Insensato
Por Naru Nishihara
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Incluso si el mundo cae en ruinas…
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Sus manos siguen frías; la sensación es igual que en tus recuerdos.
Él que no diga el nombre “Takahiro” en el clímax es lo que hoy marca la diferencia.
Lo que sale de sus labios te es desconocido; ¿quién es Misaki? ¿Dónde le ha conocido? ¿Cuándo paso a ser tan importante en su vida que Takahiro simplemente fue olvidado?
Hace mucho que los caminos de ambos dejaron de tener relación, y un vacío así es algo difícil de llenar. Ahora que vuelven a unirse, hay cosas de las que prefieren mantenerse ignorantes.
Si él te preguntara por ese a quien llamas con tanta insistencia, ¿Qué podrías decirle?
¿Con que tontas excusas podrías protegerte por hacer lo que estás haciendo, aún y cuando podrías jurarle que Nowaki lo es todo en tu vida?
Y si lo hiciera, si se atreviese a cuestionarte, ¿no quedaría él también expuesto?
¿Cuáles son sus motivos? ¿Qué lo mueve, si ama tanto a Misaki como se le oye?
Hay algo que lo mantiene frustrado, como si estuviese persiguiendo algo que no puede alcanzar. Se le escapa de las manos, y él lo necesita de una manera tan intensa que no puede más que desesperarse y caer.
Tú fuiste el elegido para sostenerlo -el curso del destino no pudo ser más despiadado-. Fue esa la razón de que se apareciera en tu apartamento, cuando estaba anocheciendo. A Nowaki le tocaba la guardia del hospital esa noche, y hacía poco se había ido. Cuando el timbre se dejo escuchar estabas sentado en el sillón leyendo.
Nunca debiste abrir esa puerta; ni la del apartamento ni la de una vida que ya había pasado.
Tú error fue cerrar los ojos, y dejarte seducir por el pasado.
Te permitiste ahogarte en la nostalgia, y olvidarlo todo.
Volviste a ser un niño. Gracias a sus toques y a sus labios, pudiste estar de nuevo mirando la estrellada noche que una vez compartieron juntos, mientras él escribía y tú imaginabas mágico el mundo tan sólo por tenerlo al lado.
En ese estado te fue imposible pensar en algo más, hasta que la falaz ilusión fue rota por el intenso orgasmo que te obligo a manchar el nombre de Nowaki.
Y después… una sensación extraña. Akihiko se inclina y te besa, con más fervor del que debería. No dices nada, y cierras los ojos. La sensación de su caliente semen resbalando entre tus piernas es cruda.
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El sonido de tu móvil es quién los despierta a la mañana siguiente. Tus manos tratan de alcanzarlo temblorosas, pero sus intentos son en vano. El celular no está en la mesa de noche, al lado de la cama a la que no sabes cómo has llegado.
Por la insistencia y la intensidad del volumen sabes que es Nowaki y que el móvil se encuentra en la sala, posiblemente tirado en el suelo con la mayor parte de tus ropas.
Te levantas torpemente, resbalando al primer paso. Él sonido del impacto hace que Akihiko se acerque preocupado.
Cuando te sostiene se miran a la cara por primera vez; como el idiota que eres no puedes evitar el repentino llanto, manchando el lindo pijama azul con el que seguramente Akihiko te vistió la noche anterior.
Duele, te sofoca, te atormenta; quieres morirte en ese mismo instante.
La expresión que su generalmente malhumorada cara sólo te dedica ahora es indescifrable.
Lo único totalmente distinguible es el arrepentimiento. Para él todo esto también está siendo duro.
- Perdóname, por nunca haberte comprendido… Por haberte involucrado en esto…
Los brazos que te apresan con fuerza son cálidos, porque intentan confortarte. Akihiko intenta remediar la herida que ambos han abierto, que fue hecha por él mismo hace tantos años. Porque ahora lo sabe, estás seguro. No puedes imaginar cómo, pero ya se ha dado cuenta. Por eso es que debe de saber que lo ocurrido no es algo que vas a dejarle soportar sólo, como único culpable.
Por fin contestas el teléfono, mientras Akihiko se arregla lo mejor posible. La voz de Nowaki suena preocupada mientras te pregunta por tu bienestar. Cuando le contestas que todo está en orden su tono se relaja, y te comunica que llegará algo más tarde de lo previsto.
Se escucha tan animado, tan feliz de poder hablar contigo en la mañana…
Definitivamente no puedes contarle. El mundo se te acabaría si ese “Te amo” que te dedica al despedirse dejara de tener significado. Si Nowaki ya no lo sintiera más, todo estaría perdido.
Sabes que podría perdonarte, que juntos lo afrontarían. Pero tú no estás dispuesto a dejártelo así de fácil, no después de haber sido tan estúpido.
Akihiko parece saber lo que piensas, y sus grandes manos te acarician el cabello. Después no hay más que silencio. Te dedica una última mirada, una que te congela totalmente, y se marcha.
- Gracias por haberme amado - fue un susurro muy leve, que bien pudo ser tu imaginación.
Corres, pero ya es demasiado tarde. La puerta ya se ha cerrado tras él y no te sientes con la suficiente energía para seguirlo.
Tu deber ahora es ordenar, borrar rastros y olvidar.
Cuando Nowaki llegue la vida será egoísta nuevamente, y tendrás que dejar de pensar en cosas que no tienen que ver con él o con la literatura.
Aunque, en el fondo de tu corazón, esperas que los ojos azules de Akihiko dejen de mostrar tanta tristeza e inseguridad. Que ojala Misaki deje de hacerlo sufrir.
Owari