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A los caprichos del príncipe se sirve con gusto por sue

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Notas del capitulo:

 

Konnichiwa!! ^o^ ¿Cómo se encuentran el día de hoy? Yo estoy muy feliz porque vienen a leer mi pequeño fic je je espero que les guste el capi, porque cuando lo escribí le puse de mi amor n///n

 

 

 

 

- ¿Una party? Tengo que llevar mi mejor vestido – Lizzy iba de un lado a otro volviendo loca a Paula.

 

 

 

- Pero señorita, se ve linda con éste vestido que le escogí.

 

 

 

- ¡Noooo! Te dije que tiene que ser rosa – Hizo un puchero.

 

 

 

Por otro lado Ciel no podía estar más apenado. Aquella mañana Sebastian le usaba de pareja para enseñarle a Soma “a bailar”.

 

 

- 1, 2, 3, 4… Observen como su pareja se deja llevar por sus pasos… - Movía al conde a donde quisiese, cual muñeca de trapo.

 

 

 

- ¡Ouch! – De nuevo chocó con el pecho del mayordomo y su rostro adquirió ese encantador color rojizo.

 

 

 

- Ejem… se trata de dejarse guiar… no de ir a donde le lleven – Espetó con un tono de profesor de baile descompuesto ante la torpeza de su alumno - Ahora joven Soma ¿Me expliqué bien?

 

 

 

 

- Ajá… - Soma se giró hasta hallar a un Agni anonadado ante la escena que estaba ante sus ojos. Había que destacar que Sebastian bailando con su amo se veía ¡Divino! – Agni –Mostró su mano al peliblanco.

 

 

 

Agni se impresionó, le estaba pidiendo bailar ¿Qué debía hacer? ¿Estaba bien que alguien de su posición bailara con alguien de tan alta alcurnia?

 

 

 

- Príncipe Soma - ¿Qué más daba? Ya estaba ahí y con la mano del menor en la suya.

 

 

 

- 1, 2, 3, 4… Giren como si sus pies flotaran en el aire – Mencionaba el mayordomo negro, quien llevaba los pies del joven conde encima de los suyos. Ya no iba a permitir que le volviese a pisar o le diese en la espinilla… ¡Eso jamás!

 

 

 

- Es usted tan bueno príncipe – El peliblanco se impresionaba ante la manera tan delicada con que el muchacho se deslizaba por el amplio suelo.

 

 

 

Aún así su mano en la cintura de Soma era demasiado para él, sentía como si estuviera cometiendo alguna falta grave, ¿Qué grave? ¡Una falta imperdonable! Después de todo no estaba bailando con cualquier ser, estaba bailando con su Dios.

 

 

 

- “Ahhhh…veo que los cielos me han bendecido” – Era otro de los pensamientos que abarcaban a Agni, pues la sonrisa divertida de Soma lo hacía sentirse lleno de dicha y olvidarse de que estaba haciendo algo que no debía.

 

 

 

- Je je ¿Qué te parece? Nada que ver con los bailes de la India… Creo que voy a vomitar de tanto girar ja ja – La mano en el hombro del alto moreno se deslizaba ahora hasta el brazo del mismo.

 

 

- ¿Quién lo hubiera imaginado? – Exclamaba Sebastian viendo a la pareja bailar con total sincronía – El joven Soma lo deja a usted como un novato inexperto, a pesar de que hemos practicado estos pasos muchas veces antes.

 

 

 

- ¡Tsk! – Ciel apartó la vista. La verdad era que no quería estar ahí haciendo el ridículo, pero Sebastian había usado de excusa las ganas de bailar del príncipe para cumplir parte del itinerario, no saber bailar es un pecado entre las personas de la alta sociedad y lo sabía – Creo que ya es suficiente… - Trató de apartarse del mayordomo pero éste lo acercó con rudeza, haciendo que chocasen de nuevo - ¿Pero que haces Sebas…?

 

 

 

- …

 

 

 

- Se…bastian…

 

 

- No es nada.

 

 

- …

 

 

- Bien – El mayordomo negro se separó con delicadeza del conde de Phantomhive y aplaudió a la pareja, quien se hallaba muy juntita – Eso es a lo que me refería con ser uno con la música.

 

 

 

- Je je ha estado fácil – Soma sonreía.

 

 

- Es usted un gran profesor mayordomo-san.

 

 

- ¡Pero no se detengan! – El pelinegro hizo un gesto con su dedo - De nuevo…. 1, 2, 3, 4…. 1, 2, 3, 4…

 

 

Agni y Soma de nuevo formaban parte de la danza, girando y deslizándose a través del conteo del ojirojo.

 

 

 

- ¡Wow! ¡Que lindo! – Finny admiraba con ternura.

 

 

 

- Son unos buenos bailarines – Meirin igualmente ensimismada.

 

 

- Hay que ver que hay gente que nace para bailar… y otra que nace para…

 

 

 

- ¡¿Qué hacen ustedes aquí?! – Gritó Ciel molesto ante las ovaciones - ¿Qué no deberían estar metidos en sus asuntos?

 

 

 

- ¡¡Si señor!! – Los tres recién llegados salieron disparados de la habitación.

 

 

 

- 1, 2, 3, 4… 1, 2, 3, 4… - El pelinegro continuaba llevando la danza.

 

 

 

Ciel no aguantó más y se retiró. Naturalmente Sebastian lo notó. Más continuó enseñando al joven príncipe.

 

 

 

Recostado en una de las paredes cerca de la habitación, el conde permanecía inmerso en lo acontecido en el salón de baile ¿Qué significaba aquella mirada tan extraña que le había dirigido Sebastian cuando le había dicho que ya era suficiente? A su mente regresó esa mirada, tan profunda… como pidiéndole que se quedase a bailar con él, junto a él… ¿Pero que demonios estaba pensando? El mayordomo de seguro se burlaría de él si se enterase de que estaba pensando semejantes sandeces… Ciel trató de calmarse, sentía la cara caliente por lo que intuía que de nuevo se había sonrojado, y no era para menos, ya que al evocar de nuevo cuando el ojirojo lo tuvo contra su pecho algo en su entrepierna comenzó a molestar…

 

 

 

- ¿Aún no se ha decidido que ponerse? “¿Y cómo está tan segura de que en casa del conde habrá  una fiesta?”

 

 

 

- ¡¡No!! No puedo volver a usar éste vestido frente a Ciel… - Lizzy aumentaba la montaña de vestidos rechazados - ¡Ya sé Paula! Vayamos a comprar unos nuevos.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

 

Espero que haya sido de su agrado n.n hasta la próxima corazones!! Bye Bye!!

 

 


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