Espléndida noche. La luna blanca y brillante yace en el cielo estrellado. El viento sopla con fuerza, es casi como música. Estúpidos humanos, la naturaleza les da mil y un regalos, pero ellos no los perciben. Quizás por eso es que me decidí por esta presa esta noche. Parece realmente comprender que la vida en sí es un regalo, pero no lo hace lo demasiado. Está conmigo en esta habitación, sabiendo lo que va a ocurrir: Una muerte sangrienta e inevitable.
Desde que lo vi me sentí atraído hacia él. Su piel blanca contrastaba con sus ropas negras. Sus rostro no mostraba expresión alguna, pero aún así sus ojos oscuros brillaban llenos de vida. Se encontraba solo, tomando una copa de champagne. Al verlo no pude evitar sonreír; él era la probable cena de la noche. Me acerqué a él, caminando con gracia, como suelo hacerlo. Me miró y me sonrió. Me senté junto a él y comenzamos a hablar acerca de distintos temas que me parecían interesantes. Entre preguntas vagas supe su nombre: Yuuto. Cuando me preguntó el mío le dije que no tenía importancia el que lo supiera, pero el insistió. Al final se lo dije, Kazuki. "Hermoso nombre" me dijo. Descubrí que escribía canciones y poemas, que la música le apasionaba y que amaba con todas sus fuerzas el estar vivo.
- Si amas tanto la vida no deberías estar hablando conmigo - le dije.
- ¿Y cuál es la razón por la que me dices eso?
- Porque soy un vampiro y planeo que seas mi cena esta noche.
- ¿En serio? - dijo, riendo estrepitosamente - Pues bien, señor vampiro, acepto su invitación. Devóreme.
- Si lo aceptas tan fácilmente perderá todo el encanto. Realmente me complacería que te resistieras un poco más.
- Creo que te puedo dar el gusto. Pero primero, debes tomar de mi sangre, aunque sea un poco.
- Encantado.
Lo tomé de la mano y lo llevé al callejón que se encontraba al lado de ese bar. Quizás no sea un lugar muy mágico, pero nadie nos interrumpiría y podría darle la prueba que por fin le haría creer que soy un vampiro.
- Bien, ¿Lo vas a hacer?
- Por supuesto.
Tomé su mano y me acerqué su muñeca a mi boca. Podía sentir su pulso y el delicioso aroma de su sangre.
- ¿Tomarás de mi muñeca? Que decepción, no es para nada divertido.
- Calma, prefiero guardar la diversión para después. - le dije, sonriendo.
Abrí mi boca y enterré mis colmillos en su piel. Profirió un quejido que me incitó a seguir tomando de su sangre, pero sabía que era mejor esperar. Debía dejar lo mejor para después. No suelo hacer esto, pero debido a que aquel chico me pareció interesante y agradable, no como el resto de los humanos, decidí hacerlo disfrutar antes de matarlo.
- ¿Te quedó claro que soy un vampiro?
- Si, totalmente claro. - me dijo, sonriendo cautivadoramente.
- ¿Te gustaría que fuésemos a algún lado?
- Si, me encantaría.
Lo llevé a un lujoso hotel, en el cual previamente había reservado una habitación para dejar mis cosas, seré un vampiro pero aún así me gusta verme atractivo para mis presas, así me da la impresión de que les estoy haciendo un regalo antes de darles la muerte.
Y he aquí, mi presa frente a mí, sonriéndome con un brillo especial en sus ojos, un brillo que expresa deseo y ansiedad.
- ¿Tan fascinante te parece la muerte?
- Absolutamente.
- ¿Y que hay de la vida?
- Pues, creo que mi muerte será hermosa, prefiero vivir pocos años y morir espléndidamente bajo las manos de un cazador que vivir cien años y morir por alguna enfermedad.
- No me he equivocado, eres la presa perfecta.
- Si me escogiste debo serlo.
Me acerco a él, mirándolo fijamente a los ojos. Lo tomo por la cintura y lo beso apasionadamente, separa sus labios dejándome meter mi lengua en su húmeda cavidad y así comenzamos una peculiar danza con nuestras lenguas que se tocan, jugando entre ellas. Lo guío hasta la cama sin dejar de besarlo, en donde lo recuesto con cuidado, me parece que en cualquier momento podría quebrarse en mis brazos. Dejo de lado su boca y comienzo a sacarle la camisa, desabrochando botón por botón para luego comenzar a besar su cuello, lamiéndolo y succionándolo. Su sangre me llama, me incita a tomarla toda, pero aún quiero disfrutar un poco más.
Su piel es exquisita, sabe tan dulce y se siente tan suave. Sigo bajando por su pecho, dejando un rastro de saliva. Gime silenciosamente, me alegra que no sea escandaloso, eso hace el momento aún más delicioso. Luego de haber jugado un tiempo con sus pezones me dispongo a dedicarme a su miembro que yace palpitante bajo la fina tela de su pantalón.
Desabrocho sus pantalones y boxers, saco su miembro, el cual está erguido completamente. Le saco sus zapatos y deslizo sus pantalones junto a su ropa interior, no quiero hacerlo esperar. Quiero disfrutar cada momento, cada gemido, cada suspiro, cada respiración, pero el deseo de probar su sangre conforme avanza el tiempo aumenta, por lo cual prefiero hacer las cosas más rápido.
Engullo su miembro en toda su extensión, lamiéndolo mientras subo y bajo mi cabeza. Sus gemidos ahora son un poco más sonoros, está desesperado, puedo notarlo en el ritmo que lleva el palpitar de su corazón. Comienzo a acariciar sus testículos, y aumento la velocidad, con lo cual puedo sentir que pronto se va a correr.
Con mis colmillos rozo su miembro, el cual sangra un poco. Entre los gemidos pude escuchar un quejido, pero aún así no ha pedido que me detenga. Succiono un poco su miembro, así también probando de su sangre. Finalmente se corre en mi boca, dejando todo su simiente en ella. Me trago todo lo que puedo y lo beso. Comienzo a desabrocharme mi pantalón, pero él protesta.
- No es justo, yo estoy desnudo y tu harás todo con ropa. Deseo ver tu cuerpo.
- ¿Es lo que deseas?
- Si.
- No tengo inconveniente en complacerte.
Comienzo a despojarme de mis prendas lentamente bajo su atenta y lasciva mirada. Ya desnudo, separo sus piernas y me dispongo a meter uno de mis dedos ya lubricados, no todo tiene que ser dolor para él y su cuerpo.
- No es necesario. Tan solo hazlo.
- No quiero rogarte, pero debo advertirte que así te dolerá más... ¿O acaso ésta no es tu primera vez?
- No saco nada mintiéndote, es mi primera vez. Pero quiero experimentar el dolor mezclado con el placer antes de morir.
- Ésta será la primera vez que devoraré a alguien como tú. He escogido bien.
Tomo sus piernas y me posiciono entre ellas. Agarro mi miembro y comienzo a penetrarlo lentamente.
- ¡Ahhhh!
- Tranquilo Yuuto, el dolor ya va a pasar - le digo mientras deposito un beso en sus labios.
Sigo metiendo mi miembro dentro de él, provocando así que grite aún más fuerte. Luego de haberlo penetrado completamente me quedo quieto, esperando que me de la señal para comenzar a moverme.
- Ya puedes hacerlo - me dice con lágrimas en los ojos, pero con una sonrisa que de tan solo verla hace que me derrita.
Muevo mis caderas en un compás lento, penetrándolo suave y certeramente.
- Ahhh ahhh Kazuki mmm.
- Sigue gimiendo cariño, me encantan tus gemidos.
- Ahhh m-más fuerte, por favor.
Comienzo a embestirlo más fuerte, me da lo mismo partirlo por la mitad, ya no quiero controlar mi fuerza, solo deseo dejarme llevar por la pasión y el placer que siento en este mismo instante. Se que él no lo siente porque como es un humano es más cálido, pero mi cuerpo está ardiendo. Mi instinto de vampiro me está ordenando matarlo de una buena vez, pero deseo disfrutar este momento aún más, no puedo quitarle la vida sin que me de todo el placer que yo deseo.
Lo beso apasionadamente, enredamos nuestras lenguas, el placer me hace morder su labio inferior el cual sangra, puedo saborear el dulce sabor de su sangre, su néctar de vida, mezclado con su exquisita saliva. Me siento demasiado bien, ya no puedo controlar el ritmo de mis embestidas y se que el dolor que siente ahora es más fuerte, pero sus gemidos también expresan placer, por lo que me es indiferente el no tener cuidado. Ya puedo intuir que el final está cerca, doy unas lamidas a su cuello y entierro mis colmillos en su blanda carne.
- ¡Ahhhhhhhhhhh!
La blanca piel de su cuello se tiñe de rojo. Comienzo a beber de él, dulce, suculento, delicioso, exquisito, sublime, es un sabor que no se puede comparar a nada en este mundo.
Sigo embistiéndolo con fuerza, pongo mi mano en torno a su miembro masturbándolo. Luego de pocos minutos termina entre nuestros vientres. Sufre una serie de espasmos que aprietan mi miembro dentro de él. Después de unos minutos en los que seguí tomando de su sangre logro correrme en su interior, mientras lo beso y le doy a probar de su sangre. No alcanza a normalizar su respiración, ya que cae desmayado. Dejo de beber su sangre y saco mi miembro de su interior.
Lo observo. Está pálido, con sus párpados cerrados, sus labios están teñidos de rojo por su sangre al igual que su cuello. En su torso tiene gotitas de rojas, su vientre lleno de semen al igual que su entrada, la cual también tiene un poco de sangre, de seguro sangró producto de mis fuertes embestidas.
Aquí lo tengo a mi disposición, puedo devorarlo y matarlo cuando guste. Pero... es lindo. Es agradable e interesante. Fue suficiente con esta sesión de sexo y con haber bebido un poco de su sangre (lo suficiente como para que cayera desmayado) para saciar mi hambre. Quizás pueda conservarlo, me servirá como un juguete. Si, definitivamente podré presumir con un juguete tan hermoso como él. No le estoy agarrando cariño, para nada. Tan solo quiero utilizarlo como el objeto que ahora es.
Por primera vez en mi existencia siento que puedo dormir. "Imposible", los vampiros no pueden hacer eso. Pero si puedo cerrar mis ojos y perderme entre mis pensamientos. Lo abrazo protectoramente y me dedico a "dormir".
Ya han pasado horas y el comienza a abrir sus ojos. Se encuentra aún entre mis brazos y me mira. Sonríe y me dice "Gracias". Vuelve a acomodarse en mi pecho y se queda dormido. Río por lo bajo, él creyó que estaba durmiendo. Adorable. No importa cuantas horas quiera estar así, lo complaceré, ya que, desde este momento, en el cual ha decidido quedarse al lado del cazador y no huir despavorido, se ha convertido en mi pertenencia.