Lance de velo
El calor del verano estaba llegando a ser ridículo. Sin embargo Ishida se resistió a aflojar el nudo de la corbata para poder abrir un poco el cuello de su camisa. Pasó el dorso de su mano por el contorno de su frente y sus mejillas y bebió con prontitud el agua que Orihime le había obsequiado apenas habían salido al receso. Echó una mirada sin tener realmente interés en participar en la conversación que llevaban Kurosaki y los demás. Ellos se veían tan tranquilos y frescos, siempre había sido extraño estar con ellos, pero los días calurosos lo era aún más, tal vez era su piel demasiado blanca, demasiado sensible a los rayos del sol o quizá era por su presión baja, el calor o el frío extremos siempre le hacían sentirse bastante incómodo.
-¡Te digo que se me ofreció! -Casi gritó el pelirrojo que miraba a Ichigo con fastidio.
-Claro, Renji.
-¡Estoy diciendo la verdad!
-Yo creo que estás contando una de tus fantasías. –Rió burlonamente.
-¡Pues no me importa si lo creen o no! ¡¿Ustedes qué pueden saber?! –Cruzó los brazos y dio la espalda a Ichigo.
-Más de lo que podrías imaginar.
Renji ya estaba listo para replicar a ello pero Mizuiro le ganó la palabra.
-Kurosaki dice la verdad, Abarai-kun, nosotros lo hemos visto.
Ishida sintió un repentino interés, y no fue el único, Renji, Sado y hasta Keigo parecían estar sorprendidos ¿De verdad Kurosaki tenía esa experiencia?
-Acompañé a Asano-san cuando quiso conocer el ‘Nova censure’
-¡Cállate Mizuiro! -Keigo le tapó la boca al otro chico. -¡Eso no es verdad!
-Jaa…. –Renji no lo dejó pasar- …¿Entonces han ido a ese club para hombres? Pero lo más importante… ¿Ichigo, qué hacías en ese lugar?
-¿Qué más se puede hacer en ese lugar? -Ishida se mordió la lengua demasiado tarde, ya había soltado la pregunta que tenía la ofensa implícita. De cualquier forma sabía que tenía razón, Ichigo a pesar de todo, era por alguna inexplicable razón que jamás entendería, popular entre las chicas… y los chicos. Y no era que le importara pero le molestaba que Ichigo se prestara a eso, coqueteaba con todo mundo, con todo lo que moviera… ¡Hasta con un palo de escoba! Pero el colmo era que nunca le había dado un “si” a Orihime pero tampoco un “no”. Conociendo los sentimientos de su amiga ¿Cómo se atrevía a ir a esos lugares y flirtrear con los chicos? Sólo de pensarlo le amartillaba la cabeza, una persona así es siempre molesta, demasiado molesta.
-¿Y tú que se supone que puedes saber sobre eso? -El pelinaranja se defendió
-Ichigo tiene razón, mejor no hables Ishida –Asano miró con fastidio hacia el chico de lentes.
-Tengo la misma edad que ustedes, sé qué tipo de lugares son esos.
-¿Y qué? Sigues siendo Ishida, no eres normal. –Asano insistió.
-¿Cómo puedes saber cómo son esos lugares si nunca has estado ahí? –Renji se burló gustando notablemente de molestar al otro chico.
-¡¿Y quién dijo que nunca he estado ahí?! -Replicó molesto el de lentes.
-¿Y lo has estado?
-¡Claro que no! ¿Qué parte de “Ishida es anormal” no entendiste Ichigo? –Asano dejó a Mizuiro y encaró a Ichigo- ¿O me vas a decir que este, aburrido, paliducho, anoréxico, cuatro ojos tendría alguna oportunidad?
Ishida miró a Ichigo esperando su respuesta, cuando éste tardó en contestar se sintió decepcionado como si estuviera esperando algo de Kurosaki.
“¡Vaya que sí seré un tonto!” Agudizó su mirada y subió el puente de sus lentes. ¿Qué podía esperar de Kurosaki, que pensará que podía ser atractivo para alguien? Ichigo siempre lo había visto como algo insignificante, algo que no merecía su atención ni su tiempo. Y no soportaba esa indiferencia. Y aún así, a pesar de la forma en que el otro lo trataba, lo peor era que seguía allí, sentado a un par de metros de distancia, esperando que algo pasara, que por una vez Kurosaki lo mirara y se diera cuenta de su existencia.
¡Pero eso no iba a pasar, no iba a pasar nunca!
-¡Claro que he estado en esos lugares! -Dijo algo exaltado- ¡¡Pero no necesito una niñera como tú, Asano; o presumir mis asuntos personales a los demás para sentirme bien, como tú, Renji; y mucho menos necesito avergonzarme de lo que soy, como tú, Ichigo!!
Los tres lo miraron extrañados en un principio, molestos enseguida.
-Calma Ishida. –intervino al fin Sado que hasta entonces había estado inmutable.
-¡ENTONCES PRUÉBALO, ISHIDA! –Dijo Kurosaki seriamente alterado.
-¿Qué?
-Prueba que es verdad que todos somos unos idiotas menos tú.
La seriedad en la mirada y la voz de Ichigo, aquello apretujó el estómago del Quincy, tal vez la situación se le había salido un poco de las manos, porque nunca había sido su intención ofender a sus amigos.
-¡No necesito probar nada, Kurosaki!
-Es porque todo lo que has dicho es mentira -El pelirrojo intervino mirándolo fijamente.
-Eres el peor de todos, hablas como si supieras todo pero en realidad no sabes nada. –Ichigo aún mantenía aquella seriedad.
-¡Cómo te atreves! -Ishida se levantó molesto.
-Por eso digo, sólo tienes que darnos una prueba de eso.
-Ya te dije que yo no….
-La tarjeta especial del Nova censure, el gerente, personalmente, entrega una a cada asistente para que después puedas tomar una bebida gratis. –Kurosaki rascó su cabellera ya más relajado- Esto lo debes saber si has estado allí, pero según le agrades al gerente es el tipo de bebida que puedes pedir con la tarjeta.
-¿Qué fue lo que te dio a ti, Ichigo? -Preguntó Asano curioso.
-Whisky
-¿Y a ti Renji?
-Tequila
-¿Mizuiro?
-Coñac
-¿Y a ti Asano?
-¡Yo no sé nada de esto!
-Tal vez a Asano-kun le de pena decir que le dieron una tarjeta para cambiarla por cerveza. –Dijo riendo, escuchando la burla de los otros hacia su amigo.
-¿Y a ti Ishida?
El pelingro ajusto sus lentes.
-Champagne.
Todos guardaron silencio, Ichigo sonrió con sarcasmo.
-¿En serio? Debiste agradarle mucho al gerente. Qué bueno que sólo sellen la tarjeta y permiten que la conserves
Ishida arqueó ligeramente una ceja entendiendo hacia dónde iba Kurosaki.
-¿Por qué no nos muestras tu tarjeta, Ishida? -Renji le ganó a Ichigo su petición de oro.
-No sé en dónde está, tal vez la habré tirado. –Contestó sin preocupaciones.
Renji y Kurosaki se miraron y comenzaron a reír.
-Yo aún conservo la mía. –Dijo Ichigo.
-Igual yo. –Renji sin soltar su sonrisa fijo su atención en Ishida, esperando el momento en que el de lentes cayera de su mentira.
-¿Ustedes tienen su tarjeta? -Ichigo se dirigió a Keigo y Mizuiro.
-Sí, yo conservo también la de Asano-san
-Si fuiste a ese lugar es imposible que la hayas tirado
-Cómo si alguien pudiera tirar una tarjeta con la imagen de esos chicos metidos en esa ropa! ¡¡Ichigo debe tener la colección completa!!
-¡Cállate Renji! -Suspiró y regresó su atención al pelinegro- ¿Entonces Ishida?
-La buscaré “Y veremos quienes son los idiotas” -Sin más se alejó de su grupo de sus amigos para regresar al salón de clases.
Aquella tarde se hizo aún más insoportable… ¿De dónde iba a sacar la dichosa tarjeta? ¿Por qué no sólo les había dicho a los demás que efectivamente, él era anormal y en su vida se le había ocurrido pararse por un lugar así? ¿Por qué tenía que hacer tanto calor? Tal vez si hubiera tenido la cabeza fría no se hubiera metido en ese problema. Era obvio que no había forma de conseguir la tarjeta, no podía pedírsela a nadie, tampoco podría falsificarla porque ni siquiera tenía la remota idea de cómo era.
Suspiró regresando su atención al pizarrón ¡Al diablo con la tarjeta! Se cambiaría de escuela y buscaría otros amigos, pero unos que no fueran idiotas. Bajó la mirada y apuntó lo que estaba anotado en la pizarra. Cómo si fuera sencillo, cómo si realmente eso pudiera pasar.
Pero una cosa tenía muy segura…. Antes muerto que retractarse frente a esos Shinigamis y el retrasado de Keigo.
Tenía que encontrar otra solución.
Se apresuró a llegar a su departamento y apenas dejó sus cosas sobre el sofá corrió a buscar en su pequeño closet. Extrajo de él una caja donde habían venido sus últimos zapatos, sacó de su interior una pequeña bolsita de tela y dejó caer su contenido sobre su cama.
-8,000 yenes… con esto debe ser suficiente.
Acomodó sus lentes y después de beber un vaso de leche fría, sacó unos jeans negros y una camisa en color vino, tomó su estuche de costura y se puso a trabajar.
Le dolía el hígado por tener que gastar su contado dinero en algo en lo que siempre había pensado era una completa pérdida de tiempo, además de arruinar dos de sus prendas favoritas con tal de verse “bien” y conseguir su nivel “champagne”.
Pero ya lo había decidido. Iría a ese bar, conseguiría la dichosa tarjeta y se aseguraría de restregárselas en la cara a Kurosaki y compañía.
Continuará....