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Capítulo 2

1979

Sobre varitas y ancianas

Shakedown 1979, cool kids never have the time
On a live wire right up off the street
You and I should meet
Junebug skipping like a stone
With the headlights pointed at the dawn
We were sure we'd never see an end to it all
And I don't even care to shake these zipper blues
And we don't know
Just where our bones will rest
To dust I guess


Esparció cuidadosamente la varita con una sustancia creada especialmente por Imelda Prewett, para la protección de esta, lustrosidad y evitar que se resbalara en su uso en duelos (hábil la chica en Pociones) para después limpiarla en la mohosa sabana de la cama donde estaba sentado.

 Era la varita que había tenido desde los 11 años, que por suerte divina no le había pasado nada en todos los años de travesuras. Nogal, fibra de corazón de dragón 27 centímetros. Recordaba al señor Ollivanders, con esos ojos grandes semi transparentes (que siempre le causaron gracia) al dársela:
“Muy buena, sí señor. Bastante elástica y poderosa. Pero…me preocupa el desgaste…–ante la mirada interrogante del niño explicó–los magos con estas varitas no suelen tener tiempo para desgastarlas…” En esa época hubiera querido preguntarle que había querido decir. ¿Qué iba a morir joven? Probablemente, aunque su madre le interrumpió al pagar la recién comprada varita y llevárselo de la tienda.

Interrumpió sus pensamientos al estornudar. La habitación en la que se encontraba en esos momentos con su equipo no era de lo más acogedora. No se podía quejar desde luego. Una guerra es una guerra, los cuarteles y lugares de agrupación no deben ser hoteles en los que se anuncie la causa para que esos hijos de puta mortífagos les caigan cómo lobos.

Pero había algo en este lugar especialmente, el cuartel no.3, que se le hacía raramente familiar (literalmente) y desagradable, palabras que la gente común no suele poner juntas en alguna frase. Se parecía tanto a Grimmauld Place

El sólo nombre despertaba en él tantos recuerdos, acentuados por esta atmosfera. El lugar en donde nació y creció pero que nunca llamaría hogar. Y desde hacía mucho tiempo Sirius había dejado el apellido, desligándose para siempre de  los que alguna vez llamo familia antes de conocer a la verdadera en Hogwarts.

Orion Black, y Walburga Black. Desde que nació le enseñaron cómo debía ser un mago de sangre limpia. Los castigos corporales, tanto de magia negra cómo físicos, eran cosa diaria sin tener en cuenta su edad.

Sus primeros recuerdos se remontaban a la edad de un año, mientras recibía un castigo por no quererse comer la sopa de mariscos de su tía Druella. Ni que decir que eran mierda (la sopa y la tía). Su segundo recuerdo es de cuando nació su hermano Regulus y apretó su mano. Tenía dos años de edad pero despertó sentimientos de fraternidad, ternura y protección. Su hermano. Aunque todo se había jodido cuando creció. Sus padres opinaban que ser Black te hacía "prácticamente de la realeza” y él y su hermano fueron educado según las ideas radicales de su familia acerca de la importancia de la pureza de la sangre, y la necesidad de "limpiar" el mundo mágico de sangre sucias, muggles y traidores a la sangre…

-Ya es hora Sirius

Con los que precisamente ahora, en contra de todos ellos luchaba. Contra los mismos ideales con los que fue criado. Se terminó de poner la bota y se levanto de la cama, que chirrió quejándose

-Gracias Frank. Joder, todo aquí chilla peor que la señora Giggles

Frank Longbottom rió por el comentario, pues ya estaba bien enterado por medio de Sirius de su encantadora vecina del departamento de abajo

-Algún día tendré que conocerla. Por ahora me conformo con los chillidos de la cama, tú ya te has de sentir cómo en casa-así siempre era Frank, viéndole en lado positivo a las cosas y siempre hablando del mañana que a veces no a todos se cumplía…

Sirius asintió-No sabía que te iban las ancianas para quererla conocer. Algunos dicen que son abiertas a las posibilidades en la cama.

-Venga, vamos a revisar el plan de ataque una vez más. No distraigas con tus fetichismos-decía mientras reía y se iban a reunir con el resto del equipo

Hacia unos días la Orden había recibido información de que los mortífagos probablemente se reunirían en un sitio abandonado por Norfolk

Dumbledore ya tenía organizados desde un tiempo los equipos, formados por unas 4 personas. Al mando de cada equipo iba el que hubiera designado su ex director. El equipo B lo mandaba él. James era el líder de otro equipo, así como Lily era de otro por lo que nunca hacían misiones juntos. Al principio habían protestado para quedar con James (“Somos cómo uña y mugre, cómo el bollito y su relleno…”) pero Dumbledore había asegurado que se necesitaba distribuir a los líderes y con más capacidades mágicas para que todos los equipos tuvieran éxito “Y más razones que luego entenderá Sr. Black” Menudo coñazo del anciano

– – – –

Se escondió tras una barda de piedra. Atrás de él, su equipo esperaba la orden para entrar en el edificio ruinoso delante de ellos, que se encontraba después de un pequeño jardín (al cruzarlo podían ser blanco fácil desde las ventanas). Los hechizos revelantes decían que dentro de la enorme casa había al menos 5 personas. El problema era que igual podían ser muggles que estuvieran atrapados y cualquier maldición desviada podría darles.

De pronto el aire se llenó de crujidos a unos metros. Sirius volteó rápidamente, la niebla le impedía ver a más de unos cuantos metros pero ese era un sonido de varias apariciones. Si eran más mortífagos que les hubieran aparecido por la espalda ya se habían ido a la mierda. Bueno siempre le había funcionado el “Ataca y luego pregunta”

-¡Levicorpus!-atacó con un hechizo no verbal

-¡Protego! A ver pendejete, si por andarte luciendo no te ganas un trasero nuevo porque este te lo muelo

-Mi culo luce fenomenal a cualquier hora del día Potter-contestó susurrando y distinguiendo entre la niebla el cabello alborotado de su mejor amigo, el único que realmente había podido evitar un hechizo de Sirius en toda su vida-El que viene a joder eres tú, ¿quien le dijo a tu equipo que viniera?

-Mcgoggs, cualquier duda está siempre en su despacho-le dijo mientras se situaba a su lado y examinaba el lugar-Aunque con el aprecio que nos tiene después de esa broma de fin de curso…han pasado 2 años y la siguen recordando

-Mcgonagall siempre supo  que debíamos hacer historia antes de dejar ese colegio. Lo mejor es que fue de lo más grande y no pudo darnos castigo de verano.

-Menos cuchicheo tíos-Frank se les acercó- Vuestras apariciones perturbaron el campo mágico de la casa-dirigiéndose a James con una mirada reprobatoria-Seguramente los enemigos ya lo han notado

- ¿Ves cómo nos cagas chivato de mierda?-medio en broma medio en serio Sirius se dirigió a su equipo-Debemos atacar ahora porque cierta inesperada “ayuda” la ha jodido.

-Frank, Alice ustedes primero-dijeron al mismo tiempo Sirius y James. Los dos mencionados se internaron en el descuidado jardín

– – – –

- ¿Listo capullo? Somos los siguientes

Por toda contestación Sirius lo mira con esa actitud tan suya, sin pronunciar una palabra pero con esa mirada de “Se me están quemando los huevos por hacerlo” que siempre ha tenido cuando algo involucra acción y a joderle los planes a los malos

-¡Desmaius!¡Protego!- Ni siquiera habían entrado cuando se oyó la voz de Frank. Con una mirada, entraron en la casa. De fuera podía parecer descuidada pero al parecer a los mortífagos les gustaban los lujos. Una alfombra y el fuego. Pero las voces se oían en el piso de arriba.

Mientras, el resto de parejas ya había entrado a la casa, alertados por el ruido. Corrieron hacia las escaleras

¡Crack! ¡Crack!

-Parece que vinieron más invitados-masculla Edgar Bones, mientras todos se ponen en guardia, al oír las apariciones de más gente en el rellano de la escalera. No pasa ni un minuto antes de que la primera maldición pase, zumbando, y más encapuchados con máscaras “caldearan el ambiente de la agradable reunión”.

Por un lado está James, peleándola por toda la sala, adrenalina se desprende de el de una forma tan física que todos a su alrededor pueden casi palpar con la mano desnuda, las increíbles cantidades de magia que está usando por más simple que sea el hechizo. Los reflejos de quidditch hacen que pueda defenderse, atacar y reírse de Sirius que han estado a punto de darle, moviéndose con una agilidad increíble en todo momento y esa sonrisa de niño travieso.

Por el otro está Sirius, que volteando (casi podrías jurar por arte de magia) mientras un rayo verde cruza donde tenía la cabeza unos milisegundos antes, todo con esos movimientos que cambian de canino, casi enseñando los dientes en un momento, a los giros elegantes de la varita entre sus dedos casi con esa aristocracia contra la que ha luchado toda su vida pero está en su sangre, quiera o no.

Casi cómo una danza, con movimientos electrizantes. A los más expertos casi les duele en el  orgullo verlos, moviendo fluidamente el cuerpo pronunciando casi de memoria los hechizos. Desplegándose, atacando y sabiendo exactamente que está haciendo el otro en esos momentos. Se anticipan, se leen el pensamiento sin verse quedándose de espaldas en algunos momentos, protegiendo al otro de alguna manera que a los otros se les parece que son uno sólo,  una conexión que nunca podrá alguien más interferir.

De pronto Sirius sintió algo, que debía voltear. Lo hizo, viendo un rayo dirigiéndose hacia James, uno verde, uno que podría…Su amigo se encontraba viendo hacia otro lado, burlándose de un mortífago inútil que no alcanzaba a darle…-Idiota-murmuró Sirius

Corrió cómo nunca, sintiendo que todo pasaba en cámara lenta, un Protego serviría poco más que para nada. Con todas sus fuerzas,  lo empujó a un lado, cayendo ambos al suelo

Cualquiera que los viera no podría pensar que en ese momento, Sirius estaba muriendo de miedo. Tal vez, después de todo el vejete tuviera razón al no dejarle hacer equipo con James. Cada vez que lo veía aventurarse demasiado, realmente le daban ganas de ponerse entre él y cualquiera con el que estuviera luchando.

Maldición, ahora era sobreprotector con el capullo ese, pero joder, de sólo pensar en que podría morir. En que en algún momento no pudiera salvarlo. Que no pasará, si puede evitarlo y por toda su sangre maldita, que haría lo imposible para evitarlo: regalar su moto, bajar al infierno para traerlo de vuelta, sin dudar cambiaría su cordura (si quedaba) por la vida de James, no le importa, lo haría todo. Lo haría todo y más.

-Ummm tío ya puedes quitarte-abrió los ojos para encontrarse a unos centímetros de la cara de James que lo veía con esos ojos castaños agradecidos y algo confundidos, tal vez por la cercanía. Sin poder evitarlo bajo la vista hacia sus labios, gesto casi imperceptible, pero no por nada se conocían de años y James se percató sonrojándose un poco

¿Qué demon..?

-Ejem, chicos-empezó Alice al ver la posición en que se encontraban-Terminamos, sólo ha huido uno. No hay bajas de nosotros.

-¡Bien hecho a todos!-gritó James poniéndose rápidamente en pie-Ha sido realmente rápido gracias a todos y a mi excelente estrategia gracias a la cual…

-No te robes la atención cabrón-interrumpió el otro Animago pegándole en el hombro y empezando a dar instrucciones para el chico herido y trasladarlo a San Mungo, al parecer le habían dado con una especie de maleficio y su pierna estaba empezando a tornarse negra.

Al parecer el momento extraño había pasado, pero James empezó a preguntarse que había sido todo eso. Sobretodo por pensar que habría pasado si Alice no hubiera interrumpido…

-Hay que joderse, si tardamos más tiempo en llevarlo seguro y se la cortan-resopló Sirius a su lado-Larguémonos de aquí

James apartó una vez más sus pensamientos y asintió


 


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