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DULCE VENGANZA por DRAGIOLA

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Notas del capitulo:

Jejeje, no me van a creer lo que me paso, mi cabeza loca, jejee, se me habia olvidado que subi esta historia y por ende que debia poner una continuacion, jejje, lo siento, deberas, deberitas, por eso ahi les va la continuacion y final.

Gracias por su paciencia.

 

 

 

 

Estaba en completo shock, porque estaba ahí, acaso escucho todo, hasta donde, creería que mataría a Conrad por celos, debía explicárselo, ¿pero como?, las palabras no salían de el. 

Para cuando pudo abrir la boca el ya estaba enfrente suyo acariciando su rostro, no, secando una lagrima.

 

-No llores mi amor-

 

 

Con suavidad  acerco su rostro al suyo y le beso con delicadeza, estaba asombrado, su prometido aun se encontraba en el cuarto, que estaba pasando.

 

El moreno podía notar como el rubio temblaba, su rostro reflejaba dudas que enseguida se disponía en borrar.

 

 

-Te dije que el te amaba, te das cuenta ahora que no se trataba de un capricho-, le decía su hermano contento.

 

-Si, lo siento Wolf, tenia dudas,…yo…-

 

 

Estaba nervioso, no encontraba como terminar la oración, el rubio se impacientaba, le tenia agarrado de los brazos con ternura.

 

 

-E…etoo…yo escuche que tu…bueno…pero no es cierto- dijo mirando en dirección al castaño que asentía con satisfacción.

 

-Yo te amo y quiero…-

 

 

Antes de terminar la frase fue empujado con violencia, el mazoku lo miraba con rabia, sus lagrimas iban en aumento, como se atrevían, que significaba todo eso.

 

 

-Wolf, escucha, no llores, mi amor ven yo- decía el moreno intentado de abrazarlo inútilmente, porque el rubio se alejo de inmediato de el.

 

-Yo no soy tu amor-

 

Le dijo mirando fijamente a quien estaba aun al lado de la puerta, fue ahí que el castaño decidió intervenir, la cosa no se veía nada bien y su hermano parecía que en cualquier momento sufriría una crisis de esas que tenia cuando niño.

 

 

-Wolfram escúchame por favor- el rubio solo los miraba, era su oportunidad para explicarse.

 

 –Heika ha recibido, cartas anónimas, además de escuchar rumores, de cómo tu solo estas a su lado solo por conveniencia política-

 

 

No podía creer lo que escuchaba de la boca de su propio hermano.

 

 

-Se que eso no es cierto, te conozco, pero Yuri- dijo recordando que si volvía a repetir Heika por segunda vez seria interrumpido, siendo eso lo que menos que quería en ese momento.

 

-Pero la situación llego a tal grado que Yuri comenzó a dudar de tus sentimientos hacia el-, dijo sorprendido de que el rubio aun no le interrumpiera.

 

-Hace tiempo que el sentía algo por ti, pero con esos rumores comenzó a tener dudas con respecto a decírtelos-

 

-No entiendo porque me dicen esto el día de su boda Sir Weller-

 

Tanto Yuri como Conrad lo miraron extrañado, acaso no había entendido lo que acababan de explicarle.  Yuri quiso tocarlo pero este le esquivo, pidiendo permiso para retirarse ante la mirada atónita del moreno. 

 

 

–Wolfram se que debes estar molesto, pero-

 

 

Como se atrevían tan solo a seguir dirigiéndole la palabra después de tal revelación.

 

 

-Con su permiso debo prepararme para asistir a su boda Heika- dijo alejándose de ellos.

 

-¡Espera Wolfram!, ¡yo no me voy a casar!- le gritaba el de ojos azabaches.

 

-¡Acaso no entiendes que te amo!-

 

-¡Como puede un egoísta caprichoso entender eso!- grito furioso alejándose a toda prisa de ambos individuos. 

 

Quería desaparecer, como se atrevían a cuestionar sus sentimientos, se habían burlado de el, no, peor aun, la broma era lo que acababa de pasar, le dolía la cabeza, ya no sabia que pensar y para colmo escuchaba su nombre a los lejos.  No pensaba parar, le ardían los ojos, las lagrimas le nublaban la vista, el aire se hacia denso, sentía como todo el cuerpo le dolía, temblaba de pies a cabeza, de eso estaba seguro, para colmo estuvo a punto de chocar con alguien.

 

 

-¿Que le pasa Sir Bielfield?- preguntaba un alegre, hasta entonces Gran Sabio, que al verle quedo asombrado por su aspecto.

 

-¡Murata no dejes que se baya!- gritaba a lo lejos el Maou. 

 

El joven no comprendía lo que ocurría, aunque cierta conversación tenida con su amigo le hacia pensar que nuevamente las inseguridades de este habían provocado un gran caos.

 

El rubio ya no tenia fuerzas, el cuerpo le temblaba de manera violenta, cayo al suelo sujetando su estomago con fuerza, ante las miradas atónitas, el muchacho comenzó a tornarse pálido, tenia aspecto de estar a punto de desmayarse, Murata quiso asistirlo pero al escuchar el grito de alerta de un castaño, supo que de algún lugar de sus memorias de otras vidas le advertían que mejor era hacerle caso.

 

El grito fue aterrador, se pudo escuchar casi en todo el castillo, las llamas rodearon el cuerpo del joven demonio, el monarca de ese reino corrió a brindarle su ayuda pero fue detenido con fuerza por su supuesto prometido que por mas que intento de zafarse de este, no lo soltó, ni siquiera al escuchar la amenaza de muerte.   

 

 

 –Ahora si- dijo el capitán, a lo cual el moreno corrió asistir a la persona que amaba.

 

No tenia idea de cuanto tiempo había permanecido inconciente, lo único que sabia era que estaba en aquel cuarto que compartiera con su antiguo prometido.  Sintió como una mano pasaba un paño por su frente con delicadeza, era Gisela, estaba seguro de ello, le reclamaría por haberle traído ahí, aunque sabía que ella no tenía nada que ver en esa decisión.    De repente sintió un horrible dolor bajo el abdomen, no entendía el porque, no recordaba que en medio de la pelea le hubiesen golpeado en ese lugar.

 

 

-¡AAAAAAAAAAA!-

 

 

El dolor iba en aumento, era insoportable, su orgullo le decía que debía soportarlo como el buen soldado que era, pero en esos momentos le importaba un carajo todo aquello, solo quería que aquel calvario terminara.

 

 

-¡Me duele!, por…porque-

 

La peli verde solo sonreía pidiendo a su asiente que preparara las cosas. 

 

Acaso era masoquista, porque le causaba gracia la agonía que estaba sintiendo en ese momento.

 

 

-No entiendo… ¡QUE ME PASAAA!-

 

La joven medico río alegremente, tapándose tardíamente la boca, se le olvido por un instante que aquel joven no era cualquiera, ya debía conocer su carácter, después de todo le conocía desde pequeño.

 

Cuando creyó que el dolor por fin había desaparecido, regreso con mas fuerza, obligando a arquearse impulsivamente, mientras se agarraba con todas sus fuerza de las sabanas, sus jadeos eran constantes, a esas alturas perdió hasta la vergüenza, apenas entendía lo que le decían, las palabras se escuchaban lejanas. 

 

 

–Vamos excelencia, usted puede, un poco mas, solo un poco mas- le pedía la joven, que había desaparecido de su vista. 

 

-¡Puje, vamos, puje!, ¡si no quiere que le cuente a todo el mundo lo cobarde que se porto!-

 

 

Pero que rayos estaba ocurriendo, acaso seguía inconciente, estaba en medio de una pesadilla, eso debía ser, pero como iba a despertar de aquella locura.

 

 

El llanto lleno el cuarto, fuera de este se escuchaban los aplausos y gritos eufóricos de varias personas que ansiaban por entrar pero que solo un asustadizo soldado impedía a duras penas su entrada.

 

Estaba adolorido, cansado, apenas podía abrir sus ojos,  a su lado  se encontraba alguien que enseguida reconoció. 

 

 

-Lo hiciste bien, ¿quieres verlo?-, decía mientras un asombrado rubio se percataba de un pequeño bulto que cargaba su ex – prometido.

 

-¿Por qué Yuri?, yo te amaba, porque te burlaste de mis sentimientos y con el-, tras escuchar esto el moreno se asusto, algo no estaba bien.

 

-Amor de que hablas-le dijo algo nervioso, lo cual solo produjo que el muchacho en cama rompiera en llanto pidiéndole que se largara. 

 

Con miedo fue por Gisela, que enseguida supo de que se trataba, al parecer el consorte real había sufrido un retroceso en sus recuerdos, algo parecido a una amnesia pero que a diferencia de esta solo había olvidado un par de años, quizás todo fue provocado por la estresante tarea de parto del día anterior.

 

Todos tuvieron que tener paciencia con el muchacho convaleciente, sobre todo un castaño y un moreno que eran vistos con miradas asesinas por parte de un mazoku de tierra que jamás les perdonaría por toda esa pesadilla por la que habían hecho pasar a su pequeño hermanito hacia años atrás, para colmo el pobre ni siquiera podía disfrutar de la dicha de tener a su primogénito entre sus brazos a causa de que ni recordaba el haberlo tenido. 

 

Estuvo en esas condiciones por dos días, el Maou respiro con alivio al escucharlo una mañana, gritarle furioso que le trajeran a su hijo.

 

Ahí estaba al fin, ese pequeño que era la unión de ambos, la demostración de su amor.

 

 

-Yuri-

 

-Si Wolf-

 

-Te arrepientes de haberte casado conmigo-

 

 

Preguntaba sumiso, ante un alegre padre, le encantaba ver a su consorte así, nunca lo admitiría ante nadie, pero eso lo calentaba de manera bochornosa, debía controlarse, la doctora real ya le había advertido que el periodo de abstinencia eran como de dos meses o ¿uno?, no sabia como iba a soportarlo, para colmo su consorte se veía tan lindo.

 

 

-Claro que no-le dijo besándole con ternura en la frente.

 

-Me dejaras por Conrad- le dijo con un hilo de voz apenas audible

 

-¡Que, que dices!- dijo algo espantado al escuchar esto.

 

-Bueno, ya tuve al bebe, y tu solo te cásate conmigo por mi embarazo- decía casi sollozando.

 

-Wooo…Wolf, cariño pero de que hablas-

 

 

Estaba sorprendido, no entendía que pasaba por la cabeza de aquel bishounen de su esposo.

 

 

-Bueno, tu solo te casaste por él, tu amas a Conrad, por eso rompiste conmigo-le dacia casi llorando. 

 

Yuri estaba asustado, la mente de su consorte le estaba jugando una mala pasada que el tendría que aguantar pacientemente.

 

 

-Wolfram, llevamos casados cinco años- le dijo para ver si con eso quitaba esas extraños pensamientos de su mente.

 

-No tienes que mentir-

 

-¡Pero no lo hago  my Honey!-respondía con desesperación, mientras este observaba detenidamente a su bebe, sonriéndole.

 

-Yuri, estas seguro que nos casamos-

 

 

Asintió de inmediato a esa pregunta, tenia que tranquilizarse a como diera lugar.

 

 

-Este niño es mi hijo-

 

 

Claro que lo es mi amor, se dijo a si mismo mirando tan bella escena.

 

 

-Pero …realmente es tuyo…-

 

-¡Pero que dices!-

 

 

Como podía decir algo así, amnésico o no era obvio que ese lindo bebe era suyo, piel nívea como la de su madre, bueno eso lo heredo de Wolf, pero aquellos ojos negros, junto al cabello azabache, nadie podía poner en duda aquel parecido con el Maou.

 

-Es que…yo recuerdo que luego de terminar…bueno…veras-

 

 

Que estaba pasando, derepente su esposo tenia una confesión tardía que hacerle.

 

 

 

-El Gran Sabio me propuso…-

 

 

Que diablos tenía que ver Murata en todo esto.

 

 

-El…Murata que- dijo con nerviosismo.

 

-Me abofeteo, hasta me dijo que fijaría la fecha tras tu matrimonio-

 

 

El moreno no cabía en su asombro, su esposo jamás le había contado nada sobre aquello, menos su amigo, aunque recordándolo bien, en muchas oportunidades insinuaba cosas en la época de reconquista de su parte hacia Wolf. Pero esas eran sus típicas burlas, siempre fueron eso, ¿o no?

 

 

-Bueno no importa, si tú dices que nos casamos que esta preciosidad es nuestro, entonces debe ser así-

 

Decía un rubio mientras se recostaba con su bebe, en eso, por la mente del monarca pasaba una frase recurrentemente, “VOY A MATAR A MURATA”

 

 

El demonio de fuego podía ver como su esposo arqueaba una ceja en forma de tic, en verdad tenia el rostro un tanto desencajado, le recordaba a su hermano mayor, eso no le causaba mucha gracia, pero no pensaba dejar pasar esta oportunidad, ya que nunca pudo vengarse por lo que el enclenque le había hecho sufrir ese horrible mes en el cual había roto tanto su compromiso como su corazón.  Lo mejor de todo es que mataría tres pájaros de un tiro, sabía bien que aquella situación no fue idea del amable de su hermano que hasta ese día le pedía perdón, mucho menos del debilucho de su esposo, todo aquello tenia una mente siniestra tras de ellos,  llamado Ken Murata, mas bien conocido como Gran Sabio.  El sabia bien que le encantaba ver a la gente en aprietos para luego reírse a sus anchas de ellos, bueno ahora seria su turno. 

 

No podía evitar reírse de lo que se le avecinaba, por que, por mas que intentara reprimirse le era imposible no imaginar su rostro al verse atrapado entre las garra del pacifista Heika de Shin Makoku, como era conocido por todos su esposo.

 

 

 

 

 

 

 

FIN

 

Notas finales:

Espero les haya gustado el final de esta historia, otra loca version de un posible final de la parejita real favorita de todos.

Cualquier duda, pregunta o comentario deriguirse aqui, jeiejeieje, estoy loca, pero luego de trabajar 15hrs. consecutivas que querian, zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz.


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