Un día común y sumamente tranquilo en la pequeña Konoha, hogar de los mejor ninja del país, aunque no se reconocieran a muchos.
Estaba un joven albino, de ojos negros y cabello azabachado, bastante apuesto y deseado por todas las mujeres de la pequeña aldea; estaba sentado en su aislado y común asiento del salón de la escuela de Konoha, donde todas las chicas se deleitaban mirándolo sin parar; Sasuke Uchiha era simplemente hermoso.
El chico pensaba que ya no tenía un sentido real seguir asistiendo a esa escuela, pues al final de todo, su sensei había fallecido hacía un mes, su hermano Itachi ya no estaba en la aldea y él permanecía allí como un completo idiota, a su parecer.
Cuando notó que las chicas lo miraban; para no perder la costumbre, miró fijamente al nuevo sensei, que estaba parado frente a toda la clase esperando algo en específico.
Sacando al azabache de sus pensamientos depresivos, la puerta se deslizó anunciando la entrada de alguien nuevo al salón, cuando vio a la perfección un chico moreno, rubio, de ojos hermosamente azules y con unas curiosas marquitas sobre sus mejillas.
- Alumno nuevo. – pensó el azabache casi con molestia; pero de inmediato fijo su vista de nuevo en aquel chico.
- Él es Naruto Uzumaki, será su nuevo compañero y espero no haya problemas. – invitó el sensei, el chico rubio se paró en medio de la pequeña tarima de maestros y sonrió con ternura.
- Soy Naruto Uzumaki, espero seamos buenos amigos. – su mentalidad de un pequeño niño de escaza edad divirtió al azabache.
- Adorable… ¿Adorable? ¿En qué piensas, Sasuke? ¡Estarás estúpido para fijarte en él! – se reclamó mentalmente por su anterior pensamiento.
- Siéntate donde te plazca, Naruto. – aclaró el sensei.
El rubio recorrió el recinto con curiosidad, y pronto fijó su mirada en el azabache y el asiento vacío justo a su lado.
Sasuke se sorprendió al ver al hermoso rubio caminar hacia él y tomar asiento justo a su lado.
- Soy Naruto Uzumaki, mucho gusto; pareces muy solitario. – le dijo con gran curiosidad y una hermosa y gigantesca sonrisa.
- Hmm.
- ¿Cómo te llamas?
- Sasuke Uchiha. – el azabache era realmente cortante y fastidioso; pero al parecer el tierno rubio no prestaba atención a esos detalles.
- ¿Por qué te sientas sólo?
- Estás ahí sentado ¿no? – su ironía cínica molesto al rubio que hizo una pequeña rabieta y un puchero que niño pequeño.
- Se ve tan lindo. – pensó el azabache.
- Bueno ¿por qué estabas tan sólo?
- No me gusta la gente, dobe; así que déjame en paz.
- No, no lo haré. – su voz fue más juguetona igual que su sonrisa, el azabache se sorprendió de que después de un comportamiento tan infantil fuera ahora tan diferente.
- ¡Cállate!
- ¡Qué mal genio! – el rubio frunció el ceño en un acto de molestia y simplemente miró con fijeza al sensei que explicaba algo.
La clase se fue muy tranquila y callada; pero al finalizar el azabache esperaba una ola de mujeres hostigándolo y un rubio hablador, en cambio recibió la indiferencia de todos, tanto los chicos como las chicas se dirigieron a Naruto, quién gustosamente platicó con ellos.
- Etto… Mi nombre es Sakura Haruno, mucho gusto. – comentó una chica pelirrosa de ojos esmeralda, sus mejillas tenían un leve tono carmesí.
- Hola, Sakura-chan. – la igualdad del rubio la hizo ruborizarse más.
- ¡Quítate, frentona! – gritó una rubio apartando a la pelirrosa del camino, se paró frente al chico rubio y le sonrió de forma insinuante. – Soy Ino Yamanaka. – su voz resultaba muy sexy y todos lo notaron, excepto el pequeño rubio.
- Ino-chan. – repitió en susurros.
Cuando Sasuke tomó sus cosas para salir del salón y dirigirse a la siguiente hora, el rubio volteó.
- Sasuke-kun ¿quisieras ir conmigo a la siguiente clase? – el rubio era bastante desvergonzado y Sasuke se sorprendió ante eso.
- Te dije que odio a la gente, dobe.
- Y yo te dije que no me importaba, teme. – declaró el rubio tomando sus cosas también y corriendo tras Sasuke, dejando a todos los demás parados alrededor de las dos mesas vacías.
Cuando el rubio alcanzó al joven de cabellos negros atenuó el paso y tomó su brazo para hacerlo voltear a mirarlo.
- ¿Qué te pasa, dobe?
- Na-ru-to, dilo. – le pidió.
- Eres un dobe, ya te dije que no me agrada la gente, lárgate.
- Eres imposible ¿nunca dejas de decir eso?
- No.
- Bien, quisiera saber ¿cuánto me costará que cambies de parecer?
- ¿Por qué te empeñas en hacerme cambiar?
- Por Ita-kun. – dijo con una sonrisa tierna.
- ¿Itachi? – la sorpresa de Sasuke fue muy notoria.
- Sí, así es; Ita-kun me dijo cosas de ti y quiere que cambie tu forma de ser tan solitaria, como él me lo pidió no pude negarme.
- ¿Qué es de ti mi hermano?
- Nada, nada en lo absoluto, amigos; pero él me gusta, aunque no sea recíproco y me pidió ciertas cosas. – recordó la conversación con el hermano mayor del azabache y sonrió de inmediato.
- ¿Qué más te pidió?
- No te lo diré. – dijo con una mirada juguetona y se alejó del azabache con prisas.
- Naruto. – lo llamó para que volviera y le diera explicaciones.
- ¡Logré que me llamarás Naruto’ttebayo! – exclamó en un grito de emoción.
- Yo… - quiso disculparse, lo había hecho inconscientemente; pero era demasiado orgulloso para pedir disculpas o confesar un error.
- Nos vemos en el salón, Sasuke-kun. – le dijo divertido y salió corriendo al salón.
Cuando llegó al salón, aún estaba sólo, era el primero en llegar, la escuela la conocía pues la directora era su abuela Tsunade y sabía a dónde y cómo ir.
- ¡Maldita sea, Itachi! Me dijiste que lo quisiera y me especificaste como amigo pues a mi regreso serías mío; pero es tan guapo. – pensaba el rubio casi derrotado.
Esperó a los demás en la tarima, aguardando a que Sasuke tomara asiento, cuando entraron todos ignoró a cada chico y chica que le dirigieran palabra, hasta que Sasuke Uchiha cruzó el umbral de la puerta y entonces lo siguió.
- ¿Te sentarás conmigo de nuevo?
- Sí, ya te lo dije: Itachi me lo pidió, no me negaré.
- No me agradas.
- Tú me agradas. – admitió con una expresión divertida.
- Deja de bromear, dobe.
- No bromeo.
El rubio permaneció callado el resto de las clases, en el receso estuvo solo y procuró alejarse un poco del azabache; pero a la hora de la salida se acercó a Sasuke evitando a las chicas y chicos que lo jalaban.
- Te veré mañana ¿no es así? – preguntó el rubio.
- No tengo remedio.
- ¿No me quieres ver?
- Ya te dije que no me agradas.
- Justo es mi objetivo, agradarte y que los demás te agraden.
- ¿Sólo eso buscas? – su tono de voz demostró cuán ofendido se sentía.
- Sí, eso me lo pidió Ita-kun; lo obedezco.
- Idiota. – contestó de inmediato.
- ¿Uh?
- Eres un idiota, haces lo que él te dice y te deja sin voluntad y lo permites; eres una basura, un idiota. – declaró.
- Aún así… te quiero. – admitió el rubio mirando divertido la expresión de sorpresa y confusión del azabache, se acercó a él y besó su mejilla para después alejarse y salir del salón de clases para ir a su casa.
De camino a casa el rubio estaba sumamente pensativo y dudaba de que le sucedía y de que sentía en realidad, el timbre de su celular lo sacó de sus pensamientos antes de llegar a una conclusión.
- Diga.
- Hola, Naru-kun.
- Ita-kun. – llamó sorprendido.
- ¿Cómo va todo con Sasuke?
- Mal, le desagrado por completo.
- ¿Por lo menos sabe que fuiste por mi culpa y contra tu voluntad?
- Sólo lo primero.
- ¿No sabe lo segundo?
- No, en realidad me agradó.
- ¿Qué?
- Me dijiste “quiérelo, por favor” y yo hago caso, Ita-kun.
- ¿Lo quieres?
- ¿No era eso lo que querías? Te llamo luego, sayonara. – colgó el teléfono antes de llegar a su casa.