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my serial killer por jacky zodi

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Notas del fanfic:

es dedicado a lo serial killer

Notas del capitulo:

hola espero que les guste

Eran cerca de las doce de la noche. Miraba con detenimiento a la chica que estaba frente a el. La mirada dilatada y una mueca de dolor en su rostro.

Sonrío al saber que hacía bien su trabajo.

La escucho llorar. La escucho suplicarle que le dejase con vida. Pero su trabajo era su trabajo y debía cumplir con las órdenes de su jefa. De hecho la mayor parte de sus victimas eran personas ricas de las cuales nunca había oído mentar.

Así que si le preguntaban no era nada personal…

—¡Por favor!-suplico una vez más en vano la chica al ver que su verdugo se divertía con su dolor.

—Aunque quisiese… no puedo dejarte con vida -le confeso-. —Tengo órdenes de matarte por los medios más dolorosos posibles-admitió después.

—¡Pero yo no te he hecho nada!-gritó desesperada intentando vanamente escapar.

Aquella silla de madera donde ya muchos habían muerto se movía de un lado a otro a causa del forcejeo que ella aplicaba. De nada le serviría. Estaba lo bastante bien sujeta como para escapar. No tenía salvación.

—A mi no por supuesto… pero tu padre a mi jefa le debe mucho dinero-le dijo sin más.

Las lágrimas se acoplaban en aquellos ojos verdes. —¡Por favor!-pidió una vez más aguantando el dolor que los forcejeos provocaron en sus muñecas.

—Eres una chiquilla fastidiosa-le dijo mirándola con fastidio-. —Será mejor que acorte tu sufrimiento- le dijo mientras sacaba de su bolsillo un pequeño bisturí.

Sintió como la sangre se le helaba. Luchaba con todas sus fuerzas por liberarse de su opresor, pero nada valdría la pena. Ya no podría hacer nada.

—Buen viaje-

Aquellas palabras fueron lo último que pudo escuchar. Le había arrebatado la vida cortando su cuello. El liquido color carmín corría con rapidez de adentro hacia fuera.

Sonrío con satisfacción al saber que había hecho un buen trabajo. Aquella sonrisa psicópata en rostro asustaría a cualquiera.

Era uno de los mejores asesinos del país. Podía asesinar con cualquier tipo de arma que tuviese a la mano. No había pruebas que lo delataran. Cuando la policía iba, el venía de regreso. Todos y cada uno de sus trabajos eran impecables. Ni una sola huella, ni un solo cabello, ni la más mínima gota de sudor.

Nada, nada podía incriminarlo.

No había testigos. Nadie que pudiese señalarlo y decir que el era el monstruo detrás de aquellos terribles asesinatos. No señor, no había nada.

Pero. ¿Por qué aquel placer al arrebatarle las vidas a todas aquellas inocentes victimas?.

Era sencillo. Dentro de aquel sujeto de apariencia torpe he inocente, se escondía otro. Aquel ser que le incitaba a matar día y noche. Era el quien sentía el placer. El deseo y la excitación de ver sufrir a los seres vivos.

Era el quien se divertía al escuchar los gritos de dolor y desesperación de sus victimas. Era el quien disfrutaba ver las lágrimas correr por las mejillas de todas sus victimas.

Era el quien se mantenía oculto dentro de Madara Uchiha.

¿Podría haber dos almas ocultas en un mismo ser? Eso era algo que, para muchos se resume a un simple trastorno mental llamado bipolaridad. Pero, que lejos estaba aquel diagnostico psiquiátrico de la verdadera verdad sobre aquel muchacho que no pasaba de los trienta años de edad.

A los ojos de cualquiera era un ser perfectamente normal y funcional, —y de cierta forma lo era— porque, ¿Quién sospecharía que aquel chico que en secreto se auto adjudicaba por lo menos doscientas cincuenta muertes a lo largo de toda su vida?

Nadie que le conociese.

El era Madara Aquel ser que se escondía tras la mascara de una persona completamente normal. Se le había enseñado a matar solo cuando se le ordenara. Solo mataba cuando su madre adoptiva — su jefe, como solía llamarlo— le ordenaba hacerlo.

Había aprendido a actuar como cualquier otra persona normal. Podía mantener largas y muy placenteras conversaciones con todo tipo de personas y reír con chistes. —¿Quién podría si quiera llegar a sospechar de aquello? —.

No recordaba cuando había comenzando aquella doble vida. Lo hacía desde que podía recordar, lo hacía desde que tenía uso de razón.

Había sido recogido por el desprestigiado doctor, conocido por todos como bathory . Aquel sujeto que había sido expulsado de todas y cada una de las asociaciones de investigación por sus teorías homicidas y su obsesión por hacer que los robots fuesen más inteligentes que los humanos.

Jackeline  anderson—su nombre verdadero— era una mujer   de edad avanzada y de bastantes conocimientos en el medicina forense

Había jurado venganza contra la humanidad. Había creado secretamente una sociedad, muy parecida a la mafia donde se dedicaba a secuestrar y asesinar gente de dinero. Su único objetivo era conseguir dinero y conquistar el mundo a traves de ellos creando “zombies”

Tenía a varios asesinos a su disposición. Entre ellos el poco conocido kakuzu—para muchos—, un hombre de edad madura y de púas negras como la misma noche.

Era cruel, frío y no sentía remordimientos por nada. El también mataba por diversión, solo por el hecho de que podía hacerlo. Le gustaba el hecho de poder jugar con la policía. Solía dejar mensajes en los cuerpos de sus victimas para molestar a los polis.

El no fingía ser otra persona como madara. No, el era frío y sádico con todos. A el no le interesaba ser descubierto como a su poco "normal" compañero. Sabía que la sociedad en la que vivían era lo bastante torpe como para si quiera poder pensar en capturarlo.

Había que aceptar que eran lo bastante astutos como para ser descubiertos. No por nada eran asesinos. Además, bathory se encargaba de proporcionarles identidades falsas todo el tiempo. ¿Quién podría si quiera imaginar que eran asesinos a sueldo?.

Ambos mostraban una repulsión por los seres vivos. Pero hasta ellos comprendían el hecho de que los niños eran seres que no se debían tocar. Estaban prohibidos, y Madara sentía una especial repulsión hacía los pedófilos asesinos de menores

 

Solo los patéticos asesinaban niños. Si algo había aprendido a lo largo de su vida era que los niños brindan "amor" y que ese sentimiento era el más puro y que por tanto se debía de mantener en buen estado.

Hasta el comprendía que matar niños estaba mal. Si hubiese podido sentir "algo" cuando miraba a como sus "colegas" se encargaban de aniquilar a las criaturas más "puras" que "dios" había creado, sentía "algo" aunque le fuese muy difícil de explicar.

Sentía sus mejillas arder. La mirada un tanto libidinosa de su acompañante le causaba un poco de vergüenza.

—¿Alguna vez te he dicho lo hermoso que te vez cuando te ruborizas?-le pregunto mirándole seductoramente.

Una risita tonta se escapo de sus labios. —Todo el tiempo-dijo sin más.

Lo abrazo con fuerza y sintió su fragancia. Aquel olor a perfumo de vainilla era algo tan característico en el. Podías sentir su aroma aunque estuvieses a un metro de distancia.

Las estrellas iluminaban el oscuro cielo, era una hermosa noche para una pareja de enamorados, a los que el tiempo poco les importa. Las calles de Londres  estaban vacías a las doce de la noche. ¿Quién los molestaría? Nadie que quisiese mantenerse sano claro esta.

El era uno de los mejores policías de la ciudad, y “su chico” era cinta negra en kárate. ¿Por qué abrían de tener miedo?.

Sentados en aquella banca metálica del solitario parque aquella pareja de jóvenes disfrutaba de la compañía del otro.

—Sabes… para muchos estas salidas nocturnas, les resultarían un poco extrañas-+-le dijo mientras se acurrucaba entre sus brazos.

—¿Eres como esas personas?-le pregunto con una sonrisa en el rostro.

—Para tu buena suerte no-le dijo riendo.

Caminaba por aquellos mugrosos callejones de aquella mugrosa ciudad. Su otro yo ya se había retirado, dejándolo solo con aquel cadáver de repugnante olor. —Por que aunque no fuese más que un farsante podía sentir el olor de un cuerpo en descomposición.

Sigiloso entre las sombras se encargaba de que nadie le mirase. Estaba seguro de que ningún alma a esas horas transitaba por aquel callejón. Digo, nadie lo suficientemente normal se atrevería a caminar solo por aquellos lugares.

Coloco aquel cuerpo sin vida entre un par de botes de basura. Se aseguro de que aquella chica tuviese la pose tan característica en sus asesinatos.

Camino de nuevo hacía la salida del callejón con pasos silenciosos y cortos. Aunque su trabajo ya estuviese hecho tenía que asegurarse de que nadie le mirase.

Escucho unas voces no muy lejos. Intento ocultarse haciendo ruido en el intento. Escucho como unos pasos fuertes se acercaban.

—¿Quién anda ahí?-escucho decir de una voz bastante conocida para el.

Si mal no recordaba aquella voz era de sasori. Aquel policía que les seguía muy de cerca los pasos a bathory

Le miro de entre las sombras acercarse cautelosamente con una pistola al frente. En la mente del pelirrojo solo estaba el pensamiento de que no hubiese nadie muerto.

Una sonrisa retorcida se formo en el rostro del aquel chico de cabellos negros. El observar al poli tan vulnerable y con miedo, era una escena que a su otro yo le encantaría ver. Era una lástima que ya se hubiese retirado.

Camino con cautela por aquel estrecho callejón. Se sentía observado, y con justa razón, tenía que preocuparse, un asesino serial le observaba con diversión y podía matarlo.

Estaba alerta a todo tipo de sonidos. No podía evitar sentir un poco de miedo.

Sabía que la expresión en aquel poli sería de miedo y de repulsión por lo que opto por salir como había llegado.

Salió sin ser visto. Y camino en dirección al parque, necesitaba serenarse un poco. Camino con paso tranquilo, la luna llena hacía que su respiración fuera más rápido y que las ansias de sangre corrían por su ser.

Un peculiar olor a vainilla llego a su sensible nariz. Busco con la mirada al causante de ello. Cual fue su sorpresa, un chico rubio estaba sentada muy tranquilamente no muy lejos de el.

Tenía que aceptarlo, la curiosidad por saber por que estaba ahí le inundo y no resistió las ganas de acercarse y preguntarle.

—¿Qué hace una chico tan joven tan tarde y sola por estos lugares?-preguntó con aquella voz aterciopelada que había aprendido a fingir.

Se giro sobresaltado. Le miro a los ojos un momento. Los ojos azules y puros de el, se encontraron con los de el, carentes de toda emoción posible.

—Dios… me has asustado –admitió- —No estoy solo, es solo que mi novio ha ido a investigar un ruido extraño al callejón-le dijo mientras le observaba de arriba abajo.

Aquel chico le daba un no se que. Algo en el llamaba su atención…

—¿Cuál es tu nombre?-pregunto de forma amistosa al muchacho.

Lo observo detenidamente. Aunque no lo dijese muy a menudo, y desconociera mucho sobre el tema, podía casi asegurar que aquel chico era demasiado hermoso?.

—Soy Madara-le dijo mientras le extendía una mano en un gesto de amabilidad.

—Soy Deidara-le dijo el mientras correspondía el gesto.

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Camino hacía un par de botes de basura. Algo le decía que había "algo" ahí. Camino sin muchas ganas y confirmo sus sospechas. El cuerpo sin vida de una chica en posición fetal ya hacía tirado en el piso.

Aquella chica de cuello degollado le era familiar. Se acerco un poco más para verla más de cerca. Si, sin duda alguna era su antigua novia de preparatoria.Sakura Haruno. Sintió un nudo en la garganta al ver el estado de la chica.

Cogió su radio y llamo una patrulla. Sabía que el padre y hermano de la chica no andaban en buenos pasos. No pudo evitar pensar que eso era obra de aquel grupo de asesinos que últimamente se habían encargado de matar mucha gente.

Escucho como las sirenas de las patrullas se acercaban. Se retiro lentamente y con la mirada baja del lugar. Escucho que le preguntaban que había sucedido. "una muerta" alcanzo a murmurar.

Todas las ganas de pasar la noche con su "Deidara” se habían desvanecido

 

 

 

Notas finales: Notas finales del capítulo:

jacky:yo apesco en el fic a si que si no dejan ningun rewien los mando a matar

jajajajajajajajajajajajajaja no es cierto es broma pero dejen comentarios


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