Instinto
No había tardado demasiado en encontrar a Jack, Kyra ahora, y había cambiado, mucho, y no solo su nombre. Además parecía enfadada, pero eso no le importaba, ella estaba a salvo y pronto libre, lo demás eran nimiedades. Uno de los líderes entre los presos había sido lo suficientemente inteligente como para querer unirse a ellos en la huida. Él supuso que porque le había visto acariciando al perro del infierno. Tan impresionable por aquí, ju, ju… Pensó con esa sonrisa sardónica, la única que al parecer tenía en su repertorio, y que siempre enviaba escalofríos a los frágiles humanos.
No tardarían mucho en partir, pero antes de salir Riddick tenía que encontrar aquello que estaba en las profundidades de la prisión, así que ordeno a todos que se prepararan mientras él iba al encuentro de… es realidad lo que fuera no le importaba, solo quería ver de qué se trataba y si podía ser útil para él o interesante. Si no, simplemente se daría la vuelta y se marcharía.
Riddick comenzó a bajar por los bloques de celdas hasta los niveles inferiores, donde más oscuro estaba. Se quito las gafas que siempre le acompañaban y siguió el tortuoso camino de bajada hasta que llegó a una pared. Y la pared se sentía extraña, Riddick paso la mano por encima y sintió un cosquilleo en la punta de los dedos. Aquí hay algo. Pensó, así que intento encontrar algún interruptor para desactivar la falsa pared, pero no había nada.
Riddick se estaba empezando a impacientar, y pensó en largarse, pues parecía que su viaje hasta aquí estaba resultando infructuoso. Pero entonces, una extraña calma le inundo, una calma que venía del exterior de su cuerpo, y estaba seguro que le llegaba de lo que había detrás de ese muro. Y entonces lo vio. La pared frente a él estaba llena de símbolos que emitían una inquietante luz (no qué eso inquietara a Riddick…).
- ¿Qué demonios…? – Dijo en voz alta. Entonces, en lo recóndito de su mente resonó un cántico cuya cadencia y tono implicaba mando y sometimiento. No supo cómo pero sabía que tenía que “cantar” en voz alta si quería descubrir que se escondía detrás de esa celda de piedra, magia y runas. ¿Magia, Runas?. Riddick no sabía de dónde había venido ese pensamiento, pero para él estaba claro, aún por inverosímil que pareciera, que era eso lo que tenía delante de él.
Así pues la profunda voz de Riddick comenzó a extenderse por el lugar. Era un idioma que él no entendía, pero sabía que esas palabras poseían poder, su cuerpo vibrada con el místico cantico que él producía, de su mente a sus labios. No comprendía completamente lo que estaba ocurriendo, pero era nuevo, extraño y poderoso, y a él le gustaba como se sentía esa clase de poder. Un poder antiguo que se asemejaba al que de él surgía en los momentos de más necesidad, algo que se podía comparar en cierta medida con “el poder de sus instintos”, un poder semejante, pero diferente.
Cada vez su voz sonaba más fuerte, sentía que estaba llegando al punto culminante, en su frente se acumulaban gotitas de sudor y su cuerpo brillaba por la transpiración producida por el esfuerzo. Y en una parte de la mente de Riddick fluían pensamientos, que derivaban entre el sarcasmo y la diversión, por como de agotador podría ser cantar.
Pero no tuvo tiempo de pensar en mucho más, pues el cántico había terminado y la pared comenzó a temblar. Y a pesar del cansancio que le invadió se negó a doblarse para recuperarse. Al fin y al cabo él era demasiado orgulloso para dar tal muestra de debilidad, más aún ante lo que fuera que estaba tras ese muro.
Los extraños símbolos, que habían comenzado a titilar desde que comenzó con su canción sin percatarse de ello, ahora estaban brillando intensamente. Tanto así que tuvo que volver a colocarse las gafas sobre los ojos. Cuando la pared empezó a deslizarse, Riddick no pudo evitar que su cuerpo se tensara, así, cuando el muro de abrió completamente Riddick posó su vista en una menuda figura, de la que parecía emanar una luz interior.
La imagen se fue haciendo más nítida a sus ojos y lo que se reveló tras ese muro le sorprendió bastante, y lo que vio le hizo curvar sus labios en una sonrisa de las suyas. Ante él se presentaba un niño de no más de 15 años de edad, pero entonces posó la mirada en los verdes ojos del niño, unos ojos que desmentían la edad que su pequeño cuerpo indicaba tener. Unos ojos antiguos que poseían poder.
El “niño” poseía un brillante pelo azabache largo hasta las caderas, no era muy alto y su cuerpo era menudo, pero fibroso, en general su fisonomía parecía bastante ágil; y su rostro era más delicado que otra cosa, además sus orejas daban la impresión de ser puntiagudas, pero lo que más llamó la atención de Riddick fueron sus ojos, unos ojos verde esmeraldas en los que se vislumbraba el poder de su poseedor. Me gusta. Pensaron a la vez, sin saberlo, las dos figuras de pies en la oscuridad.
Continuara?????
Sí continuara así que no os preocupes