Érase una vez…
Eran cerca de las 11 de la noche, la luna bañaba con la luz tenue la cuidad, y la escarcha cubría, con un manto transparente-brillante, el piso y las plantas.
La noche estaba helada, solo se escuchaba el sonido del viento, que viajaba cerca de 150 Km./HR, según el pronóstico de la noche anterior.
En una de las calles desabitadas de la cuidad, en los barrios bajos, un grupo de 3 personas se ocultaban en la sombra de una pared.
-Dale cris, ¡si total!...- dijo una de las personas. Medía cerca de 1.68 cm, cabello café claro.
-no se…- respondió el aludido.- bueno…total, yo pago…- él medía cerca de 176, cabello negro desordenado que le llegaba casi a los hombros, ojos café chocolate.
- ya, toma- dijo la tercera persona, ésta medía cerca de 1.75, cabello café oscuro.
Extendió la mano con un papelito arrugado.
-vamos a divertirnos?- preguntó el primero.
- Exe calmaté!, entre los dos nos satisfacemos, pero falta uno para Cris.- dijo la tercera persona, abrazando por detrás al primero.
- que son…- dijo Cris, mirando hacia otro lado.
- jajjaa…- Exe se dio vuelta y abrazó al hombre.
- vamos, yo se donde encontrar a un acompañante para Cristian.- dijo sonriendo.
- haz comprado a alguien allí?- preguntó Cristian.
- Claro, de donde crees que saqué a Exequiel?- comenzó a caminar sin dejar de abrazar al chico.
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-Mira, aquí es.- dijo Marcos (la tercera persona) señalando un local abandonado. Se separó de Exequiel y tocó la puerta.
Un hombre de 25 años aprox. Abrió la puerta.
- Mi amigo quiere conseguir a alguien.- señaló a Cristian, quien estaba parado detrás de él.
-Arriendo o compra?- preguntó.
- depende…- contestó Cristian, poniéndose delante de Marcos.
- jeje, pasen.- se hizo a un lado para que los jóvenes pasaran.
Entramos a ese lugar, estaba iluminado por unas cuentas ampolletas que colgaban en el techo, que con cualquier brisa se movían de su lugar enfocando la luz hacia cualquier lado.
Había muchas goteras, que rompían el silencio del lugar.
Había unas “celdas”, que adentro tenían a niños, que no pasaban de los 16 años.
- mire a éste ejemplar.- dijo el hombre abriendo una de las jaulas.
Entré, y encontré a un niño recostado en el piso. Estaba con la ropa rota.
Se sentó, afirmándose en la pared. Pude ver su rostro; unos ojos grandes, brillantes de color verde, cabello café claro, casi rubio, que le llegaba un poco más abajo de los hombros.
Tenía una blusa que le quedaba grande, con las mangas rotas que dejaban ver unos moretones en sus brazos. La blusa que alguna vez fue blanca cubría parte de su miembro, ya que sus pantalones, que también estaban rotos, estaban abajo, cerca de la rodilla.
Él chico estaba jadeando, con su entrepierna llena de semen, y su rostro de lágrimas.
Me acerqué a él.
- se llama Ariel.- dijo el hombre desde la puerta.- como fue “usado” hace poco, te aré un descuento.
Me agaché hasta quedar a su altura.
Comenzó a temblar.
Acerqué mi mano para tocarle el rostro, pero se trataba de alejar, se notaba que tenía mucho miedo.
- cálmate.- le susurré. Le toqué el rostro y le limpié las lágrimas.- no te pegaré…- lo dije sin pensar.-
Ariel se me acercó y afirmó su rostro en mi pecho, se escondió entre mi chaqueta.
Le acaricié el cabello.
-¿arrienda o compra?- preguntó nuevamente el hombre.
Miré a Ariel, el levantó el rostro y me miró directo a los ojos.
-Arriendo.- contesté, mientras me levantaba junto al pequeño.- por una semana.- salí de la celda, y pasé el dinero.- ¿No tiene otra cosa para ponerle encima?- pregunté, mirando el vestuario del niño.
- lo siento, pero ya no me queda nada.- contestó contando el dinero.
-bueno, adiós.- caminé hasta la salida, donde estaban Exequiel y Marcos, abrazándose para resistir el frío.
- wow, encontraste algo bueno…- dijo Marcos, mirando de arriba abajo a Ariel.- ¿me lo prestas?- preguntó con cara de lujuria, la cual asustó a Ariel, quien se abrazó a mi brazo.
- ¡Marcos!, ¡¡¡No puedes tocar a nadie más que a mí!!- gritó Exequiel.
- yo jamás prometí serte fiel.- contestó e Marcos.
Marcos y Exequiel son pareja, no me molesta, solo me molesta que no lo admitan frente a los demás.
Yo me enteré hace unas semanas, Marcos es mi mejor amigo, y siempre le he confiado todo, y me alegra que el igual confié en mi.
(En el fondo los dos siguen peleando)
Exequiel es dos años menor que nosotros, y, aveces nos juntamos para tomar o drogarnos un rato.
No soy adicto, solo lo ago para olvidarme de los problemas.
- ¿vamos?- pregunté, interrumpiendo su pelea.
- a la guarida?, bueno…- contestó Marcos.
Salimos del local, que ya me estaba mareando con el mal olor que se sentía allí.
Exequiel abrió la puerta.
- wuuaa…se largó a llover.- dijo Exequiel, abriendo totalmente la puerta.
Estaba lloviendo a cantaros.
Miré el cuerpo desprotegido de Ariel, me saqué la chaqueta y se la pasé al pequeño. Él se sonrojó y se la puso lentamente.
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Continuará…