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El Hechicero por sumo_mo

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"La misión"

 

Le habían dado una misión simple. Demasiado para su gusto, estaba acostumbrado a correr más riesgo, vivir más aventuras. Trabajar para el imperio, como una clase de agente secreto, le era una forma grata de servir a su país. Pero está misión francamente lo desanimaba, estaba más acostumbrado a guiar ejércitos hacia la victoria o ser un espía del bando enemigo. Sin embargo está vez le ordenaron ir a un pueblo campesino, tan alejado de la ciudad que ni siquiera existían carretas. Era un grupo de personas dedicados a trabajar, al menos eso era lo que decía su informante.

 

El muchacho era hechicero, según lo que había dicho el mensajero del emperador. Un verdadero problema para la nación. Estaba seguro que aquel problema en el que le había tocado hacerse cargo, era uno más de esos tantos rumores acerca de místicos cuentos inventados por la gente ignorante. Pero al parecer el emperador estaba muy decidido en conocer a ese niño, porque le dio demasiada importancia a partir desde que el mensajero expuso su grandioso don de predecir el futuro, y que por sobretodo le era de suma urgencia advertirle pues su imperio corría grandes peligros.

 

- Que tonto... - murmuro Joshua sobre el caballo dirigiéndose a ese pequeño pueblo- No sabe que el emperador tiene al mejor hombre... Al más capacitado para protegerlo contra cualquier peligro-

 

Su rostro reflejo una semisonriza. Tenia demasiada confianza para que un vulgar hechicero lo atormentara con sus visiones paranoicas.

 

Diviso el pueblo desde una sima. Observo las grandes extensiones de chinampas y una gente muy dedicada a la tierra. Avanzó con el rostro muy en alto, llegando a las débiles casas, y bodegas, el único sustento de esa pobre gente, miserables aldeanos.

 

- Busco al joven de las visiones- preguntó a un hombre- Vengó en representación del emperador. Dígame ¿dónde puedo encontrarlo?-

 

- Está en la tercera casa... - contesto el anciano algo asustado.

 

Joshua no agradeció, tan sólo llegó a la casa señalada, se bajo de su caballo, lo amarro y entró de forma imprudente. Vio la poca luz que se filtraba en la hogareña vivienda. La madera brillaba por la limpieza y no caía ni una sola paja que manchara el suelo (material con el que el techo estaba hecho), eso hablaba muy bien de ellos. Pero nada le importaba por ahora, sólo cumplir su misión, por más miserable que está le suene.

 

Escucho ruido desde la cocina y supo que allí se encontraba. Atravesó un manto que separaba ambas habitaciones y al otro lado encontró a un joven  con un pantalón  de color negro y con una remera de color rojo oscuro,  y encima de todo un delantal viejo y desgastado, estaba de espalda a él lavando unos platos sucios.

 

El muchacho se volteó algo asustado al sentir una presencia extraña. Se vio delante de un hombre de cabello café y ojos grandes y negros, el mismo de sus sueños.

 

- Lo estaba esperando joven Lee- dijo intentando guardar calma y secando sus manos para estrechárselas.

 

Él lo miró algo confundido. No esperaba encontrarse con un niño de ojos verdes esmeraldas, tez blanca y cabellos llenos de tanta vida. Francamente no creía que un campesino pudiese tener la belleza de un joven de alto linaje, y más aún él. Ya que desde que partió de su viaje no había hecho más que sentir rabia contra ese muchacho por ser el motivo de una misión tan poco arriesgada.

 

- ¿cómo sabe mi apellido?-

 

- Eso no es lo que importa- dijo suavemente- Hay que darse prisa, el emperador nos necesita.-

 

- No creo que necesite a un campesino de un pueblo poco conocido- dijo de modo agresivo.

 

El lo miró con algo de miedo, no se atrevió a contradecir sus palabras.

 

- ¿Quiere servirse algo antes de partir?-

 

- Sí... - dijo sentándose en una silla y sacándose la chaqueta.- Me gustaría darme un baño ¿puedo?-

 

- Claro que puede. Sígame- dijo saliendo de la casa y conduciéndolo a un pozo- Aquí es donde nos bañamos-

 

- Pero está muy fría el agua-

 

- Hace mucho calor, le caerá bien- contesto dejando una toalla a su lado.

 

Antes de partir y entrar de nuevo a su casa, se volteo y sonrió- En un rato más comeremos. Estarán mi padre, mi hermano y un amigo de la familia. Espero que le agrade lo que le prepare.-

 

Joshua quedó aún más extrañado. Al parecer él sabía que llegaría ese día, por algo tenía un banquete listo. Estaba comenzando a creer que en realidad sí era clarividente.

 

Se saco la ropa y se sumergió en el pozo. Sintió el frío recorrer su espalda, y detesto todavía más encontrarse en ese pueblo que no conocía los baños agradables.

 

Luego se vistió, y sacudió su bella vestidura, digna de un representante del emperador.

 

Entro a la casa y vio que ya todos estaban sentados. Agacho su rostro para saludar.

 

- Buenos días- le contesto el que parecía ser el padre- Yuuri ya nos dijo quien era. Tenga usted una grata bienvenida-

 

- Gracias- contesto Lee sentándose en la estrecha mesa.

 

- Sírvase cuanto guste- le dijo amablemente.

 

El joven de ojos claros se sentó a la mesa dejando la olla de arroz a un lado. Sonrío dulcemente y llevo un par de palillos a su boca.

 

- ¿espero que haya quedado bien?- le pregunto a Lee.

 

- Está bien- contesto con la mirada concentrada en su plato.

 

- Así que se llevara a mi hijo donde el emperador. ¿Queda muy lejos?-

 

- Sí, bastante- respondió con reserva.

 

- Debió tomar en serio las palabras del mensajero que trajo como para traer a uno de sus soldados. Yuuri estaba muy ansioso de que llegase luego-

 

- ¿Vio en sus sueños que llegaría?- pregunto sin mirarla.

 

- No... - respondió serio- Vi que lo mataban, fue por eso que lo reconocí cuando llegó.-

 

Joshua se sorprendió. Ese campesino le predecía su muerte, y eso le asustaba. Ni siquiera lo conocía como para decir una cosa semejante, no sabía lo fuerte que era, no tenía idea cuantas batallas había ganado. Él era un triunfador, el mejor de entre los mejores.

 

- Eso debe ser una mentira- le reclamo a la defensiva.

 

- Mi hermano no es un mentiroso, sus predicciones suceden. Y si lo vio muriendo es porque eso va a pasar- ataco kyoske de inmediato. (hermano mayor)

 

- Lamento decirle que sí- le dijo Takeshi apoyando su idea- Yuuri a predicho cosas muy graves que han sucedido acá y en otras partes. Hemos podido prevenirnos, gracias a el-

 

- Pues no le creo- le dijo Joshua muy firme en lo que pensaba- Yo no moriré-

 

- Nadie maneja su destino, joven- le dijo con calma el padre.

 

- Yo sí-

 

Todos guardaron silenció. El muchacho recién llegado era muy agresivo y demasiado seguro de si mismo. A kyoske le molestaba rotundamente su presencia. El padre del niño pensaba que aún debía aprender mucho. Y Takeshi le alegraba que tuviese esa fortaleza.

 

Por el contrario Yuuri estaba asustado. Ese joven se comportaba muy grosero, menospreciaba todo lo de su pueblo, todo lo que èl sabía del futuro. Recordar ese sueño era sentir que gritaba como si estuviese perdiendo algo demasiado importante, y hasta ahora ese joven no hacia nada para ganar ese mérito.

 

Terminaron de comer y el muchacho Ozaki recogió los platos y los lavo. No dejaba de pensar que esa tarde partirían, y estaba seguro que muchos peligros sé interpondrían antes de su llegada. El no era tan fuerte, no era un hechicero que pudiese defenderse en situaciones extremas. Apenas sabía hacer pociones y uno que otro conjuro. Como no tuvo un maestro que le ayudara a manejar su poder, se sentía muy desprotegido.

 

- Hijo ¿tienes listas tus cosas?-

 

- Sí...- le dijo Yuuri algo preocupado.

 

- Ten calma, veras que todo saldrá bien.-

 

- Es que nunca e ido tan lejos... -

 

- Eso significa que estas creciendo. No olvides que tú siempre podrás conseguir todo lo que te propongas, veras que llegaras a salvo y prepararas al emperador. Salvaras a nuestro país y eso me hace estar muy orgulloso de ti-

 

- Gracias papá- dijo Yuuri abrazándolo, como una niño que buscaba protección, y que sólo alguien tan gentil como él pudiese dárselo.

 

El caballo ya estaba listo. El bolso ya iba en la carga del negro corcel. Todo parecía indicar que debían partir. Yuuri se despidió de los suyos y desde lejos le alzó un brazo junto a una cálida sonrisa.

 

No cruzaron palabra durante el tramo. Ambos independientes en sus pensamientos, avanzaban trotando sobre sus caballos. A mitad de la tarde Joshua se detuvo en un estero y recogió agua fresca.

 

- ¿Quieres?- le pregunto bebiendo.

 

- No gracias- le contesto mirando hacia el horizonte.

 

- Ten por seguro que haya en el imperio nadie te creerá- le dijo guardando la vasija- Los consejeros del emperador, les pareció ridículo que se trajera a un campesino, solo por los rumores de un ataque. Y ciertamente yo no creó que seas un hechicero, para mi esas cosas no existen.-

 

- Respeto la opinión de ellos y la tuya- dijo Yuuri muy sereno- Cumple tu misión y deja que yo cumpla la mía-

 

Los caballos regresaron al camino y retomaron su paso.

 

Yuuri estaba consciente de lo que decía el joven, pero se arriesgaría por llevar el mensaje, de eso dependía todo Japón y el futuro de la gente. Había demasiado en juego como para desanimarse por las palabras de un muchacho con demasiado prestigio y nacido en una cuna de oro. Nada, absolutamente nada, lo detendría.

Notas finales:

espero k les haga gustado


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