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Bailes de máscaras. por Mirelle

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Notas del fanfic:

¡¡¡Muchas felicidades, Sasuke!!! >w< ¡¡Te quierooo!! TTwTT

Notas del capitulo:

Espero que les guste. ^^

Después de tirarme meses pensando el regalo ideal para mi querido Sasu, por fin se me ha ocurrido esta idea. >w<

Bailes de máscaras.

 

 

 

Para siempre.

 

 

 

En el reino de la Hoja, no había nadie que no lo supiese ya. Yo, el príncipe de este reino, Sasuke, cumpliría mañana, veintitrés de julio, los dieciséis años. Se organizaría un gran baile de máscaras en el reino y estarán invitados todos los habitantes y vecinos de los alrededores. La verdad es que a mí no me hacía demasiada gracia asistir, pero supuse que sería una falta de educación no ir.

 

 

 

Así, ahora me encontraba en mí habitación rodeado de tres mujeres que estaban tomándome las medidas para el vestido. Sí, habéis leído bien, vestido. Resulta que yo soy un doncel, y me obligarán a llevar un vestido de mujer. Uf. Sólo la palabra ya me asquea.

 

 

 

Cuando terminaron de manosearme decidí salir un rato a dar una vuelta. Necesitaba aire puro ya que dentro del castillo todo el día me estaba mareando. Caminé por unos rincones del jardín que nunca supe que existían. ¿De verdad todo eso formaba parte de mí jardín? ¡¡Era hermoso!! Un gran prado lleno de flores de colores violetas, amarillas, naranjas, blancas, azules, verdes y hasta rojas, que se extendía hacía donde alcanza la vista. Muchas mariposas de todas las tonalidades bailaban en el inmenso edén. Y en medio de toda esa mezcla de colores y vivacidad, había una figura de pie. Se trataba de un hombre alto, delgado y joven.

 

 

 

Me acerqué a él con un presentimiento y sentí que no me equivocaba, era una especie de ángel, estoy seguro. Tenía el pelo negro muy largo, que le bajaba por la espalda como si fuese una poderosa cascada. El astro sol iluminaba su cara mostrando sus hermosos ojos rojizos y dos marcas debajo de ellos. Tenía unos labios atrayentes y una sonrisa única, que ahora me estaba mostrando a mí. Su cuerpo estaba bien formado y para mí era, físicamente, perfecto…

 

 

 

-Ho-hola… - susurré. ¿¡Por qué de pronto me entraba la vergüenza y quedaba como un imbécil delante de él?! Me le acerqué silenciosamente y con un sonrojo en las mejillas. Con su sonrisa más encantadora me cogió por el hombro y ante mi sorpresa, me besó. Su lengua hacía fuerza contra mis labios para que los abriera. Accedí como hipnotizado y nuestras lenguas empezaron una danza exquisita. El beso se fue volviendo más fogoso a medida que me iba acariciando la piel. ¡Un segundo! ¿Desde cuando me tenía tirado en el suelo y se había posicionado sobre mí? ¿Y desde cuando me faltaba la camiseta?

 

 

 

-Eres exquisito… - susurró contra mis labios mientras acariciaba la piel de mi torso con sus dedos, que en contacto con mi piel, parecían de seda. Jugó un poco con mis botones rosados mientras me seguía besando. Cuando pude recuperarme y quise acariciarle, se alejó rápidamente. – No tan rápido, pequeño… deja un poco para la luna de miel…

 

 

 

-¿Luna de miel? ¿De qué hablas? – pregunté frunciendo el ceño. Él sonrió una vez más. Era tan… tan… no había palabras para describir al Dios que tenía delante…

 

 

 

-Lo que quiere tu padre para el baile es que encuentres a alguien que te guste para que te puedas casar, Sasuke. – explicó. – Por eso me he visto obligado a presentarme así de lanzado. Quiero que comprendas que eres mío. Sólo mío. De la misma manera que yo soy tuyo. Sólo tuyo. ¿Lo has comprendido ahora? Te deseo sólo para mí. Hemos nacido para estar juntos y eso es lo que quiero que hagamos. ¡Hasta pronto! – Y tras su despedida, la mayoría de flores volaron par rodearle. Cuando se disipó la ventada, él había desaparecido.

 

 

 

Estuve toda la parte pensando en aquel chico que me había robado el corazón. Bueno, que era mío. Prácticamente eso había dicho cuando se había explicado. Me pregunté si vendría también al baile de máscaras… En ese caso… ¿Podría reconocerle entre tanta gente…?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me desperté muy pero que muy dormido. Estaba a punto de volverme a dormir, si no hubiese sido por la voz del mismo sujeto que ayer. Aquel que me enamoró en medio del campo… Le miré muy sorprendido y él rió a carcajadas, supongo que de mi cara mañanera. Luego se limpió las lágrimas que le habían saltado a causa de la risa con un dedo y me miró con los ojos iluminados.

 

 

 

-Quiero que cada día sea así… Quiero ver ese hermoso rostro cada día, Sasuke… - explicó con una sonrisa de ensueño… Sé que me repito con lo de las sonrisas, pero es que no podéis ni imaginar lo encantador que se ve… Creo que hasta se me caía la baba…

 

 

 

-¡Un segundo! – yo intenté mantener mi orgullo y frialdad exteriormente. - ¿Cómo has entrado en mí habitación? ¿Los guardas te lo han permitido? ¿Cómo los has burlado? ¿Vendrás a la fiesta de esta noche? – ante la última pregunta, me sonrojé sorprendido de que hubiese salido eso de mis labios.

 

 

 

-Uy… ¡Qué divertido! ¡Cuántas preguntas! – dijo sonriendo. No sabía decir si me gustaba por su madurez o por sus gestos un poco infantiles pero atrayentes. – A ver… He entrado escalando un árbol hasta esta ventana abierta, los guardas no me han visto y sí, me he escaqueado de ellos, no son demasiado buenos. Cuando nos casemos, te prometo tener mejor vigilantes. Cualquiera podría venir aquí con malos pensamientos…

 

 

 

-¿En ese grupo te incluyes tú? – pregunté con un poco de recelo.

 

 

 

-Por supuesto que no. – alegó. – Bueno, o tal vez sí, ya veremos. Depende de si sigues mirándome así desde la cama con el camisón de seda transparente que llevas puesto que se te ve todo y me está poniendo a cien por hora, con esa carita sonrojada que no hace más que excitarme o si te vistes y me miras de manera seria. – me sonrojé, no pude evitarlo. – Y por supuesto que iré a la fiesta. Si no, ¿cómo quieres que nos comprometamos?

 

 

 

-¿Cómo podré reconocerte? – le pregunté cubriéndome con la manta.

 

 

 

-Oh, tranquilo, lo harás. Ya me encargaré de ser el primero con el que bailes y el último con el que te vayas a la cama. Por eso no te preocupes, lo tendré controlado. - ¿¡Cómo podía decirlo tan alegremente?! ¡¡Cómo si estuviese hablando del día que hacía!! – Y por cierto, si te preguntas por mi nombre, te lo diré cuando me beses al final de la fiesta. – me quedé de piedra. ¡¡Pero tendría morro, el tío!! – Bueno, ahora tengo que irme, pero no faltaré esta noche, tenlo presente. ¡Muchos besos! ¡Adiós!

 

 

 

Saltó por la ventana despidiéndose con un gesto de manos en su frente y se perdió entre la maleza del bosque. De veras que ese chico era increíble… Sentía como si algo me hubiese alcanzado al corazón y ya no pudiese vivir un solo segundo más sin él. Se me hacía imposible…

 

 

 

 

 

 

 

La tarde pasó lentamente haciendo todos los preparativos. Cuando empezó a oscurecer y empezaban a llegar los primeros invitados, me hicieron poner ese horroroso vestido. Antes de ponérmelo, mientras me ponían un corsé, me dejaron un segundo a solas. En ese momento, apareció por la ventana ese hombre, pero sorpresivamente vestía normal. Al darme cuenta de que estaba en “ropa interior” me sonrojé y me fui a cubrir con la manta.

 

 

 

-¿¡Qué haces tú aquí?! ¿¡Y por qué no estás vestido de gala?!

 

 

 

-Bueno… Aquí he venido a verte… La verdad es que te ves hermoso. ¿Te pondrás eso durante nuestras sesiones de sexo, Sasuke? – preguntó con una sonrisa lasciva. Negué con la cabeza sonrojado, sin ánimos de responder. El chico debía pensar que yo sería el chico tomate o algo así… - Y bueno, no estoy bien vestido por que ahora me iba a cambiar, pero necesitaba verte… Pero tienes razón, mejor me largo. Da mala suerte ver vestida a la novia antes de la boda.

 

 

 

-¡¡Deja de compararme con una mujer y lárgate!! – antes de que pudiese terminar con la recriminación, él desapareció y en su lugar había entrado la mujer que me vestía, que puso cara de horror al pensar que hablaba solo. Me excusé diciendo que hablaba con un gato que escalaba el árbol y me siguió vistiendo. Luego me maquilló y todo.

 

 

 

El resultado final nos sorprendió a todos. Mi piel pálida entonaba perfectamente con el azul del vestido, con algunas zonas plateadas que colgaban perfectamente compenetradas con las curvas de mi cuerpo. El vestido era largo y dejaba al descubierto mis hombros, enseñando una apetecible imagen de mí mismo. Me veía realmente hermoso. Después de las felicitaciones de las doncellas, estaba listo para bajar al salón.

 

 

 

La música ya empezaba a oírse desde lejos. Era una música tranquila y relajante, y sin proponérmelo, me vino la imagen de mí mismo bailando con ese chico, los dos muy pegados mientras todos nos miraban, como en los cuentos de hadas… Cuando desperté de la absurda imagen que había creado mi mente demente, entré en el salón, dejándoles a todos en silencio.

 

 

 

-¿No tienen nada mejor qué hacer? – gruñí. Una cosa es que yo me sintiese bonito, pero la otra muy diferente que todos se me quedasen mirando. Me puse mi máscara con pesadez (que era azul con algunas plumas) y bajé las escaleras hasta la pista de baile, donde inmediatamente un hombre con una máscara de una serpiente, me tiró del brazo hacia él.

 

 

 

-Baila conmigo. – dijo. Me estremecí por completo. Aquella voz tan fría y áspera no podía proceder del mismo chico cálido que me venía a visitar cuando no tocaba y me hacía promesas de futuro. De un futuro juntos… Empecé a bailar, para no hacerle un feo al pobre hombre, pero no sentí nada dentro de mí. Era como si estuviese vacío y sólo pudiese sentir algo con el desconocido del pelo largo.

 

 

 

Más parejas se unieron a nosotros en el baile. Todos parecían encantados menos yo. El sólo contacto con ese hombre me asqueaba. ¿Sería cierto que yo sólo le pertenecía a él? Cuando ya llevábamos algunos pasos, hubo un movimiento raro entre las parejas y terminé en los brazos de otro hombre. Este, traía una máscara hermosa de tonos azulados y vestía con un maravilloso traje negro.

 

 

 

-Perdona, pero ya no aguantaba más… - gimió con dolor en la voz. Esta sí era una voz cálida, que sólo de pronunciar aquellas palabras, me había hecho sonrojar. Agradecí llevar máscara. - ¿Estás bien? ¿Ansioso, tal vez?

 

 

 

-Bien…

 

 

 

-No lo ocultes más, Sasuke… - rió. – Te he visto estremecerte mientras ése te cogía… ¡Casi temblabas como una hoja! – me agarró más fuerte de la cintura y me apretó contra él, dándome seguridad. – Pero no te preocupes… Yo me encargo de que no asista a nuestra boda.

 

 

 

-¿¡Boda?!

 

 

 

-Pues claro… ¿O qué esperabas? Soy un buen chico y antes de que nos acostemos, quiero que nos casemos. Y cuanto antes mejor, que no creo resistir mucho… - se acercó a mí oreja y me mordió el lóbulo. Me estremecí y sonrojé por igual.

 

 

 

-Por qué… ¿Causas raras sensaciones en mí…? – pregunté buscando encontrar una respuesta a la pregunta que me pasaba por la cabeza desde que le conocí.

 

 

 

-Ya te lo dije, pequeño… - suspiró en mí oído. Y antes de que pudiese reclamarle por el “apodo”, me besó en el cuello. – Estamos hechos el uno para el otro. Los dos nos compenetramos la mar de bien, ¿no crees?

 

 

 

-Eres un… indecente…

 

 

 

-Y así es como me quieres. – alegó separándose de mí, mostrándome esa increíble sonrisa. Me sonrojé (aún más) y de un impulso me separé de él, llegando hasta donde estaba la comida. Comprobé con una sonrisa que no me había seguido y me relajé un poco recargándome contra la pared. Nadie pareció hacerme caso por unos momentos, así que pude bajar la guardia y respirar tranquilo por primera vez desde que había conocido a… ¡Maldita sea! Ni siquiera quería decirme su nombre… ¡Me estaba cansando de llamarle todo el rato “él”! Pero es que cuando estaba cerca de él, lo demás dejaba de tener sentido y sólo estábamos los dos en nuestro mundo de flores y felicidad.

 

 

 

-¡Atención! – anunció con una sonrisa mi padre. – Quiero pedir un fuerte aplauso para mi hijo Sasuke, que hoy cumple dieciséis años. – Toda la gente aplaudió emocionada. - ¿Podrías subir, por favor? – Entonces comprendí que a mi padre no le pegaba ser como un hombre cariñoso con su hijo, pero por su orgullo hacía cualquier cosa. Ya bastante me odiaba por ser un doncel, “los peores seres del planeta”, como solía gritar mientras me pegaba de pequeño.

 

 

 

Subí dando un suspiro lastimero y cuando estuve sobre el escenario, lo primero que vi fue la sonrisa triunfante de mi chico, que estaba a primera fila mirándome fijamente. Leí en sus labios las palabras: “Y eres sólo mío”. Me sonrojé un poco y mi respiración volvió a ser desordenada. Mi padre me miró advirtiéndome de que me comportase y habló para los demás.

 

 

 

-Quiero que sepan que Sasuke ya tiene edad para dar hijos, ya que es un doncel, y quiero que esta fiesta sirva para encontrarle pareja. – Dijo como si nada. Me quedé mudo. Mi hombre tenía razón. Todo era un gran engaño para darle beneficios a él. ¡Maldito egoísta!

 

 

 

Absolutamente todos los invitados de la sala me miraron lascivamente y no pude evitar estremecerme. Una cosa era que un hermoso desconocido me hiciese propuestas indecentes, la otra muy distinta que medio salón quisiese saltar sobre mí y hacerme hijos a sus maneras. Mi… Bueno, ya me estaba cansando de no poder llamarle por ningún nombre… Recordé bien su rostro y pensé que el nombre de mi marca de televisor, Hitachi, le iría bien. Lo llamaría Hitachi.

 

 

 

Hitachi me miró con su sonrisa de “no te preocupes por nada” y le devolví el gesto. Con él sí me sentía seguro. Bajé y volví a bailar con él. Pero ahora, servía ara demostrarle a mí padre que ya había decidido con quién me iba a quedar. Me lo llevé al centro de la pista y unimos nuestras almas en un fabuloso baile que culminó con un beso. Los invitados empezaron a aplaudir emocionados y yo me permití el lujo de sacarle la máscara a mi amor.

 

 

 

-Te quiero. – le susurré con una sonrisa mientras acariciaba esas mejillas tan hermosas para mí y paseaba mis dedos por sus adictivos labios.

 

 

 

-Nunca más que yo. – dijo, pero algo había cambiado. Acababa de hablar con una voz autoritaria, muy diferente a la típica voz dulce que utilizaba normalmente conmigo. Se giró hacia mi padre y me cogió de la cintura. – Le dije que sería mío aunque nos apartase… - Él le miró con odio, y ante un remolino de viento, desaparecimos del salón, volviendo a aparecer en medio del campo.

 

 

 

-¿¡Qué ha sido eso?! – me quejé. - ¿¡Conocías de antes a mí padre?! – Él me acalló con un beso y me tiró sobre el césped. – Mi nombre es Itachi. - ¿Es casualidad? – Soy el Dios del bosque y cuando naciste, ya le pedí a tu padre tu mano, pero no me la quiso ceder. Le prometí que serías mío, y ahora no te voy a soltar, por qué estamos hechos el uno para el otro… - explicó, cogiendo mis muñecas y juntándolas sobre mí cabeza, sentándose a horcajadas sobre mí.

 

 

 

-Pero… ¿¡Por qué yo?! ¿¡Y cómo que eres un Dios?! – le reproché preocupado.

 

 

 

-Por qué simplemente me atraes, no hay un motivo en particular… Desde que naciste, no, antes, ya rondaba cerca de ti, esperando tu nacimiento… Cuando te vi por primera vez, supe que serías tú mi acompañante de por vida, Sasuke… - susurró muy sensual en su oído. – Dime, ¿quieres compartir tu vida conmigo, eternamente?

 

 

 

Sospesé la respuesta durante unos cuantos minutos. Ni siquiera le conocía, pero por algún motivo… quería confiar en él. Asentí con una sonrisa y vi como se le iluminaron los ojos. Me besó pasionalmente y empezó a pasear su mano por debajo de mi vestido, acariciándome los muslos. Se sentó cómodamente sobre mi cadera y me habló.

 

 

 

-¿Sabes qué? Me va a dar igual la boda… Quiero estar ahora mismo dentro de ti… - rugió con una sonrisa pícara mientras se paseaba la lengua por los labios con gula.

 

 

 

-¡¡Oye!! ¿Yo no puedo opinar? – me quejé.

 

 

 

-Claro, si es para decirme: A) Lo guapo que soy, B) Lo bien que beso o C) Las ganas que tienes tú también de que esté dentro de ti.

 

 

 

-¡¡Menudo creído!! ¿¡Y si es para quejarme de que quiero que esperemos hasta la luna de miel, como tú mismo dijiste?! – no pude evitar mi mal carácter delante de la actitud cretina de Itachi.

 

 

 

-No hay cobertura. Llame en otro momento. – dijo con una sonrisa y haciendo el gesto de colgar un teléfono mientras volvía a su tarea de apretar sus manos en mis nalgas. – Ahora déjate llevar… Por una vez en tu vida piensa que no eres Sasuke… - susurró contra mi piel. – Que no eres príncipe, ni doncel, ni persona… Eres implemente libre…

 

 

 

Con sus poderes provocó que las flores empezaran a bailar a nuestra alrededor. Me empezó a besar la clavícula y me abrió el vestido, dejándome con el corsé que tanto le había gustado al principio del día.

 

 

 

-Te dije que me encantas con eso… - murmuró mientras me lo empezaba a sacar muy lentamente, deshaciendo poco a poco todos los nudos de los hilos. Cuando terminó, adoró mi cuerpo desnudo y se sacó el mismo su traje, ofreciéndome un espectáculo sin igual. Me relamí sin querer y aprovechó la ocasión para volver al ataque de mí boca.

 

 

 

Acarició con cuidado mi pene, ya erecto bajo mi ropa interior. Al moverse un poco, sentí como su erección rozaba mi trasero. ¿No era que los Dioses no tenían ese tipo de necesidades? Bueno, ya daba igual. Ya no era Sasuke Uchiha, el doncel que quería saberlo todo. Ahora simplemente era un cuerpo caliente buscando apagar su fuego con otro en la misma situación.

 

 

 

Empecé a gemir cuando sentí la calidez de mi boca encerrar mi miembro después de sacarme el bóxer. Oh, Dios… Su lengua se pasaba por toda mi piel de manera adictiva y encantadora. Pronto sentí una corriente eléctrica en mi espalda y le aparté a tiempo para poder venirme entre los dos en vez de en su boca. Me miró frunciendo el ceño.

 

 

 

-¿¡Por qué has hecho eso?! – me reprochó en un gruñido.

 

 

 

-No quiero que… - antes de que pudiese terminar mi explicación me besó desesperadamente, trasmitiéndome la necesidad de algo más. Abrí mis piernas un poco y le sonreí con timidez. Acercó tres dedos a mi boca e hizo que los chupara, tarea que me resultó fácil e hice sensualmente. Los acerqué a mí entrada cuando estuvieron ya bastante ensalivados y sentí una punzada de dolor sólo con el primero. Al ver mi cara, Itachi apartó la mano de ahí.

 

 

 

-No quiero causarte dolor, Sasuke. Sé que eres virgen, y yo… - negué con la cabeza. Le quería dentro de mí. Sentía esa necesidad… Le obligué a volver a meter los dedos y sentí su miedo a herirme, pero ya no me importaba. Noté como movía dos dedos en círculos y luego introducía un tercero. Entre todo el dolor que sentía, noté como tocó una zona especial, que me hizo gemir como un loco.

 

 

 

-¿Dónde…?

 

 

 

Volvió a apretar en el mismo lugar y volví a gritar como poseso. Al cabo de un rato, cuando ya no sentía el dolor y me cegaba el placer, sacó sus dedos de mí y me abrió más las piernas. Había llegado el momento. Posicionó su miembro hinchado por la espera en mí entrada y esperó mi asentimiento, que no tardó en llegar. Noté como lentamente ese trozo caliente de carne iba entrando en mí y sentí como si me partiese en dos.

 

 

 

-Qué… estrecho, Sasuke… Te aseguro que el cielo… no es mejor que esto… - gruñó. Noté como suspiraba en mí oído y gruñía. Gruñía de auténtico placer. Me sentí feliz, pero tuve que pedirle que se detuviera antes de seguir. Dolía horrores. Esperamos unos segundos besándonos hasta que se empezó a mover. Me sentí en el paraíso. Cada estocada era como tocar el cielo y volver a bajar a la tierra. Empecé a gemir mientras Itachi hacía lo mismo en mí oreja y finalmente, nos venimos juntos.

 

 

 

-¿Quiere escapar conmigo, príncipe? – me preguntó mientras se apartaba de mí para dejarme coger aire. Le sonreí febrilmente mientras notaba que estaba empapado de sudor y otra cosa.

 

 

 

-Estamos hechos el uno para el otro. Si no me fugase contigo… ¿Qué haríamos? – pregunté retóricamente.

 

 

 

-Lo mismo que acabamos de hacer, pero en vez de en una casita en el campo con pajaritos y flores, en tu castillo viejo y ruinoso. ¿Qué eliges?

 

 

 

-Quedarme contigo para siempre. Te amo.

 

 

 

The End.

Notas finales:

¿Reviews? Owo


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