Shinobu, tu presencia me molesta, me aturde.
Te presentaste ante mí un día declarando tu amor, como si fuese normal, lo más natural, sin importarte que ambos seamos hombres, ni que hubiera estado casado con tu propia hermana. Eso me demasiado egoísta, también eso me molesta. De un día para otro lograste que mi vida se revolviera por completo, que todo acabara de cabeza por ti. Incluso hiciste algo imperdonable: Me enamoraste, caprichoso Shinobu.
Y lo hiciste sin tener en cuenta mi opinión, te metiste dentro de mi mente y tu cuerpo se metió en mis deseos, eres un intruso, completamente intruso en mi vida.
Aunque yo no lo quisiera, verte a los ojos me convierte en un animal hambriento, tu rostro fresco provoca en mí ansias de poseerlo, atarlo a mí para siempre ¿Por qué? Nunca antes había sufrido por excitación ¿Por qué yo, Shinobu? Habiendo tantos otros hombres, tenías que venir a mi vida… a llenar mi vida.
Pero aunque tu lo ignoras, tengo una venganza preparada para ti. Como si fuera una revelación, en este mismo momento me llegó a la cabeza, contemplando tu cuerpo semidesnudo, cubierto únicamente por una toalla en la cintura, mojado e inocente, luciendo apetitoso. Sé exactamente dónde atacarte, no creas que has ganado esta batalla. Ahora si, aprenderás a respetar a tus mayores.
Haré que me ames de verdad, que llores a causa del dolor que amarme te provoque, que te desveles pensando en mí. Te haré llorar. Te avergonzaré, como ahora que te arrebato la toalla para ver tu desnudez, ignoraré tus quejas, y justo como en este momento, en el que no puedo controlarme, te tomaré de la cadera y como ahora, te haré el amor hasta saciarme. Llenando mis sentidos de tu aroma, tu suave piel, tu aliento.
Repetiré esta ocasión cuantas veces sean necesarias, simplemente para encadenarte a mí, para que nunca te vayas y así poder seguir disfrutando de tu terquedad, de tu mirada infantil, de los ataques de locura que me atraen tanto. Tan infantil, tan tierno.
No te quejes Shinobu, sé que sientes dolor pero tus gemidos son también de placer, me lo hace notar tu cuerpo estremecido, tus labios encendidos de deseo cuando los beso, tu cadera moviéndose al mismo ritmo que la mía. Aunque intentes engañarme insistiendo en que me detenga, puedo sentir lo mucho que te gusta que lo haga. No te quejes, porque me prendes aún más.
Hay algo en mi mano ¿Qué es, agua? No, no, son lágrimas.
Qué estúpido soy. Estoy llorando por ti, por la felicidad terrorista que me brindas. Eres tú quien me tiene desvelado, desesperado por ti, eres tú quien siempre gana las batallas desarmándome cuando creo tener todo bajo control.
-Te amo- gritas entre gemidos. Esas simples palabras, dichas por ti provocan que mi cuerpo convulsione junto con el tuyo.
Shinobu, si me amas de la misma forma en la que yo a ti, si tan sólo puedes sentir la mitad de mi desesperación, mi venganza está consumada.