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Quédate conmigo por Zachary4

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Notas del fanfic:

no se dejen guiar por el resumen, ya dije que no se me dan y lo sostengo, tengo cero talento para eso pero creo que el contenido es bastante aceptable así que por favor leanlo se los agradecería mucho

Notas del capitulo:

que mas decir, ojala y les guste, dedicado a mi lectora más fiel, espero que ya no se te olvide dejar tu nombre en los reviews, por cierto que ya leí tu recomendación, simplemente fantástica

Miraba a su alrededor de manera expectante, llevaba toda su vida habitando ese sitio pero nunca se le había permitido salir más allá de los límites de la vieja casona en la que lo mantenían cautivo, sus familiares lo consideraban un ser grotesco y diabólico por lo que no tenia más contacto humano que el suyo propio, la aberración que todos le tenían se veía plasmada en las infinitas marcas que cubrían su pequeño y delicado cuerpo, a sus 14 años no conocía el amor de una madre o el cálido sentimiento que se tiene al recibir un abrazo, su hermano mayor se encargaba de darle de comer una vez al día, dejándole una bandeja con los alimentos y una cubeta con agua para cubrir sus necesidades diarias, no tenia más comodidades que un catre en el sucio suelo y una raída manta infestada de alimañas para protegerse del frío insondable que azotaba la región en esos momentos, su aparentemente frágil estado mental estaba a punto de colapsar, sin nadie que lo apoyara y con la terrible visión de morir de hambre o frío ya que por el clima se había vuelto imposible que alguien se acercara al lugar y, ¿Por qué no admitirlo? No es que se fueran a molestar en llegar hasta él si lo que más querían era deshacerse de su persona; con la poca fuerza que le quedaba después de pasar los últimos tres días sin probar bocado se levantó del rincón en el que permanecía guarecido y se acercó a la reducida ventila por la que pasaba la nieve en delgados hilos, anteriormente no habría podido pasar su cuerpo a través de ella pero había adelgazado tanto que ya era factible hacerlo, esa era la única manera que tenia de salir, al encontrarse encerrado a cal y canto en el sótano no es que tuviera muchas formas de lograrlo, se sostuvo en las puntas de sus pies, intentando llegar hasta esa salida de escape, su tamaño era más bien menudo, muy bajito para su edad, por lo que sus primeros intentos fueron fallidos, pero no por eso amainaron, cada que caía volvía a levantarse con más ímpetu, finalmente se sentía capaz de hacer frente al mundo, no podía darse por vencido tan fácilmente.


 


Después de un par de horas en las que permaneció colgando del resquicio de la ventila, por fin pudo salir al exterior, era sorprendente el darse cuenta que estaba aún más frío dentro que fuera, tan acostumbrado se encontraba a temperaturas inclementes que no le fue difícil el seguir caminando, todo le parecía asombroso, lleno de magia y novedad nunca antes presenciado por sus ojos, los sonidos, el suave crujir de la nieve bajo sus pies, los tenues aunque cálidos rayos del sol que comenzaban a acariciar su piel que aparentaba una tonalidad más sana que al principio, el amoratamiento que tuviera debido al frío, poco a poco empezaba a desvanecerse, siendo reemplazado por un lindo tono marfil, sus mejillas se coloreaban de un ligero rubor y sus oscuros cabellos se mecían con la fresca brisa de la mañana, decidió caminar por el sendero que se abría justo frente a él, llegaría a donde sus pasos lo guiaran, de cualquier manera no pensaba volver a su cautiverio, nunca permitiría que lo atraparan, la libertad le gustaba y no quería dejarla.


 


Caminó hasta que su cuerpo le permitió, siendo consciente entonces de que su salud era precaria, la mala alimentación, unida a la nula actividad física hicieron mella en su organismo, haciéndolo caer de bruces contra el suelo cuando sus piernas colapsaron y no pudieron sostener más su peso, intentó frenar la caída con las manos pero tampoco podía moverlas, era una situación extraña, lograr salir de su prisión para morir tiempo después, se reiría si no sintiera tanta desesperación, antes de caer completamente, sintió como alguien lo sostenía de forma delicada y firme, sus ojos trataron de enfocar a la figura que lo tenia agarrado pero no logró ver más que una mirada dulce en tonos miel que lo veía de manera curiosa y tal vez preocupada, los labios de esa persona se movieron tratando de decirle algo que no llegó a sus oídos, la negrura de la inconsciencia lo había atrapado. 


 


 


 


Despertó de lo que le pareció el sueño más largo que jamás hubiera tenido, su cuerpo aún entumecido era incapaz de moverse por sí mismo, todo era demasiado irreal como para creer que aún siguiera ahí por lo que decidió comprobar que seguía con vida, recorrió con la mirada todo lo que lo rodeaba, se trataba de un pequeño cuarto pintado en tonos celestes y blancos, escasamente decorado, el mobiliario se componía de la cama en la que se encontraba descansando, un armario empotrado en la pared, una mesita de noche con una lámpara y un tocador con un espejo en el que se reflejaba la pared contraria, le dio curiosidad el ver eso ahí ya que nunca se había visto en un espejo, las personas solían decirle lo desagradable que era su aspecto, por lo que no tenia permitido el verse a si mismo, recordó que hace mucho tiempo era tratado como una parte más de la familia, incluso se le había educado junto con otros niños, pero todo había cambiado cuando el jefe de la casa se había interesado en él y lo había obligado a hacer cosas horribles y denigrantes, que habían destrozado cada parte de su alma, al no soportarlo más lo contó todo pero solo consiguió que los demás pensaran que un demonio lo poseía y lo enviaran lejos de todos y todo, su familia creía ciegamente en ese sujeto que decía ser enviado del cielo, por lo que lo más fácil fue atraparlo como una avecilla en esa enorme casa, en ese momento fue cuando empezó su claustro ¿Cómo podían creer que un niño de seis años mentiría con cosas de tanta importancia? Aún no lo sabía, lo que si sabía era que ese hombre seguía haciendo lo que quería con la vida de las personas que lo seguían ciegamente, aunque no era algo que le importara demasiado, que los demás se la arreglaran como pudieran, él estaba bien ahora, afortunadamente su fuerza de voluntad era mayor de lo que cualquiera hubiera imaginado, al contrario de lo que se creyera, todos esos años en soledad le sirvieron para pensar en su situación y tomar decisiones acerca de su futuro, él quería vivir, anhelaba enormemente el poder llevar una vida normal, seguir adelante y ¿Por qué no? Ser feliz, después de todo ese es un sueño universal, durante su estadía en esa casona, encontró textos de tiempos pasados de historia, matemáticas y una infinidad de temas que le permitieron seguir su educación por cuenta propia, tal vez no podía salir del sótano, pero en ese lugar se encontraban escondidos tesoros que nadie más tendría el valor de buscar, la oscuridad perdió importancia para él, inclusive podría decir que veía tan bien o mejor que con la claridad del sol,  tan acostumbrado como estaba a ella al igual que a la soledad y el silencio, en esas cuatro paredes aprendió varios idiomas aunque no utilizara su voz para comunicarse con nadie más, sabía que tarde o temprano tendría la oportunidad de escapar y ahora que finalmente se encontraba fuera no tenia idea de por donde empezar, de repente sus pensamientos fueron traídos al presente por el rechinar de una puerta al abrirse, debía tratarse de la persona que lo había salvado de morir congelado, fijó su mirada en el extraño que atravesaba el umbral, era un chico no mayor de veinte años, con cabellos cortos claros casi rubios y cuerpo delgado aunque no tanto como él, al verlo desde su posición no podía asegurar una estatura pero si sabía que era mucho más alto que él, vio un poco más arriba y se topó con los mismos ojos de antes que ahora lo observaban fijamente, se sonrojó sin saber la razón, seguramente la falta de contacto con otro ser vivo, si, debía ser eso, su boca se encontraba reseca, incapaz de pronunciar una sola palabra, prefirió esperar a que el otro rompiera el silencio, desgraciadamente parecía ser que no estaba por la labor, por lo que carraspeó tratando de aclarar así su poco acostumbrada garganta, los ruidos que emitió fueron parecidos a gorjeos, carentes de significado, no era de sorprenderse, si ni siquiera él mismo recordaba el sonido de su voz, trató un poco más hasta que pudo expresarse con una voz ronca y gutural, nada apropiada para su delicado aspecto, solo dijo hola, le pareció tonto decirlo pero no se le ocurría otra cosa, pero contrario a todo, pareció que al chico frente suyo le gustó ya que volvió a sonreír, sin saber porque, se encontró regresando el gesto con total naturalidad, el muchacho tomó confianza al ver esa respuesta de su parte y se decidió a acercarse, traía consigo una bandeja con comida y algo en una taza que humeaba, sin querer su estómago protestó por la falta de alimento, los colores seguían acumulándose en su cara, pero el hambre era mayor, así que lo dejó en segundo plano y se incorporó en la cama, no sin ayuda del otro, cuando estuvo sentado comenzó a comer de forma desmedida y acelerada, los sabores se mezclaban de manera placentera en su paladar, nunca había probado comida más deliciosa, ni siquiera en su antiguo hogar cuando formaba parte de la familia, ahí solo se comían semillas y cosas del tipo, en nombre de Dios según decían los mayores, pero teniendo aquello en frente no podía menos que pensar que seguramente al Señor no le molestaría que sus feligreses comieran así todos los días, prefirió continuar comiendo y dejar de cavilar sobre asuntos pasados, cuando hubo terminado, el chico retiró la bandeja y se sentó a un lado suyo


 


-¿te gustó?


 


-mucho, gracias –sentía vergüenza de no haber hablado más antes de comer -¿co-como te llamas?   


 


-soy Jeremy, y ¿tu?


 


-yo… no me acuerdo –y era verdad, hacía demasiado tiempo que nadie le mencionaba de aquella manera, por lo que poco a poco había terminado por olvidar gran parte de esas cosas que ahora consideraba sin importancia, entre ellas el despreciable nombre que le fuera impuesto por los que lo abandonaron –puedes decirme como quieras, ya que me salvaste lo correcto sería que me pusieras nombre… si es que no te molesta


 


-no te preocupes –otra sonrisa más –no lo hace, humm –su cara de concentración decía que lo estaba pensando seriamente –que tal… Sam, ¿te gusta?


 


-Sam… -Jeremy estaba impaciente esperando que fuera de su agrado –si, me gusta mucho, es bonito y fácil de recordar


 


-entonces Sam será, y dime ¿de donde eres? O ¿tampoco lo recuerdas?


 


-si lo recuerdo, pero no pienso volver


 


-¿no tienes a nadie que te espere?


 


-no, no lo tengo, solo soy yo, así que ahora puedo estar donde quiera


 


-pues por el momento tendrás que estar aquí aunque no quieras –Sam levantó una ceja –no me mires así que no te estoy secuestrando, lo que sucede es que estás demasiado débil, necesitas descansar y comer bien para recuperarte y dudo mucho que viajando tu solo puedas cuidarte de manera apropiada, así que lo mejor que puedes hacer es dejarme atenderte –a Sam le causaba gracia el que se lo propusiera de aquella manera, como si él fuera el que le estaba haciendo el favor, soltó una leve risita y asintió enérgicamente, si necesitaba descansar ¿Qué mejor lugar que ese?


 


 


 


Los días pasaron de forma amena y agradable, cada momento era mejor que el anterior, Sam nunca se había sentido tan feliz y ese sentimiento le gustaba sobremanera, no sabía si podría marcharse fácilmente cuando llegara la ocasión, porque estaba seguro de que en cuanto se recobrara tendría que irse, nadie querría un chico problemático y molesto como él de compañía, lo peor era que se estaba encariñando cada vez más y más de Jeremy, se daba perfecta cuenta de que sus sentimientos comenzaban a cambiar e intensificarse con el pasar del tiempo, lo que empezara como una enorme gratitud se transformó en admiración, después en amistad y ahora en algo que no lograba definir pero que le calentaba el pecho y le hacía sonreír cada que pensaba en su cara, cuando lo veía su corazón se aceleraba y se le dificultaba respirar pero esto no era desagradable, en absoluto sino todo lo contrario, cuando observaba su sonrisa o se reflejaba en su mirada sentía como podía seguir adelante; toda esta contradicción entre la alegría de permanecer a su lado y la desolación de tener un desenlace incierto lo hacían estremecerse, por ello prefería vivir día a día y no preocuparse por el futuro, con eso era feliz, al menos por el momento…


 


 


 


Ya habían pasado varias semanas y Sam estaba totalmente recuperado de su anemia y las quemaduras que el frío le ocasionara, sabía lo que eso significaba, había llegado la hora de marchar, su deseo siempre fue seguir adelante y conocer lugares nuevos, extrañamente aquella idea le parecía mucho menos atractiva que al principio, tal vez porque ahora conocía lo que era la compañía y el amor, si, porque después de mucho razonar y pensar en ello se dio cuenta de que todo lo que sentía no era más que amor, era increíble poder definir la enorme ola de sentimientos que lo embargaba en una sola palabra; de cualquier manera se decidió a dejar sus sentimientos fuera del conocimiento de Jeremy, darlos a conocer sería solo dejarle una carga innecesaria e inclusive el poder perder su amistad, no quería arriesgar tanto solo por si mismo; ya tenia preparada la mochila que lo acompañaría en su travesía, mientras lo acogiera Jeremy en ese lugar se hizo con un trabajo y gracias al dinero que ganaba logró comprarse las cosas básicas de las que carecía al llegar, su trabajo era fácil y satisfactorio, se trataba de ayudar a acomodar las cosas en la pequeña tienda de comestibles que atendía su benefactor, como extrañaría a los vecinos que ahora lo trataban con familiaridad y respeto, hasta el simple hecho de sentirse necesario por alguien lo hacía estremecer de emoción; mientras estuvo en ese sitio se enteró de que Jeremy no tenia familia ya que todos se habían ido al exterior, ya fuera por trabajo o simplemente porque no les apetecía vivir en un pueblito inhóspito como aquel, al menos esa era la forma en la que se referían a el, desde su punto de vista ese lugar era todo menos inhóspito, el paraje emitía calidez y tranquilidad, casi tanta como la mirada de Jeremy, otra vez pensando en él, no podía dejar de hacerlo por mucho que se reprimiera mentalmente, se apuró en meter un poco de comida en su equipaje para no tener que detenerse tan pronto en algún pueblo, se calzó los zapatos y se puso la sudadera más abrigadora que tenia, afuera aún hacía frío y prefería evitar el enfermarse de nuevo, dejó una nota de despedida en la mesa y se dispuso a irse sin despedirse, así sería más fácil, salir de la vida de Jeremy antes de que lo sacaran a la fuerza, no podía permitirse el ser rechazado y siendo una persona con un pasado espantoso y un futuro incierto, todo lo que le quedaba era el presente, actuar y no pensar, ese era el lema de Jeremy que ahora adoptaba como propio, giró el pomo de la puerta y… cayó de bruces al suelo, porque alguien se le había adelantado, su mochila cayó produciendo un sonido sordo debido a lo pesado, se sobó la nariz que fue la más afectada y se preparó para levantar sus cosas y salir corriendo, sin embargo no alcanzó siquiera a verla porque fue levantado como si se tratara de una muñeca, antes de poder reaccionar, unos labios se posesionaron de los suyos mientras que unos finos brazos lo rodeaban en un cálido abrazo que expresaba algo que no logró reconocer, cerró los ojos más por reflejo que por que quisiera pero estaba seguro de que el aroma que manaba de aquella persona no era otro que el de Jeremy, respondió al beso y al abrazo deseando que no fuera otro de sus sueños, de los cuales por cierto, tenia muchos últimamente, al abrir sus ojos cuando se separaron para tomar aire se dio cuenta de que todo era realidad, los ojos miel de la persona que más amaba lo observaban con la misma adoración que se viera expresándole en sus propios ojos, Jeremy sonrió igual que la primera vez cuando se conocieran y, al igual que en ese entonces, se vio repitiendo el gesto sin siquiera detenerse a pensar, con Jeremy las sonrisas le salían naturales; sintió como se intensificaba el abrazo que lo apresaba mientras que el peliclaro ocultaba su rostro en el hueco de su cuello, el aire de su respiración le causaba cosquillas pero no lo molestaba, permanecieron así un poco más hasta que escuchó las palabras que nunca creyó oír, aunque las ansiara tanto


 


-no te vayas, quédate conmigo –el cuerpo de Jeremy se estremecía como si estuviera a punto de llorar –por favor no me dejes, quiero que estés a mi lado, como hasta ahora


 


-pero ¿no soy una molestia?


 


-¡¡¡Por supuesto que no!!! –el peliclaro se aferró aún más a su cuerpo, queriendo darle a entender lo que sus palabras no llegaran a abarcar -Tu nunca serías molesto para mi, porque yo… te amo, por eso no puedes dejarme, no ahora –Sam sintió como las lágrimas comenzaban a descender por sus mejillas, nunca hubiese imaginado que sus sentimientos fueran recíprocos, subió su mano hasta posarla en su cabeza y acarició ese suave cabello intentando mitigar con ese gesto la implacable emoción que lo hacía perder la capacidad de hablar


 


-yo-yo también te amo, mucho, y no quiero irme


 


-entonces no lo hagas, solo tienes que prometer que te quedarás a mi lado, conmigo para siempre


 


-¿en serio puedo estar aquí?


 


-claro que si, te lo pido, dime ¿Qué respondes?


 


-s-si


 


El beso que le siguió a esa respuesta fue una señal de que todo cambiaría para mejor, solo debían de permanecer juntos y eso era algo que ninguno de los dos iba a dejar de hacer.

Notas finales:

ta ta taaan, eso fue todo, cortito pero con sentimiento, solo desear que les haya gustado, ya saben, pueden mandarme cualquier cosa que no deje daño físico permanente, bye bye


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