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GOING UNDER por Ritzud Alid

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Notas del capitulo:

 

¡Hola! ¡Qué gusto nos da saludarte! Patrick y yo te damos las gracias por seguir leyendo. Nos esforzamos para alcanzar las metas propuestas, divirtiéndonos con el propósito de divertirte durante el transcurso de esta historia. Pensamos que ha sido un poco largo el siguiente capítulo pero bien vale la pena, al final esperamos que puedas valorar el trabajo y nos regalen algunas palabras =).

Shadow Holly, agradecemos tu comentario y me complace decir que dedicaremos este fic con cariño para tí, mientras sea de tu gusto XD. 

 

 

 

Nota: La manera de escribir los nombres de los personajes, varían entre países, por ejemplo "Yho" o "Yoh", es el mismo nombre, escrito en distintas formas. Claro, esto ha sido una de las curiosidades que encontramos a la hora de escribir. De la misma manera, no se extrañen al encontrar A'sakura en vez de Asakura, finalmente el apellido es el mismo.

 

DISCLAIMER: Los personajes de Shaman King pertenecen a la brillante mente de Hiroyuki Takei.

 

 

Comentarios respecto a la redacción: (ATENCION)

—Diálogo del personaje.

"expresión interna del personaje"

...Expresión que se resalta, por ejemplo: al recitar las palabras de un personaje…

La siguiente forma es la manera en que se hace énfasis a la palabra.

x - - - - - - X - - - - - - x   //cambio de escenario.


 

 

CAPITULO II

Encuentro

 

Había sido un viaje largo al que tuvo que someterse, el tiempo transcurrido desde entonces se encargó de hacerle recordar lo pesado que era viajar hasta Fumbari, por suerte, su hermana había pensado en cada trasporte que le llevaría hasta ahí y ahora su viaje concluía con la llegada del autobús.

Se estiró desentumeciendo su cuerpo al desocupar la silla en la que había estado sentado.

—Una hora más y no llegan completitas —expresó al llevarse una mano sobre sus sentaderas, dándoles un masaje. Tomó su bolsa de viaje y se bajó junto a otros pasajeros. Respiró profundamente al salir del camión, el lugar era fresco, soleado y la ventisca helada se rompía en su rostro suavemente otorgándole una sensación placentera que le dio la bienvenida. Miró a sus alrededores y se sorprendió al descubrir cómo el paso del tiempo transformaba una ciudad hasta tal punto de casi desconocerla, cada tienda que miraba, los nuevos edificios construidos, incluso las calles le parecían diferentes a lo que una vez había visto. Se acomodó la bolsa de viaje sobre su hombro y con satisfacción comenzó el último tramo a fin de llegar con Yho.

A decir verdad, la idea de volver a encontrarse frente a sus viejos amigos le emocionó.

—Sabe Dios cuántas cosas habrán cambiado desde la última vez —pensó mientras andaba—. Todo lo que sé de ellos ha sido gracias a los relatos de Pilika, pero ahora ya todo lo sabré.

Mantuvo un paso constante por las largas calles en silencio, la idea de verlos regocijaba el joven corazón del norteño y mientras andaba, su mente recreaba la escena de cómo sería el encuentro a causa de su emoción, la que por poco desaparece al ser sus propios pensamientos traicioneros cuando frente a él encontró al joven dueño de aquellos ojos que le cautivaban: dorados como si se trataran de oro. Su cuerpo se estremeció al imaginar al chino y sus piernas pararon, viéndosele como en shock. Era inevitable, su corazón palpitaba insistente como si danzara el miedo y sentía 'tortura' al verse obligado a soportar su maldita presencia en la pensión.

"¿Cómo reaccionar frente a sus ojos?" Tantas veces se había hecho esa pregunta y ahora….

'Pitidos'…. Tormentosos pitidos del claxon de los autos que se combinaron con el ruidoso motor de tráilers y motocicletas lograban una atmósfera insoportable de estrés.

—¡Mueve tu maldito trasero! ¡¿Qué esperas pendejo? —escuchó el grito tremendamente airado reaccionando al pasar frente a él una motocicleta que dejó los autos que Usui les impedía el paso y consternado, observó el pequeño incidente, apartándose al cruzar.

Fue entonces que se dio cuenta de cierto detalle.

—¿Dónde estoy? —Miró vanamente en diferentes ángulos por banquetas y calles— ¡Estoy perdido! —lloriqueó en un grito.

Como era de suponer muchos rostros se voltearon encontrándose con el autor de aquel grito, sintió su rostro arder pero decidido en ignorar a todos siguió caminando pero esta vez con más cuidado. Volvió a sorprenderse de lo grande que era la ciudad, de cómo había cambiado, las casas no eran las mismas que acordaba, ni los edificios, ahora más grandes e imponentes daban un paisaje metalizado a donde mirara. Trató de no desesperarse pensando que quizás, caminando llegaría algún lugar conocido que le diera indicio de la parte de la ciudad donde estaba, después de todo, no le quedaba otra opción.

Pronto el sol se encontraría en lo alto del cielo y el fresco de la mañana fue remplazado por el calor dejando con su rastro una sensación incómoda para los transeúntes, la ropa se adhería al cuerpo con la transpiración sintiendo cómo se sofocaban ante el inmenso calor.

Si el estar perdido no lo desesperaba, ¡esto definitivamente que sí!; apresuró el paso buscando sombra o algo que lo rescatara de ese infierno de ciudad.

—Y pensar que esto era un hermoso lugar —expresó con aspereza. La naturaleza era remplazada rápidamente por un mundo artificial y las tradiciones de antes eran comidas por los lugares de ocios y bebidas. Llegó a la conclusión de que aquello no era lo que espera para vivir, prefería levantarse en las mañanas mirando montañas, montañas cubiertos de árboles y de nieve, o por lo menos un lugar que esté en armonía.

El tiempo pasó rápido y su estómago tanto como sus piernas pedían un combustible, después de mucho caminar logró encontrar una pequeña cafetería, curiosa ya que rompía con todo los estándares de los alrededores. Entre edificios y grises se encontraba un local de no más de un piso en su mayoría en madera, poseía dos grandes ventanales a los lados que hacían de puerta a un apartado con mesas y sillas, estaba cercado de flores y poseía una puerta en arco en el medio parecido a esas que se usaban en la época medieval. Agradado por la vista, decidió que aquel era donde se dispondría a comer y al entrar, supo que no se había equivocado, el pequeño restaurante era occidental con mobiliario tipo colonial, el lugar se debatía entre clásico y sencillo y la iluminación de varias lámparas colgantes le fascinó.

En la barra había muestras de delicatessen y pupitres para sentarse, también había mesas y sillas pero definitivamente la barra era su mayor atracción, se sentó esperando que la joven que atendía la caja se desocupara deduciendo que ella era más joven que él; vestía falda con vuelo negra que le llevaba más por debajo de las rodillas combinada con una blusa halter rosa fucsia. "¿Elegante?" , "¿atractiva?" .

Se sorprendió, no muchas personas lograban captar su atención como aquella chica lo hizo. Sus cabellos castaños claros a la altura de los hombros, sus ojos de un amatista intenso, una boca perfectamente delineada… y ''¡¿Qué rayos? ¿No que tu preferencias eran otras?".

Hastiado del minucioso análisis, trató de buscar otro lugar dónde poner su atención y lo encontró entre lo que parecía ser un bizcocho de limón y unas tartas de vainilla con fresas, después de todo, el día no iba TAN MAL como lo consideraba, solo iba a comer algo y después pediría un taxi para que lo llevara a casa de Yho "¿Cuántas cosas podrían salir mal?".

—Muchas.

—¿Eh? —Casi dio un brinco cuando se percató que aquella respuesta no había venido de él sino de la chica que antes atendía la caja—. ¿Qué dijo?.

—Que es mucha la variedad, ¿desea ordenar alguna? —Ella ahora se encontraba a solo uno metro en distancia y sacaba una pequeña libreta de apuntes, mientras lo hacía, Horo Horo llegó a la conclusión de que aquella era verdaderamente atractiva, de cerca pudo apreciar que no llevaba maquillaje y que sus ojos tenían un brillo inusual que le recordaban a una persona, no supo a quién en ese momento.

—Es tarde para almorzar solo tomaré un pedazo de aquel pastel —dijo señalando el de limón.

—Buena elección, ¿algo para tomar?.

—Una soda estaría bien es que está haciendo mucho calor afuera.

—Ya lo creo —sin más la chica se retiró y mientras lo hacía, Horo pudo notar dos cosas, la primera que aquella chica tenía un excelente trasero y lo segundo fue un curioso tatuaje que estaba en su nuca como una especie de zipper que en la punta llevaba una estrella de 5 puntas… —Como las que Hao usa —pensó. Definitivamente debía dejar de ser tan observativo.

Casi satisfecho escuchó cómo la puerta se abría y supo que su ociosidad lo hacía prestar atención a casi todo lo que pasaba a su alrededor, aun así luchó para no voltearse a ver quién era, pues de seguro no conocía a nadie.

—Hola Avril. —Una voz profunda de varón resonó por toda la estancia que le pareció ligeramente conocida— Dichosos los ojos que te ven. —Aquella voz logró que en un instante sintiera una sensación de aislamiento al ser el único cliente del local, preguntándose si es que ya tenía quién le pretenda o si es que la chica tiene novio.

—¡Un momento!, no se supone que deba ser tan curioso, ¿o sí? —cuestionó en sus adentros, limitándose en dejar la conversación lejos de su interés vanamente.

—Admiro la originalidad —la chica, de la que ahora conocía su nombre, sostuvo su atención en su trabajo divertida en mantener la charla en segundo término; extraño le pareció al saber que no necesitaba mirar la escena para recrear el suceso en su mente, una sonrisa podría imaginar en aquel sujeto.

—Ya sabes, solo vivo para sorprenderte.

Ella le miró brevemente y se encaminó hacia Usui llevando la soda que pedía beber sediento para luego volverse de nuevo hacia su visita.

—Yo no sabría contestarte lo mismo —escuchó cómo la joven disimulaba la burla de sus palabras mientras se acercaba a él.

El norteño tomó el refresco y en un solo trago bebió más de la mitad de su bebida, "Ya era hora de saciar su sed".

—Je. Al menos podrías actuar la estimación preciosa. No me vendría nada mal.

—¿Tratándose de ti?.

—¿Cómo saber cuándo necesitas de mí, si no?. —Sus palabras no eran como un joven enamorado que pedía oportunidad a sus encantos, sino como aquel galán que lo tenía todo.

—Interesante tu cuestión —fingió su interés—: Me da igual —comunicó descaradamente sirviendo frente a él un pedazo de pay—, disfrútalo — y se alejó más antes de que diera dos pasos, él le interrumpió.

—El abandono puede ser insoportable en ocasiones, Cariño.

—No tanta cuando el sujeto amarga tu existencia.

—¿Tanto es tu fervor por mí?.

—Ni te imaginas —le expuso, alejándose para llegar junto a su cliente llevando el platillo que pidió; éste la miró curioso, intentando en averiguar a través de sus ojos la relación que había entre esos dos; Avril le sonrió, pero su sonrisa no habló de su amabilidad sino de un juego al que le dio permiso entrar.

—Insoportable —susurró, mas agregó—: ¿Algo más que necesites?.

—Estoy bien.

Y fue así que la chica se alejó ingresando a otra habitación que los clientes no tendrían acceso.

De alguna manera sus palabras lo consternaron, había dicho "insoportable" y sus pensamientos le ayudaron a entender que quizás la situación no era tan agradable para la chica, mas no lo podría averiguar, su mayor entretenimiento desapareció dejándolo en el silencio. Hasta ahora, los únicos sujetos del local lo conformaban el desconocido y él logrando un silencio incómodo, tanto, que no podía entretenerse en ocupar su mente en la sensación de placer que le producía cuando comía de su delicioso postrecito, al que por causa de la tensión que generaba la atmósfera no podía ni disfrutar.

—¡Déjate de tonterías! —escuchó cómo el sujeto que desconocía habló—. Arruinas el momento.

—¿A quién le hablas? —cuestionó incrédulo, dejando de saborear su buen alimento del día.

—No veo razón de hablarle a la nada —le escuchó. Esto le molestó, pues si bien no era educado, un grosero.

Usui colocó sus fieros ojos sobre el hombre que le miraba sin piedad, mirada que mostraban ojos que le advertían de la tortura que obtendría por la osadía de atreverse a revelarse, aquellos destellaban el brillo a muerte que solo había visto en un solo ser...

—Ha-Hao —su enfado se fugó desplazándola por una cara pálida por su espanto.

—El mismo. —El shaman del fuego disfrutó de la inmóvil situación del otro desde el otro extremo de la barra, sonriendo al cerrar sus parpados inclinando la mirada en brevedad suspirando para luego volverse hacia el norteño mirándole esta vez con ese aire a grandeza que se daba— Aposté a que jamás tendrías 'los suficientes' para cruzarte en mi camino. —Sus palabras le habían herido el orgullo y sus labios delinearon su maldad.

—Pues ya ves que te equivocaste. —Un par de ojos azules que se fundía con el color más obscuro se posaron sobre A'Sakura a quien retó con la dureza de su semblante.

—Jamás me equivoco Usui. Un hombre siempre tiene el poder de cambiar cualquier prejuicio.

—Y supongo que los tuyos no son la excepción.

—Los míos Horokeu, son las de otro humano. —Los ojos de obsidiana se hundieron sobre los obscuros del norteño resaltando la sensual confianza mientras hablaba —Mis palabras, siempre serán palabras que gozan de un poder indescriptible.

—No sé a qué te refieres —le dijo desconfiado—. Me extrañas cuando hablas de ti como otro humano.

—Como dije —cerró sus parpados confiadamente—: El hombre tiene el poder de cambiar cualquier prejuicio. —Sus negras pupilas volvieron a posarse en los casi negros del shaman del hielo —: Y no soy la excepción.

Extrañado, el provenido del norte cuestionó:

—Entonces, ¿no eres el Hao que conozco?.

—Déjate de tonterías — alegó molesto tomando el cubierto sobre su platillo dando a entender estar desinteresado en seguir con la charla, sin embargo, tan solo transcurrieron unos segundos cuando ordenó—: ¡Cállate y trágate tu postre! — y sin mas partió el pay para llevar el bocadillo hasta su boca.

La confusión ocasionó que el ainu parpadeara varias veces antes de percatarse del pequeño incidente que no había entendido al instante. Ensanchó la sonrisa que delinearon sus labios juguetonamente con cierta picardía en sus ojos marinos; tomó su plato, su bolsa de equipaje y se acercó.

Hao lo miró con extrañeza, barriéndolo con la mirada cuando llegó a él.

—¿Qué crees que haces?.

—¡Fue magnífico el acto que me diste! ¡Bárbaro!, Comenzaba a creérmelo —y dicho esto acomodó la silla, sentándose lo más cercarnos.

—Ignoro lo que dices.

—Lo dudo, es tan claro como el agua.

—Depende de la profundidad de la que estamos hablando —le dijo mordazmente.

Horo le miró curioso, no sabía por qué motivo le gustaba hacerse el desentendido.

—No puedes ignorar que te sonrojaste, mis palabras son intimidantes —bufó en victoria.

—Eso es una vil mentira. —Sus ojos adquirieron nuevamente la desarmonía al mirarle de reojo.

—No puedes engañarme —le advirtió, tomando la cuchara para robarle al castaño de su postre y comérselo.

—¡Te excediste del límite! —le alegó entre dientes inquieto por su atrevimiento, sin embargo…

—¡Va!, si tanto quieres tu pedacito… —partió con la cuchara un trozo de su pay de limón rodeando con su brazo los hombros de su compañero llevando el bocadito hasta su boca —¡Come entonces del mío!, ¿por qué enojarte? —le dijo minimizándole importancia.

—¡Qué demonios! —exclamó indignado, colocando sus ojos enseguida sobre la puerta en la que Avril aparecía de nuevo.

—¿Cómo van?.

—Pues aquí mi tacaño amigo no quiere que le regrese lo que me comí —evidenció como un niño lo haría ante una autoridad mientras se aferraba en acercar la cuchara hasta su boca, sin éxito al intervenir con la mano el otro joven.

—¿Dónde está tu respeto y tus buenos modales? —cuestionó enfadado.

—Supongo que en algún lugar al que desconozco.

—¡Déjate de Tonterías! ¡Trágatelo sin mí! —le ordenó, viéndosele indispuesto a seguir recibiendo el trato que le parecía humillante.

Horo se rió abiertamente a carcajadas y Avril le secundó por un momento.

—¡Par de locos! —masculló, continuando con su labor de acabarse su buen postre.

—Avril, dame otro pedazo de ese pay que me serviste, ¡está delicioso! —pidió el norteño mientras se terminaba el que tenía en un solo bocado.

Ella asintió con la simple sonrisa burlona que había sido cómplice de Usui hace tan solo momento y de ese mismo modo, partió y sirvió una porción frente a él recogiendo el plato libre cuando se devoró prácticamente el otro.

—Me sorprende la facilidad con la que te haces de amistades —le dijo la chica al mayor de los A'Sakura.

—Ni lo digas —intervino molesto.

—¿Avril, hace cuánto que conoces a este tipo? —cuestionó por su parte el proveniente del norte.

—Por desgracia, hace dos años, la primera vez que se le ocurrió pasearse por mi local —soltó sin ningún sentimiento mientras doblaba algunos manteles.

—Amor, pero si fuiste tú la que me lo pidió a gritos —alegó sensual.

—Lamentablemente necesitaba clientes —advirtió— pero a ti, ni quien te habló.

—Tu sonrisa cariño. Me lo insinuaba todo.

—Esfuérzate Hao, haz memoria, jamás te llegó un volante de mis manos.

—No, pero ambos somos testigos, estábamos destinados a encontrarnos —y luego agregó— Admítelo, somos el uno para el otro —se burló.

—Como una úlcera en el estómago.

—Más apasionados no podemos ser.

El joven hokkaideño los observó con impresión, bueno, había oído de amistades extrañas pero nada tan bizarro como la sonrisa que se habían dedicado esos dos, Horo prefirió ignorar y prestar más atención a su plato, pero necesitaba interrumpirles, pediría otra soda.

La chica rodó los ojos terminando la conversión tan amena con el moreno, abrió una nueva soda y se la extendió al joven de cabellos azules.

—¿Pero cómo…? —cuestionó sorprendido.

—Experiencia de años —y sin más, tomó los manteles volviendo a ingresar al cuarto anexo, desapareciendo una vez más.

—¿Así que crees que necesito de una pareja? —Ironizó el joven de largos cabellos —, ¿qué me dices de tí?, ¿es tan fácil como una propuesta? —la sonrisa hizo juego con la malevolencia de sus ojos lo que provocó que el ainu por poco devolviera el contenido de la soda a su recipiente.

—No sé de qué me hablas —respondió un poco alterado.

—No finjas demencia Usui, ¿es que no lo superas? —La pregunta le incomodó.

—¿A quién? —preguntó por inercia.

—¿Seguro de quieres que lo diga? —le alzó una ceja como si fuese cómplice de un secreto que cuidaba celosamente.

No tardó en sonrojarse, la situación le pareció de lo más inusual, sobre todo si tomaba en cuenta de que Hao no era precisamente una persona de su confianza, es más, años tenía que no sabía nada de él y lo más extraño fue el que Pilika no le haya hablado de este sujeto durante todo ese tiempo.

—No culpes a tu querida hermana —le dijo —. Su razón tendrá.

—Solo Dios sabe qué le habrás hecho.

Hao delineó con sus labios aquella sonrisa retorcida. La charla comenzaba a gustarle.

—No creo que quieras saberlo —su voz expresó su malicia logrando que imágenes sobre su hermana y este hombre pasaran por su cabeza. —Qué ingenuo eres —rió por lo bajo.

—Yo no soy ingenuo —le alegó.

—Tus hijos serían perfectos para las malas bromas.

— ¡Ya déjame en paz!, ¡Avril!, ¡ven!, ¡dile que me deje paz! —pidió de manera infantil al no agradarle saber que Hao se afanaba en molestarle.

—Tienes que aprender a defenderte solo indígena.

—¿A quién le llamas indígena?.

—Al único que anda por aquí.

Horo frunció el seño, había cometido un error, nunca debió permitirse hablar con él.

—Si solo estarás para molestarme mejor me voy devolviendo a mi casa.

—Buena idea, refúgiate en la batí cueva que enfrentarte a tus problemas, por lo menos, yo lo puedo hacer más interesante.

—No soy un cobarde –le miró serio.

—Eso ya lo veremos.

Su retorcida sonrisa se ensanchó más, demasiado para el gusto del ainu, así que volvió a su postre tratando de ignorar a su parte racional que le decía que nunca debió haber pisado Funbari Oka de nuevo, pero el sentimentalismo era algo que no se le daban muy bien, era o demasiado impulsivo o demasiado tímido, ambas cosas en momentos de su vida le habían perjudicado.

—¿Deseas algo más cariño? —la linda chica de ojos amatista apareció de nuevo solo para llevarse los platillos de ambos jóvenes.

—No gracias, ya debo irme —le respondió el proveniente del norte.

—Entonces te prepararé la cuenta.

Ella desapareció con los platillos no sin antes intercambiar una mirada con el peli castaño, una que el ainu no vió.

—Horokeu.

—¿humnm? —respondió mirándosele ensimismado en sí mismo y con unos cuantos grados de expectación y nerviosismo.

Había llegado la hora y no podía atrasar más la llegada, suspiró, si existía un Dios haya arriba pedía que Ren no estuviera en esos momentos, no quería encontrárselo de antemano.

—Te preocupa demasiado lo que pase, solo deja que pasen y ya.

—Es fácil decirlo cuando las cosas no duelen —le alegó.

Hao sonrió evidenciando al norteño lo certero que fué.

—Todavía lo es más cuando pasan a cuenta gotas. —Y antes de que Usui hablara, agregó—: Vamos, te llevaré. —Se puso de pie encontrando que el ainu seguía escéptico— Descuida, no te haré nada que tú no quieras.

—Bastardo —replicó a la insinuación.

—Cobarde.

—Ya quisieras —respondió a sus provocativas palabras. Se puso de pie al igual que él, tomó sus cosas del piso para dirigirse a la caja donde ya se encontraba la bella chica de ojos amatista—. Definitivamente mi día se ha vuelto interesante solo por conocerte a ti —le hizo saber en una forma que mezclaba resignación y la alegría que le causó el pequeño encuentro.

—Cuídate del troglodita amigo nuestro, no sabes lo interesante que le resulta burlarse de las desgracias ajenas —le dijo sonriendo pasándole al momento la cuenta, la que enseguida pagó el Hokkaideño para luego echarse su mochila al hombro, no sin antes dejar una buena propina.

—Trataré de no darle la oportunidad, gracias por tan excelente servicio.

Le resultaba extraño, sabía verdaderamente quién era el hermano de Yho y por ello, cierta inquietud lo abrumó al preguntarse si ella sabría quién era él realmente.

—Vuelve cuando quieras cariño —le había dicho en despedida, y con una sonrisa y enterado el Usui que no sabría la respuesta por ahora, se volvió hacia la salida dejando el asunto atrás.

—¿No vienes? —No pudo evitar detenerse antes de salir, por alguna razón desconocida el castaño no se había movido de su sitio.

—Ve, adelante y no te pierdas, necesito hablar con la dama.

Mentiría si Usui dijera que sus palabras no quebrantaron su tranquilidad.

—¿Y cómo sé que estará bien contigo sola? —Vamos, sabía perfectamente que nada bueno se podía esperar de ese sujeto.

Pero ella, lejos de esperarlo, escuchó que le decía:

—Créeme, antes tendría miedo a mis cuchillos botos* que de éste. —La respuesta no le convenció del todo y no serviría preocuparse, así que sin ganas de hacer de tercio a paso decidido salió del local encontrándose nuevamente con la ciudad metálica.

Repasó en su mente lo últimamente sucedido tratando de ganar ánimo mientras veía el sol en descenso, la tarde pronto caería y él apenas se había dado cuenta. Había conocido una chica bien agradable que mantenía una relación un tanto extraña con el señor del fuego, la última persona con la que esperaba encontrarse…. Bueno, no exactamente, en realidad caería como en la antepenúltima persona a la que habría querido encontrarse.

—¿Qué tanto harán allá dentro? —se preguntó curioso aunque en verdad no era su asunto y ella había dejado en claro que estaría bien, sonrió irónico, el extraño en verdad era él al conocer al hermano de Yho 'en trato' tan solo una horas y ellos dos, ya de años.

Después de esperar quizá más de lo necesario el castaño salió del local, el norteño observó ese rostro mientras se acercaba tratando de dar con algún indicio, pero era muy difícil saber qué estaba pensando o lo qué sentía una persona como Hao, con esos ojos que no denotaban una emoción en concreto y esa sonrisa que bien podía pasar por sincera tanto como falsa. Se maldijo por lo bajo… de una manera u otra las personas enigmáticas habrían su curiosidad.

—Si ya terminaste de admirarme es mejor que nos vayamos.

—¿Qué tanto hacías? —preguntó con sospecha.

—Así debes tener la conciencia Horokeu —rió a manera de burla pasando a su lado al emprender el rumbo. Horo refunfuñó varias frases de clasificación D antes de seguirle el paso recordando porqué éste le caía tan mal.

—Antipático —articuló el norteño.

—Tus comentarios me resbalan, ya deja de gastar saliva en nada.

—Mira quién lo dice —le alegó.

—No soy yo el que anda diciendo o pensando en tonterías.

—Pero molestas.

—Yo diría que inspiro, si tienes alguna duda puedes pregúntaselo a la inglecita.

—¿Lyserg?.

—¿Conoces alguien más afeminado? —Le dijo mirándole por el rabillo del ojo.

A punto estuvo de soltar uno de esos comentarios que de seguro lo llevarían al otro mundo pero afortunadamente pudo leer la clara advertencia en la mirada de Hao. Decirle que caminaba junto a alguien de aparente "descripción anunciada" justificaba que su cabeza no le haga de acompañante al cuerpo. Algo era cierto, Lyserg comparado con Hao parecía mil veces más una chica.

Siguieron caminado hasta visualizar la pensión a lo lejos, momento en el cual su corazón decidió bombear más de la cuenta y sus manos humedecerse delatando su nerviosismo. "¿Estará ahí Pilika?" "¿La inglesa o Chocolove?" "¿Cuánto habrá cambiado la paternidad a Yho?" "¿Habrá Manta por fin crecido?"... muchas conjeturas y muchas preguntas rondaban su cabeza mientras que una mueca que no llegaba a ser sonrisa bailaba en sus labios.

¿Nostalgia? ¿Anticipación? ¿Felicidad o tristeza? Un cúmulo de emociones baila en su interior, tanto era el sopor que no se dió cuenta cuando se encontraba frente a frente a la puerta. Hao había mantenido distancia comedida ya harto del melodramatismo del Usui, tocó el timbre recibiendo una mirada de reproche.

—No tengo todo el día para tus estupideces —se justificó.

—Tengo manos ¿sabías? —Cierto era que no había pedido su ayuda.

—Si las movieras serían más útiles —masculló, logrando fastidiarlo.

—En serio Hao, hablémoslo desde ahora, ¿seguirás molestando lo que queda del viaje? o ¡dime si tendré que buscarme un lugar dónde quedarme!.

—Si fueras menos ingrato me agradecerías lo que he hecho por ti —exageró su indignación, cosa que le hacía hervir la sangre.

—Te agradezco que me hayas traído pero sinceramente tu juego de ''búrlate del norteño" me está cansando.

—Es que no tienes sentido del humor. —Le dijo como si fuese lo más obvio, como si el problema estuviese en el joven proveniente del norte.

—¿Acaso no tienes nada más qué hacer, o ir encontrar algo más llamativo qué acosar?.

—Actualmente eres la cosa más interesante en todo el Japón con la que me puedo divertir.

—Desgraciado —le dijo volteando hacia otro lado.

Desgraciado.

—¡No repitas mis palabras!. —Se pasó una mano en la cabeza antes de darse la vuelta y mirarlo acusadoramente.

—Yo no he dicho nada. —Usui le miró con rabia, "mira que con qué descaro negaba las cosas".

—¡Claro que sí!.

—Claro que no.

—¡Que sí lo dijiste!, ¡dijiste desgraciado!.

desgraciado.

—¿otra vez?.

—Si fuera a insultarte no usaría ese peyorativo tan usual, soquete te quedaría mejor.

—¿Y si no eres tú, quién más podría ser?.

—No sé, ¿él? —dijo señalando un punto fijo en la puerta, rápidamente la mirada del Usui fue al frente para luego ir abajo donde encontró un rubio que le llegaba a las rodillas.

—¿Manta? —preguntó con sorpresa, "¿desde cuándo utilizaba esas malas mañas?".

Hao no pudo evitar la carcajada que soltó tomando a la mini persona en sus brazos para que Horo pudiera verlo mejor.

—Este mi querido amigo, es el bicho más inteligente que puedas conocer —expuso a la criatura en cuestión.

—Manta —repitió la personita exponiendo dulzura. Frente a él, de menos de un metro de altura, con las mejillas rojas y los ojos claros casi al tono de sus cabellos, estaba el bebe más lindo que había visto en toda su vida.

—Este debe de ser Hana. ¡Hola pequeño! —Se acercó con una peculiar voz cariñosa hacia el menor logrando tan solo asustar al niño que como acto se refugiaba en el pecho de su tío—. Creo que no le gusto —lloriqueó al concluir dramáticamente que no era agradable a los niños.

—No te conoce —Intervino una voz, y con interés, el joven de cabellos azules buscó su dueño.

—¿Yho? —Dudó por un momento mirando al que mantenía en brazos a Hana y luego al que se acercaba con una peculiar risita que no tan fácil podría olvidar—. ¡¿Pero, qué te hiciste!. —Perturbado le miraba ante el asombroso cambio que veía en el moreno— Pero ¡¿Co-Cómo tu hermano pudo convencerte a dejarte el cabello tan largo y que Anna haya estado en acuerdo?, ¡Yho! ¿Cuándo fue que vendiste tu alma? —le sermoneó, y es que, aparte de encontrarse con lo largo de sus cabellos marrones, observó que este lo llevaba acomodado en trenzas al estilo "Bob Marley".

—A eso Horokeu, se le llaman Rastras. Este idiota se arruinó el cabello —evidenció el mayor de los gemelos.

— ¡Idiota! —le secundó su sobrino en un tono molesto apuntándolo con el dedo acusadoramente.

Sobre la cien de Yho resbaló una gotita, miró a Hao quien le celebró el acto al reírse haciendo que Hana también riera.

—No he vendido mi alma a nadie boro boro —le dijo al colocar su atención en el norteño—. Me alegro volver a verte viejo amigo —le dijo tras sonreír.

—A mí también me alegra estar aquí, pero si crees que me acostumbraré a tu nueva imagen quiero decirte que estas un poco loco.

—Te acostumbrarás. No necesitaste acostumbrarte a verme en mi hermano con el cabello largo ¿o sí?.

—¡Qué idiota! – masculló el hermano mayor de los A'Sakura— ¡Nunca crecerás!.

Horo e Yho rieron casi al tiempo que Hana lo hizo, alterar al señor del fuego podría resultar divertido.

Yho se acercó al castaño colocando una mano por detrás de su espalda.

—Tranquilo mi hermano, si tanto es tu gusto parecerte a mí, ya sabes lo que tienes que hacer jijiji.

—Así es Hao, no hay necesidad de ponerte celoso —esta vez fue el ainu quien habló.

— ¡Tonterías! —Gritó con agobio—. ¿Por qué no he de sorprenderme viniendo de ustedes? —Sin embargo no dió oportunidad a que respondieran, porque dijo— Detesto los momentos felices.

En brevedad Horo miró hacia la pensión al creer saber a lo que éste se refería sin encontrar razón, y extrañado observó cuando Hao entregaba en los brazos de su hermano a su pequeño sobrinito para luego encaminarse hacia la hospedería y se sorprendió al divisar a Manta, Ryu, Chocolove y Lyserg saliendo de ella a su encuentro en el momento. Cuando Hao llegó al umbral de la puerta, Anna apareció finalmente frente a sus ojos secundada por Tamamura, los ojos negros de Hao posaron sobre los de azabache de la rubia manteniendo el intercambio de sus miradas tan solo en el instante antes de que desapareciera, pasando por su lado.

Por su parte Horo Horo miró con alegría a sus amigos sintiendo que las lágrimas amenazarle, sus ojos se cristalizaron al recordar el tiempo en que no los había visto. Yho su parte tan solo sonrió.

—¡Qué sorpresa es volver a mirarte por estos rumbos!. —Fue Bokuto No Ryu quien habló primero, él al igual que los otros lucía un aspecto diferente, éste el tiempo lo recompensó formando un cuerpo mucho más impactante, le había beneficiando mostrando los años de un hombre maduro lejos del concepto que había representado una vez hace tiempo, e imaginó, que de seguro habría más de una mujer detrás de él al ser perfecto para sentar familia. "¿Quién lo diría?" Pensó.

—Ya era hora de volver con ustedes, los extrañaba. —El joven ainu mostró nostalgia tras sus palabras y la mano de Ryu posó sobre su hombro sonriendo para reconfortarlo tan solo un momento.

—Nosotros ya creíamos que te habías olvidado de tus viejos camaradas —intervino Chocolove por su parte robando la atención del norteño, éste ya no era el chico aquél que habían conocido mientras iban en búsqueda de la aldea Apache, ahora, más alto y robusto, que si no fuera que conocía el noble corazón que le pertenecía, pensaría que se trataba a esa clase de mafiosos, con esas ropas y esos lentes... dejaba mucho en qué pensar, "¿estará en el ejercito?".

—No, jamás los olvidaría —contestó a su amigo, estrechando la mano cuando este lo hizo y que lo atrajo para formar un fuerte abrazo que le sorprendió.

—Pues me alegra volver a verte —le dijo emotivamente y Usui no pudo sentir mejor bienvenida.

—Horo Horo, aparentemente eres el mismo muchacho que se fue, pero cierto es que has cambiado amigo. —El Hokkaideño fijó sus ojos en la pequeña figura que le hablaba, Manta no había cambiado a excepción de mantener una figura más esbelta, un rostro menos infantil y mucho más seguro ayudando al efecto de verse un poco más alto, quizás tan solo unos centímetros—. Tengo muchas interrogantes del porqué te ausentaste en todo este tiempo, espero puedas compartirlo en el futuro.

—Manta —susurró el joven cariñosamente, miró a Yho el cual sonreía ignorando el hecho de que Hana le jalara un mechón de su cabello y no precisamente cariñoso, pero luego sus ojos volvieron sobre el más bajito de todos—. Tal vez lo haga, en algún momento en el que estemos reunidos. —Manta le agradeció al sonreír.

—Nos agradará escucharte, debieron haber sucedido espléndidos momentos durante todos estos años. —Ahora fue Lyserg quien había hablado y se sorprendió al encontrar ya no un joven, sino al hombre que comenzaba a formarse, el cambio de Lyserg era bastante notorio, pues si bien siempre se había semejado a una chica, ahora no tan fácilmente podría ser confundido por una, sin embargo, debía admitir que mantenía esos finos rasgos y su piel tan suave como siempre, logrando imaginar que probablemente con otro tipo de ropa, haciendo a un lado el traje que llevaba puesto siendo tan formal, seguiría luciendo quizás, ya no como una niña sino como una chica sin dejar ser atractiva. Horo sonrió de su travesura, seguramente si Lyserg lo supiera la amistad que había perdurado durante esos años de ausencia podría morir en instante.

—Podría sorprenderte mi reseña —advirtió divertido, escuchando cuando Hana intervino al decir:

—¡Mi reseña! —logrando que todos rieran del suceso, mas pronto Horo intervendría:

—En todos estos años han cambiado bastante… y no puedo negar que comienzo a sentir tristeza por no haber estado ahí cuando todo esto pasó. Perdónenme, fui un desconsiderado, un idiota al perderme de buenos momentos con ustedes.

—Horo Horo —ahora había sido Yho quien intervino, logrando el espacio que dieron sus demás amigos—. No tienes porqué disculparte, lo importante es que estas aquí —y dicho esto colocó su mano sobre el hombro del ainu mostrando su sonrisa— Bienvenido boro boro, jijiji.

Sobre las mejillas de Horokeu recorrieron las cálidas lágrimas que hace tiempo guardaba, "¿a qué precio se había privado de tan buena compañía, a la que una vez había considerado su familia?". Esta vez sonrió, limpiando con sus manos el rastro salado mientras sentía el palpitar de su corazón, fuerte ante su alegría.

—Estoy feliz de estar con ustedes, con mis más grandes amigos. —La sonrisa del norteño fue correspondida por aquellos shamanes que le sonrieron y gustosos recibieron al ainu dando la bienvenida con las palabras mientras los abrazos lo reconfortaban, el joven del norte podría ser emotivo y ellos, ¿por qué no? también al tratarse de su amigo.

Yho entonces miró a su amada esposa y agregó:

—Será mejor que entremos, comienza a helar. —Y con paso seguro y Hana en brazos emprendió camino.

El resto del grupo secundaron al joven, escandalosa para la perspectiva de la esposa de A'Sakura quien luego de que las miradas del norteño y la rubia se habían cruzado, se había vuelto ingresando a la pensión dejando que Tamamura fuera quien recibiera al mayor de los Usui's.

Horo había entendido los ojos negros de la rubia, a pesar del rostro relajado de la mujer que bien podría haberlo hecho creer que había cambiado la maternidad, su larga experiencia le hizo intuir que el infierno estaba cercas a cada paso que daba pero… "¿Qué tan diferente podría ser a los años pasados?". Ciertamente Anna ya no era la misma, al igual que Yho, su cabellera rubia había crecido haciendo competencia a la de Hao, le hacía ver sexy, si al menos su ropa lo fuera…

—Sea bienvenido Horo Horo. —Las palabras de Tamao interrumpieron cualquier pensamiento puesto que aquella chica de hermosos cabellos rosas logró capturar toda su atención mostrando en sus ojos la sorpresa que en ningún momento se vió. Aquella muchacha tímida de lo más insegura posible se había transformado en la mujer frente a sus ojos. La mirada de Tamao le inquietaba, lucía segura y mantenía de cierto modo la gentileza que le había caracterizado, sin embargo. — Será mejor entrar a casa. —Aquella energía era distinta al igual que su voz lo fue; más despierta, más directa. La observaba como si quisiera memorizar su nueva imagen, le sorprendió encontrar con qué habilidad podría manifestar dureza y amabilidad, un conjunto casi aterrador... "¿pero qué hizo que esta niña cambiara tanto?".

Ella había ingresado a la pensión dejando a los demás afuera y los jóvenes la hubieran seguido de no ser porque una voz enardecida se escuchó a sus espaldas.

—¡Oh por Dios! ¡Estás aquí!.

Siete pares de ojos se posaron sobre la chica que se encontraba a la entrada.

-¡Pilika! — murmuró el norteño, albergando en su pecho la calidez que surgía en su interior.

Por poco las compras del supermercado hubiesen pasado a mejor vida de no ser por Fausto, quien se anticipó a la imprudente acción de la joven; de sus manos tomó las bolsas que llevaba y ésta sin pensar las había soltado apresurando el paso hasta correr, llegando con su hermano. Todos se anticiparon al acto infantil de la chica, sin embargo, cuando ella había llegado hasta con él, paró, deteniéndose un poco antes de cortar toda distancia. Él la miró con ojos enternecidos, sabía que no había motivo por lo que estuviera enojada tan solo esperaba que fuera él quien la abrazara y así lo hizo, sus manos la tomaron atrayéndola a su cuerpo mientras su cálido aliento susurraba en su oído.

—Perdóname hermana, ya te echaba de menos.

El calor sobre las mejillas de la joven le adornaba con un hermoso color rojizo. Cerró sus ojos y de una forma gentil, ella lo estrechó entre sus brazos de igual manera.

—Gracias por venir —susurró, sintiendo como se estremecía, temblando ocultó su rostro y ella entendió que sollozaba sobre su hombro.

—Siempre creí que yo te protegía cuando fuiste tú quien lo hizo. Me protegiste siempre.

El dulce semblante de la joven afloró la tristeza, la añoranza y la alegría de algo que él grupo no pudo entender en su momento.

—¡Qué tonto eres! Lograrás hacerme llorar Horokeu –le regañó con voz agridulce.— No puedes pasarte la vida llorando, ¡vamos hermano!, ¡olvidémoslo ya!.

Él la miró y sonrió juguetonamente cuando en los ojos de la chica encontró el reflejo de unas lágrimas. La amaba y sabía que hoy sería un hermano diferente… aquel que tenía miedo a enfrentar los temores había quedado en el olvido. La decisión había sido tomada al ver el reflejo de aquellas emociones en la joven.

—Es enternecedor verlos muchachos, pero mi Elisa y yo creemos que ambos deben entrar —. Fausto, el malévolo doctor que una vez había causado terror, efectivamente, seguía haciéndolo. Su aspecto no había cambiado del todo, seguía manteniendo ese lado tétrico de su persona, algo que debía admitir le quedaba bien; no quería imaginar al típico hombre educado, de buena profesión y mandilón… le parecía demasiado serio, aburrido y sin ser muy "a lo Fausto" aún cuando sabía que cumplía con todos sus aspectos de buen marido. Éste hombre a quien ama con fervor a su amada Elisa, sería todo, menos eso: el hombre serio y aburrido.

Su hermana había pedido disculpas por su torpeza y Fausto como buen padre, tan solo la invitó a que los acompañara a tomar una taza de café la que aceptó gustosamente.

El norteño sonrió ante el evento y al verlos ingresar se dió cuenta de que estaba solo. "Sí, abandonen a Horo Horo" reprochó mentalmente decidiendo avanzar los pocos pasos que faltaban, sin embargo al dar el primer paso recordó los ojos ambarinos que siempre faltó desde el momento de su llegada.

—¿Será que no está? —y temió.

 

 

Notas finales:

Hola es Patrick que habla esta vez… ¿intrigados?... hasta yo lo estoy, nunca se sabe lo que puede salir de dos cabezas ji ji ji pero bueno no agrandare mucho mi comentario solo espero que les haya gustado, que comente y que esperen lo próximo que esto se va a poner bueno.


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