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Y él... por Eriath

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Notas del fanfic:

Es un fic muy muy corto, muy fácil de leer. Pero triste. Muy triste. Qué le voy a hacer, debo aceptar que nadie aceptó esto jamás...

Notas del capitulo:

Es algo horrible el no ser correspondido. Pero peor aún es que una sociedad entera te haga rechazar a quien en verdad amas. Por y Para la Familia. Así se presenta Sirius Orion Black.

Una tarde más en el lago. El sol enrejado por las ramas pobladas de la arboleda inunda su aterciopelada piel. Ella le llama, ellos le corean un “menuda suerte”. Y él, como un borrego, accede. “La única suerte es que él no esté aquí”, piensa. Pero no se refleja en su rostro. Sólo se ve una sonrisa propia de lo que es: un mujeriego. O al menos lo que debería ser : un muchacho rico y libre de elegir y utilizar a tantas mujeres quiera para capturar a la más rica y, si puede ser, a la más hermosa y con mejor reputación.
La alcanza, mejor, ella se deja alcanzar. Los musculosos brazos del muchacho la atrapan suavemente y ella se deja enredar. “Hoy ha tocado conquista fácil” se dice con mofa en sus adentros, y sigue recorriendo la suave piel de la adolescente hormonada, notando cómo se eriza por cada centímetro que recorre. Ella le pide con un contoneo de caderas, refrotándose en su cintura, una buena captura para el día. Con un pequeño toque y un pequeño deseo, los ladrillos aparecen como por arte de… lo que es.
Un sofá de los mismos colores que los del escudo. El rojizo se vuelve más apagado a la vez que el amarillo se aviva con el fuego intenso de esa repentina chimenea. Ella se hace la sorprendida y se agarra alrededor. Él, sólo desea mentalmente que esto no estuviese ocurriendo.
El lugar invita a retozar como dos pequeños infantes en aquel sofá. Dos infantes no, pero dos pequeños de once años, quizá. Él lo sabe muy bien, y al ver el sofá, lo recuerda todo con perfección. Cada pequeña caricia, cada susurro involuntario de aquel día, todos esos movimientos primitivos hicieron que aquel chico fuese lo que hoy es. Ella, inquietada por su silencio y quietud, le llama varias veces, sin obtener respuesta del chico, que sigue absorto pensando en los días que fueron, en esos años donde, si eras feliz, lo demás no importaba.
Enfadada, pega un pequeño chillido. Y él se recupera y la mira… y ve que está caminando a la salida. Corre, y la acorrala en la pared. La mujer consigue lo que quería: su atención. Y él, lo sabe. Con cuatro majestuosas palabras la deja encandilada de nuevo. Se siente amada. Y él, hereje.
Le acaricia, y se deja acariciar. Le desnuda, y él se deja desnudar. Su cabeza quiere parar y su cuerpo desea que esas manos sean de otra persona… si así fuese, le acariciaría, y él le amaría hasta el final. Se amarían, el uno al otro, como siempre han hecho.
Los dos jóvenes cuerpos se muestran naturales ante los ojos del otro. Ella comienza a danzar de manera excitante y sinuosa por su cuerpo, intentando excitar su pecho. Y él, cansado de siempre fingir con las mismas arpías, decide dejar de fingir. No se ha rendido ante el placer, sino que, por la Divinidad, el Amor ha caído en el cuerpo de esa marioneta, y ahora Él está surcándole. Ya no es una joven lamiendo con dulzura y detenimiento sus pezones, ahora es Él, quien le demuestra con algunas caricias y sones cuánto y hasta cuándo le amará.
Otra cita más, llevan horas rozándose. Y él, que cree estar con el Amor en el cuerpo de una pequeña y mísera mortal, besa su cuello como si fuese la última vez que lo hace. “Te dejaré sin cuello, mi audaz lobito”, susurra pícaramente. Ella, que no entiende nada, sigue disfrutando.
Un poco más tarde, la dicha no tiene fin. Él se le muestra de nuevo para dar muestras de su Amor divino a través de pequeños mordiscos en su muslo. Un pequeño paso más. Y él se comienza a estremecer por la cercanía a su miembro. Otro paso más. Y otro. Y él, mira casi con desesperación. Y llega.
Una pasión jamás soñada, un sentimiento jamás hondado, Él demuestra sus dotes afables en su cuerpo desnudo. Él le domina, como jamás había hecho. Y él, le mira con deseo. Deseo que no se acaba.  Que no acabará jamás. Su mano, Su lengua, Su boca, una delicia en contacto con su sexo. Una habilidad digna de lo que es: su Dios. Los suspiros le abaten, los gemidos le ahogan, sus manos no tienen fuerzas para seguir agarrándose a las fundas sudadas. Él le mira ansioso, esperando su fin, y él se lo dará. Desea dárselo, como Él se lo ha concedido tantas veces. Lo hará. Lo hace.
“¡Remus!” gime á viva voz, y hace que ella se retire. Y él, sigue en su éxtasis. Su Dios le ha hecho pasar a mejor estado en vida antes de llegar a la propia muerte. Ella le pega un tortazo y él, se desvela.
Se da cuenta de lo sucedido… e intenta excusarse. Ella llora desconsolada… pero lo hace siendo fría y calculadora, con los mismo fines que las demás: para conseguir su atención. Pero él, que en esta ocasión se siente el culpable de una tragedia, siente que debe darle lo que cree que ella le ha entregado. Y no se da cuenta del propósito.
La tumba con destreza. Se echa encima con avidez. Ella se extraña y él, la calla. “Si esto es lo que quería, lo tendrá”. Sí que lo era, y lo consiguió. Hondaba en ella, y gemía de placer. Seguía penetrándola y ella cada vez exaltaba sus suspiros. Él cada vez lo hacía con más rabia, y ella se daba cuenta. Cuando vio que ella reaccionó ante el clímax de su cuerpo, paró. Y como sólo tenía el propósito del morbo y la fama, se vistió y se fue. Eso era lo que le quedaba. Desvirgar a cuantas niñatas quisieran. ¿Dónde quedaba la compasión para él? ¿Y su Dios? ¿Qué diría Él de esto? ¿Nadie se apiada de Ganímedes y Zeus?
Se sentía vacío… se sentía dejado de la mano del mundo. Otros dioses del Olimpo se habían deshecho de Ganímedes, y Zeus tuvo que contentarse con mirar desde la cima del Monte. Ganímedes se contentaría con los placeres que sus enviadas le daban. Pero se contenta por obligación. De los Dioses y de su propia familia. Sólo le quedaba que Átropos se apiadase de él, y cortase su hilo para no tener que fallar jamás a Zeus. Pero sabe que no va a suceder. Tiene que cargar con su apellido. Y lo hará toda su vida.
Un abrazo, un beso y un roce. Con eso se contentará a partir de ahora. No le dejan estar con su amor. Pero no pueden arrebatarle sus sentimientos.
Y aunque los oculte por siempre, sólo será Suyo.

Notas finales:

Espero que apoyéis el amor por encima de todo y que no seáis como era este hombre, leñe, que si se quedó sin él fue porque quiso xDDD

No, en serio, yo estoy 100% convencida de que ésto tuvo que ser real en el Universo HP...


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