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Túnel Ciego por AkiraHilar

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Notas del capitulo:

Saga ha comenzado a rondar a Shaka por mensajes de texto, sin terminar su relación con Mu y complicando en mucho el panorama ¿Acaso Shaka podrá seguir evadiéndolo? ¿O Saga logrará su cometido?

Muchos años sin verlo…

Muchos años desde lo ocurrido. Realmente muchos…

—Saga. Fui a la clínica a buscar unos documentos que me hacían falta cuando me enteré de lo ocurrido. —Mantengo mi rostro reclinado, mis manos tomadas. Su voz, su voz me traen tantos recuerdos que quisiera olvidar—. Cuando Afrodita me contó pensé que era una broma de mal gusto.

—¿A qué has venido, Mu? —Se calla. El silencio de la habitación me resulta turbio, asqueroso, repugnante—. ¿A ser testigo de cómo el karma terminó alcanzándome? ¿A regodearte de mí castigo final?

—De haber ocurrido esto años atrás hubiera venido para esto; pero desde hace mucho tiempo todo rencor se convirtió en lastima, Saga.

Volteo mi cuerpo buscando acostarme de nuevo, darle la espalda. Siento que la vida se ha encargado de llevarme un estado para estar creando compasiones de personas a las que no quisiera escuchar.

Oír a Mu es recordar a Shaka, recordar su voz, recordar las veces en las que me pidió que nos detuviéramos.

—Lamento mucho que estés así —dice sentándose al filo de la cama. Yo termino de acostarme volteando mi cara al otro lado de la pared—. No es lo que yo hubiera deseado…

—Deseaste muchas cosas la última vez que nos vimos. —Sonrió con sorna, con burla, con rabia.

—¿Cómo querías que reaccionara ante…?

Y se calla.

Sobran realmente las palabras…

—Mejor te dejo solo. —Sí, mejor que se vaya. Que no me mire, que no vea lo patético que estoy ahora, sin nadie más que mi hermano.

Mi hermano, él fue quien terminó más lastimado de todo lo ocurrido.

—Kanon de verdad te amaba. —Se detuvo—. Kanon te amó.

—Darme explicaciones o confesiones a estas alturas no cambia nada, Saga.

—No quiero que te disculpes conmigo, ni pienso yo hacerlo contigo si es lo que esperas. —Sentencio decidido—. Pero Kanon no tenía la culpa.

—No vine para eso. Con permiso.

Camina hasta la puerta y sinceramente no pienso detenerlo. Lo que quedo de nosotros fue un montón de escombros pesados de una relación que sinceramente nunca tuvo base y me vine a dar cuenta demasiado tarde.

—Realmente, ¿no te arrepientes de nada de lo que sucedió?

Y recuerdo, las veces que pude besarte, que te amé y me amaste. De nuestros encuentros…

—De lo único que me arrepiento es de que no sucediera antes. —Siento la mirada llena de resentimientos. Lo lamento Mu, pero estoy siendo sincero.

—Entonces, adiós Saga.

01 de Junio del 2000

«Apenas amaneció este día, pero… ocurrió algo que debo escribir. No puedo esperar»

Sus labios se tomaban con fuerza de aquellos ajenos, mientras su pesado cuerpo hacía opresión al de aquel en las sábanas. El cabello dorado caía entre las colchas y se adherían a cada pedazo de piel que desnudaba con desespero y afán. Al fin lo tenía. Allí, justo allí donde quería, veía al hombre con el que lleva fantaseando por meses, totalmente desarmado ante sus besos y caricias.

Pasaba con largas lamidas alrededor de su cuello y le escuchó un rondo gemido ahogado traspasar su garganta. Estaba alebrestado como nunca se había sentido, excitado en demasía, sudando y sintiendo que todo su cuerpo le temblaba por sólo la agitación. Susurró su nombre entre besos dejados por el cuello, mordió su oreja y lo vio arquearse con placer entre el colchón y su cuerpo. Sus manos bajaron afanosas por sus piernas, descubrían piel mientras seguía besando, seguía bebiendo, tomando…

—Saga no… —Le escuchó decir. Subió la mirada para ver los ojos azules con los lentes a medio camino de salir disparados a cualquier lugar. Esos zafiros que le instaban a detenerse y continuar. Con sus manos acomodó de nuevo la montura, para besarlo otra vez en los labios, robarle de nuevo las palabras—. Saga…

—No, no puedo detenerme. —Le confesó de nuevo besando, lamiendo, provocándole otro ronco gemido mientras sus manos se asentaban en sus caderas.

—Pero Mu…

—No, olvídate de él.

—Saga… —Apretó sus caderas, le hizo sentir entre las telas la enrome erección que ye dolía. Dolía…—. ¡Haaa!

—Te quiero Shaka.

—Saga…

—Te quiero Shaka. —Y sus labios viajaron por el pecho que descubría abriendo los botones de su camisa, notándolo sudado, enrojecido por el placer y de seguro los nervios. Temblaba en sus brazos, con sus manos intentaba apartarlo aunque más bien terminaban dedicándole furiosas caricias. La boca de Saga clavó sus dientes en el cuello y Shaka emitió un agudo jadeo gutural lleno de éxtasis.

—Saga no… —Seguía negándose, cediendo, cayendo—. Saga… —Seguía besándolo, comiéndolo, adorándolo—. Saga si es solo sexo… —Y los labios bajaron, buscaron, desearon llegar al centro de su sexo—, si es solo sexo no lo hagas…

Se detuvo, absorto. Subió la mirada y vio esos zafiros azules mirándolos con dolor, el más profundo y agonizante dolor.

—Si es sólo sexo no me tomes… —Repitió. Lo marcó…—. No me destruyas…

«Fue un sueño, un maldito sueño que me hizo despertar asustado y excitado al mismo tiempo. ¿Qué quiso decir? No es la primera vez que tengo sueños húmedos con él pero… ¿por qué esta vez soñé que me decía eso?»

05 de Junio del 2000

«Hoy por fin pude hablar con mi terapeuta de ese sueño. Desde ese día no le he enviado mensajes a Shaka. Simplemente, no puedo hacerlo. ¿Extrañará mis mensajes? Pero es que el sueño se repite una y otra vez. Sus ojos azules mirándome de esa forma tan dura, tan triste, tan dolorosa… es como si lo hubiese vivido en verdad.

Dhoko me dijo que posiblemente sea un llamado de mi inconsciente que sabe que lo que estoy haciendo está mal y que trata de hacérmelo ver o de denotarlo a través del sueño. Me dice que de seguir actuando como lo hago, lo puedo herir a él y a Mu. Que es una obsesión sexual, que simplemente debo reprimirla…

¿Y entonces si es una simple obsesión, porque me siento tan feliz sólo recordando el cómo buscaba el bolígrafo desesperado el día que le pedí la cita?

No sé qué hacer…»


06 de Junio del 2000

«No le he escrito y hoy lo vi al final del pasillo cuando me encontré con Mu en la salida. Por un momento mientras Mu me abrazó, pude verlo… Me miraba a lo lejos para luego bajar el rostro y dar la vuelta hacía otra dirección. ¿Cómo debo tomar eso? ¿Por qué le vi resignación?»

08 de Junio del 2000

«Hoy Mu me comentó que Shaka tendrá una nueva operación en dos semanas. Sería su segunda operación y… me alegré como tenía tiempo sin hacerlo. Eso significa que ya está cerca de cumplir su promesa. Pensé en escribirle pero, me detuve en cuanto recordé el sueño. De nuevo sopeso, ¿será solo sexo? ¿Será sólo su cuerpo lo que quiero?»

12 de Junio del 2000

«Hoy lo encontré en el ascensor cuando iba a subir al área de Cuidados intensivos, donde está un pequeño paciente a quien había atendido dos meses atrás. En cuanto supe que tuvo ese accidente en las vacaciones decidí verlo. De alguna manera puedo recordar los rostros y los nombres de los niños más revoltosos que he atendido.

Creo que ya lo tengo claro…»


Cuando tomó el ascensor lo menos que pensó era que Shaka ya estaba dentro. La enfermera que estaba con el rubio salió y quedó él solo con Shaka. Se puso de pie a su lado, mirando el tablero antes de dar el piso al que iba, que resultó ser uno antes del de Shaka. Su corazón latía con fuerza, eufórico; el olor a Musgo le embriagaba, el perfume, la bata blanca, el cabello dorado recogido. El sonrojo, sonrojo leve en sus mejillas. Reparó en ese rubor. Volteó. Lo vio.

Shaka con dificultad intentó mantener la mirada al frente, no cruzarla con él que ya lo miraba fijamente. Sintió entonces Saga  su corazón latir desbocado en su pecho, la corriente en su medula, el temblor, la agitación, la emoción…

Volvió de nuevo su mirada hacía el frente. Todo había pasado en tan sólo dos pisos, aún faltaban dos más. Pero estaba emocionado, entusiasmado al verlo aún peleando con algo que sabía ya existía y no podrían evitar por mucho tiempo. Se sonrío al escuchar el aviso de que ya habían pasado otro piso y apenas este dejó de sonar, con rapidez y nervioso rozó la mano libre del oftalmólogo.

Lo sintió temblar.

Y él mismo tembló.

Con parsimonia se tomó de uno de los delgados dedos del doctor, lo asió como suyo entre los propios gruesos. Percibió el temblor, el leve sudor que lo humedecía quizás de los nervios. Se sonrío con sólo eso, sintió la corriente crearle un temblor en el cuerpo entero cuando ese dedo afianzó el agarre. Sus manos tomadas solo por dos dedos.

Corazones conectados, miradas al frente temeroso de voltear y quizás olvidarse del lugar, el momento, las razones.

El ascensor llegó a su destino. Las manos se soltaron, la puerta se abrió. Saga salió dejando a Shaka dentro del aparato y dos enfermeras que tomaron el ascensor. Volteó a verlo, antes de que la puerta cerrará lo vio sonreír.

«No es sólo sexo…

Y soy correspondido con la misma intensidad.»


14 de Junio del 2000

«Me he decidido…»

Estaba en su habitación. Diez y media de la noche. Daba vueltas una y otra vez pensando en todo, en el sueño, en lo ocurrido en el ascensor, en ese beso.

No podía con ello, no podía controlarlo. Empezaba a extrañarlo y no saber nada de él le carcomía las entrañas. El no saber de qué forma enterarse de él por Mu, el esperar cuando las conversaciones con sus pareja desembocara hacía él, todo, todo lo estaba matando en vida.

Lo deseaba, no…

No sólo era eso. Lo quería. Alegrarse porque su sueño de operar a su hermano y devolverle la vista estaba más cerca era señal de eso. Emocionarse por un ligero y nada sexual roce de manos, por esa sonrisa en el ascensor, por su propia presencia. ¿Por qué no sintió eso antes? Esas ansías, esas ganas, esa emotividad que le hacía sentir que le explotaban burbujas en la boca del estómago y le hacía sonreír como idiota cada vez que recordaba el cómo se acomodaba los lentes. Todo definitivamente no era por una obsesión sexual.

Buscó su teléfono y marcó. Esperó por largos minutos que contestara, más no ocurría. Intentó una segunda, tercera, cuarta vez y nada. Shaka no contestaba. Desesperado volvió a dejar su teléfono a un lado. ¿Cómo saber si Shaka estaba allí y no le respondía? ¿Qué quizás hacía como en los mensajes?

«Por favor, contéstame…»

Le escribió y envió. Esperó unos minutos y volvió a marcar. De nuevo repicaba, una y otra vez. De nuevo perdía la esperanza.

Hasta que alguien tomó el teléfono, accionó la llamada.

Hubo silencio.

—Shaka. —Empezó a hablar el pediatra, con el corazón acelerado, con el alma agitada—. Al menos dime si eres tú. —Pidió antes de proseguir. Escuchó un hondo suspiro en la línea antes de un “sí” musitado con un “soy yo” leve—. Perdóname, perdóname por ponerte en estas circunstancias. Sólo te pido que no cuelgues y… me escuches. Trataré de no quitarte mucho tiempo. —Se sentó en la cama buscando por dónde empezar. Vio su mano derecha con la que rozó ese dedo, le tomó casi la mano. Memoró la sensación—. Yo nunca he sentido algo así en mis treinta y tres años de vida, Shaka. Cuando te vi me impactaste, había escuchado que eras pedante pero no sólo eres misterioso. —El respirar del otro lado, turbio, violento—. Sé que te estoy poniendo en una situación muy comprometedora. Te dejé de escribir porque estoy consciente que ni tú ni yo queremos hacerles daño a otras personas. Pero estoy enamorado de ti. —Confesó por fin, con el corazón en la mano—. No dejo de pensar en cómo te encuentras, en cómo te sientes, en que piensas. No dejo de pensarte Shaka y desde mucho antes incluso de lo ocurrido en el auto. Tengo meses peleando con esto… No sé si fue a primera vista, lo ignoro. Sólo sé que esto es lo que siento y me desbordas, me haces sentir como un adolescente ilusionado. Me enamora cada gesto que haces, cada uno de los movimientos con los que te acomodas los lentes para evitar el nerviosismo. —Sintió algo de sorpresa en su respiración. Se sonrío, cerrando los ojos, imaginándoselo, dibujando en su rostro los posibles gestos que estaría haciendo en ese momento—. Así que… al menos, al menos dame la oportunidad de hablarte así en las noches. Aunque no quieras contestarme, no importa, no estás obligado a hacerlo. Pero déjame al menos contarte, hablarte Shaka. Dame la oportunidad…

Esperó varios minutos en silencio por una respuesta que al final no llegó. Sólo escuchó cuando colgó la llamada.

«Aunque no quiso darme respuesta,  al menos el saber que se quedó toda la llamada escuchándome me es suficiente»

16 de Junio del 2000

«Mu de nuevo me mencionó lo de mudarse conmigo y de nuevo le he dicho que no es necesario. Esta vez le puse de excusa el querer buscar un mejor lugar para acomodarnos ya que el apartamento con Kanon es algo pequeño. Entonces me dijo lo de buscar el apartamento juntos. Ya no sé de qué manera alargarlo…»

Movía sus manos con nerviosismo mientras su pareja sopesaba sus respuestas. Le había dicho que quería un mejor apartamento y hasta puso condiciones un poco complicadas de conseguir en Atenas, pero Mu parecía simplemente aceptar el hecho de que tendrían que esperar un poco más.

—Al menos ya no es tu hermano el problema. —Terminó diciendo mientras subía una mirada comprensiva. Saga bajó su mirada, pensando en su hermano, en lo que él siente por Mu, en su actual situación emocional con Shaka. Para ese momento ya había sostenido dos llamadas con él aunque Shaka no le hablara; y seguía enviándole mensajes de buenos días, buen provecho y buenas noches. Incluso, ya había llamado a la operadora para hacer un cambio de plan debido a sus nuevos gastos en telefonía.

—Preferiría que me dejaras la decisión de mudarnos a mí. —Finalmente soltó el pediatra. Ambos en un restaurant italiano propuesto por Mu para una cena distinta. Debido a la iluminación el cabello claro de su pareja relucía pero había dejado de parecerle eso algo especial. Trató de mantener la mirada aunque, a los pocos segundos, terminó desviándola a una vela por la culpa de sentir algo por otra persona—. ¿Me lo permitirías? Buscar el lugar, acondicionarlo… te avisaré cuando esté listo. —Era la única forma de ganar tiempo, ver si lo que siente con Shaka era lo suficiente fuerte como para darle fin a su relación con Mu y luego buscar la forma de hacerle saber precisamente a su pareja el final.

—Está bien, ¿quieres sorprenderme? —Se sonrió Mu con cierta emoción en el rostro. Saga levantó la mirada brillante, más no de amor, sino de dolor.

—Algo así…

Tomó un poco del vino blanco que le sirvieron luego de haber comido los platos fuertes y estar esperando la cuenta que había que pagar. Pensó que ya quería llegar a casa, bañarse, escribir su bitácora para luego acostarse hablando por el teléfono mientras Shaka le escuchaba. Sí, esperaba con ansías ese momento.

—¿Sabes? Shura me estuvo preguntando sobre Shaka. Si me ha dicho de algo que le guste para regalarle. Me pareció gracioso ver al serio Shura un tanto nervioso para hacerme esa pregunta… —Saga medio sonrió, tomando más de ese vino blanco, tratando de disimular.

«El oírlo hablar de Shura y de cómo al parecer la relación de él avanza con Shaka, no supe que pensar. ¿Por qué si es así Shaka no le importó ni pensó en él cuando nos besamos? Hoy le preguntaré al teléfono y si obtengo algo lo escribiré…

Ya lo hice, y no respondió.»


22 de Junio del 2000

«Hoy fue el día de la operación. Me sentía tan nervioso que decidía llamarlo, aunque no era de noche y lo hice desde mi consultorio mientras no llamé a ningún paciente. La operación según me dijo Mu debía ser a la una de la tarde. De todas maneras, al final no pude verlo para saber que pasó. Pero hoy… hoy…»

El sonido de su reloj al lado del consultorio lo aturdía. Quería acercarse a él como ese día en la sala de espera. Abrazarlo de nuevo, tenerlo así cerca, ver los ojos azules, confortarlo… Cuando había intentado ir arriba se encontró con Shura y él dijo que iría a verlo. Eso lo hizo retroceder.

De nueva cuenta miró la hora, eran veinte para las doce del mediodía y sentía su corazón convulsionando. Cerró sus ojos con fuerza e intentó respirar, pero no, no podía con ello. Simplemente lo ansiaba, deseaba escucharlo y hacerle sentir que estaba a su lado.
Terminó enviando un mensaje.

«Sé que lo harás bien. Mucho éxito en este nuevo paso»

Más no lo sentía suficiente. De nuevo el mensaje no era contestado y cada minuto era suficiente para hacerle sentí que envejecía diez años. Intentó caminar en el consultorio, dio varias vueltas, se volvió a sentar, hojeó otras historias médicas pero no… nada… no había nada que pudiera tranquilizarlo. Pasó de nueva cuenta su mano al rostro, se notó sudado, ansioso, desesperado.

Shaka era como una fiebre. Una fiebre que silenciosa era capaz de elevar la temperatura del cuerpo. Una fiebre que le hacía sentir que algo estaba distinto a él y ese algo tenía que con el oftalmólogo. Una fiebre que no quería bajar. Decidió.

Llamó.

Y luego de cuatro repiques, él contestó.

—Shaka. —Su voz se notó turbia al paso de su garganta. Buscó calmarse para no ponerse en evidencia—. Recibiste mi mensaje.
—Sí. —Le escuchó, por primera vez contestándole abiertamente. Pero el paso de su voz fue bastante pausado y turbulento.

—Estás nervioso…

—No es un caso fácil. —Admitió con un leve resoplo de aire en cúmulos amplios—. Pero confío en que todo saldrá bien. —A pesar de saber que le estaba contestando, sentirlo así más bien le preocupo. Siquiera pudo darle importancia al hecho de poder oír más de su voz por la línea de teléfono.

—Todo saldrá bien y ¿sabes porque, Shaka? Porque eres el mejor oftalmólogo, serás el mejor de toda Grecia, incluso buscado en Europa.

—Saga…

—Te quiero. —Salió de sus labios antes de que pudiera siquiera pensarlo y al oírse a sí mismo, terminó mordiendo sus labios—. Te quiero y estoy contigo. —Terminó ya de sacar lo que tenía en su pecho atragantado—. Sé que lo harás bien, no puede haber otra forma. —Otro suspiro, una respiración entrecortada.

—Gracias, Saga.

—Confía…

—Así haré. Y… yo también.

Colgó la llamada. Saga quedó pasmado, con aún el móvil en su oído con el sonido de haberse cortado la comunicación. No pudo reaccionar.

«No supe cómo reaccionar en el momento. Pero apenas pude hacerle empecé a reírme, a reírme como un grandísimo idiota mientras recordaba esas dos palabras. Sentía que mi corazón me iba a estallar con tantas cosas en el pecho, con tantas ansías. No sé si debería llamarlo hoy pero… pero estoy feliz. Inmensamente feliz. Siento que estoy viviendo algo que no quiero dejar.»

27 de Junio del 2000

«¡Estoy feliz! Dejé de ir al terapeuta porque no quería escucharlo diciendo de nuevo que era una obsesión. ¡No lo es! Y mientras más hablo con Shaka, más me nace un no sé qué en el pecho. Soy feliz, y sé que él me corresponde, eso, eso es más de lo que pudiera esperar. 

Hoy hablamos de nuevo por teléfono. Le digo que lo quiero pero no me responde de la misma forma, aunque siento la turbación de su respiración cada vez que se le hago saber.

Me contó hoy como fue que su madre conoció a quien fue su padrastro y como terminaron queriéndolo. Fue buen padre para ellos me lo hizo saber y de alguna forma no podía dejar de sonreír pensando en esas cosas traviesas que hacía él y su hermano celando a su madre. Incluso me dijo que una vez le cambiaron el lugar de la sal y la azúcar para que el nuevo pastel que hiciera para su madre no saliera como lo esperaba. Jamás imaginé pensar que Shaka pudiera ser celoso, pero si puede serlo… Le hice saber también que yo lo he celado…»


28 de Junio del 2000

«Hoy Shaka me ha comentado que el viernes 30 será el día donde verán los resultados de esta operación. Me ha dicho que aun así, a pesar que estas es su segunda operación quirúrgica que él cuenta, ya ha hecho de menor invasión, como de cataratas y algunas de láser. Pero cuenta sólo aquellas donde la persona tiene total pérdida de la vista y él tiene la posibilidad de devolverla, porque son esas las que le interesa. Me comentó que existe la posibilidad de tener en su agenda una tercera y eso le hace sentir feliz. Yo también me alegré por él.

En cuanto a Mu, me costó mucho convencerlo hoy de no tener sexo en su apartamento. No sé qué voy a hacer con esta relación… No quiero lastimarlo.»


29 de Junio del 2000

«Hoy me atreví a contarle el sueño que tuve con él en la madrugada. Me sentía algo nervioso pero, me tenía la necesidad de hacerle saber lo que deseo con él. Mientras hablamos jamás los nombres de Mu y Shura entran a colación, es como si olvidáramos que ellos existen mientras estamos colgados por el hilo telefónico.

Lo cierto es que le iba contando el cómo empezó, que lo llevaba en auto a algún lugar y hablábamos, y él me contaba de las bromas que siempre Degel y Kardia le hacen a Asmita de ese hombre moreno de los hornos y reía, reía de esa forma maravillosa que tanto quiero. Entonces de repente detuve el auto. Lo besé y para cuando me di cuenta estábamos en el asiento trasero de mi camioneta, lo besaba con efusividad, quitaba sus ropas… Le relaté todo, le relaté como me reía al ver que las monturas de los lentes se le movían al paso de mis besos. Noté que su respiración se aceleró, yo también me excité sólo recordándolo, recordar esas imágenes. Le pregunté si se sentía incómodo, que si era así yo podía parar pero no, no me detuvo… ni yo me contuve.»


—Shaka. —Su voz se oía ronca, sensual.

Acostado en la cama ya sólo con un bóxer empezaba a resentir las imágenes de su relato. Cerró sus ojos, con el sudor que ya empapaba su piel a pesar que había refrigeración.

—¿Y… entonces? —escuchó en el teléfono, esa voz agitada. Incluso le pareció hasta más ronca y lo mejor, le daba indicios para proseguir con su relato. Sonrío y dejo que su propia mano siguiera el camino que tuviera que seguir.

—Entonces fui quitándote la camisa verde, iba desabotonando uno a uno cada botón mientras te besaba el pecho. Tus manos se clavaban a mi espalda, me presionabas y movías tus caderas buscando mayor acercamiento. —Su mano empezó a acariciarlo por encima del bóxer. Ahogó un gemido—. Allí, de nuevo subí mientras te iba quitando la correa del jean, te besaba al tiempo que iba escurriendo tu pantalón, desnudando tus piernas. —Le escuchó un suspiro profundo, intenso, suficiente para alebrestarlo de inmediato—. Shaka… —susurró, dejando que su mano por encima de la tela torturara su propia hombría—. ¿Shaka lo estás imaginando? —Otro suspiró, más corto…

—Sigue… —Unas palabras casi de sólo aire.

—¿Qué color? —Preguntó ya enloquecido. Al saber que le estaban siguiendo de inmediato olvidó todo lo demás y dejó que su mano entrará por dentro del bóxer, tomará su miembro erecto. Lo sintió con un respirar tembloroso.

—Gris… —Un suspiro casi gemido. El mayor se sonrió.

—Entonces, sólo eso te quedó… —Un gemido escapo de sus labios, potente, al sentir su propia mano masturbando su hombría—. Shaka, te besaba, te besaba todo el cuerpo, bajaba a tu abdomen y no dejaba de mordisquear tus caderas, para verte sobresaltar de…  —Escuchó el gemido de su interlocutor y lo entendió—, ¡Mmm! Seguía besando,  cuando llegué a tu ombligo lamí, lamí alrededor, mordí otro tanto, te dejé marcados mis besos mientras que mis manos no dejaban de acariciar tus piernas, tus muslos. Los apretaba, apretaba tus glúteos para hacerte levantar del asiento. Sudabas… sudabas y el asiento sonaba cada vez que te movías en él.

—Saga…

—Entonces te fui quitando lo que quedaba y apenas tuve la oportunidad, te tomé con la boca y empecé a amarte con ella. —Un jadeo ahogado, más enfático, más audible—. Shaka… ¡gime Shaka! —Y lo escuchaba, lo escuchaba gemir. No pudo soportarlo y se dejó llevar, empezó a masturbarse con ansías y a gemir con él—. ¡Ha! Dioses, eres divino Shaka. ¡Divino! Mmmm… te besaba, te lamía, pasaba del tronco a la punta una y otra vez mientras temblabas… —Otro jadeo gutural, su nombre proclamado detrás del teléfono. La locura.

«Jamás había tenido sexo telefónico de esta forma. Varias veces lo hice con Mu pero, no, jamás lo sentí como lo sentí esta vez. Escuchar su voz llamándome por el teléfono con esos gemidos ahogados y el sonido de su cama moviéndose al son de su cuerpo me enloqueció. Terminé manchando mis manos, luego que me dijera por teléfono que quería aún más, totalmente desorbitado, no pude aguantarme. Me superó…

Cuando ambos por fin terminamos sólo escuchaba su respiración entrecortada y paciente. Le dije que ese había sido, por mucho, el mejor sexo de mi vida.»


30 de Junio del 2000

«Ya no tengo nada más que pedir… soy feliz… ¡Soy Feliz!»

Sabía que ese día Shaka podría quitarle la venda a nuevo paciente operado y saber el resultado de dicha operación. Por lo tanto, estaba ansioso. La consulta que tendría con ella sería a la nueve de la mañana. A esa hora Mu y Shura estarían atendiendo citas así que de seguro no estarían con él. Sin embargo, prefirió esperar.

Estuvo inquieto atendiendo citas hasta que recibió un mensaje de Shaka, el primero que le enviaba en respuesta, ya que toda comunicación dual era por llamadas directas. Tomó y leyó el mensaje disimuladamente y al saber la noticia sonrió emocionado. La operación había sido todo un éxito.

Se apresuró entonces a terminar con su consulta, tratando de no sonar pedante pero tampoco quería alargar las conversaciones que esa madre soltera parecía querer entablar. Casi la despidió hasta en la puerta al tiempo que le dijo a sus pacientes que esperaran, que él iba a llevar unas historias médicas. Así fue a buscarlo.

Cada paso que dio por el pasillo, cada rostro de los pacientes y médicos que lo observaron y saludaron poco le importó. Sólo sentía su corazón latiendo con fuerza por lo que había ocurrido en la noche anterior, por la noticia, por la idea de verlo y felicitarlo, de simplemente tenerlo en frente y sonreírle. Sentía la piel bullirle por dentro y una sonrisita tonta dibujarse en sus labios conforme más se acercaba a esa puerta. Preguntó si tenía paciente dentro y le contestaron que no, que acababa de entrar y había pedido tiempo antes de iniciar las consultas.

Con eso, decidió tocar y entrar.

Lo vio de espalda primero, antes de que él volteara con unos documentos en mano y dejando su cabello atado caerle a un lado. Notó el brillo de sus ojos entre asombrados y emocionados y él no pudo evitar esbozar una amplia sonrisa de enamorado. Cerró la puerta con seguro y antes de que pudiera soltar una sola palabra, asaltó sus labios, lo besó empujándolo contra el escritorio y se sintió correspondido. Los labios delgados que empezaron inexpertos ante la ferocidad de su beso pronto se amoldaron y respondieron con la misma efusividad. Terminó sentándose en el escritorio y abriendo sus piernas para que el cuerpo del pediatra aprovechara afianzar el contacto. Gimieron al contacto total de caderas pecho y rostro y volvieron a besarse de forma apasionada, sin decir palabras, con las manos de Saga internándose a la bata y presionando la espalda sobre las telas mientras las de Shaka se acomodaban en la espalda y cabeza del mayor, tomando sus cabellos con abandono, buscando mayor cercanía.

Por falta de aire se separaron, notando el rubor en ambas caras, la forma en que los lentes se movieron en el rostro del rubio. Saga sonriendo, agitado, le quitó los lentes para dejarlo en el escritorio y ver fijamente esos zafiros encendidos por él.

—Felicitaciones… —musitó antes de volver a tomar sus labios, empezando de nuevo lento, antes de acelerarse con frenesí.

«Sólo fueron diez minutos. Diez minutos besándolo una y otra vez mientras lo abrazaba y sentía en mi cuerpo. No pudimos hacer más por obvias razones, pero lo dejé tan sonrojado, excitado y hasta despeinado que me provocó fue terminarlo de tirar en el escritorio y hacerle el amor. Lo acomodé y me acomodé a mí mismo para seguir con nuestras labores. Le dejé un dulce beso diciendo que lo quería, que lo quería más de lo que tal vez podía imaginar. Y me respondió con un te quiero que aún me produce cosquillas en el estómago.

Creo que ya puedo decir que es mi amante y sobre Mu o Shura, ahora no quiero ni pensarlo»


03 de Agosto del 2006

Kanon me convenció de ver un especialista para mis ojos. Le he dicho que no haga nada, pero me lo pidió tantas veces que bueno, no pude negarme. Me tomo de su mano para salir del apartamento, ya que desde el accidente y mi dada de alta no he salido de allí. Todo ruido me aturde, los autos, el humo, los olores, la gente, los pasos: todo me aturde.

Me aferro a su mano y me dice que me tranquilice. Caminando me lleva al ascensor donde bajamos para llegar al estacionamiento. Me comenta que es el mejor en Atenas y que hay posibilidades de que pueda recuperar la vista. Escuchar el término del mejor me hace acordarme de ti Shaka y sólo puedo fingir una sonrisa.

Si eres el mejor, de Europa, uno de los más aclamados oftalmólogos de todo el continente. Doctorado y master, eres docente universitario a la vez en la mayor universidad de medicina ocular en Inglaterra y eres uno de los más cotizados articulistas médicos. Una revelación para tu juventud.

Lograste tu objetivo…

Siento que mi hermano jala mi mano para llevar el paso. Un bastón de madera me ayuda a ubicar cualquier interferencia en el camino y unos lentes oscuros ocultan mis pupilas apagadas. De repente siento ese olor y me paralizo, deteniendo mi paso y obligando a mi hermano que así lo haga, cuando íbamos camino al auto.

—¿Qué haces aquí? —pregunto frunciendo mi ceño. Puedo reconocerlo, sé que es él.

—Después de pensarlo decidí acompañarlos. —Me dice con el mismo tono de voz—. No lo hago por ti Saga, lo hago por tu hermano.

—Kanon… —lo llamo y siento que aprieta mi mano con cierta fuerza—. Acaso tú…

—Perdí mi oportunidad hace seis años, Saga—escucho que me susurra al oído. También los pasos de Mu alejarse—. Lamentó tener que aprovechar tu situación para tener otra oportunidad.

—No… —Me sonrío tristemente—. No tienes que disculparte es… lo menos que merezco.

—Saga…

—Ojala pudiera aprovechar la mía para tener otra oportunidad con Shaka, pero tampoco lo merezco.

Suelto su mano. Sigo dando pasos aunque no sé hacía donde me dirijo, usando mi bastón, mi único ojo.

Sí, no merezco que regreses a curarme ni quiero que lo hagas.

Porque yo fui quien convirtió nuestra relación en un túnel ciego…

Notas finales:

Ya el fic está terminado, ire actualizando hasta dejar todo aqui ^^ gracias a los que leen.


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