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En medio de la tormenta, se encuentra la calma por samadhi06yaoi

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Notas del fanfic:

Hola a tod@s!, bueno, éste one-shot se me ocurrió porque últimamente a estado lloviendo a cantaros por mi casa, y bueno, U.U ¡me enferme de una maldita gripe! T_T, jaja, y mi hermano es el que me ha estado cuidando, (¡no pienesn mal¡)

Ahhh, a quien por cierto le doy las felicitaciones, bueno, sí, por aquí tambien, por su cumpleaños 16 este 8 de sep. xP HBD to U Isaac (ya estás viejo hermanoo xD), y tambien a mi otro hermano menor, que cumplió un dia despues de mi hermano mayor, Feliz cumpleaños 11 Joan! n_n

 A ellos les dedico este fic, con todo mi amor, (aunque aveces peleemos, aunke aveces nos golpeemos, xD, los quiero mucho a los dos ♥)

Isaac: Porque siempre que estoy enojada, me sacas una sonrisa, no sé como lo haces, jaja, pero siempre lo logras. Te amo por tus reacciones cuando te digo k m agradarias más fueras Gay jaja, por como dices k eres mayor que yo x mucho (aunke solo sea un año once meses y dos dias, jajaja, los cuentas bien eeh), por como te pones celoso (igual que yo d ti) cuando hablo con tus amigos, tambien por como cuando jugamos Play Station me dejas ganar como dos veces, jajaa, y luego m aplastas XD, i ♥ u bro xP

Joan: Porque cuando me miras me haces sentir bien, porque me siento como una buena hermana mayor y porque me gusta como cantas Hey Jude, de The Beatles ♥

¡Arriba los hermanos! (mayores y menores =P)

Pero bueno, de ahí nació el fic, espero que les agrade:

Notas del capitulo:

 

En medio de la tormenta, se encuentra la calma.

Sasuke povs.

Como un estornudo a mitad de la fría noche, con el sol como luna sobre mi cabeza, los arboles deshojándose a nuestro alrededor, yo caigo en tus brazos, agotado y con un temblor en los labios helados…

Pienso, la fiebre no es nada, no me va a pasar nada…

Incluso cuando miro el termómetro marcar treinta y ocho grados, al principio me aterrorizo, y después, cuando tú sujetas mi mano, me siento, aunque aún más acalorado, bien.

-Itachi…-Te llamo e intento sonreírte; estoy harto del frio…

-¿Sí?

-¿Voy a morir?-Tu rostro se contrae en una mueca de hastía ante mi pregunta y rápidamente, tal como tus dedos me aprietan la mano, impidiéndome dormirme, exclamas: <<No>>.

-Es bueno que seas mi doctor personal, Itachi…-Susurro adormilado, tratando de no caer rendido ante el insoportable cuerpo cortado y los estornudos que me hacían apretar fuertemente mi boca contra la palma de mi mano y contraerme.

-Y tú el mío…

Siento tus brazos rodearme, por encima de la manta que me cubría de los hombros hacia abajo; y ambos nos quedamos en silencio, escuchando apenas el tenue sonido de la lluvia sobre el cristal de la ventana cerrada…

El otoño les recuerda a los adultos su mortalidad; para los niños son solo bonitas hojas; a ti y a mí nos recordaba algo en particular…

 

 

Antes de que te fueras a estudiar al instituto, y cada día, cada mañana que yo me quedaba solo en casa hasta las siete, la hora en que salía y doblaba a la izquierda, caminando hacía la secundaria, pensaba en ti. Pensaba en ti como si te pudiera perder en cada instante.

Una vez, me asuste tanto a mí mismo, que salí detrás de ti, con el pelo hecho una maraña y los ojos aun entrecerrados (acababa de despertar), casi colgándome como un niño de tu pantorrilla, rogándote que no fueras al instituto, que tenía miedo… tú sabías muy bien de lo que hablaba, de a que le tenía miedo…

-No tienes por qué tener miedo, Sasuke. Siempre estaré para ti, aunque esté al otro lado de la ciudad, Sasuke, escúchame-tomaste mi rostro entre tus manos y la inclinaste levemente hacia abajo, plantaste un beso en mi frente-, jamás te dejaré solo.

Ese era un mal recuerdo, un mal recuerdo como el anterior a ese, un reciente recuerdo…

Pero a fin de cuentas, lo cumpliste…

Ese día, un catorce de octubre, sonreí… y después no lo hice tanto…

Había escuchado que el clima no era para nada bueno, razón por la que no te quería dejar ir esa mañana; habían suspendido las clases en mi escuela, lo había escuchado en el radio. Me quede dormido en el sofá, con los calcetines y el pijama aun puestos.

Cuarto a la una, desperté con un estremecedor rayo que retumbo por toda la vacía sala. Asustado, mire a mi alrededor, ahora todo hacía silencio, salvo por el acompasado tic tac del segundero del reloj…

Suspire aliviado levemente y me pase las manos por el cabello.

Mi cuerpo estaba tibio igual que mis pies, mi nariz y garganta estaban un poco irritados por el frio, y mi corazón se abatía ante cada ventarrón que amenazaba contra la casa…

Esperé pacientemente diez minutos; cinco más…

No llegaste a casa, ¿dónde estabas?

Ni siquiera a la una de la tarde llegaste, ni una y media… o dos…

¿Qué ocurre?, quise gritar al aire, cuando salí por la puerta y una ventisca llena de polvo y hojas amarillentas y anaranjadas me golpeo el rostro y la puerta azoto tras de mí abriéndose por completo.

No quise imaginar cómo estarías tú, esperaba que algo me diera una orden, que mis piernas que estaban pegadas al suelo, me dijeran que corriera escaleras arriba, tomara un abrigo hasta las rodillas, me calzara los tenis, y saliera por aquella puerta que ahora era casi imposible cerrar por la corriente de aire que se negaba a ceder ante mi hombro, que empujaba la puerta…

Por fin, cerré la puerta, mi espalda se apoyó en la puerta y se deslizo a lo largo de ella hasta el suelo. Sentí las hojas secas bajo mis manos, la casa estaba ahora llena de ellas.

Y he ahí la orden que estaba esperando, como una exhalación, no llore, no grite, solo recordé el beso que me habías plantado en la frente y me dije: En medio de la tormenta, llega la calma.

De un salto, me levante y mis piernas reaccionaron automáticamente, me hicieron correr escaleras arriba, dando uno que otro torpe traspié, girando, casi derrapando, por el suelo de madera hacia mi habitación, agarré un abrigo negro que estaba en un cajón, me encuclille y saque los tenis de debajo de la cama; flexione mis piernas para amarrarme las agujetas después de haber metido mi talón en los tenis por fin; mi mejilla cayo de pronto contra mi rodilla, mire exasperado y asustado la ventana, por el cristal, note las nubes grises, casi negras como humo, y de nuevo, la fuerza del simple recuerdo de tus labios sobre mi piel me hizo mantenerme callado, la fuerza de ese beso, me hiso cometer la tontería de no llevar un paraguas, no quería tener ocupados mis brazos cuando te encontrara; si es que lo hacía…

Con la respiración agitada, abrí de nuevo la puerta inmaculadamente blanca, con un leve rayón cuando se azoto en la cerradura, y sentí el aire helado y húmedo en mis mejillas, que se enrojecieron.

Me plante frente a la entrada de la casa, dándole la espalda a la avenida desierta, abrí el compás de mis piernas, apoyando con firmeza los pies en el suelo, agarré entre mis dos manos la cerradura de la puerta y tiré de ella, un esfuerzo que me hizo jadear cuando al fin logré que la puerta encajara con su marco y se quedara ahí.

Me voltee a la calle, metí las manos en los bolsillos del abrigo, intentando calentar mis dedos, irritados por tanta fricción al jalar la cerradura, y mis piernas pronto estuvieron caminando rápidamente en dirección al instituto donde se suponía que deberías estar…

Mis parpados se entrecerraban cuando el viento me empañaba la mirada junto con el polvo, mis manos subían a éstos y frotaban; mis piernas no dejaban de caminar, impulsadas por el camino que a ciegas yo sabía que era el correcto.

Abro los ojos y de pronto veo que si me encuentro perdido, varado en medio de la calle, a las tres de la tarde con un ciclón sobre mí.

Intento recordar tu cálido aliento sobre mis mejillas, siento que se materializa y casi sonrío, embelesado en el recuerdo, pero el viento me golpea de nuevo el rostro y me devuelve a la realidad en la que estoy en medio de la calle, sin camino por recorrer, al menos no el que conozca.

¡¿Cómo se les ocurre a mis piernas ceder en este momento?!

Dios mío, voy a morir, pienso en mi mente infantil y demasiado preocupada, la cual me hiso salir a buscarte.

Estoy temblando de frio, abrazándome las rodillas y hundiendo la nuca en medio de ellas.

Comienzo a toser, mi nariz está irritada y la sorbo cada vez más; definitivamente no sé dónde estoy, ni dónde estás, lo que me duele más.

¿Ya debería llorar? ¿Ya debería gritar? Es que ya no puedo recordar tus labios; mis lágrimas corren libres por mis mejillas; de seguro si me besas, o si siento tan siquiera un poco de tu calor emanar hasta mi garganta, (posa tus labios sobre ésta, te lo ruego), creo que podría volver a enderezar la espalda, levantarme y correr por ti de nuevo…

El frio se opone a mis desvaríos en medio de la lluvia. Sólo falta que comience a nevar, me digo.

No puede ser esto.

Odio las tormentas…

Siento poco a poco mi corazón oxidarse y quebrarse como lindas y coloridas hojas de otoño al recordar el año anterior…

¿Recuerdas a Mamá y Papá?

Dios, yo no quiero recordar, sollozo en mi mente, pero ya es demasiado tarde; los gritos, tuyos y míos, ensordecen aún más mis heladas orejas y me hacen llorar.

El accidente de auto en una autopista, en medio de una tormenta…

¡Itachi, Itachi, Itachi!

Ya no me importa, gritaré tu nombre y lloraré, es mi única esperanza de sobrevivir.

Pero las fuerzas me abandonan poco a poco, la lluvia arrecia sobre mi cuerpo húmedo, débil, tembloroso y frio sentado en la acera.

Escucho un auto, ¡no, no!

Siento de nuevo pasar como diapositivas en mi mente las imágenes de nuestros padres, en su automóvil…

Escucho unos gritos, no sé qué es lo que gritan, pero no quiero saberlo. ¡Paren!

Escucho por último el chirrido de las llantas. ¡Itachi!... no…

Mi boca emite gimoteos y mis dedos estrujan las mangas empapadas del abrigo, intentando mantener un poco de unidad y reconforte ante la idea de que podrías estar muerto.

Epitafio; Calma; Otoño… siento de pronto, como si todo hubiera sido en un solo movimiento, ensayado y memorizado como si fuese leído de un manual de resucitación, tus brazos bajo mis piernas y hombros; siento dejar la fría calle y ser alzado; y pronto, vuelvo a siquiera poder inhalar, cuando tus labios, fríos, se posan sobre mi cuello, mi garganta, en un leve roce que yo percibo intacto, sin interponerse la lluvia que me chorreaba por los mechones de cabello, sin interponerse que estuviéramos en medio de una avenida, con un ciclón a la vuelta de la esquina.

 

Me metiste a la bañera, que sacaba pequeños velos de vapor sobre nosotros, y mis músculos se relajaron a sobre manera al sentir el calor.

No pude soportar, me quede de repente inconsciente, sentí mi nuca recorrer la resbaladiza curva de la bañera, mi garganta sintió una reparadora anestesia al cubrirse con el agua caliente; mi boca se inundó de agua caliente; mis fosas nasales ahora debería, por peticiones, suplicas, mías, aprender a respirar bajo el agua.

Escuché tus gritos amortiguados por mi acuífera, caliente y burbujeante esfera, de la que emergí al momento, siendo alzado por ti, que me sujetaba por detrás de la nuca y me rodeaba los hombros con un brazo.

No pude abrir los ojos, pero percibí que estabas aterrado, por el tono de tu voz.

-Sasuke-Me llegaba lejana y lánguida tu voz-, tienes que despertar, Sasuke, vamos-me sacudiste suavemente, acariciando mis mejillas húmedas con las yemas de tus dedos-, Sasuke…

No me percataba, al parecer, en este momento que hundirme en la bañera hasta la coronilla era malo, podía matarme, creo que eso me dijiste.

Asentí sin saber a qué con la nuca…

Me preguntaste algo y volví a decir adormilado <<Ajá>>, me soltaste lentamente y mi nuca se volvió a deleitar sin fuerza con un manto de agua.

Tus brazos me alzaron de nuevo, tu voz se oía enojada de que no te prestara atención y solo dormitara…

Sentí uno que otro zangoloteo causados por tus movimientos; intercambiabas de mano y mano, sosteniéndome siempre suavemente por la nuca, cuidando que no me ahogara.

 Cuando lo note, ya había otro calor detrás de mí.

Sentí unos labios susurrar algo en mi oído, me di cuenta de que me retorcí de placer ante ese susurro, y me deje caer, exhausto sobre sus brazos.

Sobre tus brazos; me di cuenta entonces de que ambos estábamos desnudos en una humeante bañera, tu detrás de mí, y yo sobre tu cuerpo, sentado cual niño de cinco años entre tus piernas abiertas.

Dejé, entonces, caer mis barreras, caer mi nuca también, hacia atrás, esta vez no me ahogue sin saber, ni en agua ni en llanto, tu hombro estaba como mi apoyo y de pronto siento, como una descarga eléctrica inesperada, tus labios unirse contra los míos.

Abro inmediatamente los ojos, impactado; tú estás inclinando tu boca sobre la mía, y yo estoy de cabeza prácticamente, con mi nuca apoyada sobre tu hombro, mirando hacia arriba, hacia tu rostro pegado al mío; pronto, me di cuenta que era lo mejor que había sentido, la saliva penetra en mi irritada garganta y las anginas se reducen a un simple nada cuando tu calor actúa como mi menta o miel, penetrando con destreza en mi garganta; comienzo a chupar, desesperado como un adicto tu boca, la gravedad hacía ese delicioso manjar retozar sobre mis labios abiertos y mi lengua escalaba pronto, primero tocaba a la puerta, abrías los labios, después subía las escaleras, rozaba tus dientes, y después entraba en la cama junto a su amante, tu lengua jugueteaba con la mía suavemente; podía oír cada latido en la habitación; nuestras bocas, cada fluctuación, la del agua y la saliva, cada gemido, el cansancio y el placer.

Pronto, no supe cuando me quedé dormido en tus brazos húmedos y bañados en rocío caliente, no supe cuando le encontré formas al vapor que salía del agua caliente y reconfortante en la que estábamos, no sé cuándo te señale a la nada y dije <<Eso parece un corazón…>>, reíste en voz baja; pronto mis parpados se cerraron, dormidos.

 

 

Y he así como es que ahora llegamos al inicio, cuando estoy entre tus brazos desnudo y recostado sobre ti en el sofá, cuando siento que te duermes sobre mi nuca, por haber estado en vela cuidándome la temperatura, alzo cuidadosamente ésta y tú te mueves un poco adormilado, reaccionando; mis labios se posan sobre tu garganta, y veo como tus parpados vuelven a cerrarse, vuelves a quedarte lentamente dormido sobre mi nuca, perdiendo, con todo el derecho del mundo, la consciencia.

Y tengo de pronto miedo, tú estás también ardiendo; intento moverme, pero siento tus brazos abrazarme más fuerte alrededor de la cintura, <<Estoy bien, duerme un poco, por favor>>, me pides con voz cansada y sobreprotectora…

Te hago caso y me abrazo de ti…

 

Mis nervios me traicionan, al igual que la fiebre y estornudos, cada vez que un estruendo estremece la tierra, el sillón, nuestros cuerpos desnudos y abrazados, aprieto los parpados, con miedo y mis dedos buscan los tuyos para apretarlos como si fueran material anti estrés; a mí me funciona, y veo que tú no te inmutas de mi miedo y duermes plácidamente mientras yo me aprieto contra tu pecho y me cubro hasta la coronilla con la manta; tus labios si se dan cuenta de cómo tiemblo, los siento en mi frente y rápido mi temperatura marcaria cuarenta en el termómetro…

Termómetro… hay algo sobre él que no logró recordar…Es… química, lo recuerdo.

¡Mercurio!, claro, ahora me parecía obvio… el mercurio me recordaba a ti y a mí…

Por más que agitaras el material, por más que te empeñaras en deshacerlo, en desintegrarlo, siempre volvía al mismo perfecto, metalizado y estable ovalo que era al principio; así se separara en mil partículas, se cayera al suelo, lo que fuera. Lo había visto en mi clase de química, intenté batirlo tanto como pude con la punta de mi bolígrafo, más sin embargo, ni dos segundos duraban separadas las pequeñas moléculas en las que podía, después de mucho esfuerzo, dividirlo.

-Itachi…-Llamo emocionado, gimes en asentimiento y me besas la nuca-, tú y yo somos como dos gotas de mercurio-te digo con alegría de que, al menos una vez, pudiera aplicar la química en nosotros. Escucho tu leve risa, siento tu pecho subir y bajar  debajo de mi cuerpo y te sonrío.

No bastaba preguntar por qué. Dos gotas de mercurio, cuando las pongan cerca, se unirán, y de ahí en adelante, jamás se podrán separar.

Claro que, si es que uno jugaba con el mercurio, se quemaba (por decirlo de alguna forma)…

 

Pasaron horas, supongo que ya era la mañana siguiente, hasta que desperté, contigo aún bajo mi cuerpo, abrazándome, mirándome tiernamente, sujetando entre tus dedos mechones de mi cabello y soltándolos, observando cómo me caían en el rostro…

Me sonríes y yo sople al cabello sobre mi cara, que se hizo una leve maraña, te ríes en voz baja y me besas tiernamente la punta de la nariz…

Te mire, y de pronto reaccione, me apoye en tu abdomen con mis manos, alce mi nuca y estire los brazos, consiguiendo asomarme por la ventana cerrada, corrí las cortinas, contemple atónito como aún seguía lloviendo sin cesar, la mañana (porque si lo era ¿no?) era gris y turbia; sentí un leve mareo y me deje caer suavemente sobre tu pecho desnudo.

-Sasuke…-Llamaste y atrajiste mi mirada, perdida, a tus ojos-por favor, no vuelvas a hacer lo que hiciste ayer… me hiciste sufrir como nunca, pensé que podía estar…-No quisiste completar la frase y me miraste apesadumbrado…

-Yo también pensé eso…-Murmure con la voz queda por la tos y herida por el recuerdo de esa noche.

Nos miramos directamente a los ojos; y, como si fueran dos imanes, nuestras bocas se unieron en un choque de pasión, mi boca emitía gemidos sin parar, ignorando los estruendos que provocaban los relámpagos o los azotes a la ventana que estaba a un costado.

Olvide por completo lo que estaba pasando, las alertas, el radio, mi fiebre, la tuya…

Solo podía sentir tu saliva correr fluidamente por mi garganta, como una bebida energética y con cafeína, encenderme el cuerpo y hacerme morder tu labio inferior hasta haberle dejado marcas…

No nos movíamos demasiado, no podíamos con la fiebre, pero era fantástico besarnos e ignorar el retumbo en toda la casa, o el tic tac del reloj.

 

Esa noche te prometí, y tú a mí, que jamás nos separaríamos, tal como dos imanes o dos gotas de mercurio; y mucho menos lo haríamos en tiempos de lluvias y desastres, ambos morimos casi por eso, pero ahora, tal como había dicho, en medio de la tormenta, se encuentra la calma.

♥ Fin ♥

Notas finales:

Muchas gracias por leer, espero que les haya gustado éste humilde one-shot ^ ^

 

xoxo

 

♥ Samadhi ♥


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