Hola, mi nombre es Shiroyama Yuu y lo tengo todo.
Nuevo curso, nuevos compañeros, nuevas caras, pero mi rostro no resultará nuevo para nadie. ¿Por qué? Muy sencillo, porque soy el chico más popular de mi instituto.
Me levanté sin ganas de la cama, esos malditos rayos de sol atravesaban mis parpados sin piedad, obligándome a despertar, sin contar con la estruendosa melodía que rompía mis oídos, vale, estoy exagerando, me gusta esta canción y me gusta despertarme con ella, pero a estas horas de la mañana, todo lo que me despegue de mi cómoda y mullida cama, me parece una autentica mierda.
Me estiré adormecido sin ganas tras apagar literalmente el móvil, nunca he sido capaz de darle a la pequeña tecla que hace detener Reddish de D'espairs Ray y bastante me contengo de no tirar el móvil por la ventana, así que apagarlo me parece una buena opción.
Me dirijo a la ducha, una rápida para conseguir regresar al mundo de los vivos tras mi invernación. Peino un poco mi largo cabello y tras ponerme unos vaqueros ajustados, una camisa negra de lo más sencilla y un poco de mi amado Bvlgari sobre mi cuello, giro sobre mi mismo mirándome al espejo.
-Simplemente, perfecto- me digo a mi mismo mientras me pongo un colgante y cojo la maleta y la chaqueta rumbo a la cocina. Una tostada rápida, un paseo por el baño para dejar mis dientes blancos y salgo por la puerta rumbo al instituto.
-Último año… otra vez mi último año- rio para mí mismo. Así es señoras y señores, Yuu Shiroyama es un autentico desastre para los estudios y me da igual sinceramente, mi autentica vocación es la guitarra. Mis padres si no recuerdo mal, querían que fuera el típico licenciado, doctor a ser posible y que pasara mi vida encerrado en un despacho y en una sala de operaciones, pero hace cinco años que no sé nada de ellos. Lo típico, me pagan el piso en donde vivo y todas esas necesidades para que yo no me queje y los denuncie por abandono, aunque ya no serviría de nada, tengo 20 años no solo soy mayor de edad, sino que siempre he hecho lo que me da la gana y así seguiré.
Entré por las grandes rejas abiertas del instituto más prestigioso de Tokyo y os preguntareis ¿Qué hace un desastre como yo aquí? Muy sencillo, pasta señores, el mundo gira alrededor del dinero y mis padres siempre han tenido mucho y claro está, el instituto gira a mi alrededor, vale, no tanto pero los alumnos sí.
Tras saludar a un par de personas que me preguntaban que tal había pasado mi espectacular verano entré en mi ya no nueva clase con una gran sonrisa y por supuesto me senté atrás en mi sitio de siempre tras dejar caer al suelo, pegada a una de las patas de mi mesa la maleta.
-Así que su majestad llega hoy puntual, ¡increíble!- dijo uno de mis mejores amigos, al que llamamos Reita, no sé muy bien por qué, pero siempre le hemos llamado así desde que le conocemos, al igual que siempre lleva esa bandita suya tan característica sobre la nariz, desde que llegó nuevo hace dos años nunca se la ha quitado. Entró en el instituto y en mi clase cuando yo cursaba por segunda vez 4º de secundaria, sí, por segunda vez… ¿algún problema? A lo que iba, hicimos buenas migas en poco tiempo, somos bastante parecidos la verdad.
-Por supuesto, no quería hacerte esperar mucho mi vida- reímos y empezamos a hablar sobre música y esas cosas que tenemos en común cuando entraron al aula nuestros otros dos amigos.
-Ey! Chicos! ¿No estáis muy atrás?- tan repelentemente supervisor ya estaba Kai controlándonos con una sonrisa- Si queréis aprobar esta vez os aconsejo que os sentéis más adelante- aguantándome la risa hice un gesto con la mano para que se inclinara.
-Tienes dos opciones, o te sientas aquí con nosotros o te piras para adelante pero este es y siempre será mi sitio- no puede aguantarlo más y acompañado de Reita incluso de Kai, empecé a reír.
-No le hagas caso Kai, estos dos vagos no se van a mover de aquí- por último el enano del grupo, el ruder de Ruki, ruder porque él lo dice claro está, porque muchas veces parece lo contrario.
Finalmente Kai dejó su maleta a regañadientes sobre la mesa que está delante de la mía y Ruki delante de la de Reita sentándose sobre esta. Es la primera vez que estamos los cuatro juntos en clase, será un ultimo año divertido, sí, esta vez sí que es el último año, si no apruebo como ya dije antes, me darán una dolorosa patada en mi maravilloso culito perfectamente formado y libertad siendo un puto fracasado, da igual como salga de aquí, pero prefiero salir de pie y con un aprobado que comiéndome el suelo con algún suspenso. Por lo que puede que este año estudie algo.
Ah! Sí, lo que estaba diciendo, Kai y Ruki han estado un curso inferior al nuestro, bueno, en teoría serían más en mi caso, pero en resumen, que al repetir nosotros nos ha tocado en el mismo curso, más feliz está claro que no podría ser.
Pasaba y pasaba el tiempo y la profesora aun no había llegado. Odio a esa mujer, tan chillona e impertinente, creo que por ello no me relaciono mucho con mujeres, no, no las odio es más, en ese momento entró, con retraso debo decir, una de las pocas chicas que no me resultan repelentes, la saludé con la mano cuando miró hacia nosotros y me devolvió el saludo en forma de sonrisa dirigiéndose al asiento que le habían guardado sus amigas.
Miko, adoro ese nombre, si no fuera porque soy homosexual, sí, soy homosexual, ¿algún problema?... ¿No?... bien, pues sigo… si no fuera porque me gustan los hombres, estoy seguro que acabaría prendado de esa muñequita de porcelana. Otra vez he vuelto a irme por las ramas, miro el reloj- En serio, ¿qué demonios pasa? La vieja esta nunca llega tarde y cuando lo hace, ¿cuántos minutos son? 3, 4 ¿como mucho? Estoy por largarme al patio- Reita frunció el entrecejo dándome la razón.
-Chicos, que ni se os pase por la cabeza eh?! No podéis empezar así el curso y mucho menos tú Aoi- ¿Mencioné antes que Kai a veces es repelente? Ah! Sí, ellos me llaman Aoi, ¿por qué? Simplemente me pareció divertido eso de los motes y como me gustó ese nombre y el color azul me lo puse, lo sé, soy tan simple y me encanto por ello.
-Me importa una mierda como empezar el curso, yo me largo- dije entre risas mientras me levantaba sin darme cuenta de que justo en ese momento alguien entraba por la puerta a paso firme y tras dejar un par de libros sobre la mesa del profesor y apoyar sus manos de manera brusca sobre esta me lanzó una mirada fulminante con unos ojos creo que color miel. No tengo super vista ¿vale? y está medianamente lejos, bueno, a lo importante… si las miradas mataran, yo ahora mismo ya sería polvo arrastrado por el viento de las ventanas abiertas de la clase.
-De aquí no se va nadie- dijo sin apartar la mirada de mi. Yo estaba quieto, me había pillado todo esto por sorpresa, no sólo no era la profesora Nabiki, sino que encima no había visto nunca a este hombre, ¡qué coño hombre! Pero si parece un crio, pocos años más que yo debe tener y… ahora que lo pienso, ¿qué demonios hace hablándome a mí así? sí, está bien, parece que es profesor, sólo lo digo por los libros ¡eh! Que si me lo propongo de un puño lo dejo calentando el suelo, pero no es nadie para hablarme así, bueno… me había pillado en el mejor momento para echarme un pequeño sermón si se le antojaba, pero que conmigo se relaje que no me conoce de nada. Reita me miraba de reojo, como yo me había levantado y él me había seguido decidió sentarse. -¿Y bien?-el intruso levantó una ceja un poco… no, muy molesto… un momento… ¿cómo que y bien? La sangre empezaba a hervirme pero decidí sentarme, eso sí, en ningún momento aparté la mirada. Este niño no me iba a intimidar.