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Sólo una Oportunidad por Kmmy Lee

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Notas del capitulo:

Hola, mis dulces y bellas personitas ♥

Son las 8:42 am y después de una noche de insomnio escuchando "Of The Night" de Bastille, pude dar los últimos toques al capítulo 17 de mi fic más amado ^^

Advierto desde ya que es bastante posible que deje a más de alguien con cara de WTF, así que antes de leer prepárense mentalmente para lo que sea. El capi pasado fue transitorio al drama, este ya es una probadita de lo que se vendrá de ahora en adelante. Les confieso que ya decidí qué final daré al fic, incluso ya tengo casi todo el capítulo final escrito, así que con confianza les cuento que estamos a muy poco de que este lacrimógeno drama acabe de una vez.

Agradezco muchísimo a mi bella Cheeky, a la linda de Joselyn y a Kira Uzumaki por sus hermosos y alentadores reviews; este capi va para ustedes ;'D

 Veo que las lecturas suben y suben, pero el número en la cajita de comentarios... Bueno, supongo que mi poca constancia al publicar mucho tiene que ver. En fin, siempre es lindo recibir reviews, porque alientan muuucho ^.^ Así que cualquier opinión o lo que sea, no duden en hacérmela saber, ¿vale?

Advertencia: Lemon. Lemon LightxMatt. Lemon hard yaoi LightxMatt. LightxMatt en tooodo su esplendor al inicio del capítulo. Si la pareja no te gusta, por favor evítate el trauma y no lo leas. Si sí te gusta, adelante y espero lo disfrutes *w*

A leer ;')

Capítulo 17: Amor En Custodia.

Le depositó suavemente sobre la cama, apoderándose de sus labios por milésima vez en aquella fría noche de enero. Como acordes de música aprendidos de memoria, se acariciaban con pasión y dulzura, sus lenguas reconociéndose entre roces febriles e intensos. De tanto en tanto se separaban para recobrar un poco de aire, instante que aprovechaban para perderse en los ojos del otro, verde y miel encontrándose en una mirada llena de complicidad, aquella forjada a hierro vivo gracias a sus años de mutua convivencia.

- Sabes que eres mi mundo, mi vida, mi todo. Eres la razón de mi existencia, mi eterna felicidad.- Susurró embelesado Light, dejando besos castos sobre esos labios sonrosados que tanto le encantaban.- Te amo tanto…

- Y yo a ti.- Respondió obnubilado Matt, reclamando de nueva cuenta su boca en un beso febril, perdiéndose inevitablemente en el experto acariciar de esa lengua que le invadía con delicia y le tentaba a someterla, su respiración tornándose errática al sentir sobre su piel los incitantes roces de esas manos que sabían a la perfección cómo dejarlo al borde de la locura.

Light descendió por su cuello entre suaves lamidas y succiones, desabrochando parsimonioso cada botón de la camisa que vestía su amado y adueñándose con húmedas caricias de cada recoveco de piel que iba quedando al descubierto. Matt no pudo más que soltar un necesitado jadeo al sentir como atrapaba entre sus dientes uno de sus pezones, mordiéndolo tortuosamente despacio y jugando con el otro entre sus dedos de igual manera. Echó su cabeza hacia atrás cuando notó como su erección era estimulada aún por sobre la tela de sus jeans, gimiendo ante la exquisita sensación de esa experta lengua bajando sensual y pecaminosamente por su abdomen,. Enredó sus dedos en los castaños cabellos de su esposo, atrayéndolo hacia sí en un nuevo enlace de labios, mientras soltaba la ebilla de su cinturón y bajaba el zipper de su pantalón en un acto de desesperada lujuria. Como respuesta obtuvo una incitante mordida en su labio inferior, a lo que reaccionó apegándose aún más al cuerpo contrario para, seguidamente, comenzar una maravillosa fricción entre sus entrepiernas. Ambos gimieron ante el contacto, el calor de sus cuerpos disparándose en proporciones inimaginables..

Pese a que afuera nevaba como si no existiese mañana, en aquella habitación hasta el mismísimo infierno hubiese sentido envidia ante tal demostración de lujuria, el cristal de la ventana empañándose a causa del ardiente y apasionado fuego que irradiaba cada acción de entrega de aquellos jóvenes amantes.

Light aferró entre las suyas las manos de Mail, incorporándose e incorporándole a él también, quedando así ambos arrodillados sobre la blanda superficie del colchón. Todavía sujetándole se bajó del lecho, arrastrando consigo al pelirrojo y dejándolo sentado a la orilla. Con movimientos sugerentes fue separando cada botón de su ojal, revelando pequeños tramos de piel a medida que la camisa que llevaba puesta era abierta, piel que a Matt se le antojó demasiado apetecible. La prenda cayó a la alfombra cuando no hubo nada que la sujetase a ese cuerpo atlético y varonil, dando al oji-esmeralda la más hermosa visión de ese torso ligeramente bronceado, deseable y terso.

Rozó con la punta de sus dedos esa tez perfecta, deleitándose con el ligero estremecimiento que provocó en el castaño. Se levantó para quedar a su altura, perdiéndose en esa mirada dulce, emociones difíciles de describir con simples palabras revoloteando en su pecho al reparar en el infinito amor aglomerado en esos orbes amelados. Tomó sus labios con calma, disfrutando cada roce; rodeándole en un abrazo cálido, lleno de sentimientos. Se sintió morir cuando percibió el latir acelerado de ese corazón que era tan suyo, aunado a la respiración entrecortada de aquél que estrechaba tan posesivamente. Tuvo la necesidad de besarle una vez más, sin embargo se contuvo, limitándose a continuar perdiéndose en el mar almíbar de esas pupilas que igualmente le miraban, regalando mimos castos a la piel que sus manos alcanzaban a tocar.

Más fue Light quien rompió el bello contacto entre sus ojos, alzándolo en brazos y volviendo a depositarlo sobre la cama, pero esta vez sobre un par de almohadones de plumas puestos de forma estratégica para recibirlo. Se posicionó sobre él, posando una mano a un lado de su cabeza para no aplastarle y desabrochándole los jeans, los cuales deslizó despacio con todo y bóxer por sus piernas, terminando por arrojarlos a algún lugar sin importancia de la habitación, al igual que el par de zapatillas converse que quitó de sus pies sin mayor dificultad. Acto seguido, y bajo el atento observar del oji-verde, se deshizo de su propio calzado, se quitó el pantalón y la ropa interior, para así volver a reacomodarse sobre su esposo, amoldando sus cuerpos a la perfección, el calor de sus pieles desnudas estremeciéndoles de deseo.

Matt se arqueó al sentir como la diestra de Light se cerraba entorno a su miembro, empezando a moverse de arriba hacia abajo sobre toda su longitud. Gimió cuando los dedos de su izquierda tantearon su entrada con cuidado, dibujando círculos alrededor, enloqueciéndole la sincronización entre el vaivén bombeando su sexo y la invación rítmica de tres dígitos entrando y saliendo de él. Envistió con sus caderas involuntariamente, rodando sus ojos ante la placentera sensación de dedos penetrándole, dedos masturbándole y dientes mordiendo sus pezones deliciosamente.

- Mhn… ¡Ah!—Apretó los párpados al sentirse rodeado en una boca caliente y húmeda, divagando entre nubes de placer, dejándose arrastrar a un infierno de pecaminosa y erótica lujuria.- L-Light… ngh Light n-no pares… ¡S-sigue… mhn!- Pronto los dedos que le invadían fueron reemplazados por la palpitante y necesitada erección del castaño, quien cambió su boca por sus manos una vez más y entró en Matt de una sola estocada, arrancándole un grito sumido en el más masoquista placer.- ¡AHHH!

Agitados, sudados, extasiados; eso y más estaban, entregándose al otro una vez más, dejándose llevar por las alas del deseo. Sin dejar de envestirlo, Light alzó sobre sus hombros las piernas de su hermoso oji-esmeralda, disfrutando con el alma de cada excitante expresión que se dibujaba en sus facciones de ángel. La frente perlada en sudor, las pupilas veladas de goce, los labios entreabiertos exhalando airados jadeos y gemidos de placer, las mejillas sonrojadas y el rojo cabello revuelto; personificación de sensualidad, a juzgar por él.

No demoraron mucho en alcanzar el cielo con las manos, un calor exquisito extendiéndose por su bajo vientre, un cosquilleo adictivo recorriéndoles desde la cabeza a los pies. Las estocadas de Light se volvieron más rápidas, más profundas, más certeras; lanzando a Mail en picada desde su cielo recién alcanzado y ahogándolo en un mar de placer, cada fibra de su cuerpo reaccionando, contrayendo deliciosamente sus paredes entorno al miembro del castaño. Sólo un par de envestidas más fueron necesarias para que ambos cayeran presos del más increíble orgasmo, Light llenando el interior de su amado con su esencia y éste derramándose en sus vientres segundos después.

Cayeron exhaustos sobre el colchón, apartando a un lado los almohadones, Yagami saliendo suavemente del interior de Mail. Se miraron a los ojos, sonriéndose con dulzura, tratando de recobrar el curso normal de sus respiraciones. El castaño abrazó contra su pecho al pelirrojo en un contacto íntimo y posesivo, ya común entre ellos al acabar de hacer el amor; los resuellos del recién experimentado clímax todavía reverberando en sus cuerpos, adormeciéndoles. No obstante, antes que a Matt se le cerrasen los ojos y cayese preso de los brazos de Morfeo, notó como su esposo acariciaba tiernamente su espalda, arropándoles a ambos con el edredón.

Y lo último que oyó antes de sumirse entre sueños, fue el dulce susurro de un “Te amo”.

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Llegó al pie de la escalera, observando con melancolía a su alrededor. No entendía por qué, pero de pronto sentía que una nube negra, repleta de infortunios y malos augurios, yacía posada encima de todo aquello que tanto se había esforzado en construir. Percibía aproximándose hasta él la sombra de una amenaza invisible, cruel y latente. A cada instante que pasaba, más seguro estaba que la llegada de Keehl de nuevo a su vida arrastraría consigo obstáculos demasiado difíciles de afrontar. Se sentía otra vez como en el comienzo, con miedo al futuro y lleno de inseguridad. Sus más ocultos temores le hacían frente a su entereza, debilitándolo, cegando su mente y haciéndolo actuar de manera errada. Sabía que el más mínimo paso en falso ocasionaría que perdiese todo aquello por lo que había luchado, ya que la mirada que Mail le dirigió a Mihael no dejaba de atormentarle, siendo esto la razón perfecta para que su desconfianza saliera a flote. Tenía oprimido el corazón, la cabeza le dolía horriblemente de tanto pensar. Y aunque aún no sabía qué hacer exactamente, era un hecho que no le haría fáciles las cosas al maldito imbécil que tanto daño le había hecho a su amado de ojos esmeralda. Pese a que temía con el alma perderlo todo, estaba decidido a morir peleando, pues no tenía intención alguna de alejarse de las personas más importantes en su vida.

Descansó sus ojos miel en un porta-retratos posado sobre un mueble separador de ambientes, el cual se hallaba justo en frente de donde yacía de pie. Enmarcada en este, una fotografía tomada apenas un año de su llegada a Japón era visible, la cual mostraba a un Matt de diecisiete años, sonriendo tímido a la cámara y sujetando entre sus brazos a un precioso Keith de escasos dos años y medio, quien sonreía con tanto ángel que era difícil no contagiarse, ambos siendo abrazados por un Light recién graduado de la facultad de Derecho, radiante de felicidad. Recordaba el día exacto en que habían retratado aquella hermosa imagen; era principios de agosto, el verano estaba en pleno apogeo y ellos habían decidido celebrar la llegada del fin de semana, lléndose de paseo al parque.

Acarició con la yema de su índice el cristal donde yacía resguardada la fotografía, sonriendo con añoranza ante el bello recuerdo. Recordándose, por millonésima vez, que jamás permitiría que alejaran a sus dos amores de su lado, así tuviese que desatar una guerra contra el mismísimo demonio para lograrlo.

Matt y Keith eran su familia. Lucharía a capa y espada por ellos, a costa de quien fuera.

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Posó la mano abierta sobre el frío cristal de aquel enorme ventanal, percibiendo contra la palma el constante golpetear de las gotas de lluvia torrencial cayendo al exterior. Una negrura intensa se cernía cual manto de tinieblas del otro lado del vidrio, lo único visible a sus ojos siendo el difuso titilar de unas cuantas luces a lo lejos. Sentía un apremio nefasto adueñándose poco a poco, cual avalancha de emociones, de cada fibra en su interior; los párpados ardiéndole, la cabeza punzándole desagradablemente y su piel perdiendo a cada segundo un tanto más de temperatura. El eco insistente de las palabras recién escuchadas revoloteaba incesantemente en sus memorias, afianzando el nudo en su pecho y logrando que el mundo a su alrededor se precipitase en caída libre hacia un abismo oscuro y sin fondo. Frente a él se abría, cual enorme e imponente mar, un futuro que jamás creyó pudiese llegar a ser, colmando su presente con matices de incertidumbre.

Apoyó el peso de su cuerpo sobre la pared a su lado, su mejilla haciendo contacto con la fría superficie cristalizada al no alejarse de la ventana más que un par de centímetros. Un velo de desconcierto, miedo e incredulidad sombreó sus pupilas verdes, mientras el peso insostenible de una mochila invisible se situaba en su espalda. Su mente siquiera conseguía procesar del todo el reciente descubrimiento, despertando en su ser esa guerra titánica que jamás creyó volver a vivir en su vida, luego de aquella inolvidable primera vez.

Se sentía extenuado, todo le daba vueltas. Un pitido ensordecedor taladraba sus oídos, mientras el incesante palpitar de su corazón no dejaba de martillearle aceleradamente el pecho. Por su nariz se colaba la mezcla de aromas entre alcohol, látex y antiséptico, logrando que a su estómago lo atacase una desagradable sensación de vacío. La cabeza le punzaba justo en las siennes, al tiempo que un frío extraño se esparcía por su piel, robándole a cada segundo un poco más de color a su rostro. Sus labios resecos, sus ojos pesados y el cuerpo en claro estado de fatiga, eran indicadores innegables de que algo para nada bueno le estaba sucediendo.

A su lado, vestida con una pulcra bata blanca, Linda yacía observándole serena, aunque denotando leves atisbos de desconcierto en sus orbes castaños, sujetando en gesto fraternal su diestra y sonriéndole tranquilizadora al percatarse de que ya había vuelto en sí y acababa de reparar en su presencia.

- ¿Cómo te sientes, Matty?- Le preguntó en tono dulce, sentándose en la silla junto a la camilla donde el pelirrojo se hallaba recostado, sin demostrar seña alguna de querer soltarle aún.

- No lo sé. Me siento extraño…- Musitó apenas el aludido, entrecerrando sus preciosas esmeraldas con pesadez y frunciendo el entrecejo al ser atacado una vez más por un mareo repentino.

La joven Residente de cabellos castaños a su lado se puso de pie, le soltó finalmente y posó la mano con que le había sostenido sobre su frente, poniéndose seria de pronto y extrayendo de uno de sus bolsillos un termómetro digital.

- Tomaré tu temperatura, ¿vale? Necesito ver si ya bajó la fiebre.- Avisó, metiendo la punta del aparato en su oído, a lo que Matt enfatizó aún más su gesto de molestia, y sacándolo unos segundos después al escucharse el característico pitido que indicaba que ya estaba listo.- Treinta y seis con ocho…- Leyó Linda, suspirando aliviada y volviendo a sonreír conciliadora.- Ya está en el rango normal. Eso es excelente.

El oji-esmeralda la escrutó con fijeza, exhalando suavemente e intentando ordenar la maraña de recuerdos difusos y pensamientos enredados que yacían en su mente.

- ¿Qué pasó, Linda?- Sondeó, atrapando las pupilas castañas  de su amiga bajo una ávida mirada de sus ojos verdes.- ¿Y por qué estás tú aquí? Yo pensé que la medicina general no era lo tuyo.

- Y no lo es.- Aseguró ella, volviendo a sentarse a su lado y dejando escapar un imperceptible suspiro.- La verdad es que me llamaron de emergencia para que viniera a examinarte. Según sé te desmayaste tres veces en menos de treinta minutos, así que me pidieron que te realizara unos exámenes que son específicos de mi área.- Explicó, alcanzando una carpeta de la mesa que se encontraba en una esquina del blanco cuarto y abriéndola para extraer de su interior unos papeles, los cuales leyó para sí misma antes de retomar la palabra.- Matty, necesito que me respondas un par de preguntas. Sólo así podré llegar a una conclusión más o menos fiable con respecto a lo que te sucede.

- Hey, empiezas a asustarme con tanta formalidad.- Admitió el pelirrojo, incorporándose y enfrentando aún más decidido la mirada de su amiga.- Olvida las preguntas y dime de una vez qué me pasa, por favor.

Linda volvió a suspirar, entrecerrando los ojos con cansancio y preparándose mentalmente para soltar la que, sin duda alguna, sería la noticia más inesperada e increíble que su amigo pudiese llegar a recibir.

- Te hice tres pruebas de embarazo, Matt… y las tres arrojaron positivo.

 Fue como si el mundo hubiese dejado de girar, el tiempo paralizándose de súbito. Los ojos se le abrieron en clara muestra de asombro, mientras sus pulmones perdían de la nada la facultad de respirar y su corazón desaceleraba sus latidos de forma alarmante. Una y otra vez la frase recién dicha por la castaña hacía eco en su mente, lanzándole en picada hacia el vacío y dejando nula su capacidad de razonar correctamente.

- ¿Q-qué…?- Apenas pudo pronunciar, sintiéndose increíblemente aturdido.- E-espera… eso no es…

 - Matt.- Lo calló ella, poniendo el índice sobre los labios del pelirrojo y mirándolo en una mezcla de aturdimiento y comprensión.- Yo misma te hice los exámenes, puedo corroborar con un cien porciento de fiabilidad que los resultados están bien. Además…- Suspiró, intentando darse valor a sí misma para transmitírselo a su amigo, quien se veía más y más sobrepasado a cada palabra que ella decía.- No es la primera vez que te sucede, lo sabes. Keith es la prueba fehaciente de cuán posible es lo que digo.

Mail negó con la cabeza, dejando escapar un gemido conmocionado.

- Es que… eso no… no… no puede ser…- Musitó, llevándose ambas manos al rostro y cubriéndose los ojos en actitud desesperada.- Se suponía que yo no podría… Keith sería el único…- Bufó exasperado, su respiración volviéndose pesada.- ¡Mierda, Linda, el hecho de que pudiese engendrar a mi hijo ya es un milagro!- Casi gritó, enfrentando la mirada de la chica con pupilas colmadas de confusión y desconcierto.- Cuando Keith nació, me aseguraron que era imposible que pudiese concebir otra vez…

 - Matty, lo imposible no va contigo.- Espetó ella, tomándole de las manos y haciendo que la mirase.- Entiende que por más improbable que sea, tendrás otro bebé.

Mail bajó la mirada, haciendo todo lo posible por contener el torbellino de emociones que se le vinieron encima. ¿Cómo podía ser? Creyó que tras tanto tiempo estando con Light, las probabilidades de tener un hijo de él no existían. Aún recordaba que los primeros años se cuidaba para evitarlo, obligando al oji-miel a usar protección cada vez que intimaban; medida que dejó a un lado, luego de la tercera vez que ambos olvidaron el preservativo gracias a la pasión del momento y nada sucedió. Pero ahora que veía en la mirada de su amiga la veracidad de sus palabras, ahora que un hijo de Yagami no era más un pensamiento, sino una absoluta y latente realidad, comprendió por enésima vez que, quien manejaba los hilos de su vida, no era más que la crueldad personificada.

Contuvo un sollozo, dando a su vientre aún plano una sutil caricia por encima de la ropa. El recuerdo de la ecografía que Linda le practicó apareciendo vívido en su mente, trayéndole una vez más el resonar hermoso que hacía el latir de ese pequeño corazón, así como la imagen de ese inocente ser apenas empezando a formarse dentro de él. De pronto comprendía la magnitud de su presente, abriendo al fin los ojos a una realidad que jamás pensó llegaría a suceder; un hálito de vida, una personita yacía existiendo en su interior; una vez más, y contra todo pronóstico, las barreras de lo imposible se habían roto frente a sus ojos, llevándolo a vivir, si es que no la más, una de las experiencias más increíbles y maravillosas.

Una vez más la guerra consigo mismo daba comienzo; esa guerra en que el miedo, la incertidumbre y el amor más grande sebatían a muerte por la victoria, imponiéndole emociones y sentimientos simplemente extraordinarios. Y así también, una vez más, el destino lanzaba sus dados de improviso, dando a su vida el más impensado de los giros.

Y aunque aún no lograba asimilarlo del todo, el entendimiento poco a poco llegaba a su mente. Tendría un hijo…

Un hijo de Light.

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Bajó con dificultad de la alta camilla, sintiendo un feo escalofrío cuando sus pequeños pies descalzos hicieron contacto con la fría superficie del suelo. Se sentía solo, triste, enojado y asustado. El hombre de aspecto gentil, pero demasiado desconocido para su gusto, llevaba ya mucho tiempo sin regresar. Le había dicho que iría a buscar a su papi Matt, sin embargo ahí seguía, abandonado a su suerte en aquel cuarto demasiado grande y blanco. ¡Él detestaba el color blanco! Creía que todo lo que estuviese pintado de ese tono no tenía vida.

Caminó con pasitos titubeantes hacia la puerta, aferrando con su bracito sano aquel que tenía lastimado. Y aunque su cabeza le dolía, se sentía desorientado y la cerámica que pisaba estaba demasiado helada, en su mente lo único que quería era volver a ver a su papi Matt, ya que sólo se sentiría seguro estando cómodamente acurrucado entre sus brazos cálidos y arrulladores.

Giró el pomo de la puerta y asomó su cabecita hacia el exterior. El pasillo fuera de la habitación estaba desierto, lo que incrementó su certeza de que el hombre desconocido le había mentido, pues ni rastros veía de su papi Matt o su pappá Light en los alrededores.

Resuelto a buscar por su propia cuenta, se escabulló por la puerta, deslizándose silenciosamente por los corredores circundantes. Divisó unas escaleras al fondo y a su derecha se topó con un ascensor. Consciente que se sentía demasiado raro, demasiado cansado y adolorido para caminar mucho, presionó con uno de sus deditos el botón para llamar al elevador, apoyándose fatigado en la pared a su lado.

Transcurrieron pocos segundos para que las puertas del cubículo se abrieran, por lo que se apresuró a acercarse para poder subir. Pero antes que siquiera pusiera un pie dentro, un alguien se apresuró a salir de este, intimidándole un poco a primera vista, ya que parecía ser una persona mucho más alta que él y de aire imponente. Más, al alzar su cabecita para poder mirarle mejor, aquél desconocido bajó su mirada también.

Fue allí que sus ojos se encontraron; preciosos zafiros de cristalino brillo y expresividad.

- Keith…

Mello quedó en shock. Lo último que esperaba ver al bajar del ascensor, era a su pequeño ángel de cabellos dorados parado justo en frente.

Como Matt estaba en emergencias, el pediatra a cargo de su hijo se encontró sólo con él al ir a la sala de espera a entregar noticias sobre el estado del pequeño. Su corazón saltó de felicidad al escuchar la frase “Acaba de despertar”, tras lo cual se apresuró a preguntar si le sería posible verlo. Por lo que al recibir respuesta afirmativa por parte del Doctor, prácticamente corrió a tomar el elevador directo hasta el cuarto piso, en su mente anhelando con cada fibra de su ser volver a ver a Keith.

Y ahora que lo tenía justo delante, notaba a la perfección la confusión en las pupilas de su hijo, quien le analizaba de pies a cabeza con mucha más minuciosidad de la que un pequeño de siete años debería emplear. Lucía aturdido, frágil. A ojos del rubio, parecía poder romperse ante el más mínimo roce de sus dedos. Esos ojazos azules, tan iguales a los suyos, y a la vez tan distintos, no hacían otra cosa más que escrutarle con fijeza, mientras en su rostro infantil se dibujaba una mueca de desconcierto total.

Entonces esa tierna vocecita llegó a sus oídos, precipitando sus latidos y su respiración.

- ¿Papá?

Notas finales:

¿Por qué Keith le dijo papá a Mello si, supuestamente, ni siquiera lo conoce? ¿Se lo dijo realmente a él? ¿Qué pasará con los M's ahora que Matt espera un mini Light? ¿Qué hará Mello cuando se entere? ¿Quién se quedará con quién al final?... Si alguien tiene teorías, bienvenidas sean ^^ Será súper genial ver qué tan predecible o impredecible les resulta este fic ;')


De antemano mil gracias por sus lecturas y sus reviews *-*


Las amo ♥


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