Dos Shinobi de Cuidado
Capítulo II – Festival de Fuego
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Su ceño se frunció al ver el Yukata que se encontraba sobre su cama, azul oscuro con el emblema del Clan Uchiha a su espalda.
En Konoha se celebraba el festival del fuego, y como tradición solía asistir con toda su familia, y la de Naruto.
Se pasó una mano con frustración, aun estaban enojados y la verdad es que en esos momentos no tenia deseos de ir al estúpido festival, pero para su desgracia tenía que ir.
No le gustaba pelearse con Naruto, al menos no así de serio, si bien ellos solían pelear todo el tiempo siempre lo hacían por juego, por aquella rivalidad que mantenían al pasar de los años, sin embargo cuando se trataba de decidir quién sería el seme y quien el uke, ahí las cosas cambiaban.
Si lo pensaba fríamente, era una pelea estúpida realmente a ninguno de los dos debía causarle mayor problema, ¿No se supone que se querían? entonces… ¿Por qué tanto drama?
Realmente ni podía recordar cómo había comenzado todo, pero Naruto siempre había tenido la asombrosa habilidad de exasperarlo, y es que el rubio era capaz de transformarlo en otra persona.
Al tener la presión sobre sus hombros de futuro líder Uchiha, le había convertido en un chico serio y arrogante el prototipo del Uchiha “perfecto”, pero aquella mascara se caía por completo al estar en presencia del rubio.
Nadie era capaz de imaginar al correcto Sasuke haciendo travesuras por la aldea, aquello era inimaginable pero contrario a lo que podían pensar Sasuke disfrutaba hacer diabluras en compañía del dobe.
De hecho el era la mente maestra detrás de las bromas de ambos, y gracias a lo cual jamás les habían atrapado desde pintar los rostros de los Kages, echar a perder una valiosa colección de shurinken de su padre — Hasta la actualidad el Jefe de la policía, seguía frustrado por no atrapar al criminal responsable de tan detestable crimen — y tantas mas averías de las que se desconocía a los autores.
Y como eso más ejemplos solo Naruto era capaz de llevarlo hasta los limites más insospechados, por eso le amaba y estaba dispuesto a estar con él de la forma que fuese, si tan solo no fuese tan orgulloso pero ¡Joder!, el rubio también tenía lo suyo era tan testarudo y casi tan orgulloso como él.
Suspiro y tomo el Yukata que usaría esa noche, a pesar de todo quería ver al rubio, había una posibilidad de que se reconciliaran, finalmente Naruto adoraba los festivales y solía estar más entusiasta de lo normal.
Bajo a la estancia principal donde sus familiares ya esperaban por él, sin embargo pudo sentir como una punzada de molestia al contemplar a aquella persona que hablaba con su padre.
Orochimaru uno de los mejores shinobi de Konoha, conocido como uno de los legendarios Sannin.
Orochimaru a pesar de ser un fiel servidor de la aldea, no vivía en esta se la pasaba viajando por el mundo shinobi en busca de novedosas y poderosas técnicas.
Y desde hacía algún tiempo había insistido en llevarlo con él para convertirlo en su discípulo.
Era una gran oportunidad y él lo sabía, su padre había estado insistiendo por que aceptara la oferta de Orochimaru, y él la hubiese aceptado sin dudar de no ser por el pequeño e insignificante detalle de que no quería alejarse de Naruto, por supuesto no que lo fuera admitir.
Se preparo mentalmente para la nueva excusa a poner para no irse con el Sannin e ingresando hizo una reverencia a sus padres y saludo a su acompañante.
—Orochimaru-sama.
—Sasuke-kun —…Regreso el saludo…—Has crecido bastante, y seguramente tu poder también, mi propuesta sigue en pie.
Su padre le miro de manera severa, por lo que suprimiendo el NO rotundo que estaba por salir de sus labios, se limito a decir un simple…— Lo tomare en cuenta —…Una nueva reverencia y se acerco a su hermano, quien enfundado en un Yukata negro esperaba en compañía de su madre — Quien lucía hermosa en aquel Kimono rojo, con estampados dorados — A que los mayores terminaran su plática y decidieran ir al festival.
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Naruto extrañamente no tenia ánimos de ir al festival; sabia que se toparía con Sasuke y en verdad no tenía muchos deseos de verlo, aunque por otro lado la idea de verlo enfundado en algún Yukata que resaltara aquella mística belleza que el Uchiha poseía era tentador, muy tentador.
Si tan solo no fuese tan orgulloso.
Sabía que el también tenía culpa, pero no podía evitarlo él era así, ambos eran así sus caracteres chocaban bastante y a la vez se complementaban tan bien.
Tomo el Yukata Naranja que usaría esa noche y sonrió, no tenia caso seguir dándole vueltas a lo mismo, era el festival de Konoha y Ero-sennin quien era como un abuelo para él estaba de visita, así que dejaría de lado las tristezas y se concentraría en disfrutar al máximo del festival.
Esbozando aquella resplandeciente sonrisa que le caracterizaba bajo a donde su padre y Jiraiya le esperaban.
Minato sonrió ligeramente, le alegraba que su hijo recuperase aquella alegría y vitalidad que tanto le caracterizaban, no le gustaba verlo deprimido tal y como le había visto momentos antes.
Y en verdad deseaba con toda su alma que nunca nada empañara la felicidad de su retoño…
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Debía reunirse con el en el centro de la Villa. Y bien sus nervios no eran de acero, estaba sumamente ansioso y nervioso. ¿Qué le diría Sasuke?
Caminó hasta llegar a lado de su padre y del que consideraba como su abuelo.
— ¿Qué tal luzco?
Su padre sonrió confiado; realmente se veía hermoso, aunque una vocecilla le decía que debía cuidarle, no quería que más de uno se aprovechara de su pequeño.
—No exhibes demasiado, así que bien.
— ¿Bien? ¿Solo eso?
Bufó unas cuantas cosas ante la mirada divertida de aquellos hombres y salieron rumbo al festival. Podías ver a muchas personas ir y venir, divirtiéndose muchísimo.
Familias enteras que no se perderían por nada esa noche.
Caminó lentamente observando todo como un pequeño niño, todo le parecía interesante, por unos breves momentos olvidó su tensión.
Hasta que evidentemente tuvo que encontrarse con la familia Uchiha, sintió una ventisca pasar a su lado pero aquella “ventisca”, tan solo era su padre, que prácticamente enfundó en un abrazo a Itachi, quien un poco abochornado por la escena agachó un poco la mirada, pero también le abrazó ante la mirada divertida de todos, pero una mueca de fastidio del señor Fugaku, se dirigieron todos juntos al festival.
—Naruto.
Llamó el pelinegro menor hacia el rubio; intentando llamar su atención, y lo consiguió.
—Dime.
—Por favor…entiendo que…bueno…
El otro simplemente sonrió con simpleza.
—Teme…vamos a los juegos.
Le tomó su mano para ir directamente a lo que él llamaba la “zona de acción”, quería olvidarse de ese malentendido aunque sea un poco más de tiempo.
Sasuke sonrío dentro de sí; aferrándose a aquella mano inconsciente de algunas miradas que no lo pasaron desapercibido, incluyendo a aquel que se impuso como abuelo de Naruto.
Jiraiya decidió también separarse del grupo, en especial, porque quería buscar a Orochimaru. Si bien, su relación jamás fue común, ni siquiera pudiera decirse que era algo serio, para el sí.
Enamorado está. ¿Cuánto? No lo sabía.
Al dar vuelta escucho en una de esos cuartos abandonados a lo lejos del festival, unos sonidos extraños, sonrió. Quizás una pareja de enamorados estaban haciendo de las suyas, y no quería interrumpir.
—Orochi…maru…sama.
Abrió sus ojos sin poder creer lo que escuchaba; ¿era una broma?, pero, su corazón latía deprisa y… ¡demonios! Quería ver si era el mismo…no podía soportarlo.
Colocó su mano en la puerta; el, uno de los tres Sannin…tenía miedo…si, de descubrir lo que no quería ver, ni confirmar.
Empujó la puerta con violencia, y ahí estaba.
El mismo que era su pareja, o al menos…eso era lo que pensaba.
—Jira…
Y no se quedó para escuchar. Se fue rápidamente de aquel lugar, lo que su velocidad le permitía.
Pero no iba a empañar la buena noche a las personas que él quería, era un ninja, y un ninja jamás mostraba sus sentimientos.
Aunque estos amenazaran con matarlo.
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Habían pasado una hora y ellos estaban peleándose, para ver quién era el mejor en algunas pequeñas competencias.
Aunque para la mala fortuna del Uchiha, debía admitir que tenía a un buen contrincante.
Naruto, estaba contento, su corazón palpitaba al tenerle tan cerca… ¿acaso…debía ceder tan solo un…?
— ¡Te gané dobe!
Salió de sus cavilaciones observando cómo perdía tan lamentablemente.
— ¿¡Pero qué!?
—Tú estabas distraído, así que no me culpes.
Comenzaron a discutir una y otra vez, disfrutando de su compañía, pero, no sabían, que esa noche, cambiaría el rumbo de sus vidas.
Continuará…
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