Hace algunos años, cuando era estudiante, solía salir por las noches de invierno a caminar, mirar vidrieras de tiendas de ropa y librerías en el centro histórico de mi ciudad. En el rumbo obvio que había diversos giros comerciales, entre ellos un hotel de quizá tan sólo tres estrellas. Nunca lo había visitado, pero no es incómodo, pero sí limpio y muy económico.
Precisamente, al pasar frente al hotel LAS OLAS estaba situado a un costado de la puerta principal un policía... pero no un policía cualquiera, era un tipazo de unos treinta y tantos años, con una mirada penetrante que se enmarcaba en un rostro moreno, pestañas largas, nariz recta y una bien dibujada boca, apetecible. Todo lo advertí en unos instantes; el policía me dejó impactado.
- Hey muchacho que horas traes.- Pregunto el policía de ponto.
- Las once.- dije algo nervioso.
- Tienes cigarrillos.
Solo se lo ofrezco y me ocurrieron dos cosas en ese momento: mis manos temblaban al encenderle el cigarro en la boca y mi pene se empezó a hinchar, presa de una calentura inesperada.
- Buscas a alguien o algo, ¿Qué andas haciendo a esta hora de la noche en la calle? - Pregunto el guardián del orden.
- Es que acostumbro a caminar sin rumbo hasta conquistar el sueño y luego me voy a dormir a mi casa.- respondí.
- Tú no solo andas sin rumbo para conquistar el sueño, de seguro andas buscando pasar una muy buena noche. - Dijo dirigiendo su mirada a mi entrepierna ya abultada, mientras que con una mano apretaba su propio paquete que también mostraba una notable hinchazón.
- No necesitas simular nada, tú y yo sabemos lo que queremos.- Dijo con una hermosa sonrisa.- El personal del hotel se retiraba en su totalidad y sólo quedaba el viejo encargado de la administración y yo.- Decía mientras seguía tocadse.- De seguro que no se negara a darnos una habitación para pasarla muy pero muy bien.
Eso aceleró los latidos de mi corazón.
- Te sugiero que tomes un café en la siguiente cuadra hay una cafetería que esta abierta las 24 horas.- decía mientras me apuntaba con su mano.- Y vuelve en unos 25 minutos. No temas, que no vamos a tener ningún problema. Solo debes papar el costo de la habitación.
- ¿Qué ganó yo contigo en la habitación?- pregunte jugando con él.
- Durante lo que estemos juntos en ella sabrás y no te perdería nada, te voy hacer muy feliz y no te voy a cobrar para nada.
- ¿Cuánto tiempo vamos a estar juntos?
Se acerco a mi oído y me susurró:
- El tiempo que tu rico culito requiera la atención de mi pene.- Dijo mientras se tocaba su entrepierna.
***
Me fui al café, se me hicieron eternos los minutos, llegué y alquilé la habitación como habíamos acordado, subí, me asee y empecé a desvestirme. Estaba sólo en boxer cuando la puerta se abrió y Momochi, que así se llamaba el policía, se colocó atrás de mí, me rodeó los hombros con sus poderosos brazos y pude sentir re-pegado a mis nalgas un enorme bulto caliente.
Momochi todavía portaba el pantalón de su uniforme y aproveché para tocar su gran miembro con mi mano ansiosa, bajé el cierre y me arrodillé para saborear aquel instrumento, abrí mucho la boca para abarcar el grosor de su glande, no estaba circuncidado, era una pene como las que me gustan, subí y bajé su prepucio con los labios, le arrancaba gritos y gemidos placenteros que acabaron por excitarme al máximo.
Una vez desnudos los dos, fue delicioso sentir el roce y juego de nuestros miembros que se frotaban deliciosamente, intercambiando fluidos, pues ambos lubricábamos abundantemente.
En unos segundos, nos unimos en un apasionado beso... el aliento del policía era fresco, a hierbabuena y menta... como que el tipo se había preparado bien para darme una excelente impresión. Su lengua entraba y salía de su boca hurgando en lo más interno de mi boca, fue un beso de antología.
Momochi me lamía y llenaba de saliva la frente, las orejas, el cuello, bajó luego a mis tetillas y las empezó a morder y arañar suave y rítmicamente, hizo que la piel de todo el cuerpo se me erizara, me sentía cerca del cielo, disfrutaba como nunca el inicio de una noche que prometía ser espectacular.
No duramos mucho en pie y nos fuimos a la amplia cama. Tomamos posición de 69 y se inició una deliciosa mamada mutua, fue apoteósica la calentura que se desató, nos lamimos y chupamos golosamente las cabezas de las herramientas, los miembros completas, los testículos, las caras internas de los muslos y por supuesto los calientes y deseosos agujeros de los culos, el suyo me acabó de excitar, despedía un olor pulcro, a jabón de tocador... mi policía estaba recién duchado... eso es importantísimo para disfrutar una experiencia sexual con un hombre que parezca hombre, que se comporte como hombre y que disfrute de estar en la cama con otro hombre.
Sólo evocar las escenas de esa noche para describir lo acontecido me pone el pene a todo lo que da en dureza.... él insistió en poseerme y no puede negarme cuando uno, dos, hasta tres ensalivados y grandes dedos se clavaron en el agujero de mi culo y luego fueron sustituidos por una caliente, hábil y juguetona lengua dispuesta a vencer mi ya inerme resistencia, para proceder luego a colocar en la entrada de mi hoyo la gran cabezota de esa riquísima herramienta larga y sumamente gruesa.
Gocé tremendamente en cada embestida, me la metió en todas las posiciones que la creatividad sexual puede sugerir. La primera corrida de semen del policía fue copiosísima y me inundó todo el tracto rectal... sentí cada chorrazo caliente inundándome el interior.
***
Se dio una ducha rápidamente y salió a cumplir su ronda de la hora... regresó a los 45 minutos y de nueva cuenta iniciamos los rodeos, esta vez su corrida fue en mi garganta. Increíble el sabor agridulce de sus mecos en mis papilas gustativas... fue delicioso beber ese néctar masculino.
La escena se repitió siete veces durante la noche; yo aguantaba mi propia corrida deseoso de que pasara el tiempo de la ronda y volviera mi policía a darme una nueva repasada.
En la última sesión de la noche, ambos descargamos nuestros testículos en la boca del otro... fue fabuloso... terminamos con un apasionado beso combinando nuestro semen y saboreando nuestra esencia.
Ya se imaginarán cómo quedo la flor de mi ano... con sus pétalos algo lastimados, el hoyo muy abierto y la sensación haber tenia la mejor noche de nuestras vidas.
***
- Despierta dormilón.- Decía joven.
- Mmmm. ¿Qué hora es Haku?
- Las 10 de la mañana pero es no es importante. - decía el chico mientras traía un pastel en su manos- ¡Feliz cumpleaños mi amor!
- Gracias mi niño, y también gracias por cumplí mi fantasía.
- Por nada amor, sabes que me gusta cumplir tus fantasía y con esa me excite mucho al tener un policía en mi cama.- dijo Haku un poco sonrojado.
El pastel quedo en el buró olvidado ya que el festejado y su joven esposo se comían a besos en el hotel La Olas de Sr. Momochi Zabuza.
*-* Fin *-*