimulo, sujetó por el brazo a Shaka obligándolo a caminar. Lo mismo hicieron los hombres que flanqueaban a Afrodita.
- Cosacos…-dijo Mu por lo bajo, que se había acercado a Milo y Aioria.
Shaka volteó un par de veces, cuando sus miradas se encontraron, Aioria pudo percibir desesperación y tristeza en los ojos azules del bailarín.
Con brusquedad lo 4 hombres vestidos de negro hicieron subir a Shaka y a Afrodita a un auto y arrancaron, perdiéndose en la calles de San Petersburgo.
Aioria caminó en dirección hacia donde el auto había estado estacionado.
-Tengo que verlo otra vez…
Continuara...