En una zona oscura, en donde ni un poco de luz se dejaba asomar. Entre aquel desolado lugar no había sonido alguno, más que el de unas cadenas tintineando. Un joven permanecía inmóvil, sin emitir un sonido y con sus largos cabellos cubriendo su rostro. El silencio se rompió al escucharse unos cuantos pasos y la puerta metálica que mantenía cautivo a aquel joven se abrió, dejando pasar a un joven más alto y cabellos largos hasta media espalda.
Sus ojos miraban al muchacho en aquel lamentable estado y de sus labios salieron estas simples palabras.
- Es hora de que demuestres que tan fiel eres a mi propósito.
- Si… no te defraudare.
- Eso espero… no me defraudes…
******************************************
z88;
En la sociedad de las almas (soul society)
Ichigo permanecía junto a Rukia, conversando asuntos del mundo real… los demás shinigamis estaban en sus asuntos, todos parecían muy ocupados… entonces, una ráfaga de viento fuerte sopló y con ella venia una presencia… todos pudieron sentir un enorme poder llegando. A lo lejos, se alcanzaba a percibir lo que parecía un ejercito enemigo. Todos se prepararon para un posible combate.
El viento soplaba ahora con moderación, pero se percibía la tensión en todo el ambiente. Sin siquiera reaccionar con velocidad, entre los shinigamis, aparecieron dos mujeres de cabellos largos y enmarañados. Vestidas de igual forma, unas prendas que apenas si las cubría. Pelearon todos con su máxima fuerza pero aquella chicas se desvanecían y aparecían en lugares diferentes todo en segundo, acertando golpes y esquivando ataques.
Ichigo peleaba con todo su poder, apenas logrando derrotar algunos cuantos enemigos que ya se habían movilizado. A lo lejos logró ver a un sujeto que permanecía inmóvil. Poco a poco, los shinigamis lograron acabar con algunos enemigos. Ichigo corrió hasta donde se encontraba aquel hombre, que en realidad era demasiado joven. Se podría decir que de su misma edad o tal vez más, sus ojos era grandes y melancólicos.
Justo antes de lograr acertar un golpe, una de las mujeres se apresuró a defender al chico que ni se había inmutado ente el ataque. Ichigo comenzó a tener problemas con aquella mujer que era en verdad muy fuerte.
Aquel muchacho solo observaba, Ichigo no podía vencer a aquella mujer y estaba comenzando a sentirse cansado. Entonces, aquel chico, da un paso al frente, en su cara se veía la indecisión, pero su cuerpo terminó por moverse, apareciendo justo detrás de los shinigamis y golpeando uno a uno, con potentes patadas. Ichigo no podía creer la gran fuerza y velocidad de aquel sujeto. Venció a todos los shinigamis, a tenientes y capitanes tanbien, a ninguno dejo en pie.
Ichigo no podía creerlo y cegado por la ira se abalanzó contra aquel chico y le dio pelea, más el otro no parecía tener problemas en luchar contra el, con tal fuerza seria muy censillo derrotarlo, pero había algo en su mirada, era indecisión, como si en verdad no deseara pelear. Pronto, uno a uno, los capitanes y tenientes fueron levantándose del suelo con algo de esfuerzo.
Los shinigamis a duras penas lograban derrotar a los enemigos, destruyéndolos, aquel azabache, sabía que si seguía luchando eventualmente todos sus subordinados morirían, entonces al verse rodeado por todos los shinigamis de rangos superiores, supo inmediatamente lo que tenía que hacer, bajo su espada que ni siquiera había usado y entonces levantó sus manos y dijo:
- Me rindo.
La confusión fue mucha, pero igual, todos los enemigos, ante la captura de su líder se alejaron por completo. El muchacho fue rápidamente apresado y entonces fue llevado prisionero.
z88;
************************************************
z88;
En su celda, aquel chico permanecía sentado, sin moverse o decir algo. Su cabeza permanecía agachada, sus cabellos cubrían su rostro, entonces, las rejas se abrieron, dejando pasar a un escuálido chico de apariencia anémica. Sostenía entre sus manos una escoba y miraba algo temeroso al prisionero.
- Yo… yo fui asignado para… la limpieza y… estoy… emm…
Tartamudeaba obviamente por nerviosismo. El cautivo levantó su cabeza y con un semblante amable le sonrío, aún con aquella pizca de melancolía en sus ojos.
- Por favor, no temas. No te are daño.
Ante aquello, el chico se sintió más aliviado y con cierta confianza se acercó para empezar el aseo. El muchacho pregunto al pequeño shinigami su nombre.
- Disculpa, cual es tu nombre.
- Eh? Mi nombre es Hanataro…
- Mucho gusto, el mío es… H… Hitori.
Después de aquello llego Byakuya Kuchiki. Hanataro se puso muy nervioso, retrocedió unos pasos y comenzó a temblar, no así el prisionero que ni siquiera se inmutaba ante su presencia.
- Abran la celda, tengo que llevarme al prisionero.
Enseguida, el chico ya se encontraba fuera de su celda y lo llevaban a un lugar diferente.
z88;
********************************************************
z88;
El muchacho se encontraba en un lugar grande y algo oscuro. Frente a el, un anciano, a los lados, una fila de capitanes.
El anciano comenzó a hablar.
- Tú y tus hombres, entraron y destruyeron, atacaron a nuestros hombres y no sabemos sus razones…
- Y no las diré.
- He tomado la decisión de que debes ser ejecutado… por el bien de nuestro mundo… eres peligroso y no me arriesgare a tenerte con vida.
z88;
*********************************************************
z88;
Así, el prisionero fue llevado al lugar de su ejecución y justo cuando el azabache se dispuso a ser ejecutado, dos sombras emergen del suelo, tomando forma de mujeres, eran aquellas chicas guerreras y se dispusieron a luchar, diciendo al unisón:
- ¡No dejaremos que dañen a nuestro capitán!
Así, una batalla se libró para pelear contra aquellas mujeres. La batalla ya parecía perdida pero Ichigo desplegó todo su poder.
Hitori ya había sido liberado, pero aún así sus ojos… estaban igual de melancólicos y esta vez, Ichigo los notó con mayor intensidad, igual que Renji. Las chicas parecían ya casi vencidas, esta vez no contaban con apoyo y los pocos hombres que aparecieron eran vencidos con facilidad.
Hitori veía a sus subordinados morir frente a sus ojos y sabía que era por su culpa, entonces, al estar libre, dejó aparecer su espada en sus manos, como si la hubiera invocado solo con el pensamiento. Se puso en posición de ataque y comenzó a luchar, derrotando a algunos shinigamis, pero en su mirada llena de ira, aún se encontraba el rastro de la melancolía.
Las chicas fueron vencidas. Hitori luchó con lo que podía pero al final lo acorralaron de nuevo y sabiendo que fue vencido sin haber salvada a ninguno de sus hombres, se dejó vencer, sin seguir luchando, tan solo se volvió a rendir, sin decir nada.
Al estar nuevamente frente a aquel anciano, pensó que tal vez lo matarían sin dudar ahí mismo. Nada lo preparó para lo que sus oídos escucharían y menos los capitanes.