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Sueño Hiperestésico por Chat Noir

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Notas del capitulo:

Es un original (obvio, sorry por las afirmaciones tontas) y tiene partes de la letra de La Casa Azul: La Revolución Sexual (recomiendo escucharla para leer el fic :B) que expresan lo que no quiere aceptar este personaje (yo y mi narrativa pseudo contemporánea ^.^U) y si quieren escuchen Superguay y Noches como la de hoy (yo recomendando música :B)

 

 

 

 

Caminaba por la calle, angustiado por sus problemas de universitario agobiado por la tragicómica intransigencia de la exposición pública y la introspectiva de su ser para disimular su mascarada ¿mascarada se preguntan?, para encubrir su homogeneidad-autómata o cultura de masas que en realidad destilaba ironía. Creía ser un misántropo, al estilo de los más grandes pensadores. Caminaba por la calle, con paso firme, altivez y soberbia, con su pinta brit-intelectual, pavoneando distinción siútica-cosmopolita. Sí ese era él; creía ser extravagante (Tu, que decidiste que tu amor ya no servía, que preferiste maquillar tu identidad...).

 

Llegó a su parque favorito, el cual estaba junto al edificio más hermoso que podía adornar aquella ciudad minimalista; con toques de barroco español y rococó, blanqueado por el mármol que se moldeaba para modelar un frontón decoradísimo, con la ornamentación de tonos perlados, las cúpulas y vidrieras coloreadas para dar tornasoladas pinceladas hacían que la teatralidad y la beatidad se encontraran con el arte de todas las épocas ¿Qué podía ser más hermoso? Él añoraba y adoraba ese edificio, la nostalgia contraía los músculos de su cara para formar una sonrisa honesta resguardada, recelada dentro de la paz de las murallas de tonalidad invernal.

 

Sin embargo, esa armonía era perturbada por una, tal vez conocida, voz masculina. Cuando se percató de que dicha voz provenía de afuera, se acercó raudo a uno de los tantos ventanales para ver de quién se trataba. No le molestaba que la diversidad de artistas se pronunciaran, pero estaba ligeramente acongojado y sólo quería pasar su tarde en aquel lugar que le fascinaba. Con el ceño fruncido y un mohín enternecedor en la cara de una adolescencia aún no acabada, observó a través del vidrio la figura del anónimo cantante que, junto a un violín eléctrico, daba un espectáculo digno de conciertos de jazz alternativo.

 

Ya lo había visto con anterioridad, eran un joven músico que se posicionaba en el mismo lugar, durante más o menos una hora y algo más, a tocar un popurrí de diferentes canciones, que no siempre eran las mismas. Jamás había hablado con él, a pesar de que le parecía curioso el hecho de que siempre estuviera en el mismo lugar, a la misma hora, el mismo día. Debía ser su rutina; no mucha gente pasaba por la bella calle, porque sí, era una calle preciosa la cual no era ensuciada ni violada por autos, mas tenía graffiti’s y murales hermosísimos. Paisaje de arte callejero y vanguardista, perfecto para el músico.

 

Se quedó allí, con esa mirada contemplativa que ha inspirado un sin número de teorías filosóficas, e imaginó las circunstancias que llevaron al joven a escoger un oficio tan poco lucrativo. Sonrió soltando un suspiro ameno. Claudicó en su idea de sacar las más increíbles y fantásticas conclusiones acerca de su destino como músico e hizo una mueca divertida cuando no lo pudo evitar; su imaginación parecía un torrente hiperestésico de situaciones en lugares exóticos, entretenidos encuentros, claustrofobias  y paranoias; finalmente se alejó de la ventana para ir al salón de las Vanguardias en el segundo piso. Una risita se escapó de su boca al tanto que su excéntrica imaginación se pronunciaba como una película en stop-motion, coloreada con sedas y terciopelo fluorescente.

 

El salón tenía tonalidades oscuras e impactantes colores eléctricos, las luces eran tenues y se oía música de Klaus Nomi para confiérele una atmósfera cautivantemente efervescente, para resaltar el aspecto a las pinturas; totalmente creeptacular. Se recostó en una de las bancas, para escuchar la música noctámbula, cerró los ojos y curiosamente el reproductor cambió la pista, lo que hizo que su imaginación se disparara.

~

En la pista de baile, entre la iluminación parpadeante de la disco, estaba ese joven músico, moviendo su cuerpo entre la multitud; solitario, mirando el cielo raso technicolor. Lo observaba fijo, era embelesador verlo bailar. 

Se acercó alternando sus movimientos con la música, de forma sensual y coqueta (Well, are you ready to go?). Sus miradas chocaban con la magnitud del estruendo de un rayo. Él con su onda brit-pop y el músico con su anónima figura sin catalogar; era extraña su forma de ser, tan frío y, a la vez, tan apasionado. Los movimientos miméticos provocaban una estimulante fricción que los acercaba cada vez más. Era sin duda una sensación irremplazable, una emoción errática que actuaba por sí sola que, por algún motivo, iniciaba una letárgica hipnosis (déjalo ya, no pretendas despistar, ahora déjalo ya ¿a quién quieres engañar?). 

 

Tan casual, tan esplendido y súper cool que le provocaba estupor.

Sus labios le llamaban, pues su rica tonalidad carmín, le daba un sed increíble, tan rojos como el vino Cabernet que tanto le gustaba. Rodeó aquellos anchos hombros con sus brazos y se fueron acercando cada vez más (porque hoy comienza la Revolución Sexual); un beso concretó la travesía y su lengua violó la cavidad, penetrándola y sellándola de forma tal que el aire se fue acabando sin remedio; la música continuaba y el beso se convirtió en una unión eterna, excitante e intrigante. Sus manos se intrincaron en su cabello, que estas alturas, era teñido por diversos colores. 

Una sensación caliente, entre el sudor y ese ósculo interminable, luchando por no asfixiarse;  una noche en la Habana, una habitación en Venecia, un licor de París, Carnaval en Río de Janeiro; sexo en el lugar más psicodélico del universo.

~

Sobresalto. Esos labios no eran simple ilusión, atónito en la vigilia se cayó de la banca; completamente sonrojado, por entero avergonzado. Ahogado en una batahola de emociones, creyó que se desmayaría por ese espectro de surrealismo patológico que significaba la realidad.

 

(Hoy te preparas para el golpe más fantástico, porque hoy empieza la Revolución Sexual) Una sonrisa socarrona.

 

«Hola» esa longitudinal mueca lo dejó boquiabierto, al borde de un paro cardíaco; con la alegría de Dante luego de encontrar a Beatriz.

 

Caminaba por la calle, angustiado por sus problemas de universitario agobiado por la tragicómica intransigencia de una relación que comenzó como un sueño hiperestésico. Creyó ser un misántropo, al estilo de los más grandes pensadores, empero los dulces sonidos de un violín lo ablandaron como el más sabroso de los muffins. Caminaba por la calle, con paso lábil y con un mohín avergonzado, tratando de ocultar lo feliz que se sentía; tomado de la mano con aquel violinista anónimo que siempre tocaba en el mismo lugar, el mismo día y a la misma hora.

 

 

 

Notas finales:

Me dan ganas de bailar con esta canción :D

Besitos :*


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