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UNA SEMANA ENTRE FOTOS Y UN CORAZÓN ROTO por CheerioFan

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Notas del capitulo:

La espera fue larga ¿verdad? Lo lamento.


Bueno, debo decir que este último capítulo fue complicado, lo reescribí decenas de veces, literalmente, pero luego de ver los últimos capítulos de Glee me vi obligada de configurar todo el final.


Espero que cumpla sus expectativas, no es muy largo pero espero les guste...


Gracias por sus encantadores 150!!!! comentarios =D no saben cuan feliz me hacen.


Sin más preámbulos, el EPÍLOGO.

El campo por el que se abría paso la autopista permitía apreciar la lenta puesta de sol, los matices rojizos y anaranjados se desprendían del lejano horizonte y esos cálidos colores iluminaban un blanco y angelical rostro y encendían una cabellera rubia que era alborotada por los suaves compases del viento que atravesaba el interior del Ford Focus en movimiento. Un par de ojos color celeste se escondían tras unas gafas oscuras y su esbelto cuerpo se relajaba con la suave melodía de rock clásico que sonaba en la radio.

La chica llevaba cerca de doce horas tras el volante. Un viaje de esta naturaleza le cobraría factura la mañana siguiente, pero no podía darse el lujo de detenerse, debía llegar a su destino lo más pronto posible…

La rubia suspiró con cansancio mientras su mente se sumergía en la imagen que había imperado en su vida durante los últimos veintitrés días, en el recuerdo que le impedía dormir en las noches, en la mujer que le había robado el aliento: Santana López. Esta morena de sonrisa pretenciosa y mirada feroz era el sueño que Brittany añoraba porque fuera realidad, lo que siempre buscó. Santana era la persona por la que se debía luchar, por la que valía la pena dejar una vida para iniciar otra. Así de simple.

Fueron necesarios veintidós días, un par de cervezas y una revista de National Geographic para que Brittany Pierce se diera cuenta de que, efectivamente, deseaba con toda el alma pasar el resto de su vida con ella. Sin embargo, la incertidumbre la carcomía porque era muy probable que Santana ya no quisiera nada con Brittany, no después de lo sucedido aquel último día en el lago Erie.

--- Veintitrés días atrás…

Los primeros días en Illinois, luego de sus vacaciones, fueron sumamente dolorosos, la imagen de una herida Santana, tirada en el suelo provocaban llantos incesantes y jamás podría borrar de su memoria la mirada devastada de la morena, cuando la dejó en cabaña.

Brittany se trataba de convencer de que la rutina la haría olvidar, sería un proceso lento, pero esperaba que funcionara; el sopor de su aburrida e inútil vida la volverían insensible, entumecerían el dolor de su corazón tarde o temprano. Su trabajo de mesera en Rick’s resultaba ser un buen pasatiempo diurno, eran más de ocho horas en las que sólo debía preocuparse de ofrecer sonrisas fingidas, un buen servicio y de defenderse de las miradas acosadoras de algunos clientes. Más tarde, en la privacidad de su departamento, Santana volvería a su mente, gobernaría su existencia y la alimentaría con maravillosos recuerdos de besos y caricias ardientes.

Una semana después de su regreso, Brittany sintió que había desperdiciado su última oportunidad de felicidad, era como si el destino le restregara en el rostro algo que la rubia tuvo y disfrutó y, por idiota, dejó ir – o abandonó. Ese siguiente lunes por la tarde, al restaurante entró una pareja poco usual, una pareja de mujeres que se convirtió en el objeto de miradas inquisidoras y murmullos audibles, pero que carecían de importancia para esas chicas que eligieron sentarse en la mesa número 2, una mesa que estaba a cargo de Brittany y quien observó con envidia y ternura el intercambio afectuoso entre la pareja mientras esperaba la orden. Miró con reverencia como una de ellas – una mujer de cabello largo de color rubio cenizo y ojos avellanados – tomaba de manera tierna e inconsciente la mano de su compañera – una pelirroja de facciones casi perfectas y ojos verde esmeralda. Ese fue un día deprimente…

La soledad era una muy mala compañía, Brittany no tenía alguien con quien hablar y desahogarse, nunca le interesó hacer amistades, pero en ese momento deseó la presencia de algún amigo… fue cuando Alan Graham, un hombre de treinta y tantos años, alto y robusto, de ojos oscuros y cabello corto estilo militar y dueño del restaurant se paró frente a la rubia un par de días más tarde pronunciando simplemente un “te invito una cerveza.”

Una hora más tarde, ambos se encontraban en un bar, cerca de Rick’s, dando pequeños sorbos a sus cervezas de vez en cuando y sin pronunciar palabra alguna. Esa era una situación que empezaba a poner nerviosa a Brittany.

“No quiero que pienses que esto es una cita,” era como si Alan le hubiese leído la mente o algo parecido.

Los ojos azules de la rubia miraron sorprendidos a su jefe, no sabía por qué se encontraban en ese lugar, no sabía qué decir o cómo comportarse, así que la mujer dijo lo primero que se le vino a la mente: “¿por qué?”

Tal vez esa pregunta podía ser malinterpretada, realmente Brittany no sentía atracción por el hombre, es decir, a ella le gustaban las mujeres, o mejor dicho, le gustaba una sola mujer. Para el alivio de Brittany, Alan solamente dejó salir una pequeña carcajada, logrando que sus ojos oscuros se iluminaran alegremente, “no te ofendas, pero a pesar de que era atractiva, no eres mi tipo, soy casado,” el hombre bebió un poco de su cerveza antes de continuar, “y no creo que yo sea el tuyo.”

Brittany se sintió rápidamente relajada por lo que giró su cuerpo sobre el banco, con el único objetivo de estar plenamente frente al hombre, inconscientemente apretó la botella verde de cerveza, “¿por qué me invitaste entonces?”

La mirada del hombre encaró a la de su empleada, “esperaba que tú me dieras la razón.” La chica frunció el ceño en señal de confusión y no supo qué decir. “Eres una chica que vienes de Los Ángeles, que sin ninguna razón aparente llegaste a este pueblo. Soy muy observador, Brittany, y puedo decir que estás triste, lo has estado desde que te conocí pero después de tus vacaciones, sé que hay algo que te molesta.” Alan estudió la mirada celeste de Brittany por un par de segundos, “lo que trato de decir es que si necesitas a alguien con quien hablar, yo puedo escucharte y no te juzgaré, honestamente.”

La rubia desvió su mirada hacia el televisor al otro lado del establecimiento, se sentía conmovida por la disposición de su jefe, pero no estaba segura de poder confiar en él, “no sé…”

“Sé que eres gay,” interrumpió el hombre de inmediato. Al escuchar eso, los ojos celestes de Brittany se abrieron sorprendidos de par en par, estaba segura que había sido discreta sobre sus preferencias, no por vergüenza, sino porque no quería ser juzgada y ser objeto de comentarios hostiles, “lo supuse cuando te conocí, pero lo confirmé cuando esas dos chicas entraron al restaurant. Las miraste con envidia y tristeza, pero también con orgullo.”

Entre ellos nació un silencio un tanto incómodo. Alan esperaba que Brittany dijera algo, pero ella no sabía cómo seguir con la conversación.

“No sé qué decir,” dijo la rubia con timidez pero mirando a su jefe directamente a los ojos.

“Es tu vida, por lo que no tienes que sentirte obligada a decir algo. Sólo escucha,” el hombre se levantó de su lugar, sacando de su billetera un billete de veinte dólares, “no puedes estar huyendo de tus problemas todo el tiempo, debes aprender a solucionarlos y cuando lo hagas, créeme que la satisfacción será grata,” Alan colocó su mano sobre el hombro izquierdo de la mujer y antes de partir dijo: “debes madurar Brittany y asegúrate de irte de este pueblo, todos sabemos que tú no perteneces aquí.”

Alguna parte de la mente de Brittany esperaba que Santana entrara en cualquier momento por la puerta del restaurant para salvarla de su absurda vida y esa misma fantasía desapareció cuando las palabras amigas de Alan se clavaron en ella. Sin embargo, no sabía cómo dejar de huir, no sabía cómo buscar soluciones, no sabía nada…

Fueron necesarios días enteros antes de que un plan llegara a su mente. Todo ocurrió mientras limpiaba una de las mesas, descubriendo que uno de los clientes había olvidado una revista. La portada del National Geographic mostraba un amanecer espectacular con matices dorados, los cuales se reflejaban en las aguas cristalinas de un gigantesco lago y en la orilla más cercana, la silueta de una familia de patos hacía de la fotografía una imagen tierna. Brittany reconoció la imagen y comenzó a recorrer las páginas hasta llegar a la nota principal, en donde más de una decena de fotografías del lago Erie explicaban gráficamente la magnificencia del paisaje natural.

Tal vez Santana nunca entraría por la puerta físicamente, pero sin duda estaba salvando a Brittany de sus propios miedos…

---

Una bocina lejana obligó a la rubia a despertar de su retrospectiva. Observó que el cielo estaba prácticamente oscuro, por lo que encendió sus faros y con satisfacción se dio cuenta de que frente a ella la resplandeciente ciudad de Nueva York impedía que las estrellas se dejaran ver.

En alguna parte de esa gigantesca ciudad, Santana se escondía.

*****

Era casi media noche y Brittany estaba de pie junto con una numerosa multitud, afuera de la puerta trasera del teatro en donde se llevaba a cabo la obra de Wicked. La rubia nunca se imaginó que una obra de Broadway fuera tan popular y sonrió para sí misma al darse cuenta de que Rachel Berry había hecho su sueño realidad.

Brittany se sentía desfallecer por su tremendo viaje de catorce horas, pero no quería descansar aún, quería saber donde estaba Santana y Rachel era la única que la podía ayudar, ya que Noah Puckerman probablemente no querría saber nada de ella.

La puerta del teatro se abrió y de ella salieron un par de hombres altos y fornidos en traje negro. La gente alrededor de Brittany comenzó a gritar desesperadamente y la rubia de inmediato supo que Rachel había salido junto con aquellos hombres. En un acto desesperado, Brittany comenzó a abrirse paso entre la gente, recibiendo una que otra grosería y cuando al fin estuvo al frente, vio con horror que su amiga casi había llegado al automóvil que le esperaba. Su mente no supo qué hacer y sólo atinó a gritar: “¡RACHEL!”

La castaña de detuvo en seco y se volvió rápidamente, examinando a sus admiradores hasta que sus ojos cafés se posaron sobre una rubia alta. La actriz parpadeó un par de veces cuando Brittany levantó su mano y la saludó con emoción y una gran sonrisa. De inmediato, Rachel le susurró algo a uno de sus guardaespaldas, quien se alejó de la talentosa chica para acercarse a la rubia.

“Por favor acompáñeme señorita Pierce,” dijo el hombre mientras escoltaba a Brittany hasta el Lincoln color negro en donde su amiga la esperaba.

Una vez adentro y con la puerta bien cerrada, el vehículo emprendió su camino. La rubia no pudo evitar admirar la cantidad de anuncios luminosos de Broadway hasta que Rachel se aclaró la garganta para captar la atención de su amiga.

Los ojos azules de la chica miraron a la castaña, quien poseía un semblante serio, “hola Rache,” dijo Brittany con una sonrisa encantadora.

La actriz suspiró, rindiéndose a la inocente sonrisa de la rubia, sin embargo, no respondió al saludo, “me sorprende verte tan pronto. Tenía la ligera impresión que te tomaría un poco más de tiempo.”

La sonrisa de Brittany no se borró, se sentía orgullosa de la decisión que había tomado, “lamento haberme ido tan repentinamente.”

“Yo no soy la persona con la que deberías disculparte,” Rachel desvió su mirada hacia su ventanilla, impidiendo que su amiga viera la molestia que sus ojos denotaban.

“Por eso estoy aquí,” la rubia posó su mano sobre la pierna de la castaña, invitándola a que se volviera y la mirara, “necesito tu ayuda para encontrarla. Sólo espero que no sea demasiado tarde.”

“Britt, no sé cómo esperas que te ayude, sabes que no le agrado a Santana, no creo que quiera saber de nosotros, es más, Quinn ha tratado de hablar con ella y Santana no responde sus llamadas,” los ojos castaños de la actriz miraron hacia su regazo con tristeza, “no puedo creer que vaya a decir esto pero nunca me imaginé ver a Santana tan decepcionada y herida,” Rachel se animó a enfrentar la mirada de su amiga, “tú la heriste Brittany.”

La rubia tragó saliva con dificultad, un nudo en su garganta le impedía respirar con propiedad, “no supe manejar la situación. Me asusté, pero aquí estoy Rachel, sólo por ella,” los ojos de Brittany se empezaron a inundar en lágrimas, pero luchó por no dejarlas salir, “por favor, ayúdame. No tengo a quien más recurrir.”

Por fin Rachel se animó a tomar la mano de la mujer a su lado entre las suyas en un gesto de apoyo físico, “¿tienes en dónde quedarte?” La rubia dejó escapar una débil sonrisa, mientras se secaba las lágrimas y negaba con la cabeza, “bueno, no se diga más, te quedarás conmigo y mañana a primera hora empezaremos a buscar a la fiera de tu novia.”

Sería fácil decir que las cosas salieron a pedir de boca, sería maravilloso decir que el representante de Rachel y todos sus contactos fueron suficientes para localizar a Santana. Sin embargo, las cosas no eran tan sencillas, la fotógrafa se encontraba en un nuevo viaje y no sabían cuándo volvería y se negaban a dar más información.

Habían pasado más de dos semanas y en su afán de animar a la rubia, la actriz comenzó a alentar a la chica a hacer audiciones, a ir a entrevistas en estudios de baile y a recomendarla en obras de teatro en donde necesitaban coreógrafos, argumentando que no podía presentarse con Santana así como así, debía demostrarle que su deseo era permanecer en la ciudad y a su lado, haciendo lo que más le gustaba, bailar. Así que Brittany de inmediato acudió a las entrevistas y audiciones.

“No creí que buscar a Santana fuera algo tan complicado,” dijo la rubia un sábado por la mañana. Se negaba a perder la esperanza, pero la paciencia nunca fue una de sus virtudes. La castaña no respondió, su mirada estaba fija en su taza de té y, seguramente, sus pensamientos estaban enfocados en una rubia que no era Brittany. “¿Rache?”

La actriz subió la mirada, enfrentando a la de su amiga, “sé quién puede ayudarnos…”

*****

Brittany siguió las indicaciones de Rachel y ahora ambas se encontraban sentadas en el Ford Focus de la rubia, mientras miraban hacia un complejo de departamentos en el Bronx.

“¿Qué hacemos aquí?” Preguntó Brittany con su clásico tono confundido.

“Son las 5PM, lo que significa que ya debería estar en su departamento,” respondió Rachel más para sí misma que para su compañera.

La rubia bailarina frunció el ceño, “¿quién?”

“Noah,” confesó la actriz antes de salir del auto y dirigiéndose a paso veloz hacia la puerta del edificio.

Brittany abrió los ojos con terror. No se esperaba esto, si Rachel le hubiera dicho el plan, la rubia se hubiera negado rotundamente. La conductora del auto rápidamente siguió a su amiga, tropezándose con sus propios pies, “¡¿estás loca?!” El miedo era evidente en el susurro de Brittany, “Puck no querrá ayudarme, en lugar de eso me va a matar ahora que tiene la oportunidad.”

“¿Quieres encontrar a Santana?” Preguntó Rachel mientras abría la puerta del edificio.

“Sí, sí quiero pero…”

“Bueno, Noah es el único que sabe dónde vive,” interrumpió la castaña, “además, ha pasado más de un mes. Ya es hora de que resuelvan sus diferencias.”

Ambas chicas subieron las escaleras en relativo silencio. Brittany sentía que sus piernas le pesaban, no estaba segura de cómo explicarle a Puck lo sucedido y, bueno, primero debía convencerlo de dejar explicarle… antes de que su mente se preparara para lo que estaba por suceder, Rachel ya estaba tocando la puerta.

Hubo un pequeño lapso de espera, “bueno, creo que no está. Regresemos otro día,” se apresuró a decir la bailarina, pero antes de que pudiera darse la media vuelta y emprender la graciosa huída, Rachel la tomó del brazo al mismo tiempo que la puerta se abría.

“¿Rachel?” La voz de Puck sonaba calmada.

“Hola Noah,” saludó la castaña mientras halaba a su acompañante, “¿cómo has estado?”

Los ojos avellanados del hombre escanearon a la rubia frente a él, quien sonrió tímidamente, “Hey Puck.”

“¿Qué demonios hace ella aquí?” El rostro de Noah no se esforzó en esconder su molestia, pero no parecía querer actuar violentamente.

“Ustedes dos se deben una disculpa.”

Era raro ver a Puck tan calmado, era seguro que el tipo estuviera luchando internamente por no perder la paciencia, “creo que ya es algo tarde para eso. Ella se metió con la mujer equivocada.”

“Noah no sólo fue culpa de Brittany, Santana también propició el problema.” Los ojos de Brittany y Noah miraron detenidamente a Rachel.

“Lo siento,” los ojos azules de la rubia rogaban porque su amigo la escuchara.

“No es verdad, si tuvieras la oportunidad volverías a quitármela. Así que no me digas palabras que no sientes,” Puck estaba por cerrar la puerta pero Brittany se lo impidió.

Era verdad, Brittany no se arrepentía de haber conocido a la fotógrafa, no se arrepentía de haber compartido sus besos y haber hecho el amor con ella, jamás se arrepentiría de haberse enamorado de Santana. “Lamento haberte lastimado, sé cómo se siente, pero de verdad me arrepiento de que las cosas tomaran ese curso,” Brittany cerró los ojos y suspiro profundamente, “estoy enamorada de ella.”

Noah miró a Rachel, buscando en su rostro alguna clase de apoyo, pero su firme mirada café le daba a entender que la rubia tenía razón y sus sentimientos eran honestos y no se limitaba a una aventura sexual. El hombre caminó hacia el interior de su departamento, dejando la puerta abierta para que sus amigas pasaran libremente.

“Quinn tiene razón,” Puck se sentó en el sillón individual, invitando a que las otras dos mujeres se pusieran cómodas, “fue hipócrita de mi parte haber actuado de la manera en como lo hice. No creía en la basura del karma hasta ese día y si Finn me perdonó,” los ojos de Puck miraron firmemente a Brittany, “yo puedo hacer lo mismo. También lamento haber tratado de lastimarte.”

La rubia sonrió ampliamente para luego levantarse de su lugar y abrazar a su amigo, quien la envolvió en un gentil abrazo, “gracias Puck.”

El ambiente entre ellos se calmó. Noah se alejó de Brittany y la miró con atención, “ahora lo importante es ¿para qué más están aquí?”

“Necesito encontrarla, Puck.”

*****

“¿Flores?” Preguntó Puck con algo de indignación cuando vio el ramo de rosas rojas en las manos de su rubia amiga, “¿no pudiste pensar en algo más original?”

El rostro de Brittany mostró un tierno puchero mientras miraba el ramo, “¿qué tiene de malo?”

“Déjala en paz Noah,” intervino Rachel de inmediato, “creo que es un clásico gesto romántico.”

“Uhg, ustedes las lesbianas son tan cursis. ¿Al menos le compraste chocolates? Santana ama los chocolates.”

Brittany sonrió orgullosa cuando les mostró a sus amigos que también había pensado en ese otro detalle y provocando que Puck desviara su mirada con fastidio fingido, pues en sus labios se dibujó una pequeña sonrisa.

Los tres amigos se encontraban en el centro de Nueva York, afuera del edificio en el que Santana vivía. La noche era fresca pero Brittany sentía que su cuerpo ardía. Sabía que Santana estaba en su departamento gracias a la ayuda de Noah quien mantenía buenas relaciones con el portero del edificio y quien le había dicho que la morena acababa de regresar de su viaje por Sudamérica.

“¿Britt?” La voz de Rachel obligó a la rubia a abandonar sus pensamientos, “es hora de hacer las cosas bien, no quiero que te decepciones si te rechaza, es sólo el inicio ¿ok?” Brittany asintió con convicción, “te estaremos esperando aquí, ¿lista?”

“Lo estoy.”

Puck oprimió el botón del intercomunicador que conectaba el departamento de la morena con el exterior.

“¿Sí?” La voz de Santana taladró los oídos de Brittany, por un momento creyó que todo era un sueño, pues no podía creer que al fin la hubiera encontrado.

“Di algo,” susurró Rachel con poca paciencia.

“San, soy Brittany…”

Pasaron unos cuantos segundos y Santana no dijo nada en ese tiempo, pero de pronto, el sonido de un timbre indicaba que la puerta ya podía ser abierta.

“Ve por ella tigre,” dijo Noah al mismo tiempo que empujaba suavemente a su amiga para que se animara a entrar.

El movimiento ascendente del elevador no ayudaba en nada a las náuseas que la rubia sentía a causa del nerviosismo, el trayecto no le daba tiempo de pensar en algo bueno y épico, en realidad, Brittany no sabía cómo hablar congruentemente.

Las puertas del ascensor se abrieron más pronto de lo planeado y los ojos de la rubia miraron el interior del piso de Santana. Dio un par de pasos y miró a su alrededor, el espacio era gigantesco y el diseño interior parecía costoso, el suelo era de madera fina, los muros estaban pintados de suaves matices color arena, algunos acabados eran de ladrillo claro y decorados con numerosas fotografías de diferentes tamaños. Los gigantescos ventanales mostraban las luces de la ciudad de Nueva York y junto a éstos, estaban los muebles blancos de la sala, un poco más al fondo estaba el comedor de cristal, la cocina y un pequeño bar. Al otro lado del departamento, se divisaba un pasillo, delineado por algunas plantas, flores y las puertas de las habitaciones…

“No creía que te volvería a ver,” Santana emergió de uno de los cuartos y Brittany no pudo evitar admirar a la mujer que ahora se acercaba a ella. Su caminar parecía ser en cámara lenta, su cabello negro estaba atado en una sexy y desordenada coleta, vestía unas sandalias negras, unos jeans desgastados y una blusa blanca holgada que le gritaba a la rubia que no había nada más abajo.

Santana se detuvo a una considerable distancia, mirando a Brittany de arriba abajo, estudiándola con detenimiento, en sus ojos no había malicia o enfado, su lenguaje corporal le indicaban que no estaba a la defensiva, pues sus manos estaban en sus bolsillo y no en su clásica pose de brazos cruzados. Brittany se perdió por un segundo en la ya casi imperceptible cicatriz en la ceja de la latina.

“Esto es para ti,” dijo de pronto la bailarina, ofreciéndole los regalos a su amante y cómo esperaba, Santana no los aceptó, “no quería venir con las manos vacías.”

“¿Cómo me encontraste y por qué estás aquí?”

Brittany se sintió incómoda, “Puck me dijo donde encontrarte.” Santana enarcó las cejas, parecía estar sorprendida ante la mención de su ex novio y, sobre todo, le sorprendía que estuviera dispuesto a ayudar a Brittany, “llevo semanas tratando de encontrarte, Rachel lo intentó, pero fue Puck quien realmente logró algo.”

Santana se dirigió al bar, “me imagino que Noah ya está más calmado. Me alegro por ustedes, ya son amigos de nueva cuenta.” Dijo la morena mientras se servía un shot de tequila.

“San yo…” la rubia se acercó cautelosamente a la otra mujer, “no debí haberme ido…”

“Querrás decir huido,” interrumpió la fotógrafa.

“Huido,” repitió la rubia, “me asusté, me sentí inútil. Por mi culpa te lastimaron y te pido perdón.”

Santana bebió rápidamente su trago. “¿Realmente crees que unas flores y, lo que supongo son unos chocolates arreglarán todo?” Brittany no respondió, “me dejaste, te dije que te amaba y me dejaste ¿qué esperas que haga, Brittany? Dime.”

“Salir conmigo… en una cita, quiero decir.”

La morena frunció el ceño, “¿crees estar preparada para algo así?”

“No quiero seguir huyendo. Estoy aquí para hacer las cosas bien, para hacerte entender que no me voy a rendir, estoy enamorada de ti… te amo Santana.”

La rubia podía jurar que en los labios de la fotógrafa se dibujó una fugaz sonrisa, “unas rosas y unos chocolates no son suficientes,” dijo la mujer mientras se acercaba a Brittany para luego tomar los regalos, asegurándose de que sus yemas rozaran la piel de la rubia, “pero son un inicio.”

El rostro de Brittany se iluminó con una sonrisa, “¿eso quiere decir…?”

“Mañana, a las 8PM, no llegues tarde,” declaró Santana para luego inhalar el aroma de las rosas.

*****

No es que Brittany contara los días, pero pasaron 35 días antes de que sus labios volvieran a probar los de Santana. Pasaron aún más días antes de que sus cuerpos se reencontraran, esa vez en la cama de la latina, envueltas en las suaves sábanas, eso fue nuevo y lo más excitante que su cuerpo pudo haber experimentado.

La vida le sonreía y a pesar de que algunos decían que la perfección no existía, Brittany podía asegurar que su relación con Santana se acercaba bastante. Cada momento con ella, cada cita, cada pelea y reconciliación hacían de su noviazgo algo único en el universo.

Con la llegada de Quinn a Nueva York y al departamento de Rachel, Brittany se vio obligada a mudarse. Su trabajo como coreógrafa en una nueva obra de Broadway y su trabajo de maestra en Julliard le permitían adquirir la responsabilidad de un departamento propio, pero eso no fue necesario porque se mudó con su fotógrafa de inmediato. Al llegar al departamento de su novia, se sorprendió cuando una parte del lugar había sido adaptado para que la rubia pudiera practicar sus bailes cuando quisiera y ese fue uno de los mejores regalos que Santana le pudo haber dado, era más de lo que alguna vez pudo haber pedido.

La satisfacción era insuficiente para describir lo que Brittany S. Pierce sentía cada noche cuando se quedaba dormida en brazos del amor de su vida…

Notas finales:

Bien, pues esto es todo. Gracias por leer!!!!


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