Era otro de los tantos días tranquilos en Konoha desde que estaban en tiempos de paz. Las calles poco transitadas de la mañana, el canto de los pájaros y la peculiar sinfonía de las hojas al ser acariciadas por la brisa.
La gente sabia que debía disfrutar de tiempos como esos, ya que a pesar de la tranquilidad, la interrupción de la misma debido a un ataque era una posibilidad.
Un joven de piel tostada caminaba con desgano hacia el campo de entrenamiento, siendo acompañado por un pequeño perro color blanco que trotaba junto a él, caminaba con la mirada perdida en el suelo, absorto en sus propios pensamientos, de vez en cuando daba un largo suspiro tratando de calmar la angustia de su corazón.
Akamaru, su fiel compañero, conocía muy bien a su dueño y sabia que había algo que lo mantenía en ese estado. De hecho sabía muy bien quien era el responsable del repentino cambio de actitud de Inuzuka.
El chico enérgico y desafiante había quedado atrás. dando paso a esa nueva faceta de su personalidad. Y había solo un culpable: Aburame Shino, su compañero de equipo.
El joven ninja sabía perfectamente que su colega era algo extraño, de hecho todos estaban conscientes de eso. Tratar con él resultaba un tanto incomodo o complicado. Es decir: a quien no le resultaría incomodo tener que relacionarse con una persona que no dice mas de 10 palabras seguidas?, o que cuando lo hace dice cosas sobre los insectos que sólo él mismo parece comprender. Pero, la verdad es que Kiba creia haber llegado a formar una buena relación con el chico de los insectos… aunque, al final esa relación, había dado un par de vuelcos drásticos.
Al principio simplemente no se llevaban, ya que Shino tenia la mala costumbre de contradecir todo lo que el castaño dijera; luego habían comenzado a hablarse (de hecho sólo Shino era capaz de bajarle los humos), y finalmente, se habían vuelto grandes amigos.
Y todo para qué? Para que de la noche a la mañana terminara ignorándolo y siendo más frio que al principio. Simplemente ya ni siquiera se dirigían un saludo ,y si lo hacían, era solo por mera educación.
Claro que tal vez la solución era más que sencilla: simplemente ir y preguntar la causa de ese cambio repentino de actitud…pero perdía todo coraje y simplemente la pregunta se quedaba en su garganta, perdiendo así la posibilidad de recuperar su amistad… si es que alguna vez había existido.
Akamaru ladró un par de veces tratando de animar a su dueño. Kiba se detuvo, dirigió su atención al pequeño animal y esbozo una pequeña sonrisa, luego se inclinó y le palmeo el lomo con suavidad.
-no te preocupes, estoy bien- dijo tratando de sonar animado- no voy a dejar que me deprima- Akamaru, juguetón, comenzó a correr y Kiba salió a la carrera detrás de él, ya que el punto de reunión se encontraba a unos 150 metros de donde ellos estaban parados. Durante esa corta carrera el ninja se sintió despejado, solamente le siguió el juego a ese animalito que siempre seria su compañía.
Pero apenas puso un pie a pocos metros del lugar, se quedo estático. Le comenzaron a sudar las manos, temblaba como una hoja y su corazón dio un brinco… desde donde se encontraba se podía percibir claramente el aroma del chico de lentes, aunque no podia verlo aun.
Estuvo varios minutos parado, debatiéndose entre avanzar o salir corriendo en dirección contraria; de no ser por kurenai-sensei hubiese tomado la segunda opción.
La mujer de ojos rubí apoyo su mano en el hombro de su alumno y juntos fueron al encuentro de Aburame, que en ese momento se entretenía observando un escarabajo trepar por el tronco de un árbol.
-buenos días - saludo la sensei que, por mantener su mano en el hombro del muchacho, podía percibir que temblaba ligeramente-están conscientes de que la razón de nuestro encuentro es por entrenamiento. Comenzaran por…
-pero, sensei-interrumpió Kiba- no deberíamos esperar a Hinata?
En ese momento Shino suspiro pesadamente, entendía perfectamente el motivo de ese entrenamiento.
-lo que ocurre es que el equipo no esta funcionando debidamente- dijo ella cruzándose de brazos-últimamente están evitándose. Un equipo que no se encuentra unido esta en desventaja y por lo tanto es vulnerable frente a los ataques. Entre ustedes dos pasa algo y eso los pondrá en peligro durante una misión.
Kiba lanzaba miradas a su compañero furtivamente tratando de adivinar que estaba pensando en ese momento. Por supuesto no lo lograba, ese chico era todo un misterio.
-en que consistiría nuestro entrenamiento?- pregunto Shino.
- será muy sencillo- respondió kurenai – un entrenamiento en el cual practicaran ataques combinados para aprender a confiar el uno en el otro, por lo tanto- se dirigió a Kiba – en lo que dure el entrenamiento no podrás llevar contigo a Akamaru.
-QUEEEE!!! PE…PERO SENSEI, AKAMARU Y YO- intento oponerse Kiba, mientras Akamaru gruñía molesto.
-como ya dejé en claro- prosiguió- durante el entrenamiento, debes aprender a confiar en Shino y viceversa. Akamaru solo será un obstáculo. El entrenamiento durara un total de 3 noches y 2 días comenzando esta noche, ambos compartirán una tienda y ,al finalizar todo el trabajo, se los enfrentara con Sasuke y Naruto – dicho esto la sensei extrajo de su bolsa un lazo de color rojizo y se los enseño a sus alumnos- esto los ayudara durante este tiempo.
La sensei se acerco a Shino y le ato ese lazo en la muñeca, Kiba observaba confuso las acciones que realizaba su maestra. Luego , la sensei tomo una de las manos de Kiba y ato con el otro extremo del mismo lazo de esa muñeca.
El resultado fue el siguiente: Shino y Kiba unidos por el lazo, el primero atado en su muñeca izquierda y el segundo en su muñeca derecha.
La sensei hizo algunos signos e inmediatamente el lazo desapareció.
-que es esto?- pregunto Inuzuka totalmente confundido por las acciones realizadas por la sensei .
Kurenai sonrió espléndidamente- es un sencillo jutsu de unión. Lo que quiere decir, que este lazo no permitirá que ustedes dos se alejen el uno del otro- rio levemente- cuando uno de ustedes dos intente dejar al otro, el lazo se acortara. Pero no se preocupen podrán maniobrar perfectamente cuando lo necesiten.
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Los jóvenes ninja ya habían terminado de preparar la tienda, antes de eso habían surgido un par de problemas. Shino había propuesto que él se encargaría de armar la tienda y Kiba buscaría algo de agua y que comer, ya que el sitio donde se hallaban era un tramo de bosque cubierto sin mucho espacio libre y la sensei los hacia pasar la noche, por lo tanto debían encargarse de todo a prisa.
La dificultad había surgido cuando Kiba salió en busca de lo necesario. Al alejarse a una distancia considerable, sintió que el lazo se ciño mas a su muñeca y se acortó. Por tanto, los dos habían tenido que dirigirse en la busqueda juntos ,lo que no costo mucho ya que uno de los insectos de Shino los guio.
En todo el tiempo que habían pasado juntos, no se habían dirigido ni 20 palabras, solo las necesarias para hacer una pequeña pregunta y contestar.
Kiba sentía que no soportaria mucho mas de ese silencio, era demasiado incomodo. Trataba de no ver a Shino a la cara… lo mas incomodo eran esos lentes, si solo pudiese mirarlo a los ojos tal vez veria en ellos una pizca de pena.
-será mejor comenzar el entrenamiento mañana temprano- sugirió Kiba- nos conviene descansar bien esta noche.
- de acuerdo- respondió tajante Shino y luego se recostó bocarriba en el futón.
Kiba no podía sentirse mas miserable, nuevamente desde lo mas profundo de su ser, sentía la necesidad de preguntarle a Shino. Pero como tantas otras veces solo guardo silencio y se quedo mirando a su compañero que tal vez se encontraba dormido o tal vez despierto, era difícil saberlo debido a los anteriormente nombrados lentes oscuros.
Ese era tal vez otro de los obstáculos entre los dos, el hecho de estar con otra persona durante tanto tiempo y no saber siquiera como seria su rostro.
Kiba se sentía tan solo y vulnerable, ni siquiera contaba con la compañía de Akamaru y lo necesitaba en ese momento. Sentirse acompañado, tranquilo y dejar a un lado ese nerviosismo y esas enormes ganas de gritarle a Shino dos o tres cosas en la cara y salir corriendo. Sonrió con amargura al pensar que no podría lograrlo gracias al jutsu que les había sido aplicado y, según comprobaron, resultaba efectivo.
Volteo para ver a su compañero, el cual respiraba acompasadamente, así que dedujo que se había dormido. Cerró los ojos y aspirando suavemente el aroma de Aburame se sintió extrañamente confortado, tras unos minutos cerro los ojos y se rindió ante el sueño que hacia varias noches no podia conciliar.
Por su parte Shino había esperado impaciente que Kiba se durmiera, se acerco a él lentamente y se sentó a su lado. No llevaba puesta la capucha por lo que su cabello caía libre, se inclinó lentamente hacia él y aspiro el aroma de su castaña cabellera. Sonrió con tristeza, desde hacia varios días soñaba con tener así al chico, tan cerca que solo debía animarse a probar los tentativos labios de su compañero. Tan cerca que podría acariciarlo como hacia solo un par de noches había comenzado a desear tocarlo, marcar su piel para reclamarlo como suyo.
Sin embargo allí estaba, conformándose con acariciar suavemente con su pulgar el rostro de ese jovencito, concentrándose en las rojizas marcas ubicadas en sus mejillas.
Sin poder evitarlo, se ubicó posando su mano del otro lado del cuerpo del bello durmiente, de forma que sus rostros quedaron a escasos milímetros. Podía deleitarse con el cálido aliento que escapaba de los labios entreabiertos de Inuzuka, se veía tan frágil, tan tierno, tan vulnerable. Ya le parecía imposible poder contenerse sin robarle aunque sea tan solo un pequeño roce de labios.
La única razón por la cual mantenía la distancia que había trazado entre ambos era solo una: los sentimientos que Kiba había logrado despertar en él no eran, ni serian, aceptados. Aunque a él no le interesara un cuerno lo que opinasen los demás, el hecho de lastimar al chico de mirada salvaje, le rompía el corazón. Esa era la verdad oculta detrás de su distancia y su indiferencia. No podía perdonarse por el hecho de lastimarlo…
-buenas noches, Kiba- susurro luego de depositar un suave beso en la frente del castaño- “sea cual sea el precio, no dejare que sufras”- fue lo ultimo que pensó antes de dormirse.
Pero no se daba cuenta que con esa actitud solo lo hería mas… a Kiba…y a si mismo