Sí, millones de adolescentes sueñan con convertirse algún día en la estrella de rock que todo Japón ame y desee. Y me considero uno de esos obstinados adolescentes que quieren tocar las estrellas y ganarse un lugar en ellas. Mi nombre es Yagami Koizumi, un joven de 19 años que es hijo de un tipo que fabrica utensilios de cocina y loza y no se que otros cachivaches más. Sí, yo, el hijo de un empresario de cocina, es el bajista de la banda emergente "Rainy Kiss". Un chico pelinegro, tranquilo y algo suertudo. Están a punto de comenzar a leer la historia de mi banda, de mis amigos y de todo tipo de relaciones que exista en nuestra vida. Sí, es como leer un diario íntimo.
La historia comienza cuando yo iba caminando sin prestar atención a nadie, chocando con hombros ajenos, y tratado de comunicarme con Saru, el imbécil que me gusta y que es vocalista de la banda. El simpático cara de mono no contestaba, de seguro estaba con la puta de su novia. Sí, es una ramera, hermana de un dueño de un burdel barato. Como sea, Saru no contestaba por nada del mundo y yo comenzaba a desesperarme, porque si llegábamos atrasados a la presentación de nuestro DEMO, entonces todo el resto de nuestra carrera estaba arruinada :D ¡Gracias Saru! Independiente de eso, también estaba celoso, puta gorda de Ayame. No es gorda, pero yo le digo así porque me cae mal, ¿y qué? De tantas idas y vueltas de pronto choqué ridículamente con alguien, por lo que mi celular cayó al suelo.
- ¡Lo siento mucho! -hice una reverencia.
- Debes fijarte por donde andas.
Miré al hombre, el cual ni siquiera se había dignado a recoger mi celular en son de respeto. Él estaba todo tapado, con lentes de sol... me recordó a Michael Jackson, pero sin la pequeña nariz.
- Hey -dijo de pronto- ¿Tú no eres el hijo de Yagami-san?
- Eh... hay muchas personas de apellido Yagami en Japón, señor.
- Sí, pero tú eres el hijo de Yagami Koji, el empresario de utensilios de cocina -¡tadá!
- Ah... eh... sí, soy... yo -dije, inseguro- ¿Lo conoce?
- Tu papá me hizo clases casi toda la vida -rió- lástima que jubilara tan joven.
- Ah... -¿y a mi me interesa esto?- ¿Quiere que le mande saludos?
- ¡Claro! Muchas gracias. Ah, lo siento por no presentarme antes, pero tengo una imagen que cuidar -wtf?-. Necesito que te quedes callado, ¿está bien? Soy Sakurada Kaoru -susurró.
- Sakurada... Kaoru... Sa... -procesé- ¡Eres el rey del V-! -me tapó la boca.
- ¡Cállate! Si me descubren los fans saldrán persiguiéndome y mira: ¡está lleno de escolares! ¿Sabes cuan peligrosos son los escolares? Bien, te suelto -me soltó- ¿Ibas a algun lugar?
- Sí, me tengo que juntar con mi banda para ir a presentar un demo.
- ¿Un demo? ¿Dónde?
- A la Gold Tokyo Records.
- La Golden es mi cadena, chico. Dile a la secretaria que vas de mi parte, toma mi tarjeta.
- ¿Q.. qué? Pero... -esto era increíble- Yo... y... ¡Gracias!
- ¡No grites!
Era tarde, las escolares ya lo habían divisado con su regaño. Kaoru se despidió rápidamente de mí y salió corriendo como desesperado, mientras que las escolares lo perseguían. Rápidamente me agaché para recoger mi celular y una mastodonte me empujó lejos.
- Vaya caída, Koi-kun.
- ¿Saru? ¿Qué haces aquí?
- Vengo a buscarte, digo, para reunirnos -me extendió su mano para levantarme.
- ¡Te llamé como 10 veces!
- Error, fueron 18 -me mostró su celular- Lo siento.
- ¿Y por qué no contestabas? -protesté.
- Estaba con Ayame, por eso tenia el celular en silencio -perra.
- Ah -disimulé mi molestia- Bueno, Bakamono y Soshi nos están esperando.
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- Soshi... estoy aburrido.
- ¿Y que, me viste cara de payaso? -protestó el pelirrojo.
- Antipático... ¿Cuánto crees que se demoren?
- Lo suficiente para terminarme este cigarro.
Bakamono, chico de pelo azul y erizado, bastante grandote pero de buen corazón. Soshi, pelirrojo malhumorado y mujeriego.
Al cabo de un rato...
- ¡POR LA MIERDA! -Soshi llevó sus manos a la cabeza- ¡¿Cuando piensan llegar?!
- Cálmate, gruñón.
- ¡NO ME HAGAS CALMAR! -cara de psicópata.
- Soshi -se levanta- Un masaje te calmará.
- No me toques, grandulón -apuntando al chico de pelo azul.
- Relax, enfermo mental.
Bakamono se acercó a Soshi y lo tomó por los hombros. La primera reacción del pelirrojo fue moverse para todos lados, tratando de zafarse. Pero pasado un rato se relajó con el masaje que Bakamono le brindó.
- Vaya, vaya, no sabía que eras el llavero de Bakamono, Soshi.
- ¡¿QUE?! Ah... ¡No! ¡ Suéltame orangután!
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Koizumi no Uta;
Al ver esa escena reí, con Soshi tirando manotazos para todas partes y Bakamono tratando de sujetarlo, parecían una verdadera pareja. Bueno, les conté sobre mi encuentro con Kaoru; Soshi me quería por eso, ya que él es fan de Kaoru-sama. Finalmente decidimos partir a la disquera, a provar suerte y ver que tal nos iba.
Llegamos, todos nerviosos y puedo decir que hasta me corría una gota en mi cara. Me hicieron entrar a mí primero. Vi a una vieja fea de recepcionista, toda arrugada y con una cara de "soy una histérica mal follada". Me acerqué lentamente hasta ella y la miré de frente.
- Ho... hola -saludé.
- Gold Tokyo Records, ¿qué desea? -voz gangosa.
- Ehm... Kaoru-sama me envió -mostré la tarjeta- Queremos presentar un DEMO.
- ¿Un DEMO? -la urraca examinó la tarjeta- Lo siento, esta es falsa.
- ¡¿FALSA?! -saltó Soshi- ¿Qué se cree, lechuza mal p-?! -Saru le tapó la boca.
- Que mala educación -la urraca abrió sus ojos de par en par- Voy a llamar a seguridad.
- ¿A quien vas a llamar, B-chan?
- ¡Kaoru-sama! Eh... ¡A seguridad! Estos chicos maleducados...
- B-chan, estos chicos son mis invitados.
- ¿Ah? -casi se le caen los lentes a la vieja fea.
- Vengan conmigo, chicos -Kaoru comenzó a caminar.
- Vamos, vamos -susurré.
- Ahí quedaste, fósil histérico -se burló Soshi.
Y subimos en un ascensor forrado de espejos.
Kaoru nos hizo esperar media hora sentados ahí. En esa media hora nadie dijo palabra alguna, y yo me dediqué a mirar descaradamente a Saru, que tenía un botón de la camisa desabrochado y no se había dado cuenta (LOL). ¿Qué tenía ese tipo? Su pelo café oscuro, con sus ojos de un marrón profundo, sus cejas perfectas, sus facciones definidas, su pequeña barba... Tenía un algo especial que me tenía atado a él desde hace años, pero sin querer decirle absolutamente nada. Creo que se dió cuenta que lo miraba, porque me miró de vuelta y se acercó a mi. Me asusté, solo un poquito.
- Oye, Koi...
- ¿Dime? -tragué saliva.
- Quería decirte algo. ¿Recuerdas cuando llegué a Tokyo y nos conocimos en el colegio?
- Hace años, Saru. En ese tiempo aún te llamaba por tu nombre.
- Sí -rió- Bueno, esas fiestas de nuestra adolescencia, y de cuando salimos de último año.
- Cómo olvidarlo... Esos viejos tiempos.
- Sí. Bueno, como los mejores amigos que somos, te prometo que si todo sale bien en este proyecto, nos vamos a celebrar solo los dos, como el los viejos tiempos.
- Claro -sonreí.
"...solo los dos, como en los viejos tiempos." Mierda, esa frase hizo que mi corazón diera un latido tan fuerte que creo haberlo escuchado sin dificultades. Conocía a Saru desde que tenía 12 años, desde ahí hemos sido inseparables. Él es unos meses mayor que yo, pero sé que me toma como a su hermano chico, al cual debe cuidar y todo eso. Me vale, siempre he estado con una "admiración" hacia él, y creo que después de los 16 esa "admiración" se convirtió en atracción... No creo estar enamorado, o tal vez sí, pero... quisiera algún día tocar esos labios.
Nos llamaron desde la oficina en la cual había entrado Kaoru. Entramos y había un señor gordo y de bigote, sentado tras un escritorio. Nos dijo que nuestro DEMO estaba excelente, que le gustaría escuchar más y que no sabía si nuestra carrera estaba asegurada, pero que si le poníamos empeño estábamos al otro lado. Todo esto sonaba tan esperanzador. De todos modos el proceso era largo, y esta era solo la primera parte... De todos modos todo iba a salir bien. Kaoru nos felicitó y bueno, nos retiramos dejando el DEMO en ese lugar, para que se lo mostrasen a más personas. Al salir de la oficina nos abrazamos y saltamos eufóricos. Saru, extrañamente, besó mi mejilla y me ahogó de un abrazo. Sentirlo así, tan cerca me... me... me cortaba. De hecho ni pude responderle el abrazo bien.
Decidido, esta noche nos íbamos a celebrar todos juntos. Pero aún debo hacer cumplir la promesa del chico de pelo marrón, Saru.