Hola mi nombre es Tenzo, pero son mejor conocido como Yamato y estoy estudiando los últimos meses de la universidad, pero otra de mis actividades es el diseño gráfico por computadora, eso lo hago en casa en mis “ratos libres”, por lo general me desvelo varias horas, pero disfruto lo que hago alternadamente con la lectura de fanfic yaoi y pasar el tiempo con mis amigos.
Mi historia ocurrió alrededor de las diez de la mañana, era mi cumpleaños y no tenía planes hasta en la noche, pero bueno, era una mañana tranquila y calida. Me encontraba solo en la casa y en short sin camisa como acostumbro dormir… Tocaron y ví por la mirilla de la misma, me di cuenta que era un hombre y no me preocupé por ponerme la playera. Este hombre era atractivo, inquietante a primera vista, no precisamente un galán de cine ni un modelo de televisión pero sí una personalidad atrayente.
Llegó a buscarme para recoger el trabajo de invitaciones para el colegio de su novia, una maestra cliente mía desde hace tres años. Cuando entró el hombre, empezó a hacerme preguntas del trabajo, le iba a explicar y me dice que le urge entrar al baño. Le indiqué dónde estaba (atrás de la cocina, es una casa muy vieja y no está bien planeada).
Mientras él iba al baño, yo fui a sacar una cerveza del refrigerador, Madara que es su nombre, no cerró la puerta; al escucharme cerca, desde su sitio me pregunta si en el patio de atrás (que se vé desde la ventana del baño) hay perros. Le digo que sí, pero entonces me dice como llamándome:
- Es raro que en el centro haya patios tan grandes... ¿Aquel árbol es del mismo terreno?
Entonces me asomé y pude ver que el sinvergüenza tenía su miembro bien parada.
- Sí.- Contesté y agregué.- Y además hay mezquites, un limonero y varios naranjos.- Mientras le iba diciendo me iba dando cuenta que muy cabrón seguía moviendo su “instrumento”.
Salió del baño con el pantalón abierto y se estuvo masturbando frente de mí, le ofrecí una cerveza y la aceptó.
- ¿No sales de fiestas?, ¿Cómo le haces para desahogarte estando solo?- Preguntó.
- Es que tengo mis mañas y de vez en cuando me doy mis escapadas.
- Y que tipo de “mañas”.- Dijo mientras el muy “mañoso” seguía podándose sobre su pantalón y me dijo algo que me dejo sorprendido.- Nomás date cuenta cómo traigo de dura mi herramienta, tengo ganas de una mamada y de coger... ¿Quieres tocarla?
Y sin decir más se abrió el pantalón y asomó la cabezota “llore y llore”, es decir dejando escapar gotitas transparentes que eran indicio de la tremenda calentura que se cargaba. Sinceramente, no me pude resistir, se la agarré y sentí su miembro durísimo, delgado, cabeza puntiaguda y sin circuncidar. Se bajó el pantalón hasta las rodillas con todo y slip negros y entonces le di una mamada formidable, el muy mañoso pujaba y gemía con una cachondez invitante.
- ¿Tienes condones?.- preguntó.
- Sí.- Respondí mientras le pasaba un.
Se lo puso y me empinó enfrente de mi escritorio, me ha dado una cogida tan rica que me dejó bien satisfecho. Él en ningún momento tocó mi miembro ni mis nalgas, sólo para abrírmelas y meterme su rica tranca. Un experto para hacer sentir bien, para dar placer; dueño de una capacidad y un dominio sorprendentes para aguantar la corrida.
Me estuvo envistiendo en la misma posición un buen rato y luego nos fuimos al sofá de la sala y me levantó las piernas poniendo mis tobillos sobre sus hombros y volvió a ensartarme un rato más hasta soltar dentro de mi intestino su carga lechosa, al retirarle el condón me sorprendí del volumen de semen acumulado.
Le ayudé a asearse, limpié mi satisfecho y rebosante culo, le entregué el trabajo de la maestra, quedó de volver a "visitarme" y lo despedí.
Al quedar solo reflexioné en dos detalles que no había considerado en su justo valor: Para disfrutar una sesión de placer sexual con un hombre, no siempre es necesario ir a la calle a buscarlo y algo que me agrada reconocer es que cuando el hombre es dueño de habilidad, autodominio, capaz de excitarse y excitar, el tamaño de su pene es lo que menos importa.
He probado muchos miembros y siempre he tenido preferencia por los penes grandes, gruesas, cabezonas y sin circuncidar, cuanto más gordas, mejor, pero sin embargo sí Madara se convirtiese en mi compañero sexual permanente, no tendría necesidad de buscar nada más.
El único detalle que no me gustó fue que no me tocara y que no se preocupara por mi desahogo, cuando él se fue tuve qué masturbarme en solitario y creo que eso va en detrimento del placer experimentado.
Bueno esta fue mi historia, espero que les haya gustado y que me digas que les pareció mi experiencia con Madara y su miembro, y sobre todo el regalo de cumpleaños interesante, sin querer llego y me dio alguno bueno.
*-* Fin *-*