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Buscandome por yukitomiko

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Estaba de mal humor, ¿quieres saber por qué me encuentro así? ¡Qué diablos te importa! No, espera, salió mal. Respira profundamente, cuenta hasta diez… uno…dos… bla bla… diez… Bien, estoy mejor. (¡Si, claro!) Aaaahhhhh.

Lo que sucedió fue que tuve un terrible día en el trabajo y al llegar a casa lo único que tenía ganas de hacer era caer muerto, este día fue uno de los peores días que he tenido, peor que el día en que me enteré que iba a tener un hermano menor, no esperen un momento, peor que el día en el que conocí a mi tía Enriqueta, ese día si fue de temer.

Como sea, era la típica mañana en la que todo iba bien (como siempre), hasta que mi jefa me mandó a llamar.

—David—, Sí, ese hermoso nombre es el mío. —Necesito hablar contigo. —dijo seriamente a eso de las 11:45 a.m. Típico, la mujer siempre me necesita, no puede vivir sin mí.

Trabajo como auxiliar fiscal, no es por presumir pero soy el mejor que hay en toda la institución, he tenido el mismo trabajo por los últimos cuatro años. Hace unos meses apliqué para un ascenso, había una plaza vacante y en el examen de oposición (si no sabes lo que es, no me hagas explicarlo, ¡googlealo!) obtuve la mejor calificación (lo cual era obvio), también tenía excelentes recomendaciones de parte de mis superiores.

Mis compañeros de trabajo me consideran un líder, ¿y quién no? todos estaban seguros que obtendría la plaza de fiscal, o eso creíamos.

—El día de hoy nombraron a la persona que llegará a ocupar la plaza de fiscal —dijo nerviosamente.

Dios… pensé, al fin, este es el momento que he estado esperando estos últimos 4 años, desde que me gradúe de la facultad de leyes.

—Lamentablemente, no fuiste seleccionado…

¿Qué, qué dijo? ¿Qué no fui seleccionado? ¡Debe estar bromeando! Pero si soy yo… y tenía la mejor nota, las mejores recomendaciones…
Creo que mi sonrisa se borró por completo en esos momentos y no dije nada por un buen lapso de tiempo. Al ver que no dije nada, mi jefa sintió la necesidad de romper el silencio diciendo: —Lamento ser la portadora de estas malas noticias…

—¿Quién…? —la interrumpí—. ¿Quién obtuvo el puesto?

Dejó escapar un suspiro (como si temía cual iba a ser mi reacción), ya que la información que estaba a punto de darme era difícil de transmitir, —La sobrina del fiscal general, aparentemente se acaba de graduar de la facultad de leyes y pues… le ofrecieron el trabajo. —dijo, y ¿eso que escuché en su voz era temor?

—¿La sobrina…? —ya no pude decir nada más. La cólera me carcomía, ¡¿a quién trato de engañar?! Por supuesto que expresé mis sentimientos de una manera constructiva. Solo digamos que para cuando terminé de exteriorizar mis pensamientos mi jefa parecía un pequeño siervo atravesando la calle y encandilado por las luces del auto a toda velocidad que estaba a punto de atropellarlo y se podía alcanzar a ver el rostro del piloto reflejado en sus enormes pupilas, ¡era yo! ¡Ja!

¿Qué más podía hacer? Para que hubiera una plaza disponible tuve que esperar cuatro años, ¿Cuántos años más tendría que esperar para obtener otra oportunidad? Ah ya sé, tal vez tenga que esperar los suficientes años para reencarnar y renacer como la sobrina del fiscal general. ¡Jaja!

El resto del día pasó en un abrir y cerrar de ojos… si cometí algún error (aunque lo dudo, porque seamos honestos… ¿yo? ¿cometiendo errores?) no me importó, ¿de qué servía? Aparentemente solo aquellos con influencia (o sobrinas recién graduadas de fiscales generales) lograban obtener los mejores puestos. Estaba demasiado deprimido para pensar con lucidez. Bueno, lo de la lucidez es demasiado exagerado, yo siempre pienso con lucidez. ¡Soy yo!
Así que como les dije anteriormente, esa noche al llegar a casa, lo primero que hice fue cambiarme y ponerme ropa más cómoda, tenía toda la intención de relajarme y olvidar todas mis penas. Pfff… más bien tratando de olvidar el disgusto que sentía hacia ciertas sobrinas…

Tomé un par de cervezas que se encontraban en mi refrigerador, las coloqué sobre la mesita del café de mi apartamento, busqué el control remoto entre el desorden que era mi sala y encendí el televisor. Definiendo desorden: solo unas que otras cositas que tal vez no pertenecen a una sala familiar como mi ropa sucia, basura, ¿la nevera?... nada fuera de lo común.

Recordé que hoy era viernes, vi la hora y me di cuenta que faltaban 15 minutos para que comenzara mi programa favorito. Sí, me dije a mi mismo, ver el programa de Birchman y Asociados me animará. ¿A quién no? Es el mejor programa del mundo.

Adoro esa serie de televisión, la transmiten todos los días viernes a las 9 p.m. y no hay nada que disfrute más que ver al actor Fernando Leconté interpretando al joven, intrépido y emocional Alejandro Birchman Jr., no hay otra serie que me haga más feliz.

El programa nos relata la historia de cómo Alejandro se hace cargo de la firma de abogados de su padre, después de que a éste le da un ataque al corazón y es obligado a retirarse. Al principio todos sus compañeros y socios lo ignoran porque es demasiado joven e inexperto, pero esa misma inexperiencia hace que le dé una nueva perspectiva a las cosas. Su manera de litigar, su pasión y su deseo de ayudar a los demás, hacen que pronto sus compañeros y asociados se encariñen con él y que juntos defiendan a todos aquellos que lo necesitan. Aunque la historia suene un poco trillada, (no, seamos honestos, es la peor porquería de trama que hay), la actuación de Fernando es lo que hace que la serie sea todo un éxito.

Soy un verdadero y completo fan de Fernando, sé todo sobre él, sé que actualmente tiene 24 años y que sí es abogado, aparentemente la abogacía corre por sus venas ya que su padre, abuelo, bisabuelo, etc., eran abogados también. Además no solo estudió la carrera de leyes, que ya de por sí es bastante difícil, sino que estudió actuación al mismo tiempo. No pienses que estoy obsesionado con él, sólo soy una persona a la que le gusta saber detalles de los demás, viene con la profesión… pero… ¿a quién trato de engañar? Creo que estoy total y completamente enamorado de él. Claro, todo es dentro de lo platónico, pues obviamente el está completamente fuera de mi liga, además que él ha sido el actor principal en muchas de mis fantasías sexuales.
Si es gay o no, no lo sé y no me interesa. Un hombre puede soñar y yo sí que sueño…

El teléfono timbró… Ahhh, ¿quién podrá ser? Qué importa… sólo veré mi programa y luego veo quien llamó…

Me relajé viendo al hombre del que estaba enamorado y con cerveza en mano intenté olvidar todo lo que había sucedido en el día.

Mi programa finalizó y para su desgracia el teléfono continuó timbrando y timbrando y timbrando y timbrando… Si me hacen levantarme de este sillón a contestar ese maldito teléfono tendrán una cuenta muy alta en el hospital para cuando acabe con ellos.

^~*^~*^~*^~*^~*^

Estaba de mal humor, como últimamente ya se hacía costumbre, no importa lo que alguien haga o deje de hacer, siempre acabo enojándome. Hoy obviamente no era la excepción, por fin era mi día libre y la persona que tan insistentemente me había llamado anoche durante mi programa favorito, resultó ser mi “hermanito” para invitarme a desayunar y citaré exactamente lo que dijo:

—Hay algo realmente importante que quiero decirte y no puedo esperar más.

¿Qué es esto tan importante que tiene que decirme que no pueda esperar a una hora decente? No lo sé. Si no es para decirme que hay alguien que se está muriendo en el hospital, entonces pronto lo pondré a él en esa situación. El punto es que me encontraba en la cafetería citada a las 7:30 de la madrugada, ¡en mi día libre!

Si lo sé, las 7:30, no son exactamente la madrugada, pero seamos honestos ¿quién diablos se levanta a esa hora en su día libre? ¡Yo no por lo menos! Además para terminar de componer el día, era una mañana lluviosa. Es tan emo… que me enferma.

Vi nuevamente mi reloj y éste indicaba las 7:31… (un minuto tarde) Mierda, será que ¡¿Oh su gran alteza real, se dignará a venir a la hora y lugar indicados por él mismo?! Ok… me estaba enojando otra vez.

La ventana por la cual veía caer la lluvia se estaba comenzando a empañar, traté de limpiarla un poco con la mano para así poder ver cuando llegara mi hermano, para su suerte, en esos momentos vi que su auto se estaba estacionando.

Si, digo para su suerte, porque de lo contrario mi nivel de estrés seguramente hubiera llegado a niveles incontrolables y eso no le conviene. Vi que venía acompañado de alguien y ese sólo podía ser su novio.

Habían estado juntos por casi dos años. Era patético verlos, al punto que me daban ganas de chocar sus cráneos uno contra el otro y destrozarlos. Realmente era un asco verlos…

Corrieron a la entrada de la cafetería, tomados de la mano. (¡¿Qué les pasa?! ¡Qué asco!) Estaban empapados por la lluvia, ni bien habían terminado de entrar cuando les dije: —¡Maldita sea Rob! Llegas tarde, no solo me haces levantarme tan temprano en mi día libre, ¡sino que me obligas a esperarte! Esto es el colmo…

—Lo siento hermano —dijo tratando de calmarme. Odio cuando intenta calmarme… ¿Quién cree que soy? ¿Un pequeño niño que necesita ser apaciguado? ¡Por supuesto que no lo soy! ¡Soy yo por Dios Santo! —El trafico es más pesado cuando llueve y…

—Aja, no quiero oír justificaciones… —lo interrumpí, era suficiente con estar aquí y no quería escuchar sus excusas. —Ve al punto, ¿para qué demonios me citaste tan temprano? ¿Qué es lo que no puede esperar?

En esos momentos se sonrojó… —¡Ahh no! —pensé— Sea lo que sea, tomará su tiempo…—me quejé.

—Sí que vas al punto rápido hermano, deja que nos sentemos y ordenemos nuestro desayuno…

Tomaron el asiento que se encontraba frente al mío, la cafetería que había escogido mi hermano no era mala, servían deliciosos desayunos, mi comida favorita del lugar eran: los panqueques con chispas de chocolate y crema batida, hmmm… un verdadero deleite. Así que cuando Rod, digo Rob, llamó a la mesera eso fue exactamente lo que ordené.

Mientras la mesera se llevó nuestras órdenes volví a enfocarme en mi hermano y en su actual novio. Cielos, ¿cómo es que se llama el tipo? Algo así como Andrés… Ángel… algo con A, estoy seguro que lleva A…

El novio de mi hermano era una cosa pequeña e insignificante, se miraba casi vulnerable, era del tipo de persona que miras y piensas que con una ráfaga de viento se irá volando… tenía enormes ojos cafés bien expresivos, (imagínense a un corderito que está a punto de ser degollado y tendrán la idea), era bastante tímido el tipo, es al que la gente describe con el adjetivo de “adorable” ¿Qué le ven de adorable a la mierdecilla tamaño de bolsillo? Es todo un misterio…

Escuché que era mayor que mi hermano por dos años, mi hermano parecía ser mayor que él… mucho mayor que él, debo aclarar.

Así que mientras esperábamos a que sirvieran nuestros desayunos, hice lo que cualquier hombre haría en mi lugar… lo vi con hostilidad, si hay algo que disfruto es ver como el novio de mi hermano tiembla de pánico cada vez que me enfocó en él.

Pude ver como volteaba a ver a mi hermano a cada rato para asegurarse de que éste me regañara si en caso fuera necesario, aunque claro, siendo el mayor de los dos, eso sería bastante improbable. Después de ser víctima de mi mirada hostil, comenzó a ponerse más y más nervioso, tanto que pude ver como tragaba saliva… —Si —pensé— Esto se está poniendo divertido…

Después de un rato, pasó lo mejor, lágrimas comenzaron a acumularse en sus enormes ojos cafés… —Pero Dios mío, este sujeto sí que es el colmo, va a comenzar a llorar…— Ahora que reacciono, dije que el sujeto era dos años mayor que mi hermanito, lo que lo hace de mi edad… —Mierda, somos de la misma edad… (Es impresionante la diferencia que hace una buena crianza. Una crianza animal claro, solo vean que “lindo” les quedó el corderito).

En esos momentos mi hermano decidió intervenir, debo darle crédito por eso, digo, después de todo también intimido a mi hermano… —¡Ya basta, David! ¿Qué no sabes que lo pones nervioso cuando lo ves así?

—Por supuesto que lo sé, por eso lo hago…

—Eres un sádico…

Eso trajo una sonrisa a mi rostro, si mi hermano creía que eso era un insulto para mí, estaba total y completamente equivocado… para mí ese era uno de los mejores cumplidos. No me dio tiempo de expresarle la gratitud que sentía por el comentario ya que fue en esos momentos cuando la mesera decidió traernos el desayuno…

Mientras nos servían me puse a ver por la ventana y me percaté que el nivel de lluvia había incrementado —Genial, justo lo que necesitábamos, ¡más lluvia!
Al retirarse la mesera mi hermano se despejó la garganta, con la intención de llamar mi atención, lo supe inmediatamente, pero decidí ignorarlo…

Volvió a hacerlo… —Diablos, que molestia —pensé nuevamente. Bueno después de todo me había levantado tan temprano en mi día libre, que para colmo resultó ser uno con mucha precipitación así que decidí no ignorarlo más, ya que esto tenía que acabar pronto.

—Este… hermano…

Volví a verlo, si creía que la mirada hostil que le había lanzado a su novio hacía unos momentos era la peor, la que le lancé en esos momentos le demostró lo contrario…

Nuevamente se aclaró la garganta nerviosamente.

—¡Maldita sea, habla de una buena vez!

—Arturo y yo hemos decidido casarnos.

¡Arturo, ese era el nombre! Sabía que era algo con A…aunque esperen un momento… ¿casarse?

—¿Casarse? —repetí confundido, no sabía si había escuchado bien o no.
Ambos se sonrojaron y vieron hacia abajo, luego en una escena que únicamente puedo describir con una palabra: ¡ASQUEROSA! Sus miradas se encontraron, sus ojos brillaron llenos de alegría y todo en su lenguaje corporal irradiaba amor. Dios, creo que voy a vomitar…

Luego mi hermano volvió por fin a verme, algo confundido, como que si no recordaba la pregunta que le había hecho en primer lugar… (¡Se está ganando una paliza!)

—¿Eh? Ah, sí… nos vamos a casar…

—Muy bien, vamos por orden. Uno: ¿esa fue la estúpida razón que no podía esperar digamos para… el almuerzo? ¿¡Tuviste que hacerme madrugar en un maldito día lluvioso para decirme esta estúpida noticia!? —fue en esos momentos que mi paciencia se disolvió y me encontraba casi gritando.

—Tranquilízate hermano…

—No, no, no. ¡A mí no me digas que me tranquilice!

—Aún no terminamos…

—Ni yo he terminado. Dos: ya sabes que en nuestro país los matrimonios del mismo sexo no son legales, ¿cierto? ¿O se te olvidó revisar ese pequeño detalle en tu cabeza llena de aire? ¡Se supone que eres un abogado!

Respiró profundamente, como si él fuera el que estuviera intentando calmarse: —Sí, estamos consientes que aquí no podremos casarnos legalmente, pero eso no significa nada...

—¿Nada? —lo volví a interrumpir— Oh, gran e inteligente hermano mío, que aparentemente todo lo puede hacer, incluso un matrimonio entre dos personas del mismo sexo en un país que no contempla eso dentro de su normativa legal, puede usted explicarle a este pobre e ignorante hermano mayor suyo ¿Cómo es que pretende lograr tal hazaña?

Pude ver que se estaba enojando… —Bien, bienvenido a mi lado del hemisferio, enójate cretino que obligaste a tu hermano mayor a levantarse en una puta y fría mañana de invierno para escuchar tus incoherencias…

—Lo que quiero decir, es que no nos importa que aquí no esté contemplado, no nos importa si es o no un matrimonio legal, pero queremos hacerlo. Un amigo que es Juez nos hará el favor de dirigir la ceremonia, luego planeamos irnos de luna de miel al Caribe… entendemos que no será legal, pero eso no significa que no queramos casarnos. Queremos que nuestros familiares y amigos más cercanos estén ahí, después de todo solo nos interesa que aquellas personas que para nosotros son importantes lo tomen como un matrimonio real, queremos funcionar como uno, aunque la ley no lo acepte así.

Dejé escapar la respiración fuertemente, quería demostrarle lo molesto que estaba…

—Muy bien, supongo que no puedo convencerte de la idiotez de la idea, pero dime… ¿qué tiene que ver esto conmigo y a estas altas horas de la madrugada?

—Ya son casi las ocho —dijo la cosita… rayos ¿Cuál era su nombre otra vez? Alberto… Abraham… Amílcar… era algo con A, estoy seguro... como sea, el punto es que disfruté regresarle mi mirada hostil… y recibí un placer aún mayor al ver como éste se escondió detrás de mi hermano…

—Cobarde —pensé.

—Pues, la razón por la que te citamos tan temprano en la mañana… —dijo mi hermano, recapturando mi atención—, o madrugada como al parecer gustas llamarle, es porque queremos que tú seas el padrino.

—!Ahhh que lindos!... ¿quieren que yo sea el padrino?... Sí, claro… ¡Váyanse a la…!

En esos momentos hice lo que cualquier hombre en mi posición haría… me levanté y me fui de la estúpida cafetería. (Claro, no sin antes pedir mis panqueques con chispas de chocolate y crema batida para llevar.)

Notas finales:

Gracias por darle una oportunidad a mi historia. ^^


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