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Sólo una Oportunidad por Kmmy Lee

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Notas del capitulo:

Hola ^^

Aquí yo otra vez, con otro capítulo de este fic extrañísimo, aunque amadísimo por mí n///n. Tardé menos que otras veces, lo que me hace muy feliz ^^

Como saben, la trama ya explotó, por tanto, continuamos con la línea, lo que puntualiza que comenzarán a suceder situaciones inesperadas desde ahora en más. Por ejemplo, es momento de que alguien haga que Mello sospeche, no creen? *u* Bien... Esto quiere decir que se incluye nuevo personaje. ¿Quién será? Ya lo verán ;)

La verdad es que no lo tenía contemplado aún, pero lo conversé con mi Near personal ^w^, lo que me llevó a adelantar la entrada a escena de esta sexysidad (?) de chico *w*

Bueno, bueno... No hablo más xD. Mejor ya los dejo con lo que sí les importa n///nU

Sin antes, claro, agradecer por sus hermosísimos y especiales review's. Ya saben que, sin ustedes y su incondicional apoyo, no tendría la inspiración necesaria para continuar. En serio, muchísimas gracias! *-*

Y ya que mencioné a mi Near personal, este capi va para ella ;D. Te quiero mil! Sabes que conmigo contarás siempre, incondicionalmente en todo >3

A leer :'3

Capítulo 7: Verdad a Medias, No Es Verdad.

Faltaban escasos minutos para las cinco en aquella soleada tarde de abril, habiéndose cumplido treinta desde la presurosa llegada a casa. Más, contrario al habitual silencio que, por lo general, existía a esas horas, en especial después de enfrentarse a un shock tan tremendo como el recién sucedido ínfimos momentos antes, todo en la estancia estaba hecho un caos. Y es que, nada más haber abierto la puerta de ingreso a la vivienda, el pequeño Keith había entrado en uno de sus poco habituales e insostenibles arrebatos.

Los inconsolables y, de cierta manera, hasta enternecedores sollozos, invadían cada rincón del lugar, poniendo en juego la paciencia y tolerancia del joven padre. Pues, todo apuntaba a que el infantil berrinche parecía casi imposible de aplacar.

- Shh… Hijo, tranquilo…- Susurró extenuado Matt, aproximándose a la cuna y alzándolo en brazos, intentando, con calcada desesperación en sus orbes esmeralda, hacer que cesara su irrefrenable llanto.- ¿Qué tienes, amor?

Los azules ojitos del bebé no dejaban de derramar lagrimitas de incomprensible frustración. Sus pequeñas manitos se aferraban con fuerza a la chaqueta de su inexperto progenitor, mientras su carita se sonrosaba a causa de sus incontrolables gritos, encharcándosele las mejillas, al tiempo que su boquita exhalaba con rapidez agitados y enfadados sollozos.

El pelirrojo, por su parte, sentía que colapsaría en cualquier instante. Ni siquiera lograba asimilar del todo lo ocurrido recientemente, provocando en su pecho un apremio intolerable. La visión de Mello con el niño entre sus brazos, más esa penetrante mirada de hielo afrontándo en cuestión de segundos la suya, taladraban casi con mordacidad su mente. Aún dolía su garganta de tan oprimida que estaba, gracias a aquel afanoso e insufrible nudo. Porque, con todo su ser, anhelaba borrar de su vida ese anormal y fuera de lugar momento, para no tener que hacerle frente a las indómitas consecuencias que ocasionaba en su interior.

Entonces reparó en el remover inquieto del rubiecito, junto a la expectante mirada que le dirigía, articulando adorables balbuceos para tratar de hacerse entender, empuñando con vehemencia sus deditos entorno a la mano del mayor.

Y al caer en cuenta de lo que sucedía, Mail no pudo más que sonreír idiotizado, consciente de la exquisita ternura que irradiaba el bebé. Por tanto, afianzando más el paternal agarre y notando como la crisis iba menguando, se encaminó fuera de la habitación, en busca de lo que, con obviedad, Keith tanto ansiaba adquirir.

Te pareces tanto a él…

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La rojiza luz intermitente de aquel inoportuno semáforo le obligó a frenar con estrépito al llegar a la siguiente esquina, arrojándole de momento de regreso a la realidad, tras el imperturbable ensimismamiento en que se había sumido durante todo el camino. Y es que su mente yacía muy lejos de allí, adherida a la shockeante imagen de cierto chico de cobrizos cabellos, dificultándole con marcada alevosía el liberarse del incesante apremio que acosaba a su corazón.

Lucía tan distinto, tan inexplicablemente ajeno a su presencia. Esa manera tan tortuosa y estoica de mirarle, la carencia de emoción en su voz al hablarle y el desquiciante desinterés aparente con que se había tomado su reencuentro, mantenían a Mello en un estado de desconcierto total. Porque, de todas las reacciones posibles que supusiese verle expresar, al segundo mismo de volver a verse las caras, esa era, lejos, la más dolorosa y difícil de aceptar. Pues, mil veces, hubiese preferido insultos, gritos o, como tantas veces visualizó, hasta golpes de su parte, antes de imaginarse siendo bombardeado con absoluta indiferencia.

Un hijo… -Intentó asimilar entre pensamientos, reaccionando al cambiar el semáforo a verde, soltando el freno de su Harley Davidson y emprendiendo de nueva cuenta la marcha con excesiva velocidad. Tienes un hijo, con él…

Pero, simplemente, le resultaba una idea imposible de asumir. No sólo por la renuencia con que la rechazaba su cerebro, sino porque, el siquiera considerarlo, apuñalaba con furia cada insípido pedazo en su interior. Era absurdo concebir tolerable algo que, mientras más lo pensara, con mayor deliberación le asolaba el corazón.

Jamás aceptaría el que Matt le hubiese olvidado así de fácil y sencillo… ¡Jamás!

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- ¿Todo bien?- Inquirió Emily entrando a la cocina, percibiendo la repentina tranquilidad en la que, sentadito sobre su silla de comer, su angelical sobrinito se mantenía, siguiendo con mirada curiosa cada uno de los movimientos de su joven padre de ojos esmeralda, quien sacaba de la nevera un transparente, plástico y pequeño envase bastante familiar, procediendo luego a meterlo en el microondas para así descongelar su delicioso contenido.

- Sí, todo perfecto.- Respondió en tono fugaz Mail, apenas mirándola.

Un extenso e imperceptible suspiro eludió los labios de la joven. Sabía de ante mano que, a esas alturas, todo dentro de su hermano de seguro estaba caóticamente revuelto. Por tanto, y aún a pesar de ansiar tocar el tema prefirió callar, esperando el preciso momento para hacerlo con mayor cautela.

Y justo cuando Matt se sentaba junto a Keith, ya con el apetitoso postre descongelado a un exacto punto, una peculiar vibración en uno de los bolsillos de su jean la hizo sobresaltarse con ligereza. Por ende, teniendo clara consciencia de lo que se trataba, abandonó en silencio el lugar, siendo cuidadosa en no demostrar su inquietud.

Y aunque de reojo el menor la vio salir, atribuyéndole su apuro a la evasión que denotase al tratarla, no le dio mayor importancia, volcado en su tarea de mantener tranquilo a su hijo. Por tanto retiró cuidadosamente la tapa del recipiente, bajo el atento y maravillado escrutinio del travieso oji-azul, y tomó con una cucharita plástica una porción, para seguidamente dársela a probar.

Y al ver la fascinante sonrisita que se trazó preciosamente en la expresión del niño, tras haber degustado el sabor del Budín de chocolate en su paladar, entendió que, como a Mihael, la adicción al cacao ya lo había atrapado.

Cada vez se asemejaban más.

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- ¡Elle!- Profirió con suma sorpresa Mello, luego de ingresar a su departamento y toparse con que su hermano mayor le estaba esperando, plácidamente ubicado en el sofá, comiendo con total despreocupación una de sus sagradas y jamás compartidas barras de chocolate.- ¿Qué haces aquí?

- Eso es lo que me gustaría saber…- Exteriorizó sin apuro éste, extrayendo de uno de los bolsillos de su pantalón un caramelo sabor fresa y aunándolo al chocolate, llevándoselo a los labios y comenzando a saborearlo.- Tú fuiste quien me llamó, pidiéndome que hiciera todo cuanto estuviera en mis manos para venirme hasta acá lo antes posible, ¿recuerdas?

- Cierto.- Asumió cohibido el oji-azul, sentándose a su lado en el gran y mullido sillón.

Por unos cuantos segundos, la sala se mantuvo sumida en mutismo total. Siendo ninguno de los dos capaz de romper el silencio, Pues Mihael, por su parte, estaba aún demasiado shockeado por las circunstancias como para tocar el tema, mientras que el mayor, enajenado en sus cavilaciones propias, sólo se consagraba a comer la golosina, con la mirada divagando en un vacío punto cualquiera.

- ¿Viste a Mail?- Aún así, y como era de suponerse, fue Elle quien acabó quebrando el silencio.

- Sí…- La voz del rubio al responder, se oyó al filo de ser un patético susurro.

- ¿Quieres contarme qué sucedió?- El pelinegro lo escrutó tranquilo, destellando perspicacia en su oscura mirada.

- Elle…- Apenas pronunció, notando como un cúmulo de gruesas lágrimas se agolpaban con ímpetu en la comisura de sus azules ojos.- Matt está con Light…-Tomó aire con fuerza, tratando de aplacar el doloroso e infame nudo en su garganta al hablar.- Y tienen un hijo…

El estupor consumió vehemente las facciones del de ojos tan negros como la noche, al tiempo que el rostro del menor era surcado por incontrolable llanto, forzándole a cubrirlo con sus manos para intentar aquietar las irrefrenables ganas de gritar que lo consumían por dentro ante el fatal rechazo que la sola idea le producía.

- ¿Un hijo?- Repitió incrédulo el mayor, tratando de hallar lógica a la, a su parecer, remota posibilidad que aquello fuera en realidad cierto.- ¿Estás seguro?

Mello asintió, poniéndose de pie y enjugándose los ojos con el dorso de su mano. Acto seguido, sacando de su chaqueta el celular, buscó entre los archivos la prueba que su hermano necesitaba, procediendo a mostrársela después.

- Yo mismo lo tuve entre mis brazos.- Prosiguió con voz entrecortada, observando como el pelinegro parecía estar analizando meticulosamente la foto del niño.- Se llama Keith… Y supongo que ha de tener al rededor de un año de edad.

- Curioso…- Comentó con fugaz convicción el mayor, aún absorto en la imagen frente a sus ojos.- Bastante curioso, a decir verdad…

- ¿De qué hablas?- El recelo se hizo vívido en la mirada y el tono de voz de Mihael.

Elle mantuvo reserva por algunos momentos, buscando la exacta manera de explicarse. Entonces, afrontando sentencioso la tormentosa y azulada mirada del rubio, señaló…

- Este niño es igual a ti a esa edad…

Notas finales:

Uh, Elle, ¡eres un Master! Esperemos que Mello te haga caso, sino... Bueno, mejor no digo nada xD. Sólo agregar que, desde ahora, el enfrentamiento entre el rubio sexy *baba* y Light comienza *.*. Sí, soy cruel y los quiero ver peleándose a Matt :'D


Gracias, desde ya, a todos quienes vayan a leer. De verdad que se les agradece infinitamente ^-^


Y claro, si me dejan un review *pose Kmmy chibi chantajista (?)* adelantarán considerablemente la llegada del siguiente capi xD Y ya saben: Sugerencias y/o conjeturas, no duden en exteriorizarlas al comentar n.n


Ahora sip, me voy ^^


Se portan mal (?) soy mala influencia, lo sé XD. Nos vemos *-*


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