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Cuando estuvimos muertos. por samadhi06yaoi

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Notas del fanfic:

Este fic es una reflexion personal.

La escribi hoy a la 1:30 de la madrugada, despues de que lloviera fuertemente, me sentí vacia. Extrañaba a mis amigos, demasiado.

Hilda y Ricardo, mis mejores amigos, a ellos va dedicado esta historia.

En fin...

Espero que logren captar el significado de este escrito, que lleguen al final de la historia.

Notas del capitulo:

(Aclaracion: todos los subtitulos del fic, son uno, no son diferentes historias)

Disfrutenlo:

Cuando estuvimos muertos.

 

Esa foto; esa ruptura.

 

Una noche; el frio de una tormenta ya pasada; el frio de una habitación con la luz encendida a altas horas de la noche, y solo un cuerpo acostado, boca abajo, en la fría cama…

 

Un chico.

 

Su mente era una revoltura de pensamientos. Le dolía el pecho y se sentía mal. Las lágrimas de vez en cuando bajaban, corriéndole lentamente a las mejillas, pero él rápidamente se pasaba las palmas de las manos sobre los enrojecidos ojos, limpiando la humedad.

 

Estaba mal.

 

Por fuera, tal vez aparentaba ser un chico frio, orgulloso y sin emoción. Nada más, nada menos.

 

Pero, ¿ese él, era verdadero?... Puede que en una realidad lo fuera.

 

Pasando lentamente la mirada de un lado a otro en la habitación, afloraron los recuerdos, la mayoría tristes, de su vida…

 

Flexiono las rodillas y cruzo las piernas por los tobillos; de pronto…

 

Vio una foto; esa foto. El llanto corrió sin que sus pequeñas manos pudieran evitarlo esta vez.

 

Esa foto:

 

Itachi-su hermano mayor- aparecía junto a él, pasándole cariñosamente un brazo alrededor del cuello y le hacía pedorretas en la mejilla mientras Sasuke-de 9 años-se reía y sonreía…

 

Esa foto… La única foto que le importaba era esa.

 

Reía…

 

¿Hace cuánto que no sonreía de verdad?

 

A pesar de tantos espejos, fotografías y cualquier cosa que reflejara su persona, no recordaba haber vuelto a sonreír de verdad en su corta vida…

 

¿Qué había pasado?

 

El mundo, eso había pasado. Sus padres, eso había pasado.

 

El llanto, eso pasaba. Sus sollozos no podían ahogarse, ya no, no más.

 

¿Qué había pasado?

 

Itachi ya no estaba a su lado, eso había pasado…

 

Sus padres se habían divorciado; pero esa ruptura no les dolió tanto a ambos como la última vez que se verían, la ruptura más dolorosa se contempló en pleno aeropuerto al ver el rostro de un niño de 9 años llenarse de lágrimas y rodearle con sus cortos y delgados brazos, el estómago a su hermano mayor, quien, con maleta en mano, también comenzó a llorar y le abrazo.

 

¿Cómo se pudo ser tan cruel?

 

 

Llamada de muerte.

 

Se sintió terriblemente mal.

 

Comenzó a respirar con más fuerza, entrecortando su corazón. Un timbrado; dos…

 

Lágrimas.

 

Tres… su mano tembló, su cuerpo le siguió; sus ojos ardieron amenazando con llanto…

 

Su corazón chocando contra su pecho le lastimaba.

 

Cuatro…

 

-¿Si?, ¿Hola?-Una lejana voz en el auricular le hizo reaccionar. No era la voz de su hermano mayor… era otra persona… ¿Quién?

 

Sasuke, sabiendo que le dolería, se armó de valor, y preguntó:

 

-Hola, ¿se encuentra ahí Itachi Uchiha?-La voz se le quebró a media oración.

 

Pronunciar palabra era fácil; un nombre, no tanto.

 

Se habría equivocado-se decía y repetía sin cesar-, se habría equivocado de número. Se tiene que equivocar.

 

Su corazón le destrozaba sin pudor las costillas.

 

Equivocado, debe ser. Debe.

 

Pero, su corazón se detuvo al oír:

 

-Sí, claro, ¿Quién le llama?

 

La voz no se percató del daño en el pecho del menor.

 

Los labios secos y entreabiertos, sollozantes, del chico, susurraron entrecortadamente al auricular:

 

-Su hermano menor…

 

Sofocado, sofocado; estaba asqueado, no, dolido, se sentía terriblemente humillado y ni siquiera había hablado con su hermano.

 

¿Sería masoquista esperarlo?

 

-Un momento-pidió la voz y se escuchó un leve choque al otro lado; silencio; silencio; ¿risas?...; ¿gemidos?

 

Cada sonido le hacía llenar más de lágrimas los ojos al menor.

 

Debe de estar equivocado-debe de; por favor-. ¡Debe de estarlo!

 

Su respiración era un acelerado inhalar y exhalar; el ruido incesante de su corazón ya le empezaba a desconcertar, a dejar sordo, a no oír nada en el otro lado del teléfono…

 

Tampoco veía; sus ojos estaban abiertos, sí, pero empañados en lágrimas que no quería dejar salir, por orgullo más que nada…

 

Escucho de pronto un ruido cercano al teléfono y…

 

-¿Hola?, ¿Sasuke?

 

No está equivocado.

 

La voz de Itachi Uchiha-su amante invisible entre las sabanas vacías de su cama; su hermano mayor. Su… su… suyo-era la que le hizo soltar de golpe todas las lágrimas apresadas en sus parpados, no más, que ahora corrían descaradamente hasta su mentón y goteaban sus rodillas desnudas abrazadas entre sus brazos.

 

Intento controlarse, pero, ¿por qué? ¿Por qué no colgaba de una vez? dejando a Itachi con alguien más, alguien que sabía, jamás seria él.

 

Debió de haberse equivocado, ojala hubiera pasado. Debió, pero no. No podía; debió.

 

Su corazón le crispaba, sentía que todo daba vueltas, que iba a vomitar sangre de una vez por todas; sacar ese nudo en la garganta con un grito…

 

Pero solo sus sollozos inundaron el silencio tortuoso, para él, que se hiso al otro lado de la línea…

 

La voz preocupada del, ahora, extraño-Itachi Uchiha-sonaba en su cabeza a punto de estallar:

 

“¿Hola?, ¿Sasuke?”

 

Estaba mal, se sentía un idiota; una palabra más y no podría respirar…

 

-¿Hermanito?

 

Dios mío…

 

 

Epitafio.

 

Una noche; el dolor de una llamada telefónica ya terminada; los fríos dedos de sus pies bajo las sabanas inmaculadas y sin amante; su cuerpo acurrucado en una cama que nunca estaría cómoda sin alguien más; la última palabra, resonaba en su cabeza… pero no era lo único; Tic, tac…; nunca paraba.

 

Tic, tac.

 

“¿hermanito?”

 

Tic, tac.

 

“¿Hola?, ¿Sasuke?”

 

Tic, tac; tic, tac.

 

No podría.

 

Calla, por piedad.

 

Tic, tac.

 

Basta, me duele.

 

Tic, tac; tic, tac.

 

 

 

Muerte.

 

El cansado, adolorido y débil cuerpo del menor hiso un esfuerzo titánico en lograr moverse, bajar una pierna de la cama, arrastrándola de debajo de las sabanas, tocar con los dedos el suelo helado; el metatarso, talón al fin; pies en el suelo.

 

Todo se repite. Se quiebra.

 

Como a un chiquillo, las piernas desnudas le tiemblan, haciéndole caer de sentón, con las manitas en el suelo, la nuca desconcertada, intentando entender que pasaba, y las lágrimas manchando en pequeñas motas el suelo al gotear de su mentón o la punta de su nariz; goteando también los dedos de sus manos y sus rodillas juntas y desnudas sobre el suelo.

 

Miserable.

 

No podía levantarse.

 

Tic, tac.

 

No puedo.

 

Tic, tac.

 

Es enserio.

 

Tic, tac.

 

Por favor…

 

Tic, tac…

 

Ayúdame.

 

“¿Hermanito?”

 

“¿Hola?, ¿Sasuke?”

 

 

Despertar y dormir. Vivir y morir.

 

Madrugada; un neófito.

 

Ha nacido en brazos de su amante eterno.

 

Ha recobrado el sentido, ojos entrecerrados…; ha podido andar; las manos correctas, si se entrelazan, curan lo que sea; ha podido respirar cuando ha sentido la de él en sus mejillas, guiándole;  ha podido hablar cuando él ha besado sus labios secos y vírgenes, humedeciéndolos con saliva.

 

Ha vuelto a llorar.

 

Las palabras son difíciles, los nombres más, pero un primer beso no se comparaba.

 

Ha vuelto a sonreír.

 

La simpleza de la epifanía esa noche-madrugada- a la hora, tic tac, exacta 1:35 a.m.

 

El dolor de una llamada que cambia una muerte.

 

Que mata.

 

Los rostros de dos personas sin saberlo que se necesitan, sin saberlo, sin despertar hasta la muerte, que los unió.

 

Y siguen vivos.

 

Probablemente, son los únicos realmente vivos.

 

Tic tac.

 

¿Por qué tan rápido?

 

Tic tac.

 

¿Por qué llamas?

 

1:40 a.m.

 

Deben dormir.

 

Él debe dormir. Los cinco minutos de conciencia le harán sonreír por toda la vida.

 

Ahora, duerman. Mueran. Veamos si son los que realmente están vivos.

 

Dormir, morir. El amor lo revivirá, lo despertara.

 

 

Vivos.

 

Tic tac.

 

Un día; 9:00 a.m.; dos amantes; los dedos tibios de sus manos entrelazadas bajo las sabanas antes solas y frías, ahora arden al contacto de la piel desnuda y húmeda de ambos.

 

-Buenos días.

 

Los labios que lo pronuncian buscan, exigen, instintivamente su respuesta en la muda boquita del chiquillo de 9 años adormilado entre sus brazos.

 

La barbilla del niño se alza y su boca es besada, arrancándole las palabras, con tanta pasión pueda contarse.

 

¿Qué ocurría?

 

Fue solo un sueño.

 

La vida no es eso; la muerte sí.

 

La gente muere cada noche y cree despertar en cuanto el reloj -Tic tac, Tic tac- suena escandalosamente, pero si los labios correctos no te informan que es un nuevo día, entonces, estas dormido, estas muerto.

 

-Gracias…-Gimió adormilado el niño, frotando su mejilla contra la curvatura del cuello de su amante, aspirando su aroma.

 

¿Por qué no se le daría las gracias a quien te ha traído a la vida, a quien te despierta cada mañana, quien muere contigo en las noches?

 

Extraño de concebir que, dormido, para él pasaran años y cuando su hermano se deslizo bajo las sabanas con él -esa noche-, le rodeo la cintura, le beso… volvió a tener, solo, 9.

 

Como siempre los tuvo; como nunca los sintió de verdad.

 

Sasuke podía contar ese como su primer día de vida -y lo haría-.

 

Algo que me lleva a plantear:

 

¿Esto es un  sueño -la muerte, tú estás muerto-, o estás despierto?

 

Si esta pregunta te la responde quien te besa a la vez, entonces, felicidades, despertaste.

 

♥ Fin ♥

Notas finales:

Muchas gracias por leer. Espero que lo hayan comprendido y que les haya gustado.

♥ Samadhi ♥

 


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