Mi nombre, aunque no es importante, lo diré... pues soy yo, Aeneas Xenidis, quien les contará la más enternecedora historia de amor.
Desde que tengo memoria he sido un chico algo tímido, generalmente me encontraba solo, y más comúnmente encerrado en mi habitación, entre esas seis paredes embarnecidas por la angustiante y desolada infancia de una pobre alma embrutecida, asfixiándome entre los tristes y amontonados libros. Mi primer, y quizá único amigo, era Shiô Lemonis quien vivía tan solo a tres casas de la mía. Entre nosotros se formó, sin duda, una amistad imperturbable, pero como muchos consideran de la amistad nace el amor y me enamoré de mi mejor amigo. Que original ¿no?
A pesar de mi timidez decidí darle a conocer mis sentimientos a Shiô, tenía, además, indicios de que en él comenzaba a florecer un sentimiento similar. Mis insinuaciones, que eran abundantes debo aclarar, parecían no molestarle, muy por el contrario, me incitaba a continuar.
** - Shiô, sabes cuan importante eres para mi ¿verdad?...
- Sip.
- y que te qui...
- Aeneas, das muchos rodeos... si me quieres tanto ¿por qué no solo me lo demuestras?...**
Eso se escuchaba fácil, sin embargo yo, un chico que no sabe como lidiar con las personas, jamás podría tratar con una situación como esa.
Busqué la manera adecuada de hacerlo, lo juro. Pero solo conseguía enredar mis pensamientos, maquilar ideas absurdas y hundirme en el abismo de la desesperanza. Me quedaba poco tiempo así que me esforcé al máximo y allí en un rincón de mi habitación, mientras me ahogaba por la desesperación, llegó a mí como un flash instantáneo. Eso seguramente le alegraría, había hablado anteriormente de ello y se le veía entusiasmado.
** - ¿No te parece esto aburrido?...
- ¿el qué?
- la vida rutinaria que llevamos, ver siempre los mismos rostros, las pálidas paredes del vecindario, la cansada estructura del colegio...
- a mi me parece bien...
- Si bueno, esto está bien, pero en ocasiones necesitamos un descanso ¿no crees?... una pequeña escapada del mundo...
- quizá...**
Así es, eso es lo que puedo hacer pensé, "una escapada del mundo", pero mi presupuesto era demasiado bajo y no podría costearle un viaje, así que debía apañármelas para cumplir mi reciente proyecto.
Pensé y pensé durante mucho tiempo, y lo único que se me ocurrió fue lo que ya había leído en uno de los tantos libros, así que, en vista de que no tenía una mejor idea decidí llevarla a cabo.
Todo estaba listo, mi plan era perfecto y nada podía salir mal así que me embarque con decisión y determinación, no iba a arruinar mi oportunidad de oro.
Salí de casa ya con todo lo necesario para mi sorpresa especial, cargaba solo lo indispensable, una manta, un regalo que recién había preparado para él y algunos juguetitos que seguramente alegrarían la noche, me encontraba entusiasmado de verdad, así que apresure el paso lo más que pude. Al llegar a su puerta me armé de valor para tocar el timbre, parece imposible pero a esa altura ya me estaba acobardando.
Estuve a punto de salir corriendo de no ser por que Shiô abrió la puerta y me ordenó entrar:
- ¡Ya era hora! Vamos no puedo esperar más
-... (Adiós sorpresa)
No espero un solo instante y me llevó a su habitación, de sorpresa me tiro sobre su cama y se posó sobre mi.
- que bueno que al fin te decidiste- susurró suavemente en mi oído, más parecía un ronroneo- ya me estaba cansando.
- e-espera, yo no- le dije tratando de interrumpir el trabajo tan diestro de su mano que desabrochaba vorazmente mi pantalón- Shio... - no pude evitar gemir con la sensación de su cálido aliento en mi cuello, erizando toda mi piel con el tacto de sus labios en mi clavícula. ¿En qué momento me había quitado la blusa? Aún no encuentro la respuesta.
-Vamos no seas cruel- dijo ensanchando su sonrisa mientras me abrazaba con más fuerza.
- E-es que yo te traigo un regalo- dije tratando de zafarme de su agarre, en verdad quería seguir pero uno debía tener sus prioridades ¿no? En ese momento mi prioridad era hacerlo feliz, luego me encargaría yo de disfrutar de él completamente.
-mmm... tienes 1 minuto- susurró dejándome libre con semblante resignado.
Acelerado, emocionado, definitivamente entusiasmado baje las escaleras, arrebate mi mochila de la custodia del sofá y regrese sobre mis pasos, nuevamente ante mi estaba su habitación, arreglada como siempre, en penumbras, aún así su silueta resplandecía, siempre deslumbraba... la duda apareció, ¿Quién era yo para tratar de alcanzar algo tan radiante?... ¿En verdad será que no nací para dar felicidad a alguien?... Mi Padre... Mi Madre...
Entonces llegó a mí...
**- No puedo hacerlo Shio! En serio!
-¿Cómo sabrás si no lo intentas?...**
Shio siempre me ayudaba... ahora era mi turno de ayudarlo... Escaparíamos juntos... <¡Lo Haré!>
Aún con la incógnita deslice lentamente el cierre de mi mochila, adentre mi mano en ella y tome tímidamente el regalo, lo saqué titubeante de su prisión y deseche la desgastada alforja... otorgue una ultima mirada al metálico brillo platinado de la hermosa, no, magnífica daga alemana de mi padre, su orgullo. Acaricie sus 22 cm de fría suavidad rogando me diera nuevamente el valor...
¡No huiría de nuevo!
Brillaré como lo hace la dura y aún flexible hoja afilada ahora firmemente sujetada por mi diestra. Ya sin dudas me acerqué zorrunamente, sigiloso, a la luminosa figura aun de espaldas.
- Tardaste mucho, poco más y voy a buscarte- dijo alegre mientras volteaba dejándome ver su hermosa sonrisa. Si existían aun dudas en mi interior, su sonrisa las ha desvanecido... lleno de felicidad no pude evitar devolverle la sonrisa mientras asestaba la primera estocada.
AAAAARRRGGHHHHH!!!!
Su voz inundó la habitación repentinamente. Mis sentidos parecían agudizarse. Podía oler sin problemas el aroma escarlata que resbalaba por la daga, escuchar la sangre siendo bombeada por el corazón, que parecía poco a poco rehusarse a continuar su labor. Veía con presteza cada detalle de las facciones de Shio. Era todo tan sublime.
-¿Po...por qué?...A-Aeneas...-solto ahogadamente entre suspiros mientras caía en la suave cama...
- ¿Acaso no es obvio?- respondí desbordando felicidad- ...Shiô...- Susurre felinamente posándome sobre sus caderas-... yo...- alcé la daga hasta donde mis brazos me permitieron y -...TE AMO!!!!! -...se fue de viaje.
Permanecí a su lado el resto de la noche en ese lecho carmesí, sintiendo su calor desvanecerse lentamente, esperando su regreso...- vuelve pronto Shiô... comienzo a extrañarte...- susurré aferrándome mas a él...
Ahora estoy aquí encerrado en paredes grises, gélidas. Observando los gruesos barrotes de una jaula.
Estoy aquí, recluido, por que el hombre no conoce la verdadera esencia del amor, no sabe amar... Sí, ¿no es eso absurdo?, me han encerrado por amar...
** -¿Por qué lo mataste?
- No esta muerto, solo ha ido de viaje...
- ¡Joder! ¿Por qué lo mataste?
- Él volverá pronto...
- ¡¿Por qué lo hiciste?!
- Porque... Lo Amo...**
Y tú... ¿sabes lo que es amor?
¿Amas a Alguien?