Ese día… estaba lloviendo, se oían las pequeñas gotitas golpeando los vidrios de la casa para después resbalar por ellos. Para mí era aburrido ver la lluvia, me levante del sofá y fui a mi habitación, para tomar una siesta o algo.
Iba caminando por el pasillo, cuando vi la puerta de mi hermano, Bill, abierta, asome la cabeza para echarle un vistazo, vi cómo pegaba su frente a aquel vidrio y sus manos se aferraban al vidrio, como si quisiera traspasarlos y salir. Me estaba dando la espalda y no se dio cuenta de que yo estaba ahí, me fui acercando hasta llegar a él, pegue mi pecho contra su espalda, vi como ni se inmutaba de mi presencia, puse una de mis manos sobre la suya, y ahora sí, se dio la media vuelta y me miro fijamente a los ojos.
Si Bill me seguía mirando así no me iba a poder resistir, su mirada era tan tierna, tan dulce e inocente. Y, por desgracia, también se podía ver un sentimiento: tristeza ¿Por qué?
-Tomi ¿podemos hablar?- me preguntó con su voz algo quebrada.
Asentí con la cabeza, y caminos en dirección a la cama, me senté en el borde y Bill al lado mío. Nos miramos a los ojos.
-Y bien, ¿de qué me querías hablar? – rompí el hielo.
-Tomi, ¿tú… tú me odiarías por ser… g-gay? –Tartamudeó.
-Claro que no Bill – le respondí, nunca podría odiarlo - ¿lo eres? – le pregunte, aunque sabía muy bien la respuesta.
-Si Tomi – sus ojos empezaban a acumular lágrimas. – y estoy enamorado.
¿Enamorado? No, eso no me lo esperaba, mi corazón se rompió poco a poco en mil pedazos al escuchar tal cosa. Hace tiempo que me había dado cuenta de algo: amaba a mi hermano y no precisamente como hermanos, ‘’hermanos’’ que palabra.
No supe qué decir, y ya sentía algunas lágrimas acumuladas en mis ojos, pero tenía que ser fuerte. Nada ni nadie me impediría amar a Bill.
-¿Quieres saber de quién? – me preguntó, en el fondo no, no quería saber quien robo el corazón de mi Bill, pero lo que más me dolería seria saber que no era yo.
-Si – respondí secamente y retire mis lágrimas que luchaban por salir.
-Es…eres tú – él agacho su cabeza. No me lo podía creer, ¡Bill enamorado de mí! - To-tomi, sé que está mal… - empezó a decir.
-Shhh – siseé para que parara de hablar.
-Sé que me odias – dijo muy seguro y dolido.
-Bill yo también amo a alguien – ahora o nunca.
-Dime quien es, aunque me duela, por favor. – me dijo y note como una lágrima salió y descendió por su mejilla hasta sus labios.
-No creo que te duela mucho. –
Me baje de su cama y me arrodille enfrente de él, tome sus finas manos entre las mías.
-Me dolerá… porque te amo – me afirmó, sin saber que era él.
-Te la voy a describir – le dije acariciando su mejilla para que me mirará a los ojos, ya que tenía la cabeza abajo, como si estuviera avergonzado.
-Es la persona más dulce, tierna, hermosa, alegre; simplemente es perfecto Bill – lo describí, era la única persona así, para mí.
-¿Perfecto?, ósea que es un hombre. – me miro a los ojos, y yo asentí.
-Sí, se llama Bill y es mi pequeño hermano gemelo. – sus labios estaban abiertos… en forma de estar asombrado.
-Tom, tu estas enamorado de mí. – expresó emocionado.
-Si mi amor. - le dije tomando otra vez sus manos.
Se inclino hacia donde yo estaba, yo me levanté un poco, estábamos tan cerca que pude sentir su cálido aliento, respirarlo. No lo dudamos y nos fundimos en un suave beso. Labio con labio, nuestras lenguas acariciándose tiernamente. Me levanté del todo y tomé a Bill de su pequeña cintura masculina, él enrolló sus largos brazos en mi cuello y me susurró al oído cuanto me amaba, pero que nunca se atrevió a confesármelo… hasta ahora.
-Te amo, Bill… – le dije recostándolo en la cama, y yo quedando arriba de él.
-No me imagino el día en que estemos separados – me dijo haciendo un pucherito de tristeza o miedo, a que llegará ese día.
-No Bill ese día nunca llegará – negué a ese comentario. Yo no permitiría que nos separaran. Siempre estaría para él…
-Te amo, Tomi. – lo besé en los labios.
-Yo también, mi vida – le respondí al separarnos.
Le hice el amor como nunca se lo había hecho a alguien. Cuando no estaba enamorado de Bill, tenía sexo con cualquier cosa que tuviera vida propia.
Cuando descubrí lo que siento por mi hermano, pare de hacerlo. Desde ese día me dediqué a amar a Bill, en silencio. Sin embargo; desde hoy, todo sería diferente. Nos amaríamos como siempre lo hicimos, pero ya no en silencio.
Por primera vez supe que era hacer el amor, supe que sentía ser correspondido. Ese día nuestras vidas cambiaron.