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Dammed!, soy un Hombre Lobo por katzel

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- ¡HEYYYYYYYY! ¡SERÁ MEJOR QUE ME EXPLIQUES QUÉ...!

Otro golpe en el vientre me hizo callar.

Por fin el silencioso Bernard se atrevió a decir:

- Todas las damas escogidas por tu padre pertenecían a familias con el gen recesivo de los licántropos. Siempre tuvo sus reservas para con los humanos puros. Aunque a los ojos de la ley sigan siendo simples mortales, lord Krantz esperaba cierta convivencia tranquila con su futura esposa, basado en la potencialidad que ellas tendrían de convertirse en miembros activos de nuestra raza. Los licanos nacidos de humanos netos, por lo general son seres abyectos y en extremo peligrosos... en cambio, los que tienen oculta nuestro gen conservan sus facultades por completo.

- Entonces los Callabry...

- Está comprobado... son recesivos... pero con una gran tendencia a desarrollar sus habilidades. En el caso de ambos, Dave heredó gran parte de las características de su padre...

¡De qué iba esa cháchara! ¡Licanos! ¿Y esos quiénes eran? ¿por qué se esforzaban en usar las palabras "monstruo" y "humano" alternativamente?

Nicthime volvió a levantarse tan violentamente como se había sentado y esa fue la segunda vez que me miró. Fue tan salvaje que me vi obligado a ocultarme tras el sirviente. Cielos... qué aterrorizantes eran sus ojos cuando quería utilizarlos como navajas.

Cruzó los brazos y luego giró hacia la chimenea.

- Intercambio... me encantaría mandar al diablo esa regla y a los que participaron en su creación.

A la imprecación le siguió el silencio largo y la evaluación profunda. Por fin, el señor Krantz se decidió a dar su veredicto.

- Lo tomaré... ya que me habéis atrapado. Definitivamente eres hija de Stan Callabry... no es la primera vez que uno de ustedes nos acorrala. Niña... escucha bien: no volverás nunca a este palacio ni recibirás una sola moneda de oro. A cambio no te echaré al foso para que te coman las fieras. Acabas de insultar a la máxima autoridad de este lado del no-mundo y ya encontraré la forma de hacerte pagar sin violar el código que he jurado proteger. Considérate afortunada con eso.

- Pero...

- Al proponer el Intercambio, se considerará a Dave el viudo de mi padre y por consiguiente, mi matrimonio con él legitimará mi ascensión al trono. La fortuna será suya y quedarás libre de tu promesa. ¿Sigues pensando en llevar esto adelante?

Yo estaba congelado. Dos semanas antes lavaba platos y mi única lucha era contra la grasa que se pegaba al borde de la locería. ¡De allí a ser viudo de un señor que se había casado con mi hermana y que al parecer ni siquiera era de mi misma raza, había demasiado!

- ¡Ni pensarlo! - grité agónicamente y mi cara se encontró dolorosamente con el bastón de castigo.

Kristelle se lo pensó bien.

Por primera vez a lo largo de su existencia se desprendió del dinero.

¡Buena hora eligió para enamorarse!

- Quizás estar en paz sin ser perseguidos por tus secuaces valga la pena... quiero lo mismo para Bernard... lo amo de verdad... sin embargo, me reservaré como seguro el nombre de quien hizo el complot. Nada me obliga a revelártelo y si se te ocurre volver a buscarme de forma ilegal, tengo ese secreto.

- O puedo descubrirlo yo por mi cuenta, sin deberte nada. Tengo mis métodos... el Príncipe Licano sabrá lidiar con esos inconvenientes, la parte más difícil de la sucesión es precisamente ésta y ya está resuelta.

El heredero le extendió la venia ceremonial y mi hermana la contestó con total soltura.

- Entonces todo está dicho.

Nicthime se acercó a mí y me tendió la mano.

Los sirvientes se arrodillaron y hasta el verraco que me había golpeado con la vara hundió el rostro en el suelo, saludándome.

Mareado y temeroso, no recuperaba la razón.

- Kristelle... no... - le rogué.

- Adiós Dave... y gracias por este gran sacrificio. No lo olvidaré... jamás.

Y reapareció esa expresión tierna de la infancia, cuando ella era realmente feliz.

- Kristelle... no me dejes aquí...

Se enjugó el borde del ojo y salió del brazo de su amado.

- ¡Kristelle! ¡KRISTELLE! ¡KRISTELLE! ¡OYE! ¡MALDITA Z.... SI TE AGARRO, PREPÁRATE PORQUE VOY A ACABAR CONTIGO! ¡DESDE AHORA SOY HIJO ÚNICO! ¡¿ENTIENDES?! ¡SOY HIJO ÚNICO! ¡¡YA NO ERES MI HERMANA!!

- Temperamental... me pregunto de qué raza será... hum...

Su brazo buscó mi espalda y me atrajo inclinado oblicuamente a su cuerpo. Me quedé mudísimo, aterrado, al recibir sus labios y no cambió al terminar la unión y mostrarme orgullosamente al resto.

- ¡Juradle lealtad a vuestro nuevo amo, Dave Callabry! -gritó el futuro gran rey.

- Debo decir en mi defensa... - empecé.

- Shhhhhhhhh... - Nicthime apresó mi cintura hacia él y levantó mi brazo entrelazando sus dedos con los míos.

- Recibe el saludo de tus siervos.

- ¡No tengo nada que ver con esa mujer! ¡Si haces tratos con ella, el que sale perdiendo eres tú! ¡No es mi dueña! ¡No puede negociarme! ¡No soy mercancía disponible!

- Claro que tienes relación con ella - dijo acariciando mi cuello y parte de mi pecho, justo sobre las arterias rojas - ... la sangre siempre ha sido el material por excelencia para este tipo de contratos.

- ¡No tengo la culpa de ser su hermano!

- Retiraos - ordenó a los presentes - ... debemos estar solos...

Mis cadenas ya no estaban e hice lo que cualquier persona en mi lugar hubiese hecho.

Me solté de sus fuertes manos y corrí escaleras arriba, deduciendo a ciegas el lugar ideal donde pasaría desapercibido.

La lógica rezaba que el mejor lugar sería el que tuviese la mínima iluminación posible. Quizás un almacén o trastero. La biblioteca estaría bien. Repasaba los datos de todos los cuentos infantiles. Si se aproximaban a la realidad debía evitar los fosos y los cuartos de criaturas peligrosas.

Así, abrí la primera puerta de la izquierda. Estaba terriblemente en tinieblas y me tropecé con un banquito, justo cuando escuchaba al extraño heredero pasar por el pasillo contiguo.

Rodé bajo la cama y tapé mi boca a fin de no dejar escapar el mínimo aliento. Gritar no sería de crucial ayuda. No existía nadie capaz de ayudarme y si un criado escuchaba mi temblorosa respiración, sería delatado de inmediato.

Las luces se encendieron y en el sobresalto me dí la nuca contra la tabla de la cama, si hubiera podido, hubiera pegado un grito soberano porque el dolor me nubló la vista.

- Qué torpe eres... - dijo Nicthime sin intentar mirar debajo ni hacer el esfuerzo de buscarme.

- ...

- De todas las habitaciones has elegido precisamente a la que te iba a llevar. Ni siquiera me he molestado en traerte... tú sólo has llegado. Y tratar de burlar mi excelente visión nocturna con el viejo truco de las sombras sólo muestra que no tienes idea de quién soy... te encontraría en cientos de kilómetros a la redonda. Ya he memorizado tu olor... estás marcado...

-...

"No hagas ni un chillido, está fanfarroneando, si te traicionas sabrá que estás aquí"

- ¿Sales o esperas que te saque? Soy algo brusco y prometo que no me mediré contigo.

Patán. Quizás si me lo pidiese por favor estaría más dispuesto a hacerle caso.

- Entonces iré a sacarte...

- ¡Espera!

- Vaya, por fin...

- Primero quiero saber si existe alguna forma de deshacer lo que sea que hizo mi hermana.

- No la hay... ven... no me hagas esperar...

¿Qué podía esperar de mí ese tipo?

Me negué, aferrado a las tablas del catre, si pensaba extraerme le iba a costar lo suyo.

- No. Dios me libre de las primeras impresiones... pero no estoy interesado en cultivar amistad contigo...

- ¿Amistad?... ¿no estabas prestando atención en esa sala, cierto?

Su brazo entró y al encontrar el cuello de mi camisa me sacó como si se tratara de una ligera hoja de papel.

- ¡Cómo hiciste eso!

Ni me respondió. Se tiró sobre mí, haciéndome caer sobre el colchón suave. Besó mi barbilla y fue bajando peligrosamente hacia la yugular. Una de sus manos arrastraba la mitad de mi camisa y la otra descendia ondulante sobre la base de mis piernas.

- ¡Hey! - reclamé oponiendo resistencia.

- Guarda silencio. No me gustan los niños escandalosos. Y tranquilo... soy excelente en esto... no tendrás queja de mis métodos...

- ¡Cuáles métodos!

- ... ¿ni siquiera sabes qué estamos haciendo?... pensé que eras igual a esa mujer... pero no tienes malicia alguna... hum... o será que finges conmigo... sólo tengo una forma de saberlo...

Mis manos liberadas viajaron hacia el chicotillo que estaba sobre la mesita de noche.

Apenas le cogí de la base, crucé el rostro de mi atacante y salté hacia atrás.

- ¡Deja de hacer eso!... - esgrimí el arma resoplando de terror.

Él, herido y con un hilo de sangre desde su frente hasta la nariz, se mordió el dedo rezongando.

- Así que lo vas a querer por las malas... eso me gusta...

- Aléjate... - hice estallar el látigo contra la columna de la cama, intentando asustarlo.

- No pensé que nuestra noche de bodas iba a ser tan movida. Por lo general, los que conozco me esperan ansiosos... al mostrarte difícil sólo despiertas mi curiosidad...

- ¡Respétame!... independientemente de tu rango y de la falta de Kristelle, no pienso seguir con esta locura. Siempre he tenido que pagar por todos. Por papá cuando se fue, por ella cuando quiso ser millonaria... y se acabó... tú no tienes autoridad sobre mí... ni te has ganado mi confianza... sumado a eso, eres un hombre...

- ¿Hombre? - pegó una carcajada malévola - ... ¿estás seguro?

Se movió rapidísimo y arrancó el chicotillo arrojándolo al otro lado de la habitación.

- Hace tiempo que pude hacer esto. No tengo por qué discutir... puedo tomarte como quiera... si me he detenido es precisamente porque te estoy tratando con la máxima consideración. Pero no jugaré más. Las leyes te hacen mío y mientras más pronto te acostumbres, mejor.

Lo que siguió fueron mis manos reventando un jarrón contra su rostro.

- ¡Basta!

Se tocó sin quitar la sonrisa.

- Qué persistente...

Y apareció a mi costado, obligándome a volver sobre la cama, sentado en sus piernas.

- ¡Déjame!

Acercó sus labios a los míos mordiéndolos sin piedad. Sujetaba mis muñecas tras la espalda y en ese momento sentí el fuerte mareo de sus intensas emociones.

Al separarnos le observé con cólera.

- No te atrevas a tocarme...

- Sí que eres difícil...

Bajó el cierre de la cremallera y pronto estuvo hurgando sobre la ropa interior, presionando con el dedo índice, acalorándome, haciéndome enmudecer. Era electrizante que con ese simple movimiento lograra tensionar mis piernas y recibiese la respuesta que recibía. Y cuando fue paseando su toque de forma más rasante y se iba internando creí que iba a empezar a jadear.

Volvió a besarme entonces. Si bien no le respondí, tampoco fui acérrimo opositor a que lo hiciese.

Él se comportaba cual domador cauto. Medía las acciones de menos a más. No empezaba nada si no terminaba con el paso anterior. Por eso, cuando se dirigió hacia otra zona de peligro y le mordí el labio en legítima defensa, pasó la lengua por la herida y me dominó con el peso de su cuerpo. Insistió en tocarme con esas manos libidinosas y cerrarse en...

- ... toda una fiera... - me retó divertido sorbiendo parte de mi pecho.

Inmóvil e indefenso, contrayendo la frente contra su hombro no lo pude soportar y pronto se acumuló tanta presión que mi cuerpo ansiaba liberarla.

Mis puños débiles apenas le golpeaban como las indefensas garras de un débil gatito. Trataba de ser fuerte, negándome mientras él susurraba:

- Deja de reprimirte... déjate llevar.

Los dedos largos invadieron mi intimidad y el dolor fue tan agudo que intenté girar y arrastrarme al sitio que fuese. Él lo impidió y continuó con su trabajo de exploración, buscando cierta respuesta.

Al retorcerme e inspirar profundamente, sus ojos destilaron profunda alegría.

- Así que es aquí... éste es tu lugar.

- Duele... me haces daño... déjalo ya... no vuelvas a... uuuuuuuuuuuhhhhhhhhhhhhm...

Empezó a separar mis piernas y alzarlas mientras su boca buscaba la mía y su pecho se posaba sobre mi piel caliente. Allí me di cuenta que no era el único en alcanzar ese nivel de excitación. Nicthime estaba deseándolo bastante, o por lo menos, se había obsesionado conmigo esa noche en especial.

- Por favor...

- ¿Por qué suplicas tanto? - dijo deteniéndose muy cerca -... aunque quisiera - murmuró mordiendo mi cuello - ... ya no puedo...

Y fue ingresando lentamente, con esa seguridad que me era insoportable.

Se me salieron las lágrimas y le supliqué renovadamente que se retirase. En vez de eso terminó mucho más adentro y cada movimiento recibió un número sin igual de quejas mías.

Desestimó todas mis protestas y, con los labios devorando enteramente mi cuello, fue a la suave depresión del hombro y lo mordió clavando sus dientes hasta hacerme sangrar.

- ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!

¿Qué fue ese mordisco?

Morfina... efecto alucinógeno viajando a través de mi circulación. Aquello logró mi absoluta relajación y pude sobreponerme a las acometidas, empezando a percibir bajo ellas el inaudito placer que podía proporcionarme. El heredero licano se dio cuenta de mi cambio y prosiguió su tarea sin perdonar nada. En ese punto, mis manos ya no le rechazaban más, y recibí gustoso los besos descontrolados que buscaban enardecer al grado más álto lo que estábamos haciendo.

Al llegar a nuestro clímax, hizo que cruzara los brazos tras de sí.

Sonará estraño, pero sentía mi cuerpo totalmente diferente. Todos los sonidos posibles de escuchar acudían a mis oídos, y los aromas, sobre los cuales reinaba el de Nicthime, podía diferenciarlos sin problemas. Yo era una especie de entidad a través de quien se superponían varios tiempos y espacios.

Nuestro vaivén se hizo más fuerte y mi voz se alzaba a grito abierto.

Las flamas del infierno no arderían así...

Y tampoco consumirían la carne hasta las cenizas.

Continuaba el violento vaivén y con los dientes renovadamente clavados en la curva del hombro, destruyó por completo la realidad y tuve la experiencia más hiperplacentera que pudiera imaginarse.

Retornar al castillo de los Cárpatos fue harto difícil desde allí.

Me sentía pesado y los mordiscos y arañazos que diera y recibiera pesaban cual onzas de plomo. La columna me estaba matando y empeoraba a medida de que bajaba. No deseaba ver cómo había quedado, ni reflexionar acerca de el número de leyes que había quebrado durante mi escandalosa posesión.

Cansado, extenuado, ultrajado, humillado, aplastado y avergonzado, fui envuelto cuidadosamente por Nicthime, quien dijo una sarta de cosas que no alcancé a pillarle. Su aliento, como plumilla, acariciaba mi piel y perdí la conciencia apenas rendí la cabeza sobre su pecho, completamente destrozado.

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Le busqué navegando en el océano de sábanas del amanecer. Apenas me di cuenta de lo que hacía me corregí.

"¡Qué estoy...! ¡Voy a matarlo! ¡Lo estrellaré contra cada piedra de este palacio inmoral!"

Para mi sorpresa ya no sentía dolor y al pasar al costado del espejo, lo que vi allí no fue de mi agrado.

- ¡Waaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Y eso que estaba atrás... que se movía de un lado a otro...

Bajé asustadísimo y sin estar preparado para la escena que me esperaba.

Abajo, cinco bellísimos licanos disfrutaban del desayuno, leyendo el periódico y conversando entre las tazas de té.

- ¡NICTHIME! - grité alocadamente - ¡VAS A EXPLICARME AHORA MISMO QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ!

El más joven de ellos sonrió, estudiándome con ese gesto familiar. El que estaba apoyado en la ventana se giró inexpresivo y calmado, la dama bajó el platillo y la taza al mismo tiempo, interrogándome dulcemente con los ojos, el de lentes claros se los montó sobre la nariz para verme mejor. Y a la cabeza de ellos, el Príncipe, sin que el aire desordenase sus cabellos, fue a darme los buenos días sin importarle que yo cogiese el cuchillo del pan y lo amenazara temerariamente.

- Justo hablábamos de ti - dijo anulándome.

- Así que ese es Dave... interesante - mencionó la dama.

- Algo vulgar - despreció el de la ventana volviendo a mirar hacia afuera.

- ¡Yo creo que es lindo! - se atrevió a decir el más joven.

- Temo que lo estamos asustando - participó en mi favor el de lentes.

- Y miren la raza de la que viene... anoche fue francamente salvaje... es excelente en la cama.

Matarlo iba a quedar corto para esa vergüenza.

- ¡CIERRA LA BOCA!

Presionó mi herida y entonces todos se quedaron atónitos al verme. De hecho, si no se habían sorprendido con las orejas y la cola no sé qué les aterrorizaba tanto.

- ¡El lobo de las montañas Hartz!

- ¡Creí que ya no existían!

- ¿No acabaron con todos?

- ¡Debe ser un gen recesivo!

- Así es... - afirmó triunfalmente Nicthime - ... y es de mi entera propiedad... miren esta cola... coposa y larga... y estas orejas... - mordió el borde, incomodándome - ... ¿no es lindo?... aún le tengo que enseñar muchísimas cosas... ahh... es el destino... Dave Callabry, el lobo de las montañas Hartz... y todavía no lo han visto completo...

- ¡DÉJAME IR DE UNA VEZ! ¡ESTO ES UNA PESADILLA!

Mi capacidad de autonegación trabaja a tiempo completo con tal de no aceptarlo. Sí, he sido mordido por una bestia. Esta bestia es el hombre lobo. Técnicamente el destino me pasará la fortuna durante la siguiente luna llena...

Y todo por culpa de mi padre, de Kristelle, de Nicholas y de Nicthime.

¡No entiendo por qué me mordió!

Vale, si lo entiendo... pero es tan injusto...


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