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La historia de Kakashi e Iruka por Mfer

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Notas del fanfic:

Aclaración: Uzumaki “Kawaii” Naruto le pertenece al Uchiha “Bastardo” Sasuke y todos los demás personajes de la serie le pertenecen a su propietario el Sr. Masashi Kishimoto, yo sólo utilizo a sus personajes para animar mis fic y lo hago sin fines de lucro.

Notas del capitulo:

Hola a todos mis lectores... les quiero comentar que cambie mi correo para el messeger ahora es mfer006889@hotmail.com para el que quiera agregarme...

y los invito a visitar mi blog no tiene michas cosas por que voy iniciando con el jajaja... http://mfer-yaoi.blogspot.com/

Ahora si a leer... espero que les guste...

atte. su amiga Mfer

*^*^*^*^*^*^*^*^*^*

 

“Para aquellos que solo con una mirada se puede enamorar”


- Iruka.


- Perdón. ¿Pero cómo dijiste que te llamabas?


- Iruka Umino. Sé que no es un nombre muy común. Nací en Negasaki, y vine a Tokio cuando era adolescente. Fue mi padre quien eligió ese nombre para mí, también mi abuelo se llamaba Iruka. ¿Y tú?


- ¿Yo qué?


- Tu nombre...


- Ah, sí, perdóname, me llamo Kakashi Hatake.


- ¿Te pusieron ese nombre como homenaje a Gaiden?


- Nada de eso. El nombre de Gaiden nada tuvo que ver con la elección de mi nombre, en realidad me llamo Kakashi, y como tú, acarreo ese nombre gracias a mi abuelo materno.


- Ya ves, Kakashi, ya tenemos algo en común. Hace un rato, en la reunión de padres, parecía ser que no... Y que te me ibas a venir encima cuando no estuvimos de acuerdo con ese asunto de la cooperación del colegio Konoha. Pero ahora, no sé porque, intuyo que nos llevaremos muy bien.


- Mucho gusto, Iruka.


- Encantado, Kakashi.


Y ambos hombres se dieron la mano. Salían de aquella reunión del Colegio al que asistían sobrinos, ambos de 6 años. Eran los únicos varones, pues el resto de la concurrencia estaba formada por madres que no dejaban de hablar y parlotear entre ellas.


- Se ve que los padres nunca vienen a estas reuniones, me alegro de que estés aquí y no me hayas dejado solo.


- Te pido disculpas, Iruka, si te he gritado un poco.


- ¿Qué si me has gritado? Pues más bien parecía que me ibas a pegar...


Los dos rieron, y terminaron haciéndose chistes el uno al otro. Era mediodía y ambos se quedaron charlando animadamente parados en el umbral del Colegio, en medio de aquel día otoñal y algo frío. Era evidente que, después de haberse visto sólo un par de oportunidades cuando llevaban a sus sobrinos a clases, ahora habían simpatizado rápidamente.


- Te invito un café en la cafetería de la esquina, Kakashi.


Kakashi miró su reloj, y lamentó cerciorarse de que se le hacía tarde.


- Discúlpame, Iruka, me gustaría mucho, pero tengo que volver a mi trabajo.


- Está bien, lo dejamos para otro día entonces.


- Será un placer.


- ¡Hasta luego!


- ¡Adiós!


Los dos hombres se despidieron y se alejaron en direcciones opuestas.


*^*^*^*^*^*^*^*


Al día siguiente, Iruka y Kakashi volvieron a encontrarse a la entrada del Colegio. Llevaban a sus respectivos sobrinos de la mano, y al verse se sonrieron afablemente. Se observaron mutuamente mientras ambos despedían a sus hijos, conduciéndolos hacia el interior del Colegio.


Era esa descuidada mirada que los varones que habitan Tokio suelen tener entre sí. Una mezcla de reconocimiento entre pares, u observación casi tribal, o simplemente curiosidad entre los del mismo sexo que hace que en un momento determinado el sutil hilo que divide simple casualidad y seducción casi desaparezca por completo.


En esa circunstancia se encontraban ahora esos hombres casi sin saberlo, pero desde ese momento, y por alguna razón que todavía desconocían, sabían que no sería fácil mantenerse indiferentes uno del otro. Tal vez por eso, o por razones que querían desentrañar ellos mismos, terminaron esa mañana yendo a tomar ese frustrado café que había quedado pendiente del día anterior.


En la cafetería Hokage de la esquina, pocos minutos después de las 8 de la mañana, Iruka y Kakashi estaban sentados frente a frente en una mesa junto a la ventana detrás de sendos pocillos de café humeante y aromoso. Empezaron a charlar y pronto se sintieron muy a gusto, como si se hubieran conocido de toda una vida.


Iruka era un hombre alto (178 cm) y sobre todo amable, de unos 26 años, con una piel morena clara y una cicatriz en el puente de su nariz, que él se le miraba muy bien y lo hacia ver mucho más interesante de lo que era en realidad. Con un excelente cuerpo que podría ser la envidia de cualquier hombre. Además de tener los cabellos castaños y algo largos recogidos en una coleta alta, tenía rasgos nobles y agradables. Tenía ojos grandes y expresivos color café. Debajo de sus delgadas cejas, esos ojos transparentaban sensibilidad e inteligencia.


Iruka movía animadamente las manos mientras hablaba. A Kakashi le llamaban la atención. Y se preguntaba porque. Eran manos medianas. El vello claro que emergía por entre las mangas de su camisa se prolongaba tenuemente sobre dorsos y dedos, y él tomaba delicadamente taza con esos dedos hábiles y largos.


Kakashi, en cambio, era un hombre un poco más alto (181 cm), de unos 27 años, además no era corpulento, pero su cuerpo era perfectamente ancho para la altura que tenía. De hombros y pecho amplios, su persona impresionaba como la de un hombre seguro de sí mismo. Tenía el cabello plateado, algo largo y peinado de una forma rara para mucho, pero en él se miraba muy bien. También sus ojos, de un negro intenso y llamativo.


Kakashi era un hombre atractivo. De rasgos finos, aunque fuertes. Su nariz recta, su boca grande, su mentón prominente y su cuello ancho, intimidaban un poco, pero después de esa primera impresión y su trato amable, hacían que cualquier persona se sintiera muy bien junto a él.


Ninguno de esos detalles físicos pareció escapárseles, mirándose mientras hablaban en aquella mesita redonda. Hablaban de muchas cosas. La plática había partido de sus trabajos, de sus familias, del colegio, y estaban llegando a ellos mismos. Cuando Iruka le preguntó por los padres de su sobrino, Kakashi se apresuró a decir:


- Los padres de Sasuke fallecieron hace dos años y yo estoy a cargo legalmente de él, junto a su hermano mayor Itachi.


- ¿De veras? Y no tienes novia. – Se atrevió a decir Iruka cuando miro el anillo en el dedo anular de su nuevo amigo.


- Cuando inicie con los trámites legales para adoptar a Sasuke, ella termino conmigo por que no estaba lista para cuidar de un niño de apenas 4 años.


- Lo siento.


- Y tú caso.


- Igual, pero los padres de Naruto murieron en un accidente cuando él cumplió un año y estoy a su cuidado junto a mis padres.


- Hombre... así que estamos iguales... cuidando a nuestros sobrinos.


- Así es, Kakashi.


- ¿Y estás solo?


- Demasiado solo. Bueno... la verdad es que así estoy bien por ahora. Después de sepárame de mi ex-prometida, después de que ella me dejara cuando le dije que Naruto se iba a ir a vivir con nosotros. Por eso, con todo lo que ello significó, fue una cosa de la que todavía no me repongo. Pero... te decía que estoy "demasiado" solo porque tampoco tengo muchos amigos.


- Te entiendo. Yo tenía amigos, ya sabes, uno cree tener amigos, pero cuando uno cambia su estilo de vida, como lo hice yo al adoptar a Sasuke, hay dos cosas claras con los amigos, la primera es que te apoyen ó te dejan solo por que no están de acuerdo con ello… pues bien, la mayoría de mis amigos decidió alejarse de mi, por cambiar mi estilo de un hombre soltero a un hombre con un compromiso al tener a mi sobrino conmigo.


- ¿Y no piensas tener novia pronto?


- No. Yo también prefiero estar solo por ahora. Tengo una amiga que... – De pronto Kakashi se sonrojó, cosa que no pasó inadvertida por Iruka.


- Que está muy bien...


- Nada de eso. Bueno sí... pero... digo, que cada tanto nos vemos, salimos, tenemos sexo, pero nada formal ni continuo.


- Pues yo, ni eso, Kakashi. Te envidio un poco. Pero tiempo al tiempo...


- Sí. El tiempo decide muchas cosas que nos van a pasar, Iruka.


Por un momento quedaron silenciosos. Permanecieron un rato mirándose a los ojos. Luego, sin poder sostener esa franqueza, alguno miró por la ventana. Luego, Iruka, acariciando la taza de café con sus largos dedos, exclamó:


- Y dime, Kakashi. ¿Te gusta hacer deportes?


- Hacía deportes antes de comprometerme con mi sobrino y su bienestar. Ahora, la verdad es que no practico nada. Hacía un poco de natación y jugaba al tenis.


- ¿Tenis? ¡Yo juego al tenis! ¿Cuándo vamos a jugar un partido?


- ¡Cuando quieras! El único problema es que estoy fuera de condición.


- Pero se te ve muy bien


- ¡Iruka!... no sabia lo que estás diciendo. Tengo varios kilos de más... y hace tanto que no hago un solo abdominal...


- Yo salgo a correr bastante seguido. ¿No quieres "recuperar" tu estado y venir a correr conmigo?


- No estaría mal. Podría ser en los días que Sasuke está con su hermano.


- ¡Hecho! Hablemos, y nos encontramos la semana próxima. Te dejo ahora, tengo que ir a la oficina. – dijo Iruka, sacando su billetera.


- No, Iruka, yo te invito.


- OK. Pero mañana, la invitación corre por mi cuenta.


*^*^*^*^*^*^*^*


Y así sucedió todos los días. Después de encontrarse en la puerta del Colegio, Iruka y Kakashi compartían ese café que no podían eludir bajo ninguna causa, así como sus encuentros para ir a correr juntos. Kakashi, poco a poco, fue poniéndose a tono y no le costó demasiado recuperar su destreza física.


Disfrutaban mucho de esas caminatas, de seguirse y medirse mientras corrían alrededor del parque cercano, de ir conociéndose cada vez más en esas charlas cuando paraban a descansar o hacer algunos abdominales en el césped. También aprovechaban la amistad de sus sobrinos para salir de paseo, para verse cuando uno u otro iban a buscar a los niños a sus respectivas casas después de una tarde de juegos o tareas del colegio, en fin, Iruka y Kakashi comenzaban a transitar por una creciente y hermosa amistad.


Cuando Kakashi estuvo preparado, ambos arreglaron ir al campo de deportes para jugar un partido de tenis. La primera vez ganó Iruka, pero hubo muchas más que siguieron a ese primer encuentro, y eso se había hecho un hábito para ellos. Entonces Kakashi pudo tomarse la revancha en reiteradas oportunidades. Todos los lunes, cuando salían de su trabajo, se encontraban en el club y disfrutaban de un largo partido de tenis.


Pero un día, después del partido acostumbrado, sucedió algo que iba a dar un rumbo distinto a la relación de Kakashi e Iruka.


Ese día, alrededor de las nueve de la noche, Iruka y Kakashi entraron sudorosos al vestuario del club. Cada uno abrió su respectivo casillero y como de costumbre, Iruka se envolvió en una toalla para dirigirse a las duchas. Jamás se desnudaba enfrente de su amigo. Y Kakashi tampoco. Tenían un raro pudor, a pesar de que eran muy íntimos amigos ya.


Así que ambos se quitaban la ropa de tenis, quedando en boxers, y entonces se enrollaban en una toalla y entraban a las duchas. Kakashi siempre terminaba antes, y tras despedirse de Iruka, que solía demorarse eternamente en las duchas, salía rápidamente rumbo a su casa. No tenía costumbre de esperarlo. Los dos vivían muy cerca, y después de todo, siempre se veían a la mañana siguiente, para compartir juntos el infaltable café antes del trabajo.


Pero esa noche, sin una razón aparente, Kakashi tardó más de lo común en ducharse, por lo que salió del agua casi al mismo tiempo que su amigo. Mojado aún, con la toalla sobre la cintura, fue a vestirse sentándose en el banco frente a su locker. Al poco tiempo apareció Iruka. Abrió su casillero, contiguo al de Kakashi, y entonces sucedió lo que fue motivo de una extraña perturbación que ya no lo dejaría tranquilo.


Iruka, de pié junto a su amigo, deslizó la toalla de su cintura para secarse agitadamente su cabeza mojada y chorreante de agua. Kakashi, al principio, tomó este movimiento como natural. ¿Cuántas veces en su vida había visto a hombres desnudos tan cerca de él? Innumerables. Pero... curiosamente, los ojos de Kakashi, que veían (por lo menos frontalmente) por primera vez a Iruka completamente desnudo, fueron a posarse, casi involuntariamente, sobre el cuerpo de su amigo.


Ahora, lo que veía, y, sobre todo lo que sentía, no le parecía nada natural. Kakashi jamás había experimentado atracción alguna por ningún hombre. ¿Entonces? El cuerpo desnudo de Iruka estaba allí. Kakashi sintió vergüenza. Temió que Iruka se diera cuenta de que lo estaba mirando. ¡Iba a pensar que...! No. Iruka cubría su cara y cabeza con la toalla. Sí, tuvo otra vez ese temor. Sobre todo con él mismo. Porque no podía dejar de mirar ese cuerpo delante suyo.


Iruka tenía un cuerpo que no podía pasar desapercibido para nadie. Un claro vello, diseminado como con arte por todo su pecho, aumentaba este atractivo. Los primeros vellos comenzaban allí donde el cuello se une con el comienzo del pecho, bajo la nuez de Adán, y comenzaban a esbozar una figura casi pictórica, semejante a un frondoso árbol. La copa de ese árbol de bellos castañoss claros se estiraba por los hermosos pectorales de Iruka.


El vello se acentuaba en el centro y en sus dos pequeños frutos, dos pezones redondos, grandes y rojos como manzanas, y enseguida, incontables "ramas" se entrelazaban y se abrían hacia los lados formando hermosas líneas circulares; el tronco del árbol era ancho y descendía ensanchándose aún más hasta dar la idea de una raíz que se extendía a partir del ombligo. Esa raíz se abría hasta llegar a la otra frondosidad que emergía en toda la zona del pubis.


¡Y allí...! Allí se encontraba un pene grande, largo, grueso, custodiado por dos testículos colgantes y también muy peludas. Como Iruka se estaba secando enérgicamente, pene y testículos se bamboleaban de aquí para allá desafiando la ley de gravedad. Kakashi pensó: “Pocas veces vi un tamaño semejante”, también pensó que tal aparato estaría en estado de semi-erección. Así que desvió la vista una vez más, avergonzado y sonrojado de tener tales pensamientos. Pero, tentado de corroborar esta última suposición, miró nuevamente los genitales de Iruka. No. Indudablemente, el pene de su amigo, estaba en perfecto reposo.


Iruka prosiguió secando todo su cuerpo, por lo que Kakashi tuvo que disimular su turbamiento. Miles de cosas y cuestionamientos pasaban por su mente. Pero no era ahora el momento de respondérselas a sí mismo. Se apresuró a vestirse y volvió a temer que su amigo lo hubiera descubierto. Pero no. Iruka siguió charlando como siempre y no había advertido nada extraño en el comportamiento de su amigo. Tal es así que cuando Kakashi fue a ponerse los pantalones, Iruka, que se había puesto nuevamente su toalla sobre la cintura, lo detuvo con su mano y le dijo sonriente:


- ¿A ver?


Kakashi, que quería vestirse cuanto antes e irse de ese lugar, lo miró entre avergonzado e introspectivo.


- ¿Qué pasa?


- Pero mírate un poco. Bajaste de peso... Kakashi, ¿te diste cuenta cómo tu cuerpo se ha modelado estas últimas semanas? Ya no están esos kilos de más que tanto te acomplejaban. Mira qué bien.


Kakashi se miró a sí mismo. Tenía un excelente cuerpo, armonioso y bien definido. Pero no pudo evitar pensar que al lado del cuerpo de su amigo, el suyo le parecía bastante común y corriente. Kakashi tenía su cuerpo de muy pocos vellos. Solo el sector de sus axilas y su pubis rivalizaban en frondosidad con su amigo, así como una densa línea de pelos que comenzaba en su ombligo para perderse bajo la tela del boxer.


- Tonterías. – Contestó Kakashi. Y se vistió rápidamente. Al salir del vestuario, Iruka aún permanecía algo perplejo por la actitud de su amigo.


*^*^*^*^*^*^*


Kakashi tardó mucho en dormirse esa noche. Dio vueltas en la cama una y otra vez. No podía quitarse la imagen de su amigo desnudo de su cabeza. Pero aún no deseaba explícitamente nada. Estaba confuso, enojado y sorprendido consigo mismo. Al día siguiente, se encontró con Iruka, como de costumbre, y decidió no darle ninguna importancia al asunto. Todo transcurrió normalmente y Kakashi partió para su trabajo como cualquier otro día.


*^*^*^*^*^*^*


A los dos días, se encontraron en el parque para ir a correr. Después de varias vueltas, descansaron un rato dejándose caer en el fresco césped, a un lado del camino. Iruka, entonces, empezó a ensayar unos abdominales, con ambas manos en la nuca y las piernas flexionadas.


- Ayúdame, Kakashi.


- ¿Qué pasa? ¿Estás flojo hoy? – y entre bromas se le acercó para sostener firmemente a su amigo por las rodillas.


Inclinado sobre Iruka, Kakashi contaba sonriente cada una de las flexiones... uno, dos, tres...


Pero de pronto, Kakashi advirtió nuevamente esa misma sensación confusa y rara que lo había asaltado en el vestuario el lunes pasado. Iruka, con ambas piernas algo abiertas, llevaba un breve short blanco que ayudado por esa posición, dejaba entrever por sus perneras la continuación de sus velludos muslos. Kakashi ya no sonreía. Ocho, nueve, diez.


Kakashi comenzó a transpirar como si él estuviera haciendo las flexiones. Esta vez no pudo evitar que su vista cayera directamente sobre la entrepierna de Iruka. Otra vez ese bulto. Ya conocía perfectamente como era ese tronco magnífico que había debajo de tan desmesurado paquete, y recordó nítidamente cada detalle de su pene y de su cuerpo desnudo. Dieciséis, diecisiete, dieciocho... Iruka resoplaba. Cada vez le costaba más mantener el ritmo de sus movimientos, pero no por eso abandonaba el esfuerzo. Veinticinco, veintiséis, veintisiete...


Kakashi se fijaba ahora en el amplio pecho de Iruka, la tela mojada en sus axilas, el vello emergiendo por el escote abierto de su buzo, los pezones taladrando su ropa... y volvía a sus piernas, se adentraba una y otra vez por sus entrepiernas, fantaseaba con si llegaba a ver o no esos estupendos testículos... treinta y cinco, treinta y seis... ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué no podía apartar la vista de Iruka? ¿Le gustaban los hombres acaso? Entonces, intempestivamente, Kakashi abandonó a su amigo y retomó el camino, tomando carrera.


- ¡Sigo corriendo un poco más, Iruka, no quiero enfriarme...! – le gritó a varios metros de distancia.


*^*^*^*^*^*^*


En los días que siguieron, Kakashi, por primera vez, puso cualquier excusa para no encontrarse con Iruka en el club o en el parque. Necesitaba un poco de tiempo para pensar y apartar de su mente a su amigo, o por lo menos a una parte de él que lo torturaba cada vez más. Cada vez que lo veía, sentía una atracción por él que nunca antes había experimentado con nadie.


No obstante, Kakashi no pudo dejar de ver a Iruka por las mañanas. En la mesa de la cafetería Hokage de la esquina del Colegio Konoha, frente a frente, charlaban y se contaban sus cosas antes de iniciar la jornada. Kakashi empezó a notar que no podía apartar su mirada de Iruka. La boca de Iruka, su cuello, su barba siempre perfectamente rasurada, sus manos, su perfil, su cabello. Kakashi se sentía atraído involuntaria, inexorablemente hacia su querido amigo.


- Kakashi, me imagino que hoy podrás venir al club...


- ¿Hoy?... ¡cierto!... ¡es lunes!


- Entonces, ¿venís?


Los ojos de Iruka casi eran un ruego que resultaba imposible de desatender.


- Sí, claro, por supuesto.


- ¡Qué bien, Kakashi! Pensé que ya no querías jugar conmigo. No te culpo, creo que me has superado con la práctica y me da la sensación de que te aburrís conmigo...


- ¿Cómo? – "Aburrirme..." Kakashi pensó en lo que le había dicho su amigo y esa paradoja lo hizo sonreír – no seas tonto Iruka, y si he mejorado mis saques, creo que te lo debo a ti. Ahora discúlpame, me voy al trabajo. Nos vemos esta noche, ¿OK?


Y antes de que Kakashi saliera de la cafetería, Iruka le hizo una seña, sonriéndole tiernamente:


- ¡Ah, Kakashi!


- ¿Sí?


- ¡Gracias por estar conmigo! Eres mi mejor amigo.


Kakashi no pudo contestar. Le hizo una seña de despedida a Iruka y salió rápidamente dando vuelta por la esquina. Sus ojos estaban húmedos. Y aún, él no entendía el porque. Pero no fue al trabajo. Llamó por teléfono y dijo que estaba enfermo. Fue entonces a su casa y pasó toda la mañana pensando en esas cuatro palabras "Eres mi mejor amigo".


*^*^*^*^*^*^*


Esa noche, en el vestuario del club, Kakashi demoró conscientemente su ducha. Después del baño, los dos salieron envueltos en sus toallas. Kakashi se sentó y quiso volver a contemplar, esta vez en pleno conocimiento de sus actos, a su amigo completamente desnudo. Iruka, mientras le contaba algo relacionado con su trabajo, una historia que Kakashi no pudo seguir; empezó a secarse con la toalla. Kakashi también intentaba secarse, aunque estaba más atento a los movimientos de su amigo. Iruka parecía más atractivo que la primera vez que lo había visto desnudo. Una y otra vez, sus ojos recaían en ese miembro grueso. La piel del prepucio cubría totalmente el glande que se podía adivinar perfectamente.


Entonces Kakashi sintió que su propio miembro daba un pequeño corcoveo. Intentó rápidamente pensar en otra cosa, pero con espanto comprobó que su pene había comenzado a endurecerse. Tomó su toalla, cubriéndose todo lo que podía, y escapó a los retretes. Agitado y nervioso, se encerró en uno de ellos. ¡Tenía una erección tremenda!


Descorrió la toalla y se miró, como si tuviera que corroborar la dureza de su pene, que apuntaba descaradamente hacia el techo. Su miembro estaba listo para la acción, de su rosado glande chorreaban unas gotas de transparente líquido y pocas veces se había visto a sí mismo tan repentinamente excitado. Pero, aún confuso y sin saber qué hacer, permaneció allí sin conseguir que la erección bajara. Después de unos minutos escuchó la voz de Iruka.


- Kakashi, ¿estás bien?


- ¡Sí... sí...!


- Bueno, ya me voy... ¿nos vemos mañana?


- Sí, sí, ¡hasta mañana!


El sonido de esa voz volvía a perturbarlo, y de nuevo Kakashi imaginó el cuerpo de su amigo, en medio de una dulce tortura. Cerró los ojos y en su creciente agitación, tragó saliva... entonces instintivamente llevó una mano a su miembro, pero apenas un dedo rozó el enhiesto tronco, un pesado chorro de semen hizo que casi gritara de placer.


*^*^*^*^*^*^*^*


Al día siguiente, Kakashi volvió a faltar al trabajo. Por la tarde, no aguantó más quedarse en su casa y salió con rumbo incierto. En su mente se repetía la misma imagen de Iruka. Desde aquel día en los vestuarios, Kakashi sintió tambalear su sexualidad. Caminando por el centro, pasó frente a un cine XXX y se fijó en la cartelera. "Sala gay". Siguió caminando unos metros. Dudó. Se detuvo. Siguió caminando. Dio una vuelta a la manzana... y volvió a pasar por la puerta del cine. Esta vez no lo pensó dos veces, y aunque sentía que todo el mundo lo miraba, entró tímidamente al lugar.


Cuando descendía por esas oscuras escaleras quiso salir de allí, pero a la vez un impulso infrecuente en él, lo llevaba hacia ese antro de dudosa apariencia. Si verdaderamente le atraían los hombres, lo iba a comprobar enseguida, pensó. Traspasó una puerta con pesados cortinados y esperó a que sus ojos se acostumbraran a esa oscuridad. Sólo podía ver que en la pantalla, una película mostraba a tres tipos desnudos cogiendo a un ritmo increíble.


¿Eso lo excitaba? No. Ni indicios de excitación. Quiso sentarse en un asiento, pero fuera de la pantalla, no veía absolutamente nada, cegado por el resplandor del día que había dejado afuera. Todo era irreal ahí, pero no quiso irse hasta poder sentir alguna señal clara para él, a pesar de no saber a ciencia cierta cuál sería esa señal. A los pocos minutos sus ojos se fueron habituando a la oscuridad de la sala.


Entonces, lo primero que vio, justo a su lado, fue un hombre que lo miraba inexpresivamente. Tenía la camisa completamente abierta y su pecho algo rollizo emergía desnudo. Kakashi bajó la vista y vio que entre las piernas del hombre, un tipo arrodillado succionaba en silencio un miembro que no llegaba a ver bien, pero parecía de dimensiones descomunales.


Quiso interesarse en esa dupla. Le pareció algo patética, pero no dejó de mirar. El hombre que estaba agachado, y sin dejar de saborear lo que estaba chupando, estiró una mano hacia Kakashi. La primera reacción de éste fue apartarse, pero se obligó a sí mismo a quedarse quieto sin oponer ninguna resistencia. La mano del tipo buscó su bragueta y comenzó a desabrochar los primeros botones. El otro hombre, contemplaba toda la escena y miraba fijamente a Kakashi. Pronto, la mano que había hurgado en su bragueta, consiguió sacar afuera su pene. Kakashi no sentía nada, su pene estaba completamente flácido.


Mientras el tipo agachado empezaba a masajear su miembro, Kakashi advirtió, no sin poco nerviosismo, que otro hombre se acercaba a él. Iba vestido de impecable traje y corbata, y en su mano llevaba un portafolio. Advirtió que tenía barba, tenía mucho cabello y que en la mano que llevaba el portafolio llevaba una alianza matrimonial. Kakashi no podía creer que un hombre tan masculino se encontrara en un sitio como ese.


El nombre de traje se le acercó más aún, dejó su portafolio en el piso y enseguida estiró una mano hacia el pecho de Kakashi. Estaba tenso a más no poder. El tipo, percatándose de eso, le dijo a media voz: “Tranquilo, no pasa nada”. Pero Kakashi no podía sentirse tranquilo ni relajado. Sintió que la mano desabrochaba los botones de su camisa y que poco después se introducía buscando sus pezones. La mano estaba fría, temblorosa.


Mientras, otra mano seguía vanamente intentando endurecer su miembro. Y ahora, el hombre que estaba con la camisa abierta, acercaba su cara a la de él. Kakashi sintió el aliento de ese hombre sobre su cara y se puso todavía más tenso, pero aún no atinaba a cambiar esa situación. Su vista se perdía en la pantalla que tenía enfrente.


Allí, la película mostraba a un hombre de cabellos blancos se abría las nalgas frente a un rubio enorme e imberbe que penetraba su ojete con la lengua. Se volvió a preguntar si todo eso le gustaba. Pero volvió a contestarse que no. Toda la situación le parecía sórdida, el sitio horrible, el aire le faltaba y los olores de ese sitio eran dudosos.


El hombre de traje había conseguido abrirle la camisa por completo, al ver esto, el otro tipo se inclinó tomando uno de sus pezones con su boca. Casi al mismo tiempo, el hombre que tocaba su miembro, empezaba a lamérsela ahora, mientras que el hombre de traje y corbata, se apoderaba de su pezón libre, chupando y lamiendo pausadamente. Entre los tres comenzaron a bajarle los pantalones y pronto Kakashi estuvo semidesnudo.


Entonces sintió que una mano tomaba la suya y la dirigía hacía abajo. Kakashi estaba paralizado, y fue así que su mano tocó por primera vez un pene erecto. Casi al mismo tiempo, el otro hombre hizo lo mismo, guiando su otra mano hasta su dura herramienta. Eran dos aparatos húmedos, venosos, peludos, duros a más no poder y considerablemente grandes.


El único miembro que no podía levantarse aún era el de Kakashi. Y por más que los tres hombres prodigaron extensas caricias al atribulado Kakashi, éste seguía tan tenso como al principio. Las lenguas habían pasado de sus pezones a su pecho, cuello, axilas, y pronto, la tensión se transformó en repugnancia y Kakashi tuvo que apartarse de esos tres hombres que olían a tabaco, sudor y sexo.


Apenas pudo poner sus ropas en orden antes de salir de ese sitio inmundo. No. Ese no era su ambiente, no se sentía atraído por ninguno de aquellos hombres que lo miraban torvamente desde los oscuros rincones del cine. Tampoco la situación lo atraía. Y al pensar nuevamente en Iruka, no podía más que acelerar los pasos para salir de ese lugar de deseos sórdidos y eternos personajes anónimos.


*^*^*^*^*^*^*


A medida que pasaban los días, Kakashi se sentía cada vez peor. Se debatía entre esconder lo que sentía o confesárselo todo a su íntimo amigo. Por otra parte, Iruka, estaba muy contento de haber encontrado a un verdadero amigo en Kakashi. Cuando estaban juntos, él era feliz, se sentía libre y comprendido. Salían, se encontraban en el barrio haciendo las compras, iban a cenar, a veces al cine, y todo indicaba que esa amistad iba a durar mucho tiempo.


Pero, curiosamente, Kakashi evitaba siempre aceptar cualquier invitación de Iruka para que fuera a cenar o ver un partido de fútbol a su casa. Iruka había percibido esas reiteradas negativas y ante esas inciertas excusas, un día que iban juntos al parque, se animó a preguntarle porqué no aceptaba sus constantes invitaciones. Kakashi, por un momento se paralizó, pero después de unos minutos, pensó que era ridículo seguir manteniendo un ocultamiento insostenible.


- Iruka, tenemos que hablar. Es decir: necesito hablarte.


Iruka, conocedor de los tonos de voz de su amigo, advirtió la preocupación en su cara y le dijo:


- Claro, Kakashi, hablemos cuando quieras.


- Ahora, necesito hablarte ahora.


El mismo Kakashi no podía creer lo que escuchaba en su propia voz. ¿Iba a poder decirle a Iruka todo lo que le pasaba? Por otra parte ¿a quién más sino a su íntimo amigo Iruka?


- Está bien, Kakashi, entremos al próximo bar.


Cuando estuvieron sentados en la mesa, Iruka estaba expectante y Kakashi nervioso y angustiado.


- Pero, hombre ¿Qué te pasa? Estás pálido y serio como nunca... ¿Sucedió algo con tú ex?


- No, nada de eso.


- ¿Sasuke está bien?


- Perfectamente.


- Problemas en el trabajo, entonces.


- No. Nada que no pase todos los días.


- ¿Entonces?


Kakashi tragó en seco, ante la mirada atenta de su amigo. Miró a Iruka. Llevaba su ropa de gimnasia. Una vez más contempló la entrada de su cuello por esa vertiginosa y suave vellosidad que se perdía debajo de su remera, miró esos fuertes y anchos brazos. Cuando pudo reponerse, cuando pudo sentir que podía hablar, con el corazón golpeando en su garganta, por fin pudo decirle:


- ¡Entonces, Iruka, sucede que mientras te tengo aquí, enfrente de mí, y como otras veces me ha pasado mientras te miro, en este mismo momento tengo una erección que está a punto de romperme el pantalón!


Iruka quedó petrificado en su asiento y no pudo pronunciar palabra. ¡Jamás habría esperado semejante declaración de su mejor amigo! Entonces Kakashi siguió hablando a borbotones, mientras Iruka apenas podía pestañear, tumbado en el respaldo de su silla.


- No tengo idea de lo que producirá esto que te digo, pero no puedo ya ocultártelo. Verte desnudo en el vestuario del club, ocasionó en mí un caos que me tortura desde entonces. Quisiera que eso no hubiera ocurrido nunca, pero pasó. Me pasó a mí. A mí, que he tenidos muchas mujeres en estos años, que casi me comprometía con mi ex. Pero... después de verte desnudo... pienso todo el tiempo en aquella visión y en tu cuerpo. Quiero estar sólo contigo, pero a la vez necesito alejarme también... porque no me soporto a mí mismo. No se quién soy, ni sé lo que quiero.


Kakashi tomo unos minutos antes de continuara mientras Iruka, solo lo miraba esperando que continuara…


- Podrías pegarme una trompada, podrías irte, despreciarme, insultarme, lo que quieras. Yo te puedo comprender perfectamente, pero entre nosotros no hubo más que sinceridad, siempre, por eso no hago más que seguir siendo sincero con vos. A costa de perderte para siempre, que es seguro lo que va a suceder ahora, pues Iruka, sé conscientemente que jamás me diste indicio alguno de insinuación, de ambigüedad, tampoco me diste a entender nada que no fuera una honesta amistad entre dos tipos que se sentían solos. Ya ves, hasta esto me confunde, pues en este momento no sé que clase de relación tendría con vos.


Cuando Kakashi dejó de hablar, emocionado por todo lo que había salido de su interior, ambos permanecieron en silencio. Kakashi miró expectante a Iruka, que bajaba sus ojos hacia la taza de café a medio terminar. Entonces, Iruka se levantó, intentó esbozar una sonrisa, y apenas pudo decir:


- Te llamo Kakashi, lo siento mucho, pero ahora tengo que ir a buscar a mi sobrino, se me hace tarde... yo... bueno, nos vemos.


Kakashi quedó hecho añicos. No pudo reaccionar ni atinar a nada. Iruka salía del bar rápidamente, y él presentía horrorizado que en realidad así también salía de su vida, sin decirle nada, ni una palabra, ni siquiera un insulto, alguna reacción de amor o de odio...


*^*^*^*^*^*^*^*^*


Al día siguiente, Kakashi no encontró a Iruka. Su madre llevó ese día al sobrino de su amigo. Tampoco Iruka lo llamó, y pese a los mensajes que Kakashi había dejado en su contestador, el contacto entre ellos se había interrumpido. Cada tanto se topaban uno con el otro a la salida o entrada del Colegio, pero salvo el saludo de rigor, el hilo de comunicación entre ellos ya no existía, ni siquiera había rastros de lo que había llegado a ser.


No obstante, Kakashi, que no sabía si arrepentirse o no de haber hablado, siguió pensando en Iruka constantemente. Un día se sorprendió diciendo en voz alta su nombre. Y comprendió que estaba enamorado en un hombre.


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Iruka también pensaba mucho en Kakashi. Desde que él le había confesado todo, en realidad pensaba en Kakashi mucho más que antes. Echaba de menos a su amigo del alma. Pero a la vez no podía menos que pensar que Kakashi se había vuelto loco. Varias veces había tomado el teléfono dispuesto a discar el número de Kakashi, pero siempre abandonaba el auricular sin poder continuar. Pronto, el pensamiento hacia Kakashi se hizo constante, y no entendía porque no se lo podía sacar de la cabeza. No quería atender el teléfono, por temor a encontrarse con la voz de Kakashi.


Y un día encontró un mensaje de él en el contestador. Sólo había dos palabras “te extraño”. Al escucharlas, Iruka ablandó su rostro y sus ojos se humedecieron. “Yo también”, se dijo en voz baja. Entonces, tomó el teléfono y finalmente se decidió a discar el número de Kakashi.


- ¿Kakashi...?


- ¡Iruka!


- Hola. Sí, soy yo. Escúchame... no quiero que... bueno, en fin... yo solo llamaba porque tengo ganas de verte, y... también quiero disculparme por haberme borrado de tu vida todo este tiempo.


- No es mucho tiempo – contestó el asombrado Kakashi – sólo pasaron unos meses.


- ¿Tanto?


- Tanto. Pero, insisto, no me parece mucho.


La voz de Kakashi se escuchaba calma y tranquila, era Iruka el que se sentía algo tenso.


- Bueno, Kakashi, lo que quiero decirte es que, yo no quiero que me malinterpretes. Solo quiero que nos veamos como amigos, ¿entiendes?


- Entiendo perfectamente, creo que siempre lo fuimos.


- Sí, claro, pero, yo no siento lo que vos sentís. No puedo sentirlo, y quiero que lo sepas. Pero... me gustaría invitarte a mi casa, y charlar personalmente, salvo que...


- ¿Salvo que?


- Bueno. Voy a entender que no quieras venir después de lo que te dije.


- Iruka. En este tiempo que pasó, puse en orden mis ideas. Sigo sintiendo lo mismo, pero estoy más tranquilo. Cuando nos veíamos más seguido me invitabas siempre a tu casa y yo no quería ir. Bueno, ahora siento que estoy en condiciones de visitarte.


Iruka escuchó esas palabras y sintió cierta tranquilidad. Lo que siguió de la charla, fue apenas lo necesario para ponerse de acuerdo en el día.


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Esa noche, Kakashi llegó algo tarde. Iruka había puesto la mesa y al mirarla no dejaba de sentirse algo nervioso. Tampoco pudo evitar sobresaltarse al oír que llamaban a la puerta.


Kakashi estaba allí, trayendo en sus manos una botella de vino. Iruka, balbuceando algunas palabras de bienvenida lo invitó a pasar. Después de algunas risas y algunas frases algo forzadas, ambos se sentaron en el sofá en el cálido living iluminado por lámparas estratégicamente dispuestas en la habitación. Esa luz caía sobre el rostro de Iruka, haciéndolo aún más bello y tentador.


Kakashi no podía dejar de observarlo, pero ahora tenía muy presente las reglas del juego, y se cuidaba de que su amigo no se sintiera incómodo en ningún momento. Iruka llevaba puesto un pantalón oscuro y una camisa abierta en sus dos primeros botones. Al arremangarse, Kakashi miró una vez más esos brazos varoniles y perturbadores, él vestía un jean algo ajustado y una remera que marcaba sus pectorales. Ahora podía usar esas prendas, su talle se había estilizado y se sentía cómodo con esa ropa. Iruka también miraba mucho a su amigo.


Tal vez ahora se estaba fijando mucho más en él, mucho más que antes. El cabello claro, ondulado, estaba algo más largo, y un mechón rebelde caía sobre su frente. Mientras Kakashi charlaba, Iruka siguió bajando la vista y encontró de nuevo a su amigo, solo que parecía la primera vez que reparaba en su físico. Y como si estuviera retomando una conversación interrumpida, le preguntó:


- ¿Seguís yendo al club?


- Sí. Estoy nadando y sigo jugando al tenis.


- Yo no fui más. Creo que tenía miedo de encontrarme contigo – dijo con una risa nerviosa.


- ¿Porqué?


- Porque siempre me quedaron muchas preguntas por hacerte. Y no estaba seguro de querer hacértelas.


- ¿Qué me hayas llamado significa que ahora sí quieres hacerme esas preguntas?


- Creo que sí, pero no sé si este es el momento.


- Pero Iruka, ¿cuándo si no? ¿Cuáles son esas preguntas?


- Bueno. Tú y yo... yo... yo comenzaba a sentirme muy bien contigo. Como amigo, se entiende – se apresuró a decir – y siempre, después de aquella confesión tuya, me pregunté si antes habías sentido eso... entendedme bien, no quiero molestarte con lo que te diga... en fin, me preguntaba también si algunas vez... tú... con algún hombre...


- ¿Si había tenido relaciones homosexuales? – Kakashi sonrió con mucha ternura – pues no, Iruka. Nunca me había fijado en ningún hombre en toda mi vida. Ni siquiera pasé por esas cosas de adolescentes de masturbaciones en grupo ni nada de eso. No tengo ningún registro ni en mi infancia ni en mi adolescencia con esas cosas. Además recuerdo que mi sensei con quien nos enseñaba hacer bueno niño, y a mí y a mis amigos, nos perseguía porque “tocarse” estaba prohibido, y ni hablar de hacerlo en grupo, aunque eso era práctica común. No respetar esas prohibiciones nos llevaría al estado máximo de la depravación humana, y te diré que no sé si habrá sido por eso no, la cosa es que jamás se me pasó por la mente ni me interesó tener nada sexual con un hombre. Y te juro que yo todavía no sé que “me sucede” contigo. Ya soy adulto y esto no es un juego de niños. No hay ningún cura a quien confesar lo que siento.


Iruka lo escuchaba atentamente. Había oído agudamente que Kakashi había dicho “me sucede”, en tiempo presente. Su mente voló por un instante a aquel bar y por un momento sus ojos recorrieron disimuladamente el pantalón de Kakashi. Bajo ese bulto considerable ¿tendría Kakashi una erección? ¿Su amigo aún tendría esa reacción con sólo verlo? Se sorprendió de estar pensado eso, pero no podía evitarlo, y en verdad estaba muy intrigado de saberlo, aunque jamás le hubiera preguntado semejante cosa a Kakashi. No. Definitivamente – pensó – a él nunca le atraería sexualmente un hombre. Quería mucho a Kakashi, pero de ahí a querer acostarse con él... ¿cómo podría?


Iruka sirvió dos copas de vino.


- Vení, Kakashi – dijo algo perplejo y a la vez conmocionado por lo que acababa de escuchar – acompáñame a la cocina así seguimos charlando mientras vigilo la carne.


Iruka, callado de un repasador abrió el horno para controlar la cocción mientras le pedía a Kakashi que le alcanzara un tenedor. Al hacerlo, Kakashi se acercó tanto a Iruka, que sin querer, se chocaron involuntariamente. Kakashi miró a Iruka. La atracción que sentía era irresistible, por más que él se esforzara en controlarse. Iruka cerró el horno, perplejo e incómodo.


Entonces Kakashi, en vez de apartarse, fijó sus ojos en su amigo y posó una mano en su hombro. Iruka, sobresaltado, temblando casi, quedó por un rato paralizado. Luego, miró a su amigo, que imploraba con la mirada, comprendió que Kakashi no era dueño ya de sus propios actos, y con infinita ternura tomó la mano de su amigo.


- No, Kakashi – Dijo con una dulcísima sonrisa, sin dejar de tomar su mano – No, no puedo. Yo no soy homosexual, no siento la misma atracción que tú sientes por mí. Lo siento, perdón pero no hagas de esto una situación muy incómoda para mí, para ambos... – Y diciéndole eso, llevó su mano piadosamente a sus labios y la besó. Kakashi cerró tristemente los ojos, intentando atesorar en su interior todo lo que estaba sintiendo en ese momento.


- De acuerdo, no te preocupes, soy más razonable de lo que parezco. Prometo no molestarte nunca más, y hasta te puedo decir que me iré ahora mismo de aquí sin volver a aparecer en tu vida, pero... quiero pedirte algo.


- Lo que sea, Kakashi.


- ¿Lo que sea?


Iruka sintió un pequeño temor, pero firmemente repitió:


- Lo que sea, amigo.


- Gracias. Sólo un momento. Solo por un instante, quisiera besarte... Un beso. Un beso sobre tus labios. Sólo quiero por una única vez posar mi boca sobre la tuya.


Iruka lo escuchaba casi horrorizado, no podía creer que un hombre le dijera todo eso, y que él, apenas pudiera oponer resistencia. Pero él se lo había prometido, y cumpliría.


- Está bien, Kakashi. No puedo negarte eso.


Kakashi lo miró con infinita gratitud y se acercó a él. Iruka retrocedió unos centímetros. Pero Kakashi avanzó. Sus bocas se iban a tocar en cualquier momento. Las caras se acercaron, los alientos se confundieron, más cerca, más, más... y entonces, tenuemente, Iruka sintió los labios de un hombre sobre su boca por primera vez en su vida. No era cualquier hombre. Era Kakashi, el mejor amigo que había tenido, pero ¿Porqué tenía que pasar eso? En ese beso sintió la agonía de esa amistad... y sintió mucha pena. Kakashi intentó alargar todo lo posible ese mágico momento.


En ese instante comprendió cuanto amaba a su amigo y una vibración intensa lo sacudió de pies a cabeza. Su miembro respondía a esa vibración y sentía como cobraba vida bajo sus pantalones. Ambos estaban con los ojos cerrados.


Cuando se separaron, Iruka estaba quieto, mudo, apoyado sobre la mesada de la cocina. Kakashi lo miró. Sus miradas se cruzaron. Entonces Kakashi le tocó una mejilla con la mano.


- No, Kakashi, por favor, no sigas... no insistas más... porque no vas a lograr que yo sienta...


Kakashi, casi sin escucharlo, se acercó nuevamente y buscó la boca de Iruka.


- Kakashi, ¡No!, por favor, te pido que... – pero Iruka no pudo continuar, porque Kakashi apoyaba nuevamente su boca sobre él.


Lo besó. Otra vez. Y otra, y de nuevo repitió el beso, y en cada repetición, su ternura aumentaba. Iruka quería, intentaba tomar a su amigo por los brazos para apartarlo. Pero su resistencia parecía cada vez más débil. Pudo llegar a decirle pausadamente:


- Kakashi, siempre te quise mucho, pero no de este modo, por favor... no quiero otra cosa que salvar nuestra amistad... yo...


La respuesta de Kakashi fue un nuevo beso. Y esta vez, abriendo su boca, introdujo la lengua por entre los labios de Iruka, al tiempo que éste bajaba los brazos, y su oposición era cada vez menor. Entonces Kakashi, inflamado por la situación, no pudo evitar llevar sus manos a los primeros botones de la camisa de Iruka, comenzando a desabrocharlos. Un botón, luego el otro, tres, cuatro... por fin, Kakashi pudo apartar la camisa a los costados del pecho de Iruka, que permanecía sin poder hacer nada con los ojos entrecerrados.


Las manos de Kakashi entraron en ese velludo pecho entonces. Su boca acariciaba muy suavemente el cuello mientras las manos se perdían en esa selva de pelos sedosos. ¿Está pasando esto realmente? – Pensaba Kakashi - ¿Iruka permite que yo siga adelante? Y encorajinado por esa increíble pasividad del amigo, Kakashi empezó a desajustar el cinturón de Iruka. Él mismo no daba crédito a lo que estaba haciendo, pero siguió adelante. Siguió abriendo ahora la bragueta, bajó lentamente los pantalones y se apartó para contemplar los encantos descubiertos.


Iruka estaba semidesnudo, con la camisa completamente abierta, los pantalones por el piso y su encantador bulto formándose en sus boxers. Los pelos de su pubis escapaban por sobre el elástico y los costados de la prenda interior. Esperó lo peor, pues pensó entonces que su amigo lo apartaría, se vestiría nuevamente y lo echaría a la calle, pero nada de esto ocurrió. Entonces tomó el boxer por los extremos superiores con la intención de deslizarlos hacia abajo. Iruka tomó las manos de Kakashi e hizo un último esfuerzo para impedir que su amigo siguiera adelante.


- No, Kakashi, te lo pido por lo que más quieras... no sigas, no quiero que me veas... tengo miedo de...


- ¿Miedo de qué, Iruka?


Iruka dudó unos segundos lo que iba a decir... miró fijamente a Kakashi y susurró...:


- Tengo miedo de que me guste...


Kakashi bajó sus brazos y retrocedió, resuelto a cortar la magia que él creía posible.


- Está bien – dijo apartándose, bajando la vista al suelo y suspirando pesadamente – tienes razón, perdóname, fui un tonto. Olvidemos todo esto. Me voy.


Entonces Iruka, sin querer volver a dudar nuevamente, lo detuvo tomándolo por un hombro. Lo atrajo suavemente hacía él. Quedaron frente a frente.


- No, espera. No te vayas... – dijo Iruka. Tomó el extremo de su boxer y de un solo movimiento se lo bajó hasta las rodillas. ¡El miembro estaba completamente erecto! Iruka, aún con movimientos inseguros, terminó de quitarse la camisa, sacarse los zapatos, y el resto de ropa que le quedaba, quedando totalmente desnudo delante de su amigo, que no podía moverse de la emoción. Lentamente, Iruka se acercó a él y tomando la remera de Kakashi, se la deslizó por sobre su cabeza, dejando su torso desnudo.


Kakashi quiso ayudarlo a quitarse el jean, pero Iruka se lo impidió tiernamente, llevando sus manos a los botones del pantalón. Iruka desnudó suavemente a Kakashi, cuyo asombro le cortaba la respiración. Cuando su amigo le bajó los calzoncillos, su pene saltó liberándose de la prenda en un potente movimiento, golpeando la punta contra el abdomen y quedando enhiesta y bella, endurecida y levantada.


- ¿Y ahora? – preguntó Iruka emocionado.


- Ahora podemos hacer el amor.


- ¿Y cómo se hace el amor entre hombres?


- No lo sé. Pero creo que vamos a aprender bien rápido.


- Tengo miedo, Kakashi.


- Yo también. Tengamos miedo juntos. ¿Te ánimas?


- Sí. Me animo.


Kakashi se acercó muy despacio y sus brazos se abrieron para recibir a Iruka, que se dejó caer en él presa de una profunda emoción. Iban a pasar por un umbral del que no estaban seguros de franquear. Pero tampoco podían retroceder ahora.


Iruka tomó la cara de su amigo entre sus manos y ofreció su boca abierta, Kakashi la aceptó y se fundieron en un largo y húmedo beso. Sus miembros se juntaron por vez primera y se estremecieron con ese contacto. Iruka avanzó sobre Kakashi, quien fue retrocediendo hasta la mesa que había en el centro de la cocina, apoyándose en su borde.


Las manos se dirigieron ávidas a acariciar sendos miembros. La herramienta de Iruka era un más poco grande que la de Kakashi. Era grande, gruesa, ancha, recta en su pétrea dureza y llena de serpenteantes venas. El vello castaños claros que la rodeaba por completo bajaba también hasta sus suaves testículos, y ahora, gracias a la tensión de la fenomenal erección, el glande salía a la luz, brilloso, rojo y completamente húmedo. Kakashi contemplaba y sentía entre sus dedos esa imponente tranca:


- Iruka, ¡Cómo te has puesto! ¡Tu pene es una roca... nunca pensé que te iba a ver así...!


- Ni yo mismo sé todavía lo que me pasa – dijo entre los labios de Kakashi – Pero, querido amigo, no quiero averiguarlo. No ahora. ¿Puedo ver la tuya?


- Claro – contestó Kakashi, y abrió bien sus muslos para mostrar aquella parte tan suya a su íntimo amigo.


- Creo que nunca vi un pene parado.


- ¿Y...?


- Bueno... tengo que acostumbrarme – dijo tomando con su mano la herramienta dura.


Kakashi sintió un latigazo al ver posar esos dedos largos sobre su miembro. Iruka acarició primero tímidamente el tronco, y después, tomando confianza, empezó a bajar y subir su mano, jugando con sus testículos, con el prepucio, el glande y el abundante vello púbico de su amigo. Era una exploración, a la vez que un descubrimiento muy interesante y excitante para él.


Kakashi se subió a la mesa, para que Iruka pudiera ver mejor su erección. E Iruka, se agachó para tener el sexo de su amigo a la altura de sus ojos. La luz de la cocina daba de pleno sobre la entrepierna y separando bien los muslos, Kakashi susurró a su amigo: “Es toda tuya”. Iruka tomó a Kakashi por sus testículos y balanceó el pene erecto desde su base, como queriendo probar los distintos movimientos que el miembro era capaz de hacer.


Unas gotas de pre-semen bajaron entonces por el tronco de Kakashi. Con la otra mano, Iruka las recibió, jugando con su textura y haciendo que su amigo se retorciera de placer. El miembro de Kakashi palpitaba y temblaba con cada caricia nueva. Iruka también subió a la mesa, y ambos se arrodillaron uno frente al otro con las piernas bien abiertas. Kakashi tomó las tetas de Iruka y empezó a tocarlas, a jugar, a pellizcarlas, sobarlas, y rozarlas con el dorso de su mano. Enseguida, los pezones se endurecieron.


- ¡Nunca me hicieron eso!


- Y yo nunca se lo hice a un hombre antes... ¿Qué se siente?


- ¿Quieres ver lo que se siente?


Y entonces también Iruka tomó entre sus dedos los pezones enhiestos de Kakashi, prodigándole las mismas caricias que sentía él mismo simultáneamente. Mientras hacían esto, se miraban las pendulantes herramientas, duras, rígidas a más no poder y chorreantes de líquido transparente.


- Es hermoso. Esto es hermoso, Iruka. Nunca pensé que esto sería así.


- Sí, Kakashi, quiero probar más – dijo, abalanzándose con su lengua sobre los pezones enrojecidos de Kakashi, que ya no pudo sostenerse más y cayó sobre la mesa recostándose sobre su espalda.


Iruka succionaba sus pechos como los de una mujer, pero no era una mujer, lo sentía muy bien, pues entre sus manos había vuelto a tomar el sexo de Kakashi, comenzando un suave y firme bombeo. Kakashi gemía de placer y acompañaba todo lo que hacía su amigo con unos continuos movimientos de pelvis. La lengua de Iruka bajó por sobre su pecho y fue recorriendo su abdomen, su ombligo, hasta que la punta de ese pene palpitante rozabo ya su mentón.


Entonces, como si fuera lo más familiar del mundo, miró el pene que apuntaba hacia su boca, miró por un momento a los ojos a su compañero, y bajando nuevamente la cara hacia ese cetro de placer, estiró la lengua como cuando uno prueba la temperatura del agua para entrar al mar. Degustó tenuemente el sabor del líquido que salía del meato urinario del pene de Kakashi, se animó un poco más, casi oliendo los efluvios calientes que emanaba ese bello mástil, y avanzó aún más, deseoso de probar algo nunca probado antes.


Entonces Kakashi le acarició la cabeza, entrelazando sus dedos entre el cabello oscuro, e Iruka abrió bien su boca. La herramienta de Kakashi desapareció dentro de Iruka, que empezó a succionar ese sexo golosamente. No sabía que eso podía ser tan placentero, tan erótico y tan sabroso. Así estuvo hasta no dejar sitio o pliegue por mojar con su saliva.


Después de un rato, Iruka quedó agobiado por tanta experiencia nueva y cayó de espaldas sobre el costado de la mesa. Entonces Kakashi se incorporó y sentado sobre sus propias piernas empezó a explorar el cuerpo de su amigo, que se abrió completamente a él.


- Amigo – dijo Iruka – creo que el sexo entre hombres puede llegar a ser maravilloso.


- Y muy fuerte.


- Sigamos aprendiendo, siento que contigo estoy descubriendo todo un mundo nuevo...


Kakashi tenía ahora ante sus ojos, el bellísimo cuerpo desnudo de su Iruka.


- Iruka. Siempre, aunque ahora más que nunca, pensé que ese nombre era perfecto para ti – susurró tomando el inmenso pene erecto entre sus manos.


Acarició su base, recorrió la extensión interminable de su tronco, apartó los pelos de sus testículos, jugó con ellos, haciendo que Iruka involuntariamente abriera aún más las piernas. Al tomar ese pene duro por la base, el mástil se levantó desafiante hacia el techo, rojo y durísimo. Kakashi lo apretó entre sus dedos, y por arriba de su mano que se cerraba alrededor de la base.


Iruka miraba embelesado todo lo que Kakashi hacía y no podía sentir más placer. Mientras Kakashi aferraba firmemente su miembro y apenas subía y bajaba por esa estaca, su otra mano amasaba ávidamente sus testículos.


- Nunca me han acariciado de esa manera.


- ¿De veras?


- Ninguna mujer puede acariciar el pene de esa forma.


- Es porque sólo un hombre conoce lo que le gusta a otro hombre, cada punto, cada lugar... es lógico después de todo.


Kakashi acercó su cara para ver mejor cada detalle del pene de Iruka. Y quiso probarla. Abrió la boca y se tragó esa herramienta, sintiendo por primera vez una sensación deliciosa y que lo calentaba al máximo. Entonces Iruka giró sobre sí mismo y cambiando de posición quedaron en un perfecto 69


- ¡Yo también quiero comerte, Kakashi. Así, juntos, al mismo tiempo. Esto es increíble! – dijo entrecortadamente, y estiró su boca hasta apresar con sus labios la herramienta de Kakashi.


En esa posición pudieron sentirse enteramente entregados uno al otro. Aún no se habían saciado del todo en esa postura que los maravillaba, pero decidieron cambiar porque no aguantaban tanta ansiedad, tanto deseo de probar nuevas experiencias entre los dos.


Iruka se incorporó nuevamente y poniéndose en cuatro patas, ofreció su trasero enteramente entregado. Kakashi, tomando con sus dos manos los abultados glúteos, los separó bien, dejando al descubierto un valle y un rosado hoyo que se contraía y descontaría casi rítmicamente. Sin pensarlo acercó su boca y empezó a lamer. Lenta, pausadamente. Iruka creía morir con cada lengüetazo. Su amigo le estaba comiendo la parte más íntima, la más reveladora de su debilidad viril.


Y mientras esto pasaba, no podía evitar llevar su mano a su duro miembro para masturbarla. Kakashi, dándose cuenta de esto, se adelantó e impidiendo eso, ya se apoderaba de la herramienta de Iruka, bombeándola suavemente. Su boca atrapó los dos grandes huevos. Nada quedó sin chupar. Iruka sintió un deseo incontenible de abrirse a su amigo. Separó a más no poder las piernas y levantó más aún su culo. Él mismo ayudaba a su amigo a separarse bien las nalgas. Kakashi lo penetraba con el filo de su lengua, entrando y saliendo.


- ¡Méteme los dedos!


Kakashi, sin dar crédito a lo que oía, dejó la herramienta de Iruka para llevar un dedo al humedecido agujero. Fue horadando ese ojete que se le ofrecía tan confiadamente. Iruka respondió con un gemido largo y casi salvaje.


- ¡Más!


Kakashi entonces, introdujo otro dedo, y luego otro, hasta que la base de su mano chocó contra el contorno del ano. Con tres dedos introducidos en su culo, Iruka estaba gozando como nunca él había imaginado.


- ¡Más, quiero más! ¡Quiero tu miembro, Kakashi...!


- Iruka... ¿estás seguro? ¿De veras quieres que te penetre?


- No, no estoy seguro, pero no me voy a detener a pensarlo ahora ni por un instante. Soy tuyo. ¡Tómame!


Entonces Kakashi se arrodilló frente al culo de Iruka y tomando su pene enhiesta, la apuntó directamente a su objetivo. Cuando apoyó el glande en el ano, Iruka aulló de placer. Toda la zona estaba sensibilizada, ansiaba más, y ahora no podía detenerse. Él mismo retrocedió hasta sentir que la punta dura de Kakashi entraba unos centímetros en su lubricado agujero. Entonces sintió un dolor incontenible. Se detuvieron.


Pero su excitación no bajó ni un ápice. Lejos de eso, Iruka tenía un hambre insaciable por tragarse por el culo ese miembro tan temido y deseado a la vez. Entonces Kakashi avanzó firmemente, pero sin dejar de ser tierno, con movimientos muy lentos y precisos. El ano de Iruka, pese al dolor desgarrador, fue adaptándose y dilatándose perfectamente hasta que luego de unos largos minutos, toda la herramienta de Kakashi estuvo metida hasta el final.


Se emocionaron tanto que algunas lágrimas empezaron a correr por sus rostros. Y, unidos en esa masculina cópula, hicieron el amor hasta desfallecer. Kakashi se derramó en el interior de Iruka al mismo tiempo que éste descargaba su semen sobre la mesa, sin casi tocarse, y por el solo estímulo del constante movimiento que sentía dentro de sí.


Estaban completamente sudados, agitados… y felices.


Se abrazaron tiernamente y se miraron profundamente. Esta vez, tenían la impresión de que se miraban por vez primera.


Entonces, volvieron a la realidad. Los sorprendió al olor y la humareda que despedía el horno. La carne se había quemado por completo. Iruka corrió a poner las cosas en orden ayudado por Kakashi. La situación era cómica, ambos corriendo desnudos por toda la cocina, con sus miembros algo más blandos pero levantados todavía. Riendo a carcajadas, se abrazaron nuevamente.


- Creo que nuestra primera cena fue un desastre – dijo riendo Kakashi.


Iruka lo tomó por la barbilla dulcemente y estampó un nuevo beso a su amante.


- ¿De veras?, a mi me parece que fue un completo éxito.


Volvieron a besarse, volvieron a endurecerse… volvieron a amarse.


*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*


 


Desde misma noche, ellos iniciaron una relación como novios, que fue creciendo pasando los meses, pero una mañana el 15 de septiembre, Iruka le dio el mejor regalo de cumpleaños a Kakashi, que iniciaran una vida juntos, los cuatro, sí, leyeron bien, los cuatro; Kakashi, Iruka y sus sobrinos Sasuke y Naruto.


Para Kakashi fue la mejor noticia de su vida, después de varios meses de ser novios y vivir separado, ahora el día de su cumpleaños, iban a iniciar a formar una familia, con dos hermosos niños y ellos amándose como la primera vez.


 


Feliz Cumpleaños Kakashi.


De tus sobrinos Sasuke y Naruto.


Y de tú amor… Iruka.


Te amo.


 


^_^ Fin ^_^

Notas finales:


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