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Siempre quise ser su amigo por kriIsStiyTH

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Siempre quise ser su amigo. Siempre estaba rodeado de niños y niñas que querían jugar con el en el cajón de arena o  hasta empujar su columpio.

 

Tenía todos los juguetes que cualquier niño podía desear, incluso algunos que ni la imaginación de un niño llegaba a albergar.

 

Yo le observaba todas las tardes desde la ventana de la sala de estar, ¿Porque ese niño tenia tanto y yo tan poco? No podía ir al parque porque mi madre estaba demasiado enferma para acompañarme y yo era demasiado pequeño para ir solo.

 

Lo observaba con la inocencia de un niño que no entiende porque otros tiene tantas cosas de las que yo carecía.

 

Recuerdo jugar con la caja de la televisión, lo único un poco caro que había en casa, con ella viví mil y una aventuras, en un submarino observando todos los peces exóticos que mi imaginación inventaba, en una nave espacial en la que viajaba directo a la Luna o en un barco pirata saqueando puertos y ciudades ricas para llevar el oro a los pobres como Robín Hood, ¿Mi espada? Bueno mi espada era el cucharon de la sopa.

 

 

 

Siempre quise ser su amigo. Años más tarde todos  querían jugar con sus consolas y salir con él a dar vueltas en bici o hacer piruetas con los skates, todos envidiaban la capacidad que tenía para copiar en los exámenes, sabía que era un chico inteligente, también sabía que lo hacía para ganar la admiración de sus compañeros.

 

Nunca tuve una consola, bueno mentira, me encontré una de esas en blanco y negro de jugar al tetris, me pasé una semana enganchado a la maquina, después se rompió.

 

Tampoco tuve una bici, aunque si un skate, debo decir, que las pocas veces en las que me monte en ese artefacto del demonio, acabé con algo roto.

 

¿Copiar en los exámenes? Nunca. Una vez lo intenté y me puse tan malo que tuve que pedir salir de clase para ir al lavabo a vomitar. Me pasaba las tardes en casa, estudiando y cuidando de mi madre enferma. Mi padre era camarero en un bar durante todo el día y por mucho que el trabajara, solo teníamos para comer y pagar el alquiler a duras penas.

 

 

 

Siempre quise ser su amigo. Era el chico más popular del instituto, todos los chicos le seguían y reían las gracias, nadie se atrevía a meterse con el, nadie, todos le admiraban. ¿Las chicas? ¿Que chica no estaba enamorada de el? Todas caían a sus pies con apenas una sonrisa.

 

 

 

 

 

Yo era el chico al que nadie veía, no era el típico chico del que todo el mundo se reía y hacia la vida imposible, pero simplemente porque nadie se percataba de mi existencia. Tenia apenas un par de amigos a los que veía escasamente en clase, con los que reía y conversaba un rato en los pasillos.

 

Concentrado completamente en los estudios, pasando las horas del recreo en la biblioteca estudiando para tener un excelente expediente académico con el que poder ganar una beca para la universidad, me sacaría una carrera y mi familia no pasaría nunca hambre ni necesidad.

 

 

 

Siempre quise ser su amigo. Habíamos escogido baxilleratos distintos, yo quería ser medico y el quería ser periodista así que estudiábamos en institutos diferentes.

 

Aún así todavía podía verle desde la ventana de mi sala de estar, sentado en los bancos del parque, dándose el lote con alguna chica o fumando bebiendo y riendo con sus amigos.

 

Puede que uno de los motivos por el que escogí esa profesión fuera mi madre, ella había muerto hacia seis meses, desde que me alcanza la memoria ella había estado enferma de leucemia, se pasaba todo el día en cama, estaba muy delgada  y en el último año aún perdió más peso. Yo quería ayudar y curar a la gente, cosa que no pude hacer con mi madre.

 

 

 

Siempre quise ser su amigo. Hacía como 4 meses que no lo veía por el parque, imaginé mil y una cosas, haciendo hipótesis de donde podría estar, desde haberse mudado o encontrado otro punto mejor de reunión que el  pequeño parque, hasta que hubiera sufrido un accidente y se hubiera quedado paralitico o peor que hubiera muerto.

 

Había conseguido la beca para una buena universidad, estábamos  en el segundo mes del primer año, era un alumno aventajado, aunque si antes pasaba tiempo estudiando, ahora vivía solo para eso.

 

Caminaba lentamente por el pasillo mirando como avanzaban mis pies, uno delante del otro, mientras recitaba una y  otra vez el último tema dado sobre las bacterias, en unas dos horas tendría el examen y estaba realmente nervioso.

 

Iba perdido en la materia hasta que alguien chocó brutalmente contra mí.

 

Caí al suelo de culo, los libros que llevaba en las manos esparcidos por el suelo, mi mochila fue lanzada unos metros lejos de mí.

 

Soltando un gemido de dolor por mis labios, abrí los ojos que había cerrado en el momento de la caída y fijé la vista en el chico que estaba en el suelo a mi lado.

 

Era un chico bajito, con gafas y lleno de acné, tenía las manos en la cara intentando parar la hemorragia de su nariz.

 

-Estabas en mi camino.- escuché.

 

Levanté la vista y vi a un chico, un par de años más grande que yo, riéndose a carcajada limpia por lo que acababa de provocar.

 

-¿¡A ti que coño te pasa imbécil!?-Grité en un arrebato.

 

El chico dejó de reír y me fulminó con la mirada, crujió sus dedos y se acercó amenazante.

 

Miré a mi lado, el chico de gafas ya no estaba, por lo contrario un cumulo de gente nos miraba.

 

Se agachó frente a mí y sonrió sádicamente, me cogió del cuello de la camiseta, me levantó hacia arriba y con la otra mano me asestó un puñetazo  en el mentón.

 

-¡Samuel! Suéltalo ahora mismo.- escuche con los ojos cerrados, aguantando el golpe y esperando otro con la poca dignidad que e quedaba. Pero esa voz me sonaba, era inconfundible.

 

Era él.

 

El agarre de mi camiseta fue cada vez mas leve hasta que sentí mis pies tocar el suelo, suspiré agitadamente y abrí los ojos.

 

La atención ya no estaba puesta en mí, sino en ellos dos, aún con una distancia prudente asesinándose con la mirada.

 

-Siempre tan oportuno Kaulitz.- ironizó el gorila.

 

-Lo sé, gracias.- respondió el burlonamente.

 

El gorila se dirigió hasta el, por un momento pensé que le pegaría por mi culpa, pero solo se paró le miro y después choco con su hombro al pasar por al lado a modo me advertencia.

 

-La próxima vez que te vea molestando a alguien Sam, juro que te arrepentirás.- era la primera vez que le escuchaba hablar con tanto veneno en la voz, un escalofrió recorrió mi espina dorsal al escuchar sus palabras, podría jurar que a todos los que estaban allí les pasó igual.

 

El otro no respondió.

 

La gente empezó a dispersarse, pero el seguía ahí parado frente a  mi, yo tenia la cabeza gacha, podía ver sus botas camperas, carísimas como todo lo que el tenía, no le odiaba por tener más dinero que yo.

 

Empezó a recoger mis folios del suelo y me los tendió con una brillante sonrisa. Yo los cogí devolviéndole una mueca que intentaba ser una sonrisa, que no salió gracias al  dolor del puñetazo y la vergüenza que estaba pasando, volví a agachar la cabeza.

 

Se agachó de nuevo para coger mi mochila y se la colgó al hombro.  Se acerco a mí y poniendo su mano en mi barbilla levantó mi rostro.

 

-¿Te duele mucho? ¿Quieres que vallamos a la enfermería?- negué con la cabeza.

 

-En ese caso te invito a un café y un bollo en la cafetería. Vamos.- me dijo cogiéndome de la mano y estirando de mí, sonriendo como siempre, su sonrisa era la más bonita y especial que había visto jamás, pero esta ganaba a todas, porque me la dirigía a mí.

 

Nos sentamos en la cafetería, hablamos por horas, de mil y una cosas diferentes, nunca me había sentido tan bien hablando con alguien de mi edad, y menos con un desconocido, bueno, el no era un desconocido realmente.

 

Sí, se me pasó la hora del examen, pero por raro que me parezca no me preocupó demasiado, pensé en pedir que me lo hicieran otro día o para la recuperación. Había valido la pena por estar con el.

 

-¿Bueno, entonces te apetece salir mañana? Te presentaré a mis amigos y después eliges tú donde quieres que vallamos, los dos.- me dijo alegremente levantándose de su asiento y cogiendo su mochila.

 

-Claro, ¿Donde?- le pregunté, ¿Iba a pasar un día de mi sesión completa de estudios? Estaba claro que sí.

 

-En el parque enfrente de tu casa, a las seis de la tarde.- me contestó con una sonrisa burlona antes de girarse. ¿Sabía donde vivía?. –Por cierto, no me hagas esperar, Tom.

 

-No lo aré, Bill.- susurré viéndole salir por la puerta.

 

Y ahora que era su amigo, quiera su amor.

 

Notas finales:

QUE DIGAN YOOOO LAS QUE PENSABAN QUE ERA NARRADO POR BILL xD


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