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EL ÚLTIMO ALCATRAS por ryu hana no chi

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Notas del capitulo:

Leon Scott Aldrovand : Empresario, dueño de dos casinos y otros varios locales. Pareciera que lo único que lo mueve es el dinero y el placer, pero guarda un deseo aún más profundo que se ha jurado cumplir.

Estatura- 1.80

Peso- 80 Kg.

Cabello- Negro

Ojos- Negros (muy raros en su familia)

Tez-Blanca.

Edad- 27.

Hobbie- Tener sexo y molestar a su primo. ]

 

 

EL VERDUGO DE LOS OJOS NEGROS              [CAP. 1]

 

 

 

-¡No, por favor… yo les pagaré hasta el último centavo, se los juro!

 

Aquellos tipos hicieron caso omiso a tan patética suplica por parte de otro más de los pobres diablos que había perdido miles en las mesas de juego de uno de los más concurridos casinos de la ciudad. Después destrozar el horrible cuartucho departamental de aquel miserable, decidieron que ya era hora de llevarle ante el dueño y señor del local, donde nadie sabia, pero se habían perdido no sólo sumas exageradas de dinero, sino también, muchas vidas.

 

En poco tiempo, aquel automóvil negro se detuvo en la parte trasera del exuberante local, de donde surgieron aquellas figuras prácticamente arrastrando al endeudado sujeto hasta la oficina principal; al entrar, sólo la pequeña lámpara sobre el escritorio iluminaba el lugar, no se podía distinguir bien una vez que cerraron las puertas tras ellos, mas se condujeron con exactitud, pues ya conocían cada rincón. Primero, diez paso antes de llegar al primer sillón de la pequeña sala, en medio de la elegante oficina; después, ocho pasos a la izquierda para rodear el segundo sofá; y por último, otros diez pasos hasta las cómodas sillas frente al escritorio de hermoso roble tallado, en donde termino postrado bocabajo y con toda rudeza, el mal aliñado sujeto.

 

-Aquí esta señor -se oyó la ruda voz de uno de aquellos enormes hombres.

 

-¡¿Así que eres uno más de nuestros concursantes?!-pronuncio el sujeto que se encontraba tras el escritorio, sentado en su mullido y costoso sillón, observando el panorama de la ciudad a través del cristal de los ventanales frente a él, como si todo ese basto mundo de luces e interminable ajetreo fuese suyo. Se dio la vuelta para ver al tipo.

 

-Yo… yo le pagaré, se lo juro, pero debe darme más tiempo-suplicaba el postrado sujeto tartamudeando con temor.

 

-Es por esa razón que estas aquí, porque ya se te acabo tu tiempo-aquel hombre se levanto para rodear el escritorio y colocarse justo detrás del otro, inclinándose sobre éste, que aún era sostenido por los otros dos tipos. El pobre y aterrado deudor , sintió sobre su espalda el peso de su acreedor, aquel que después pego su rostro al de él con cautela.

 

-Este es el juego: haces lo que yo diga, sin chistar, y yo te perdono la vida. Escucha, sólo la vida. O no obedeces, y tú eliges como irte de este mundo… y para hacerlo más interesante, si crees que tienes mucha suerte, lanzaras la moneda y decides si haces lo primero o lo segundo ¿qué dices?-el elegante dueño le hablaba pausado, sin prisa y casi con cariño, pero era evidente su seriedad y su facilidad para intimidar.

 

El infeliz deudor deglutió con miedo, no sabía que contestar, sobre todo por la embriaguez que le produjo tan fina loción de su captor, después de unos momentos por fin decidió.

 

-Es… escogeré la moneda…-tartamudeo por el miedo y la incertidumbre de no saber si aquello realmente había sido buena idea.

 

-Ja ja ja … este tipo me agrada…-se levanto con cautela-Hasta ahora…-pronuncio de nuevo con un tono bastante cínico llevándose una mano a su bolsillo y sacar una moneda; entonces hizo un ademán para que sus matones le levantaran-Aquí esta…-le ofreció la moneda al tipo quien la recibió con la palma completamente húmeda por los nervios-Veamos cual es tu suerte, soy cara-termino por fin dibujando un gesto socarrón aun cuando nadie podía verle con claridad.

 

El miserable sujeto arrojó la moneda con nerviosismo, lo cual provocó que saliera de su alcance cayendo sobre la alfombra y rodar hasta uno de los sillones.

 

-Esto es genial, es más emocionante encender las luces para ver el resultado juntos-dijo al tiempo que hizo señas a uno de sus “gorilas” para que encendiera las luces.

 

En cuanto la oficina se ilumino, el pobre hombre se acerco al mueble hincándose para ver lo que su fortuna le había deparado, sin siquiera reparar en el hombre junto a él. En cuanto vio la moneda, no sabía si sentirse aliviado o temer al no saber el castigo.

 

-¡Cara! Yo gano… espera…-hizo una pausa para acercarse al hombre y tomándolo del mentón le obligo a verle directo a los ojos

 

-De todos modos yo gano…-termino con serio cinismo.

 

Por fin aquel podía verle con claridad, era como si estuviese viendo lo último en su vida dentro de esos penetrantes ojos negros, mismo color que su cabello, un tanto crecido y rebelde, su nariz afilada y sus delineados labios de un color suave, terminaban el conjunto, que no concordaban para nada con aquella voz áspera y sensual que le había impuesto las más extrañas condiciones, esa voz podía pertenecer a alguien mayor, no a alguien que parecía un chico rebelde un par de años más grande que su hijo universitario, única razón por cierto, de sus cuantiosas deudas.

 

-Deberías estar feliz, hoy fue un buen día y me siento de buen humor, así que sólo harás lo que yo te diga ¿esta bien?-se limito a guardarse un gesto de eterna y maliciosa felicidad.

 

-Sí…-deglutió de nuevo nervioso el más que infortunado sujeto.

 

El de ojos negros ordeno a sus matones abandonar la oficina, cerrarla con llave y que por ningún motivo se le interrumpiera, aquellos sujetos le obedecieron dejándole con aquel pobre fulano.

 

-Ven aquí-ordeno entonces el de mirada complacida al tiempo de sentarse en el sillón individual que daba vista a la puerta, el hombre con la corbata a media hasta se le acerco con cautela hasta colocarse frente a él.

 

-Dame tu corbata-le ordeno estirando la blanca mano para recibirla, en cuanto la tuvo en su mano pronuncio:- Date la vuelta e híncate con las manos a la espalda-el otro cerro los ojos sintiendo la enorme frustración y miedo de lo que su captor pudiese hacerle, mas no habiendo manera de pedir piedad y ni que decir de poder huir, es que hizo lo que se le ordeno, sintió en segundos como sus manos eran atadas con suma fuerza-Ahora sin levantarte voltea hacia a mi-volvió a ordenar con un tono un tanto más lascivo, el patético jugador obedeció la nueva indicación, quedando de frente al de ojos negros, el cual comenzó a despojarse de sus pantalones y ropa interior, dejando al descubierto su enorme miembro-Haz lo tuyo-soltó por fin con lasciva saña, ante la horrorizada mirada del tipo al frente suyo, incluso, había recargado sobre el descansa brazos del sillón el codo para inclinar su cabeza a un lado y sostenerla con sus dedos, le complacía contemplar el miedo en el rostro de aquel patético hombre.

 

Entonces, el mas que humillado sujeto se inclino hacia adelante, metiendo su rostro entre las piernas del de cabello negro, de inmediato, volvió a captar el embriagante olor de la loción más fina; cerrando los ojos, comenzó a abrir la boca buscando el miembro del otro e introducirlo en ella.

 

-Mhm… estas nervioso-gimió el de ojos negros con cautela al apenas sentir el roce de aquella lengua intentando no tener más contacto con su miembro.

 

Aquel infeliz, reprimía cuanto podía, el asco y la desesperación, sintió entonces como la cabeza dentro de su boca se tensaba; sin más remedio, se inclinaba más y más para cubrir todo el falo con su boca.

 

-Lo haces mejor…-casi se burlo el otro-Ahora mueve tu lengua-ordeno de nuevo.

 

El humillado sujeto aprisiono el pene de aquel satisfecho hombre entre su paladar y su lengua, la cual movía de adelante hacia atrás con lentitud.

 

-Ahhh… mhhmm… tus labios… no los siento…-casi fue un reclamo entre gemidos por parte de aquel excitado hombre de cabello negro.

 

El otro cambio el ritmo moviendo sus labios, los apretó para chupar a su profanador, quien seguía gimiendo y ahora se encontraba totalmente recargado sobre el respaldo y sus manos sujetaban con fuerza ambos descansos a los costados del sillón.

 

-Así… más.. Ahhh… mhmmmm… ¡DETENTE!-grito casi desesperado sacando su pene de aquel que en ese instante se sintió libre

 

-Aquí… quiero sentirte aquí…-pronuncio jadeando al tiempo que, levantando sus piernas para subirlas en los descansos del sillón, le mostró el lugar donde quería sentirle.

 

Incrédulo, más que humillado y asqueado, es que vacilante, intento sacar el valor para seguir con su elegida tortura. Inclinándose una vez más entre las piernas del de ojos negros, es que apenas tocó con su lengua la parte entre los testículos y el ano provocando los fuertes gemidos de su perverso captor ante el intenso placer, no sólo sexual, sino igualmente, aquel de saberse el verdugo indicador de tan obscena tortura, entonces comenzó a masturbarse con rapidez, el sujeto entre sus piernas no se detenía, sabía que entre más placer le diera, más rápido saldría de ahí, y lo más importante, lo haría con vida.

 

-¡¡¡AHHHH!!!…-se escucho después el grito de gloriosa satisfacción, de aquel que eyaculo con vigor sobre aquel otro que separándose de inmediato, cayo sobre sus glúteos chocando de espaldas contra la mesa en el centro de aquella sala.

 

Todo había terminado, el desaliñado y sucio hombre fue arrojado al callejón por donde había llegado, aún tenía las manos atadas a su espalda, lo que le hizo más difícil ponerse de pie; pero al menos, había salido con vida.

 

-El parasito se ha ido señor-se escucho la voz de uno de los gorilas de aquel dueño y señor del casino en cuanto regreso a aquella gran oficina.

 

-Bien…-contesto el otro al tiempo de tomar sus cosas para salir de ahí-Lo quiero pasado mañana-pronuncio serio saliendo de la oficina seguido por aquellos tipos-Ah, otra cosa, mi primo Izzie llega la próxima semana, que alguien lo reciba en mi ausencia-termino mientra subía al elevador perdiéndose tras las puertas.


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