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En Silencio por YukaKyo

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Notas del capitulo:

En Silencio

 

Debes de saber que,  Fullmetal Alchemist, El alquimista de Acero, Hagane no Renkinjutsushi (鋼の錬金術師) o también Hagaren (ハガレン),  es © de Hiromu Arakawa, Square Enix, MBS, ANX, Bones.

Y que yo soy YukaKyo la creadora de este escrito y el © es de mi Propia Autoría.

Con la pareja Roy x Ed. 

Advertencia: Shonen-Ai, Drama, Angustia y Muerte de Personaje

Mi beta es fayirenoongaku

También que No espero retribución alguna de la  LIE (Ley de Intercambios Equivalentes) Tan solo lo he escrito para sacar un poco el dolor que me llena por dentro y del cual no puedo hacer mucho para sacarlo de mí.

En Silencio

 

 oo-o-oo-o-oo-o-o-o-oo-o-oo

 

"En este lugar no hay ningún sonido, mucho menos mi voz escucharas"

 

oo-o-oo-o-oo-o-o-o-oo-o-oo

 

01

 

El tibio vapor de sus exhalaciones se adhirió a la ventana, ya se encontraba nevando afuera. Suspiró, menos mal que la habitación era calida y confortable. O al menos lo estaba y era más que adecuado para una habitación solitaria e individual de hospital. Cerró los ojos y dejó que su respiración siguiera golpeando el trasparente vidrio de la ventana frente a él. Nunca le habían gustado los hospitales, pero ahora se obligaba a permanecer en el durante horas o días enteros e incluso había durado ya una semana sin salir del mismo.

 

Frunció las cejas rubias con dolor, aquello no le lastimaría tanto si el que estuviese hospitalizado fuese él mismo.

 

Con una sonrisa teñida de malestar plenamente dibujado en sus labios se giró y notó en la misma esquina iluminada tenuemente, la cama donde descansaba aquel a quien cuidaba desde hacia meses. Dormía tranquilamente, alergatado por los numerosos calmantes que pocos minutos atrás le habían suministrado.

 

Se acercó a la cama, donde bajo las inmaculadas sabanas blancas, reposaba el desgastado cuerpo de Roy Mustang. Una extraña enfermedad le había atacado meses antes, desconocida en el mundo de la medicina, que le consumía sus fuerzas de manera inexplicable, primeramente como un simple cansancio rutinario que fue aumentando hasta impedirle mantenerse en conciencia.

 

Dentro del hospital su cuerpo comenzó a consumirse, no con lentitud como había esperado, sino más bien con una excesiva rapidez mortífera. Edward tragó difícilmente saliva por el nudo que se le había hecho en la garganta, al notar alarmado como se le había adelgazado muchísimo más la piel de sus mejillas pálidas que se le marcaban al hueso, como si fuese una simple película de hule. Al pasar los dedos por la huesuda mejilla, sintió como le temblaban los labios.

 

Roy se estaba acabando, se estaba muriendo con cada segundo que pasaba.

 

- Pronto pasará el dolor Roy - Trató de consolarlo, al notarle fruncir las escasas cejas negras que le quedaban. Al parecer los sedantes ya no eran tan efectivos y el dolor de su cuerpo agonizante le atacaba con más fuerza cada vez.

 

Había perdido la movilidad, pero estaba tan lucido y vivo cada vez que despertaba. Con más ánimos para llamarle enano y reír a carcajada con cada una de sus rabietas y él lo complacía haciéndole compañía por largas horas hasta que volvía a cansarse y dormía.

 

Despertaba poco después o no lo hacia hasta días después. Pero Edward ahí siempre estaba a un lado suyo esperando a que despertase. Sus compañeros del cuartel habían estado pendientes también, pero únicamente por algún breve tiempo. Las visitas pasaron de diarias  prolongose al tercer día, la semana o el mes. Si acaso.

 

Y entonces dejaron de venir.

 

Lo fueron abandonando, uno a uno y poco después tan solo él quedaba a su lado.

 

Roy era fuerte y no demostraba tristeza alguna aun y cuando sabia que no tenía mucho tiempo por delante. Al contrario le platicaba al rubio lo que deseaba hacer cuando saliera de ahí, los sueños que tenia aun pendientes, todo aquello que deseaba hacer, eso que jamás por miedo se había atrevido y los lugares que desde pequeño ansiaba visitar.

 

Y Ed lo escuchaba emocionado, notando como le brillaban mucho mas los ojos azul oscuro con cada palabra que soltaba y su voz grave y fuerte se teñía de una esperanza que jamás había sentido en ninguna otra persona y entonces se quedaba en completo silencio observándole por eternos minutos y le sonreía de manera extraña, antes de volver con su parloteo.

 

Pero un día, sus ojos dejaron de brillar. Notándose opacos, donde solo el reflejo del rubio se observaba y nada mas. El cansancio se hizo mas pesado y su cuerpo empezó a fallar, a quebrarse. Los dolores se hicieron presentes y los momentos de lucidez se hicieron escasos.

 

La enfermedad se había hecho más fuerte y él no lo podía soportar más.

 

Condenado a una cama, Roy Mustang palidecía mucho más y su voz empezaba a opacarse. La fortaleza del rubio también comenzaba a mermarse, las lágrimas se habían terminado de secar en sus mejillas por incontables noches. ¡No podía comprender algo como aquello! Y sus sentimientos eran todo un mar de confusiones.

 

Se suponía que él odiaba a aquel hombre, que le rechazaba y que le caía mal. Pero él había sido el primero que había sufrido al saber lo que le sucedía, quien no había dejado de apoyarlo, quien seguía ahí dándole fuerzas.

 

Se encontró de pronto sintiendo cariño hacia su persona y un terrible dolor por saber que no podría hacer nada para mantenerlo cerca.

 

El mundo para Edward comenzó a tornarse gris y el invierno llego junto con la nieve fría.

 

- ¿Edward? - le escuchó llamarle una tarde, aquella vez por tres días consecutivos había estado dormido, despabilándose él también pues se había quedado dormido noto la mano de Roy buscándole. Le contestó para que supiera que ahí estaba, sus ojos no le veían ya y parecía que ahora no le escuchaba

 

- ¿Ed? - Acercándose hasta él y tomando su mano, lo tranquilizo

 

- Aquí estas - Roy ya un poco más calmado había girado su rostro donde sus ojos muertos se habían posado sobre su persona sin ningún sentimiento mostrado en su demacrado rostro  y simple y llanamente confesó - No puedo oír -

 

Edward se había llevado una mano a la boca evitando soltar el quejido de dolor que aquella noticia le había provocado. Días después en ese mismo invierno frío y cruel Roy perdió la voz. Aquella mañana, tan solo abrió los ojos y le observó brevemente trazando la ultima sonrisa amable que le viera. No podía ver, hablar y ahora también escuchar.

 

Y de eso tan solo había pasado una semana.

 

Apartando los flequillos un poco más largos de su rostro, Ed alejó el frío sudor la frente del pelinegro. El calor no se quedaba por mucho tiempo en su pálida piel y su respiración era tan calmada y suave. En aquel día no había despertado en lo absoluto.

 

- Hoy esta nevando mas fuerte Roy - susurró el rubio deslizando aun sus dedos por los cabellos oscuros - Los copos se apilan sobre las calles y se ven tan hermosos, te gustara mucho verlo, estoy seguro -

 

El rubio frunció los labios, Roy no lo escuchaba. No le oía, pero él quería creer que lo hacia. Un espasmo recorrió el cuerpo del mayor y abrió los labios mas ningún sonido broto, tan solo las cejas se fruncieron un poco mas.

 

- Dime ¿Qué te duele Roy? -

 

Silencio

 

- Dime que me escuchas ¡Por favor! -

 

Silencio

 

El nudo en su garganta se hizo mas duro y sintió que las lagrimas se le acumulaban en los ojos dificultándole observar al pelinegro.

 

- Aquí estoy Roy - musito, inclinándose sobre el hombre pasándole las manos por el pecho, atrayéndolo a él para abrazarle - No pienso dejarte solo -

 

La respiración del hombre era mas lenta y en ocasiones pausada. Su piel se estaba poniendo cada vez más fría.

 

No iba a pasar de esa noche. Se lo dijo de inmediato su mente al rubio, pero su corazón, no podía aceptarlo aun no... todavía no.

 

- No - soltó - No me dejes Roy - susurró ahora contra su cuello sin poder evitar ya derramar sus lagrimas empapándole las mejillas - Porque a donde vas yo no podré seguirte -

 

No iba a poder retenerlo por más tiempo a su lado y Roy no podía escucharle por más que le hablara. Su piel había perdido ya su calor y su respiración estaba más irregular. Los latidos muy y apenas podía sentirlos contra su cuerpo.

 

- Abre los ojos y mírame una vez más - el cuerpo del pelinegro comenzaba a aflojarse entre sus brazos - Tan solo quiero verte sonreír una vez mas -

 

No habría respuesta para él, no la había.

 

Echando un poco más el cuerpo de Roy sobre él, escondió su rostro en el cuello del pelinegro. Su aroma suave y dulce le lleno los sentidos. Ya no podía sentir su calor, pero había algunos cuantos rescoldos del fuego que aun latía en su corazón. Ese mismo que se negaba a morir e incluso latía un poco mas, al sentirse abrazado de aquella manera por Edward.

 

Mordiéndose los labios fuertemente el rubio gimoteo con pesar. Afuera la nieve tan solo continuaba cayendo en silencio, dejando su manto blanco y frío sobre las calles y ahora también sobre ellos dos. Edward aparto un poco de él a Roy acunándolo aun contra su pecho, se dedico entonces a acariciar su mejilla helada.

 

- Si tan solo pudiera escuchar tu voz una vez mas Roy - sus lágrimas continuaban bajando por sus mejillas sonrojadas, cerró los ojos y tras sus parpados pudo ver con claridad el blanco horizonte donde la puerta de la verdad, tal y como la recordaba regresaba con vil recuerdo a su mente, se mordió un labio y abrió de nueva cuenta sus ojos - Daría incluso mi propia voz, tan solo para oírte una vez mas -

 

Pero era inútil, no había puerta de la verdad o poder divino alguno que le escuchara, aun y cuando su simple deseo no fuese retenerle mas a su lado. No le iba a ser permitido volver a mirarse en sus ojos. Ni escucharle. Roy estaba ya tan lejos de él y cada vez un poco mas se apartaba de su lado. 

 

Edward soltó un quejido que cortó su voz al sentir una exhalación profunda de Roy junto con  un espasmo que le recorrió por completo. Se tragó el nudo en su garganta y las lágrimas que aun deseaban surgir.

 

Aquel era el final.

 

Era el momento de separarse y su mundo perfecto, estaba a punto de terminar y el no podía guardárselo por mas tiempo. El tiempo que quedaba era tan corto y efímero como un copo de nieve, evaporándose en la palma de su mano.

 

- Te amo Roy - susurró sonriéndole con amor mirando su rostro tranquilo y sereno.

 

Pero él nunca lo sabría ya.

 

Su respiración se había detenido.

 

La vida de Roy Mustang había terminado.

 

Y Edward ya no podía hacer nada más que seguir ahí abrazándole con dolor.

 

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Notas finales:

T-T


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