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“Welcome to my world”
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2.- Paradise of Light and Shadow
Se había evitado pensar en algo conciso, tan solo perdía el tiempo observando los blancos copos de nieve bajando lentos y perezosos del cielo, algunos de ellos cayendo incluso sobre él. Demasiados, tanto que sus cabellos empezaban a teñirse de blancos. Pero el frío cruel que soltaban aquellos hermosos cristales de hielo, no se comparaban en lo absoluto con el helado vacío en su corazón.
Había regresado una vez más ahí, a ese mundo que no era el suyo, a ese lugar que no le pertenecía.
Cerró los ojos, aquello era una buena señal ¿o no?
Eso quería decir que había logrado transmutarse satisfactoriamente para regresar a Al. Su pequeño hermano se había dado a si mismo para volverlo a la vida y él al poco tiempo de despedirse de Rose en la cuidad subterránea, había hecho lo mismo para traer a Alphonse de vuelta.
Y tenia que haber funcionado, porque el estaba en ese lugar localizado mas allá de la puerta.
Estaba nuevamente una vez más en Alemania, en ese mundo tan distinto al suyo, adornado de colores fríos y secos que no se comparaban al calido y vivo color de su añorado Amestris.
Subió sus ojos tan solo un poco y observo las letras toscas y gruesas en una lapida que describía su nombre. El nombre de su reflejo en ese mundo extraño del suyo. La primera vez que había llegado a aquel lugar, el cuerpo de su reflejo había aceptado su mente y espíritu y habían formado uno solo o más bien lo había dejado encerrado en su interior apoderándose de ese cuerpo pues el suyo se encontraba aun dentro de la puerta.
Pero ahora, era su cuerpo verdadero el que había llegado hasta aquel mundo paralelo. Bajo sus ojos hasta el muñón de lo que había quedado de su brazo derecho y su pierna estaba igual. La puerta los había vuelto a tomar aceptando tal vez su intercambio. Los automails estaban deshechos, meros pedazos inservibles de acero.
Lo ultimo que recordaba de aquella vez que había ido aquel lugar, fue la osca discusión con Hoenheim por las leyes del intercambio equivalente que él defendía con uñas y dientes contra todos y que aquel hombre estaba empecinado en hacerle ver que la misma, no existía en verdad. Lo demás había sido rápido, duro y fuerte. Las piernas de aquel cuerpo, aunque jóvenes y fuertes, no habían podido salvarle de aquel Zeppelin en llamas que había sido derribado y le había caído encima.
En medio del calor y de las llamas había quedado tendido mal herido pero conciente y había intentado palmear sus manos para salvarse. Pero la alquimia no había contestado su llamado, en aquel lugar la misma era mas que imposible. La pesada estructura del Zeppelin había caído finalmente sobre él. Gracias al sacrificio de aquella vida humana había podido volver a su mundo, aquel mismo de donde lo había expulsado Dante y poco después su vida había sido arrebatada una vez más por las manos de Envidia. Acabando muerto en ambos lados de la puerta.
Cerró los ojos otra vez, si tan solo no hubiese sido tan descuidado e impulsivo, Al no hubiese tenido que sacrificarse. Pero lo había hecho y él no había tardado un solo segundo en dudarlo para hacerlo también y no importaba el quedarse en aquel lugar solitario y paralelo sin nadie alrededor que reconociera y que lo conociera. No si Alphonse finalmente tenía su cuerpo y contaba ahora con una segunda oportunidad de vivir en su mundo.
Edward sonrío levemente, pareciéndole irónico que, la puerta lo hubiese dejado justo en aquel lugar. Donde su otro yo había terminado sus días y ahora era justo ahí donde él tenia que empezar los suyos en ese extraño lugar. Se tendría que olvidar de su paraíso de luces y acostumbrarse a vivir en ese infierno de sombras en el que no se quedaría para siempre. Pues intentaría volver, tenia que haber una forma de hacerlo. No se quedaría ahí, no si podía volver al lado de Al, al lado de todos los demás.
Y lo haría en cuanto pudiese volver a moverse.
Cuando aquel frío que lo rodeaba empezara a alejarse de su persona. Aun sin importar que no tuviese forma de moverse por la falta de sus miembros lo haría. Tan solo necesitaba un poco de calor para echar a andar sus músculos adormecidos. Por un momento sintió que había perdido el sentido, las corrientes heladas le habían calado hasta los huesos y sus prendas de vestir no le ayudaban en lo absoluto a guardar su temperatura.
Había recobrado la razón mientras titiritaba de frío, pero sus ojos se habían negado a abrirse. Si continuaba ahí a la intemperie, moriría. Pero aunque su cerebro ordenaba moverse, su cuerpo se negaba a hacerlo. Fue entonces que vago y lejano escucho sonidos a su alrededor. Unos dedos que le asieron con premura de la cintura y deseo gemir de gozo cuando su cuerpo fue echado contra otro calido. La tibieza le rodeo aun mas cuando un abrigo sobre él fue echado y se acurruco como un minino herido en el pecho amplio que lo refugiaba.
Era un hombre el que lo sostenía tan delicada y apresadamente contra él y Edward se obligo a no pensar en nada más que, en los fuertes latidos de su corazón que escuchaba claramente contra su oreja. El calor era tan gratificante y dulce y la suavidad con que lo sostenían, estaba seguro que ya la había sentido hacia muchísimo antes. La colonia de madera y tierra húmeda que aquel sujeto llevaba impregnada en sus ropas la tenia presente como un vago recuerdo en su mente.
Y sonrío contra el suéter grueso sintiendo sus mejillas enrojecer terriblemente caldeadas.
Solo conocía a una persona que podía oler así e irradiar un calor tan fuerte como las mismas poderosas llamas.
Pero esa persona no podía estar en ese mundo junto a él.
Él tenía que estar del otro lado, cumpliendo sus sueños como Alphonse.
Se removió en los brazos del hombre y por primera vez de que empezara ese apretado abrazo en que lo sostenía, volvió a sentir el crudo frío lamiéndole la piel con tan solo apartarse levemente de él, aun y cuando tuviese aun puesto aquel abrigo que le había proporcionado.
Podía ya abrir los ojos pero, primero debía de controlar sus impulsos. Pues cuando los abriera estaba seguro que aquel hombre decepcionaría terriblemente la esperanza de su corazón. Tenia que guardarse los sentimientos y esconder las lagrimas para no tener que responder preguntas que lo atormentarían. Después de todo nadie en aquel lugar iba a creer que él venia de un mundo paralelo al suyo, donde la alquimia, mera magia para este lugar, existía.
Apretó los parpados y los mismos se empezaron a separar.
Aquel que vería después de dejar de esconderse tras los mismos, no era quien esperaba. No era Roy Mustang.
No era su…
- Coronel – siseó levemente con la voz seca. Cuando sus ojos se abrieron mirándolo por completo y no pudo evitar que se le formara en la garganta un nudo de completa incomodidad.
Su rostro idéntico a como lo recordaba, pero su mirada inocente y libre de pesar lo hacia notar completamente diferente al Roy que conocía. Edward apretó los labios, aquel era el otro Roy el de ese mundo que aborrecía.
Ese era el Roy que vivía en aquel paraíso de sombras, ese mismo Roy que hubiese deseado jamás conocer.