Capítulo 1
Estábamos en completa oscuridad, ahora que lo recuerdo nos encontrábamos escondiendo en el departamento de una amiga de la compañía, un gran fiesta sorpresa, su esposo nos contactó para darle esta pequeña fiesta, arreglamos todo para la ocasión, nos vestimos de blanco y cuando recibimos un mensaje de texto del susodicho para su llegada apagamos las luces y todos nos movimos a nuestros puestos.
La puerta se abrió y desde nuestra perspectiva se veían dos personas, una cubriendo los ojos de la otra, estábamos en completo silencio solo escuchando los murmullos de aquellas dos personas.
“ya kazu kun, ¿porqué tanto misterio?” decía por lo bajo la chica que era compañera y mi subordinada, Higurashi Akane.
Las luces se encendieron, las manos destaparon esos ojos y nuestros gritos de felicidades se escucharon en toda la residencia, Akane sonrió de manera sorpresiva y la música empezó a sonar. Me iba haciendo paso por entre la multitud de trabajadores ahora en su hora de descanso para felicitar a la chica apropiadamente. Y de pronto la vi, estaba radiante, mirándome, solo a mí, sus ojos me seguían, podía sentirlos al darle la espalda, saludé a mi subordinada, le di un gran abrazo y le extendí un pequeño presente, lucía feliz, lograba disuadir por su espalda a su esposo que se veía en completo agradecimiento, ciertamente si no hubiera sido por mí esta pequeña fiesta no se hubiera planeado como lo fue.
Los dejé para seguir saludando a demás gente que había estado llegando, lo admito, soy muy social, pero también quisiera quitarme por un momento aquellos ojos penetrantes que me siguen.
Comimos algunos aperitivos, bebimos varias copas de champán y seguimos disfrutando de la lenta música, poco a poco nos dispersábamos por la sala y el gran patio cubierto de césped ya adornados como se debían, pasadas de las 11pm llegaron los músicos, el jazz lento sonaba por toda la residencia, se veían a las parejas bailar por los espacios vacios y por entre las multitudes también se veía a la festejada abrazada de su esposo.
Ahora bien, me encontraba sola con una copa de champán blanco y con una sed insaciable, me acomodé en una esquina de la sala y quedé embebida por un momento en el reflejo de los vidrios de la gran casa, disimulando que veía por entre aquellos limpios vidrios veía pasar a algunos invitados, cerré los ojos y me dejé llevar un momento por la música. Sentí una punzada en mis vértebras y mi piel erizada, paré en un instante, y de nuevo sentí aquella mirada dirigida hacia mi ser, abrí mis ojos y me permití por un momento divagar por el reflejo de los vidrios para buscar sin escándalo aquella mirada. Y ahí se encontraba, en otra esquina de la casa, alta, cabello largo y de un azul oscuro, unos ojos de un verde atrayente, era una preciosura, ¿Cómo es que nadie la notaba en esta gran sala? Ah, esperen, ahí va un tipo, lo conozco, es de mi sección donde trabajo, conocido por ligar en todas las fiestas. Se acerca, le adula un par de cosas en el oído y no responde nada, lo voltea a ver con un rostro de rechazo y sus labios se abren para decir un… “piérdete Idiota”. Que personalidad tan tajante, y aun así me mira con otro rostro y hasta me da una media sonrisa, sabe que la estoy observando por el reflejo.
Cierro los ojos y respiro un par de veces, aquel vestido es hermoso, y sus tacones a la altura perfecta, esas piernas como de una diosa, pero, no la conocía, esta era una fiesta de empleados y amigos, y sé muy bien que ella no es uno de nosotros. Siento unas delicadas manos moverse por mis caderas, su rostro se acerca a mi cuello y me susurra algunas palabras… “¿me acompañas?” Una voz ronca y seductora, pero sin perder su feminismo, se junta a mi cuerpo moviéndose al compas de la música típica del Jazz. Ahora es cuando estoy más feliz de llevar un conjunto de una falda de holanes a la rodilla y una blusa de tirantes, dejando al descubierto parte de mi cuello y pechos, moviéndose de forma sensual por mi abdomen y sobrepasando el límite de aquella falda. Sabe lo que quiere, sé lo que deseo y hoy es noche de suerte, es martes, mi día de lujuria.
Me separo de manera rápida, ella queda en trance, me dirijo rápidamente a la mesa para dejar la copa vacía y estar dispuesta a retirarme, no sin antes darle una mirada de aviso y sonreírle para que me acompañara. Me dispongo a despedirme de la invitada y de paso preguntarle al esposo de la susodicha si conocía a aquella belleza que nadie volteaba a ver, me da una negativa, nadie la conoce pero está vestida para la ocasión, no importa, a lo que íbamos, sonrisa, miradas de despedida a todos y mi salida de modelo por la puerta principal. Me encuentro afuera, no diviso a aquella belleza pero no me inmuto, sigo caminando hacia la calle para encontrarme con un lamborghini azul, igual que el color de su cabello, sin chistar me adentro al vehículo y dejo que me guie por el camino que desea. El auto lo dejé aparcado cerca de la residencia de Akane, luego daré aviso y una pequeña escusa del porqué lo dejé ahí.
Tal vez vayamos a un hotel, o quizás a su departamento, que importa, quiero sexo ahora mismo. El trayecto silencioso, no tiene ganas de hablar, no tengo deseos de hablar, perfecto. El auto va descendiendo de velocidad, dobla en una esquina y presiona un botón cerca de su volante, la cochera de una residencia se abre y esta se adentra, se baja rápida pero provocativamente, se dirige hacia mi lugar, me abre la puerta y me extiende la mano, al momento de extender la mía jalando mi cuerpo haciendo que quedemos pegadas. Mis tacones son un poco más bajos que los de ella haciendo que quedemos de la misma estatura, acerca su rostro a mi cuello y empieza a saborearlo, siento retorcerme, no puedo mantenerme más de pie, siento un gran cosquilleo en mi entrepierna, me toma por las caderas y sin separarnos nos dirigimos hacia una habitación.
Quisiera saber algo de ella, quisiera saber el porqué besa de manera estupenda y te hace venir cuantas veces en una noche. La cama es muy espaciosa, mis ropas se encuentran tiradas en una esquina y su vestido en otra, su cuerpo es espectacular, sus pechos son suaves y deliciosos y sus labios, carnosos, ardientes y deseosos de más. Mi cabello castaño que venía en una coleta ahora está suelto, por lo menos sé que le gusta sin amarres. Es extraña, no habla mucho pero cuando la tomo y la hago mía gime como diosa.
Pasan de las 4 de la madrugada y aun tenemos energía para más, su cuerpo recostado de lado, sudoroso, es tan, candente, me prende en cada instante, me acerco, me pongo encima de ella y empiezo a moverme de un vaivén. Me apoyo en su torneado abdomen y me muevo con más fuerza, nuestros jadeos se empiezan a escuchar, empiezo a sentir aquella concentración en mi entrepierna, ya he perdido la cuenta de los orgasmos que nos hemos proporcionado, gritamos al haberlo alcanzado y caigo cansada encima de su cuerpo.
Siento nuestras respiraciones, siento mis latidos, me encuentro demasiado cansada como para mover mi cuerpo y salir de esta habitación. Empieza a mover sus piernas acomodando una en medio de la mía, me voltea con suma facilidad y es ella ahora quien inicia su movimiento de vaivén, toca y masajea mis senos a su antojo, los aprieta y se acerca a lamerlos y saborearlos, aun no me he recuperado del todo, pero siento aquellas caricias incitarme de nuevo, mi respiración de nuevo se entrecorta y siendo nuevamente ese líquido en mi entrepierna, ella lo siente y se detiene para mover una de sus manos a mi centro de placer, lo toca y me sonríe con mucha lujuria, introduce dos de sus dedos siguiendo su movimiento de caderas, mis manos se mueven por inercia y se acercan a sus pechos con ganas de apretarlos, no faltando mucho para el ultimo orgasmo de la noche se detiene nuevamente y su rostro es dirigido hacia mi parte más íntima, se agacha y empieza a mover sus dedos para ver un poco mejor, admito un poco de vergüenza pero no tanta por la que me está haciendo esperar, acerca su lengua y con un gran grito de mi parte sabe que lo que está haciendo es lo correcto, me saborea y tortura, su otra mano se dirige para auto complacerse terminando las dos al mismo tiempo.
A cómo puede se dirige al otro lado de la cama para acomodarse mejor, acerca su rostro al mío dándome un beso, entrelazando nuestras lenguas y dándome a conocer mi propio sabor, se acerca a mi oído para susurrarme unas palabras, “deliciosa”. Cierra los ojos para disponerse a dormir, pero olvidando algunas palabras abre los ojos nuevamente y hablarme… “puedes irte después, descansa por mientras”
Sus palabras son cautivadoras, su cuerpo es abrasador, el sueño está matando mi cuerpo y dispongo a cerrar mis ojos por un momento, noche de sexo, día de lujuria, martes de buena suerte.
“Desconocidas”