Resumen. (Estos malditos de A-Y con sus quinientas palabras, ¡si apenas me faltan cincuenta, dejénlo pasar y no me hagan escribir tonterías!)
Verano, ganas de tomar un helado y un dependiente demasiado así.
Drabble 500 palabras (palabra arriba palabra abajo)
KakaIru.
Un Iruka adolescente se peleaba con sus hormonas mientras sus amigos disfrutaban viendo chicas en bikini por la piscina. Él no disfrutaba, y no sabía si es que su madurez sexual no había llegado todavía o qué. Todos tenían ya –o eso decían ellos – algún rollo de verano. Todas eran guapas y extranjeras, exóticas y no sé qué más, pero Iruka aún esperaba a una chica de verdad y no a una aspirante a modelo rusa que se llamaba Katerina.
Se levantó ajustando el bañador a su cintura demasiado morena y se disculpó para ir a comprar un helado.
—¿Hola? –preguntó, no parecía haber nadie atendiendo el kiosco.
—¡Enseguida! –exclamó una voz masculina desde alguna parte debajo de algún otro sitio.
Iruka tamborileó con dos dedos en el muestrario de helados intentando decidirse por uno de esos polos de hielo o por aquellos cucuruchos con tres bolas.
—Ya estoy, dime, chico.
—Quiero uno de estos, creo.
Entonces miró al dependiente. Era un hombre joven, unos cuántos años –quizás cinco ó seis – mayor que él, pero era tan guapo...Iruka se quedó sin habla al ver ese pelo plata en el que se reflejaba el Sol, un ojo color azul y...Oh, el otro surcado por una cicatriz bastante considerable, atravesando el ojo medio cerrado. El chico se llevó la mano a la suya propia y tocó el relieve con las yemas de los dedos.
El hombre siguió expectante.
—¿Lo crees o lo sabes? –le preguntó sonriente.
—...no sé –acertó a responder.
Además tenía una sonrisa tan bonita...
Iruka seguía paralizado con el dedo índice señalando el cono de tres bolas. El hombre del pelo plata que le había dejado así saltó la barra que les separaba bastante ágil y señaló el polo de hielo con el que había estado debatiéndose.
—A mí me gusta este. Te le recomiendo, además es barato.
—...ah, sí, pues... –¿por qué la boca se le había quedado más seca de lo que estaba? –...entonces ese.
Iruka extendió su mano con el dinero después de recibir el helado y deseó que el hombre arrastrase su mano por la suya para llevarse el dinero. Que se llevase lo que quisiera.
—Puedes quedártelo –y le guiñó el ojo.
El corazón del adolescente se paró y tuvo que darle un golpe para que volviese a andar. Reunió valor suficiente como para regresar con sus amigos, pero lo gastó preguntando algo para asegurarse de que la respuesta no fuese ''Katerina''.
—¿Cómo te llamas?
—Yo soy Kakashi, dueño del kiosco de helados –otra vez esa magnífica sonrisa –. ¿Y tú?
—Yo soy Iruka...
...y acabo de experimentar mi primer enamoramiento, mi primer enamoramiento a primera vista y un montón de cosas más.