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Yami no kootei (el emperador de la oscuridad) por sergio_uchiha

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Nadie sabia de donde venia, todo era un misterio, solo se sabía que luego de haber derrotado a la antigua reina del pacifico reino de la rosa amarilla se corono como emperador, el antiguo sirviente de la reina anterior, fue lo único que quedo del antiguo reinado, siempre se pregunto porque, pero cuando alguien le preguntaba siempre respondia que por suerte, siempre tenia el recuerdo de como intento salvar a su pobre hermana, pero no pudo, aunque luego de eso el emperador le trato muy bien, siempre se pregunto el porque pero no pudo odiarlo por lo que hizo, la mato de la forma mas despiadada, estaban allí, parados charlando, la reina siempre elegante, vestida con su ostentoso vestido de colores negro y amarillo, su cabello rubio recogido con su broche de rosa negra favorito, hablaba con el chico de manera calida y extrañamente sonriente, el chico era un pelinegro alto, se podría decir que no tenia un año mas que ella, su cabello era largo y estaba atado en una cola que llegaba hasta sus rodillas, y llevaba una espada en su espalda, sus ropas eran negras con detalles en un rojo oscuro, parecido al color de la sangre y su pecho lo adornaba un zorro que rugía de manera feroz, mientras conversaban se escucho un enorme estruendo fuera del castillo, el sirviente salio a ver desde el balcón y vio que su pueblo estaba siendo atacado por un ejercito que salio de la nada, se volteo para sacar a la reina del castillo, pero en ese mismo momento el chico le había atravesado el pecho con su espada, los azulados ojos de la reina se abrieron como platos y por su boca corrió un hilo de sangre, murmuro unas palabras a su asesino y cayo al suelo con la espada aun atravesándole el pecho, el sirviente tenia una enorme rabia, podia verse en su rostro que habia pasado de una palidez espectral a un rojo ardiente como las llamas que consumian las casas de los aristócratas, se lanzo a golpear al asesino de su hermanita, pero de un momento a otro su rabia se apago por completo, en cuanto vio esos iris rojos clavados en su persona, no pudo mover un solo músculo, el extraño chico pelinegro estaba llorando, el rubio en cuanto se pudo quitar la extraña sensación de encima, con la rabia que aun le quedaba grito al pelinegro

 

-¡¿Por qué la mataste?! ¡¿Qué te hizo ella!?

El pelinegro lloro de manera desconsolada, pero aun así le respondió

-Porque mi misión era esa, debía… matarla… -se arrodillo ante el cadáver de la reina que aun tenia la espada atravesándola y se la quito con delicadeza, miro al rubio y se puso de pie con la espada en sus manos, el rubio cerro sus ojos con fuerza, dispuesto a morir, sabia que no había salida.

¡Si vas a matarme hazlo ahora! –le grito el rubio con los ojos cerrados con fuerza, ya seguro de que ese era su final, pero lo único que sentío fue la mano del pelinegro en su mejilla, el rubio lo miro intrigado y el pelinegro dejo su espada en las manos del rubio que sin entender lo miro impresionado

¿Qué significa esto? –le pregunto intrigado el rubio al pelinegro mientras inspeccionaba la enorme espada en sus manos, su hoja era negra, aun tenia restos de la sangre de mi hermana y el mango de un rojo sangre, estaba decorado con rubíes y en la punta tenia un cristal negro con forma de la cabeza de un zorro. El pelinegro se puso de rodillas mirando al suelo, y con su firme voz se dirigió al rubio

-Te doy la oportunidad de vengarte de inmediato, atraviesa mi pecho con esa espada, como yo lo hice con tu hermana… solo ruego al cielo que esto me sirva de perdón por lo que acabo de hacer –dijo el pelinegro levantando la cabeza y mirando al techo grito- ¡adelante! ¡Atraviésame! –

El rubio lo miro increíblemente intrigado y sin entender, ¿como luego de haber destrozado su reino y a su hermana, se arrepentia de esta manera? ¿Qué era lo que pretendía? Fueron preguntas que daban vueltas en la cabeza del rubio, este tomo firmemente la espada y la enterro en el suelo frente a el, el pelinegro lo miro impresionado y aun tenia lagrimas corriendo por sus mejillas

¿Por qué no me has matado? –Pregunto el pelinegro con sus rojos ojos clavados en los azules ojos del rubio-

Ni siquiera  yo lo se –dijo alejándose de el hacia el cadáver de su hermana y la tomo entre sus brazos llorando de pena, el pelinegro lo miro y se levanto, tomo su espada y la envaino, dudoso se acerco al rubio y le puso una mano en su hombro.

-Le daremos una sepultura digna, lo prometo, y eres libre de esta esclavitud, pero si necesitas algo, no dudes en pedírmelo –dijo el pelinegro con voz serena, el rubio se quito la mano de su hombro y el pelinegro se alejo y clavo su espada en el piso y de la nada todo estaba reparado, pero la decoración era muy diferente, en vez de los cuadros de la reina, estaba lleno de hermosos parajes y algunos de viejas profecías plasmadas en pinturas, los colores normalmente negros y amarillos, ahora eran negros con un tono rojo sangre, el trono de la reina había sido reemplazado por un ostentoso trono en los mismos colores que la habitación, y en el cabezal  estaba tallada la cabeza de un zorro que tenia la boca abierta de manera feroz, el rubio miro todo impresionado y luego clavo sus azules ojos en el pelinegro,  este no respondió, solo se sentó en el trono aun apenado. El rubio salio del castillo aun con lagrimas en sus ojos y cubierto con una capucha, al llegar a la entrada noto que toda la gente estaba alrededor del castillo aclamando feliz -no es para menos, saben que su cruel dictadora ha muerto- dijo el rubio mientras trataba de salir de la multitud, de la nada el rubio miro hacia la torre mas alta del castillo y pudo ver que en el palco estaba el pelinegro y con voz poderosa se dirigió a los presentes

-¡La cruel tiranía de la princesa del mal ha acabado! ¡El ocaso del reino ah llegado, pero ahora debemos mirar hacia nuestro futuro y estabilidad económica, además de la seguridad de todos, por esta razón, no me coronare como rey, sino que desde ahora, este reino será conocido como, el imperio del zorro oscuro!  ¡Haremos que nuestras leyes sean las leyes de los demás reinos y los que se opongan a nuestros designios, serán destruidos por completo! ¡Levantaos oh pueblo destrozado por la tiranía de la princesa y abrazad el futuro glorioso que os estoy entregando! ¡a partir de hoy sois el imperio del zorro oscuro, a partir de hoy sois mi imperio y estáis bajo mi protección!–esas palabras impresionaron enormemente al rubio,  aunque lo que mas le impresiono fue la facilidad con la que el pueblo había aceptado la idea,  pero no le dio demasiada importancia y decidio salir del pueblo cuanto antes, pero al llegar a la entrada se freno en seco y se dio cuenta de lo que habia olvidado por completo, no tenia nada y jamás había hecho otra cosa que servir a su hermana, pero no podía ir al castillo del emperador a pedirle que le hiciera su sirviente, mato a su hermana y luego quiso que lo matara… Aun así por la cabeza del rubio le resono lo siguiente -me permitió vivir, ¿Por qué lo hizo?- en ese momento recordo los ojos rojos del emperador mirándole con gran pena y dolor, ese recuerdo lo hizo sonrojarse, algo tenia… que aunque hubiera asesinado a su hermana, le encantaba. Luego de un largo rato decidio ir al castillo y al entrar lo vio   conversando con un chico no mas alto que el, parecía tener su misma edad, tenia cabello castaño enmarañado y estaba vestido con ostentosas ropas naranjas, hablaba con el como si fueran hermanos, le recordó a su hermana y a el; y su sonrojo desapareció, cambiándose por una enorme pena, que como me fuera posible oculto, quería el trabajo, pero no quería la lastima del emperador, el sujeto de naranja lo miro entrar y le hizo una seña al pelinegro, el pelinegro miro al rubio y se sentó en su trono, el rubio se acerco y se arrodillo ante el

-Hermano… déjanos solos,  por favor –dijo el pelinegro con rostro serio-

-Como quieras, hermanito –dijo el de ropas anaranjadas haciéndole una reverencia a su hermano y se alejo silencioso

El rubio miro sorprendido al pelinegro, y creyo que  talvez por eso se sintió mal al asesinar a su hermana, se puse de pie y lo miro serio

-Vengo, a pedirle trabajo, como su fiel sirviente –dijo el rubio arrodillándose nuevamente ante el. El pelinegro lo miro impresionado y con sus iris rojos nuevamente clavados en el, el rubio no pudo evitar volver a sonrojarse, pero como miraba al suelo, era imposible que el emperador notara su sonrojo, el emperador le hablo nuevamente al rubio pero de manera serena y apacible, el simple hecho de escuchar su voz hizo que el rubio se sonrojara mas aun y le hizo estremecer

-¿Qué te ah llevado a tomar esta decisión? –pregunto el emperador intrigado

-No tengo nada, y durante toda mi vida fui solo el sirviente de mi hermana… -le dijo el rubio sin levantar la vista, ya que si lo hacia notaria su sonrojo

-Entonces… te invito a mi castillo, quédate a vivir aquí, no te faltara nada –dijo el emperador, el rubio noto un cambio en su voz, hablaba un poco avergonzado, se sorprendio un poco y su sonrojo desapareció momentáneamente, el rubio levanto la vista para ver que estaba sonrojado también, miro nuevamente al suelo y le hablo

-No puedo aceptar su oferta, no me mal interprete, pero no quiero ser una carga, así que, preferiría que me tuviera como su esclavo –dijo el rubio aun arrodillado ante el, el pelinegro suspiro y lo miro

-Está bien, pero te digo que soy muy exigente y no soy muy simpático, aunque me gustaría saber el nombre de quien me servirá –dijo demandante el pelinegro, el rubio se levanto y le sonrio reverenciándolo

-Soy Len, es un gusto emperador –Len pudo notar como el emperador se sonrojo y miro a otro lado para que no notara su sonrojo, chasqueo sus dedos y un sirviente apareció de la nada junto a el

-Lleva a Len a su habitación por favor, fue la que pedí que ordenaran –dijo el emperador y el sirviente agarro a Len algo bruscamente y lo llevo hasta la ostentosa habitación, la misma que fue suya durante el reinado de su hermana, pero tenia mas lujos y mas posesiones, había una nota sobre la cama, junto a un traje igual al que tenia puesto, pero el amarillo había sido reemplazado por rojo, Len tomo la nota y la leyo con intriga

 

´´ Estimado señor Len

 Le informo que el entierro de su hermana es al anochecer a las 7:00 en punto, el cuerpo será enterrado al último toque de las campanas y supongo que querrá estar presente, el traje sobre la cama es el uniforme que el emperador a asignado, sus labores comienzan mañana.

    Sin otro asunto se despide cordialmente

                                                 Derío Hoshi

                                 Ministro del emperador ´´

 

Len se cambio la ropa y guardo la otra en el armario que estaba junto a su cama, suspiro aceptando que ya no estaba bajo las órdenes de su hermana así que debía concentrarme en el emperador, no sabia porque , no sabia como, pero con solo verlo, le encanto, y ahora sera su sirviente, por mas que intentaba no puedia enfadarse con el, se sentía en cierto sentido algo frustrado, quería odiarlo, quería maldecirlo y destrozarlo, mato a su hermana, pero no podía, algo se lo impedía, el simple hecho de recordar sus ojos rojos le volvia loco, el solo hecho de oír su voz me hacia derretirse, se lanzo a la cama y miro el reloj de la iglesia que daba directo a su habitación, aun faltaba mucho tiempo para el funeral, así que se decidio  dormir, aun con esas ideas revoloteando en su mente. Cuando escucho el resonar de las campanas desperto, eran las 6:00, como se había dormido con la ropa puesta no tenia que cambiarse, se demore media hora en salir del laberinto en el que se había vuelto el castillo, fue al cementerio del pueblo y desde la lejanía observo la ceremonia, estaban allí el emperador, su hermano, unos cuantos aristócratas y el sacerdote que presidía la ceremonia, metieron el ataúd de la reina dentro del mausoleo con el sonar de la ultima campanada que marco el reloj cuando dieron las 7:00, cerraron la puerta y todos se fueron, algunos conversando, otros se fueron solos, el hermano del emperador se metió dentro del castillo y el emperador estaba allí, parado mirando al cielo y su cola ondulaba con la brisa del atardecer, Len se decidio y fue a la entrada del mausoleo y se desahogo con un sollozo silencioso, arrodillado en la entrada llorando, de pronto sintio una mano en su hombro, y la voz que lo volvía loco le hablo con la misma serenidad que lo hizo antes

-La muerte, es solo un paso, no sabemos que hay mas allá, se que tu hermana esta en un mejor lugar, libre de los castigos de los hombres y que se apena en verte tan triste… debes sonreír, se que en esa dulce carita una sonrisa es el mejor remedio para aliviar toda pena –Len miro al emperador aun con lagrimas en los ojos, la silueta del emperador se volvió completamente oscura con la poca luz del atardecer, pero sus rojos ojos brillaban, dejo frente al mausoleo un enorme ramo de rosas amarillas, y se alejo silencioso, su cola aun ondulaba con cada paso, y con el viento del atardecer, Len se quedo frente a la tumba unos minutos mas y cuando oscureció completamente entro al castillo. Al entrar  el hermano del emperador agarro a Len y lo llevo a un lugar solitario y algo escondido, el hermano del emperador miro a Len con una sonrisa y le guiño un ojo

-¿Te gusta? ¿O me equivoco? –Pregunto el hermano del emperador con una sonrisa, Len miro a otro lado sonrojado y trato de hacerse el bobo

-No se de que esta hablando, su majestad –dijo aun mirando a otro lado, el hermano del emperador lanzo una risa y le volvió a sonreír

-No te hagas, veo como te sonrojas cuando te mira o te habla, relájate puedes decírmelo, oh y otra cosa, no me digas su majestad ni nada de eso ¿si? Odio sentirme superior a los demás, solo llámame Derío –dijo el pelicastaño y Len recordo la nota, el la había escrito, Len le hizo una reverencia y se volvio a dirigir a el

-Bueno, respondiendo a su pregunta… no se de que habla .Asesino a mi hermana, la persona a quien yo mas quería, lo odio, lo desprecio, lo maldigo… jamás me enamoraría de el… -dijo Len sonrojado y mirando a otro lado, Derío lanzo una risa mas y lo miro con una mirada que jamás nadie le habia lanzado a Len antes, era amistosa y un tanto paternal y luego le volvió a hablar aun riéndose un poco

-Te daré un consejo, si realmente quieres conquistarlo, hazte de rogar… el prefiere a las presas que luchan, te lo digo porque conozco a mi hermanito, si de verdad quieres conquistarlo, sigue mi consejo. Oh y si no quieres ser asesinado a primera hora, te recomiendo dormir, tus labores comienzan temprano y si te retrasas no dudara en destrozarte – dijo Derio sonriendo de manera tenebrosa y de repente se lo trago la tierra, Len se hallo solo en una milésima de segundo, decidio seguir su consejo y se retiro a su habitación, sus palabras aun daban vueltas en la cabeza de Len, no sabia que debía hacer, pero tenia toda una vida bajo las ordenes del emperador para decidirse, aunque la idea de conquistarlo revoloteo en su cabeza todo el resto del día, pero decidio que era mejor que se preocupara de sus quehaceres de mañana, su rostro se empalideció cuando se imagino al emperador furioso y destrozando su cuerpo miembro a miembro, le recorrió un escalofrió y cuando entro a mi habitación, se lanzo a la cama, miro la torre del reloj y penso en su hermana antes de dormir, unas lagrimas cayeron y mancharon su almohada antes de cerrar sus azules ojos para poder conciliar el sueño.

 


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