Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tu me amas, pero aun no te has dado cuenta por morenilla

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Chikane x Himeko

Notas del capitulo:

La idea surgió bromeando con una amiga sobre que podría pasar tras el reencuentro del final del anime, donde aparece una Himeko igual de ingenua, q no se entera de nada, y una pobre chikane que sigue aguantandola, queriendola en secreto. decidí escribirla pero en un tono mucho más serio. Entre otras cosas porque keria hacer una larga y descriptiva violación

lean y comenten q x fin tengo publicado algo dond dice: finalizado: SIIIIII

Tu me amas, pero aun no te has dado cuenta, esa misma frase me repito cada noche, una y otra vez, de eso estoy totalmente segura, aunque ultimamente incluso empiezo a dudarlo, pero no, no puede ser, se que me quieres igual que yo a ti aunque aun seas incapaz de recordarlo, aunque todavía seas tan increiblemente torpe de no darte cuenta de mis gestos, mis palabras, de tu pasado y el mio, de todo lo que vivimos, todo lo que hice por ti, nuestro último encuentro, tus últimas palabras de amor, tu promesa de que nos encontraríamos y me reconocerias...

 

Y sí, nos encontramos, volvimos a reunirnos en esta nueva vida, hace ya más de un año. Fue aquella mañana, cuando ambas cruzábamos la calle, una frente a la otra. Inmediatamente te reconocí y a mi mente volvieron todos los recuerdos de nuestro pasado, todo, hasta el más mínimo detalle. Hasta entonces nunca había pensado en ti, había olvidado todo, pero al verte, supe quien eras en cuanto cruzamos nuestras miradas. Te abracé fuerte, sin importarme nada más y tu me correspondiste igual. Por fin te tenía de nuevo conmigo y desee que aquel momento fuera eterno. Pero cuando al fin nos separamos para mirarnos, cuando yo ya iba a besarte, me preguntaste quien era, pusiste ese gesto infantil y sonrojado que adoro, dijiste que me recordabas, de alguna forma me conocías pero no sabías de donde y aun así te emocionaste al verme y corriste a mis brazos sin dudarlo.

 

Aquello me dolió pero te comprendí ¿que importaba que no me recordaras todavía? teníamos toda esta nueva vida para compartirla, para darte tiempo, sólo era cuestión de esperar hasta que te dieras cuenta. Lo importante es que te había recuperado y nada me separaría de ti, ni tu misma aunque quisieses lo conseguirías.

 

Durante aquel primer encuentro no quise confundirte ni asustarte, lógicamente no podía contarte nada sobre nuestra vida como sacerdotisas, no quería que me tomaras por una demente. Simplemente te convencí de que me ocurría lo mismo contigo, no sabía de qué pero me resultabas tremendamente familiar y tu tan inocente y confiada como siempre, me explicaste donde habias nacido y crecido, a que colegio fuiste y por donde solías salir, pensando que tal vez, yo fui alguien conocida de tu infancia. No era así en absoluto, nunca hasta ese momento nos habíamos visto, pero te mentí y te seguí la corriente para que empezaras a confiar en mi y no te alejaras. Ese mismo día, te invité a comer, quería conocerte más y alargar al máximo el disfrutar de tu presencia.

 

Descubrí que tú, mi amada Himeko, estudiabas fotografía, tu gran afición en nuestra vida anterior seguía intacta. Trabajabas cada vez que podías haciendo retratos porque intentabas ahorrar para irte de tu casa, no estabas bien allí. Me contaste que vivías con tu madrastra y tu mirada se ensombreció, pero no me diste muchas más explicaciones por el momento. Te mudaste muchas veces de casa. No tenías muchos amigos, debido a tu tímidez. Y por lo que pude averiguar, parece que no había ninguna persona especial en tu vida. Rápidamente llege a la conclusión de que de nuevo, tu vida no había sido muy fácil ni cómoda y yo sentía otra vez que debía protegerte y cuidarte de todo y de todos. Te amaba igual que antes y cada vez que mi nombre salía de tus tiernos labios, mi corazón se sobresaltaba.

 

Creo q fácilmente me gané tu amistad y empezamos a vernos con mucha frecuencia. Tu cada vez confiabas más en mi, me dejabas conocerte mejor, o eso creías tu, porque yo ya sabía todo de ti, pero redescubrirte de esta nueva forma me encantaba, disfrutaba haciendote sonrojar y sacandote sonrisas y poco a poco, tus furtivas miradas se iban haciendo  más complices de las mias, lo que no hizo más que ilusionarme todavía más, amarte y desearte más que nunca. Llegó un momento en que nos veíamos casi a diario, yo solía ir a recogerte y pasábamos las tardes enteras charlando y paseando, ya sabíamos todo la una de la otra, entre nosotras no había secretos salvo el mio, salvo ese amor que me devoraba por dentro y que esperaba paciente a que tu me recordaras, siempre esperando.

 

Un día me enseñaste un album muy viejo, ni siquiera recordabas cuando lo compraste y apenas intuías donde hicistes aquellas fotos, era muy confuso para ti, pero para mi no tenía ningun secreto. Me enseñaste varias páginas donde aparecías tu sóla con un uniforme de estudiante en un jardín y sin darte cuenta, mientras pasabas las páginas, llorabas y te apretabas el pecho, como si te doliera. Yo te abracé y besé tu rostro. Te abracé de la misma forma que recordaba hacerlo en aquellas fotos, tratando de que tal vez así recordaras algo, pero de poco me sirvió, sólo te aferraste a mi pecho y me dijiste que te sentías muy triste pero no sabías el porqué. Yo quise contarte todo, pero no sabía si estabas preparada, si eso te ayudaría o más bien te asustaría asi que preferí callar y seguir esperando. Al menos tuve la certeza de que en verdad me amabas, sólo que aun no lo sabías, en el fondo nunca me habías olvidado. Lo que sí hice fue contarte, a modo de leyenda, nuestra propia historia, te hablé del Orochi, de dos sacerdotisas, del templo en la luna, de casi todo. Y tu me escuchabas espectante, como una niña pequeña embobada con viejas historias, pues aquello no tuvo mayor efecto en ti que tomarlo como eso, una vieja historia sin ningun sentido. Aunque yo me esforzaba y no obtenía nada, nunca perdía la esperanza, no importaba seguir a tu lado sin nada mas que tu amistad, porque al menos estaba cerca de ti, por el momento, soportaba conformarme con ello.

 

Después vino un gran cambio para ambas, que a mi me llenó de alegría, una tarde me comentaste que ya querías independizarte y habías ahorrado lo suficiente para vivir por tu cuenta, querías que te ayudara a elegir donde vivir y esa era la oportunidad perfecta para tenerte conmigo siempre. Me contaste más sobre la dificil vida con tu madrastra, te emocionaste y lloraste y yo como siempre actuaba como tu paño de lágrimas, papel que asumí con gusto aunque hoy por hoy detesto ser eso para ti. Después conseguí convencerte de que vivieras conmigo y al final, aunque con mucha pena, aceptaste. En una semana te instalaste totalmente en mi casa. Tu habitación era contigua a la mia, y más de una noche sólia contar mentalmente los pasos que había de mi cama hasta la tuya. Pero nunca me atreví a nada contigo, te respetaba demasiado, tu inocencia y pureza me parecían algo demasiado sagrado para estropearlo, tenías que ser tu quien vinieras a mi. Y de hecho lo hacías, más de una noche dormias conmigo, te refugiabas en mi pecho cuando tenías miedo y yo te hablaba hasta que te quedabas dormida, despues me quedaba observandote descansar plácidamente, mientras luchaba contra mis propios instintos de tocarte y besarte, esta vez no quería besos robados, quería que estuvieras conforme y consciente desde el principio.

 

Un día todo empezó a cambiar, mi paciencia y mi amor se fueron transformando poco a poco, en algo que ahora me cuesta controlar, en esta ira que va a explotar en cualquier momento. Aquel día estabas más contenta de lo normal, incluso no parabas de tatarear una cancioncilla infantil absurda, que al principio me hizo gracia, pero al saber el motivo, empecé a aborrecer. Llegaste con una sonrisa radiante, pero diferente de las que ponías conmigo. Sin embargo te hacía ver aun más hermosa. “Chikane Chan, Chikane Chan” no parabas de repetir mi nombre como de costumbre “hoy conocí a alguien muy especial” mi expresión debió cambiar exageradamente porque inmediatamente te hacercaste a mi preocupada y tocaste mi cara, pensabas que estaba enferma. Yo me recompuse lo mejor que pude, y te pedí que siguieras contándome mientras fingía alegría y entusiasmo por tu felicidad ¿Qué otra cosa podía hacer? Tenías un pretendiente, un payaso adulador que no paraba de cortejarte en clase y al parecer había conseguido llamar tu atención, tanto así, que el fin de semana tendrías una cita con él. Y yo que te estoy dando todo, todo mi tiempo, toda mi atención, mi cariño, mi comprensión, todo cuanto soy y apenas tengo nada...Por supuesto, desde tu dependencia y falta de iniciativa, me preguntabas si me parecía bien, si no sería precipitado salir con él. De nuevo, parece que la historia se repite y alguien más quiere arrevatarme a mi Himeko. Fui una estupida al no impedir que te fueras con él desde el principio, pero no quería coartar tu libertad, debías ser tu, por ti misma, la que me quisiera. Al fin y al cabo ya me quieres, ya me necesitas, siempre me estas buscando y llamando cuando no me encuentras y por supuesto, en tu interior ya me amas.

 

Un día llegaste muy seria y fuiste directamente a tu habitación, casi igual que en la vida anterior, sólo que esta vez no llorabas. Estabas seria, tratando de asimilar lo ocurrido “ Chikane Chan, hoy me ha dado mi primer beso” tu sonreíste al terminar la frase mientras que yo sentía como mi corazón dejó de latir por unos segundos. Después me abrazaste, como si quisieras que yo compartiera ese ridículo momento especial ¿ El beso con ese miserable no te ha echo recordar los mios? ¿Qué tienes en esa hueca cabeza? Al despedirme de ti, me encerré en mi habitación y lloré amargamente, a la mañana siguiente traté de olvidarlo y empecé a pensar de una vez por todas en cómo hacerte recordar, quizás tenga que llevarte a los lugares donde viviamos. Al día siguiente volviste a abrazarme porque tenías que agradecerme tantas cosas... “Gracias Chikane Chan sin ti no se lo que haría” “Gracias a ti no tengo miedo de conocer a nadie, tu haces que sea más fuerte” Es cierto, tal vez debería anular la poca personalidad que tienes, someterte a mi y hacer que temas el hablar o mirar a nadie que no sea yo.

 

Después, se te ocurrió la maravillosa idea de traer a tu recien estrenado novio a nuestra casa, no se porqué tenias tanto entusiasmo en que yo le conociera ¿Acaso crees que soy tu hermana mayor y que tengo que darle mi aprovación? ¿Me ves así Hímeko, tal vez como a tu madre? Nunca pasé una peor tarde que aquella, recuerdo cómo, mientras charlábamos los tres, él se dedicaba a tocar tu pierna y a acariciar tu espalda, cómo tu te sonrojabas pero a la vez le sonreías y despues buscabas mi mirada, sonríendome a mi también, como si aquello fuera divertido, y a mi, lo que relamente me parecía divertido sería matarlo a él y que tu lo vieras.

 

Cuando al fin nos quedamos solas, corriste hasta mi para que te contara lo que me había parecido ese inepto. “Chikane Chan, Chikane Chan” otra vez repitiendo mi nombre sin parar con ese maldito tono infantil está empezando a molestarme, pero estoy segura de que si lo repites mientras gimes, me gustará mucho más. Te expliqué que no me agradaba cómo te tocaba, que me parecía arrogante y fanfarrón pero que por lo demás, era un tipo normal. Tu decías que era guapisimo y yo reí al compararlo conmigo, porque me parecía un desecho. Me dijiste que te hacía reir y te protegía ¿Es que eso no lo hago yo estupida? “Creo que él es esa persona especial que estaba esperando” sentenciaste finalmente, sin darte cuenta que con cada palabra me hundías más. Suspiraste y te despediste con un abrazo, pero ya no me gustó que me tocaras, empezabas a parecerme una desconocida. Sólo te sonreí de medio lado y tu tan contenta te fuiste a dormir, sin darte cuenta de nada, como siempre.

 

Hace un par de semanas te invité a un viaje muy especial, tu por supuesto aceptaste, siempre aceptas cualquier cosa que venga de mi, eso no lo puedo negar, me pregunto si también  aceptarías de buena voluntad que empezara a tocarte... El caso es que te agarras a mi brazo y ya no me sueltas, pero es una lástima que yo ya no me conformo con eso. Nuestro destino era Mahoroba, nuestra antigua aldea de aquella vida anterior, estaba segura que visitar esos lugares te harían recordar y empezarías a sentir algo de lo que yo siento. Recorrimos todo el lugar y tu parecías disfrutar mucho de las vistas, la mansión que una vez fue mi hogar, esta vez no existía, pero todo lo demas permanecía idéntico, tal y como yo lo recordaba, por momentos sentía que apenas podía contener las lágrimas, tantos recuerdos venían a mi, tantos momentos contigo... pero mantenía la compostura porque tu caminabas a mi lado sonríendo. Para mi sorpresa, el instituto Ototachibana existía y decidimos ir a visitarlo, tu como algo común, yo palpitando por dentro por volver a aquel lugar tan lejano y a la vez tan familiar, tan  importante para nosotras. Pude percibir como en tu rostro, esa expresión de alegría se iba transformando en otra más seria y pensativa, apenas hablabas, solo caminabas despacio, observando todo con atención, yo no te dije nada, tan sólo te seguí. Recorrimos las interminables escaleras, visitamos el edificio, algunas clases, la pista de tennis donde te detuviste varios minutos con gesto melancólico, creía que de un momento a otro empezarías a recordar y yo tan sólo me acerque y te abracé por la espalda con suavidad, hundiendo mi cabeza en tu cuello para inundarme de tu aroma, tu echástes tu peso sobre mi y te dejaste abrazar, estabas tan callada “¿Porqué me has traido aquí?” “Me siento extraña” susurraste pero no supistes decirme el porqué pese a insistir y darte pistas, nada de nada, tu cabeza es tan dura como el suelo de esa pista que tanto miras. Pese a todo, pensé que ibamos por buen camino y al fin te lleve a nuestro lugar secreto, segura de que ese lugar despertaría algo fuerte en ti. La entrada permanecia oculta y en el mismo lugar donde la recordaba y al fin allí nos encontrábamos, en nuestro antiguo jardín de las rosas que permanecía intacto e identico. Yo me abrumé al estar de nuevo alli, tantos sentimientos y momentos juntas tan vivos... me apoyé contra el árbol y empecé a llorar en silencio, aquí solía pasar los mejores momentos de mi vida anterior, aquí podia verte y hablarte sin que nadie nos molestara. Aquellos encuentros eran los mejores momentos de mis días. Pero tuve que salir de mis pensamientos porque te oía llorar y te encontré sentada bajo el árbol, justo al otro lado, agarrándote el pecho. Me senté a tu lado y te abracé con esperanzas de que al fin me dijeras algo, se que algo sentías, llorabas, te dolía, pero aun así nada, te sentías impotente porque no entendías tu comportamiento pero nada más. Rápidamente relacionastes aquel lugar conmigo, me dijistes que sentiste algo parecido cuando nos encontramos aquel día por la calle, y que igual que conmigo, lo conocías pero no podías identificarlo ¿Cómo no podías darte cuenta de nada? Estabas tan frustrada que no parabas de llorar y preguntarme porqué estábamos allí, porqué te habia llevado y no te daba ninguna explicación. Limpié tus lágrimas con mis manos y traté de calmarte, yo también lloraba pero como siempre, parece que tu eres la única que sufre, la unica que necesita consuelo y cariño y yo tengo que ser la fuerte, aunque por dentro esté mil veces peor que tu. Iba a contarte nuestra historia, no sabía como pero tenía que arrojar algo de luz a tu confusión. Te recordé el cuento que te conté una vez sobre unas sacerdotisas, te dije que eso tenía que ver con nosotras, tu callada me escuchabas, con la cabeza gacha y la mirada perdida. Te dije que nos conociamos de antes, de hace mucho tiempo, que solíamos venir aquí las dos solas, que tu vida y la mia estaban ligadas, sólo te daba pequeños retazos de nuestra historia; pero de repente te levantaste y me miraste indignada, con furia, como no te habia visto nunca “Cómo puedes burlarte de mi de esa forma Chikane Chan” fue lo primero que dijistes “Me ves llorando y tu me vienes con cuentos de niños para consolarme” Nunca te había visto enfadada y menos conmigo, era realmente incómodo que el resto del día apenas me dirigieras la palabra y ni me miraras, pero más incomodo, más insoportable, más desquiciante es que tú, el amor de mi vida, de esta y de todas las demas, seas incapaz de recordarme, ¿Acaso no eres tu realmente Himeko? ¿Es que en esta vida eres mas inutil aun que en las demás? A la vuelta, cuando las dos ibamos en el coche, parecías más calmada y de nuevo comenzabas a sonreír, mi pesada broma segun tú, estaba perdonada y el indagar sobre el porqué de estos sentimientos extraños, te producía demasiado dolor, asique como si tal cosa, me dijiste que no pensarías más en el tema, definitivamente eres una tarada mi querida Himeko y nada de lo que he hecho a servido. Pero todavía me queda una idea, la más oscura de todas y sin embargo la que más deseo, ultimamente hasta creo que no he querido que recordaras para al fin verme obligada a forzarte de nuevo, eres tu la que me está empujando a ello con tu indiferencia y dejadez. Se que con aquello no ayudé a que supieras quien era, pero sí conseguí que dependieras aun más de mi y sobre todo conseguí tu cuerpo, realmente me estoy empezando a dar cuenta que eso es lo que mas deseo de ti, lo demás es bastante inutil...

 

Después de ese viaje empezastes a ver más a esa piltrafa de novio tuyo y cada vez volvias más tarde, sé que sus caricias cada vez son más profundas y dentro de poco querrá acostarse contigo, lo sé por que es obvio y porque tu eres tan ingenua que siempre me describes hasta el más mínimo detalle de tus citas, como si fueran algo interesante y romántico... a mi m dan náuseas ¿Cómo puedes dejar que alguién que no sea yo te toque, que alguien te acaricie y te bese? Desdeluego no permitiré que te acuestes con él.

 

Ayer llegaste como otro día más, canturreando por toda la casa y buscándome, repitiendo incesante mi nombre, con ese tono que empieza a martillear en mi cabeza, me cuentas que tal fue tu día, aunque la verdad que a mi cada vez me interesa menos la forma en que te dedicas a perder el tiempo en tonterias, yo asiento a todo cuanto dices pero realmente no te presto atención, luego te pones a ojear un album lleno de fotos nuestras, no paras de alabar lo bien que salimos en ellas, en especial yo, segun tu soy perfecta pero ya no sé como tomarme eso, soy perfecta pero no te fijas en mi, eres tan absurda... De nuevo empiezas a hablar de tu querido novio, que asco, resulta que ese payaso te a propuesto vivir juntos, pero tu no estás por la labor, te gusta mucho pero no le quieres, eso antes me animaba, ahora me da igual, tu mente es tan pobre que importa poco lo que quieras o más bien creas querer “Yo quiero vivir más tiempo contigo Chikane Chan, no quiero separarme de ti” Me dices con ese tono extremadamente dulce y por un momento me haces estremecer pero rápidamente vuelvo a la realidad, seguimos hablando como si tal cosa, tu estás preocupada, porque no quieres que él se sienta rechazado, pobrecito, te duele que se moleste y de repente a tu cabeza hueca llega una increible idea, cosa que sueles tener en contadas ocasiones “haré un viaje con él” Claro y también te revolcarás con él cuando estéis en el hotel “le llevaré a Mahoroba Chikane Chan” Dices levantándote del sofá, como si fuera un gran plan, espero que no te atrevas “Quiero compartir ese lugar tan bonito con él” Eres una perra “ese jardín de las rosas le encantará” Debería matarte “nos haremos muchas fotos, pasaremos un día genial y así no se enfadará cuando le diga que no quiero vivir con él” Nunca vovlerás alli si no es conmigo, me iba a levantar e ir hacia ti, te haría cualquier cosa, ya no tenía ningun control, pero justo saliste corriendo sonriendo, ignorándome, ibas a llamarlo y a proponerle el interesante viaje. ¿Es que tengo que matarme o matarte para que durante esos ultimos minutos de agonia me digas que me amas? ¿Sólo ahí te vas a dar cuenta? ¿sólo así me dejaras probar tus besos? ¿Voy a tener que repetir los mismos actos de la ultima vez?   

 

Ya he llegado al punto en que tu infantilisimo me aturde, tu torpeza me enfurece, tu exagerada inocencia me desespera y  tu mala memoria me destroza. Quizas nunca me amaste de verdad, no como yo y por eso eres incapaz de recordarme. O quizas necesitas que te demuestre quien soy y lo que puedo hacerte. Quizas necesites que repitamos aquella noche. Hubo un tiempo que me arrepentía de lo que te hice y me sentía despreciable, pero ahora... me doy cuenta de que lo disfruté terriblemente, no puedo evitar sonreír al recordarlo y sé que tu también lo disfrutaste, sino no habrías vuelto a mi, no habrías dormido conmigo y no te atreverías a tocarme, quiza si lo repetimos vuelvas a comportarte igual de complaciente y ya no quieras alejarte de mi nunca más. Sea como sea, no permitire que hagas ese estúpido viaje ni que manches mis recuerdos con la presencia de ese bastardo. Segun tu estupida percepción de las cosas, él fue el primero en besarte, que ridículo me suena, pero desdeluego no será el primero en tomar tu cuerpo, te aseguro que esa primera vez será conmigo y no la olvidarás. 

 

Es cierto que del amor al odio hay un paso, aunque creo que el amor está sobrevalorado, esto más bien es deseo, mi amor se ha convetido en odio y te odio porque te amo, porque eres tan adictiva que no puedo alejarme de ti aunque quizá es lo que debiera hacer pero no, no quiero hacerlo, eres mia y de nadie más, no voy a permitir que nadie salvo yo se acueste contigo, nadie verá tu cuerpo desnudo más que yo. Con nadie irás de viaje más que conmigo.

 

Esta noche todo va a cambiar, mi Himeko, no sabes cuanto he esperado este momento y esta vez nadie presentirá tu miedo y tu dolor, nadie oirá tus gritos, de nuevo tendremos una noche para nosotras solas. Hoy seré el verdugo y  tu mi víctima:

 

-          Gracias por venir a recogerme Chikane Chan – me dices mientras te subes con delicadeza a mi coche, ya estás dentro de la jaula.

 

-          Como no iba a hacerlo – te digo sonriendo – y menos cuando ya es casi de noche – te sonrojas como siempre que te digo algo amable pero ya me es indiferente.

 

-          ¿Ya vamos a casa? – me preguntas curiosa, podría decirte que si porque espero que a partir de hoy consideres mi cuerpo como tu casa.

 

-          No, hoy tenemos planes – te digo misteriosa, para dejarte con la duda.

 

-          ¿Qué planes Chikane Chan? – me preguntas de nuevo, ahora ilusionada.

 

-          Es una sorpresa – te digo apróximandome y mirándote de frente.

 

-          ¿Has bebido? – me preguntas sorprendida, antes no lo hacía nunca, pero ultimamente estoy abusando un poco, total que importa, hoy abusare de lo que de verdad me interesa, tu.

 

-          ¿Y tu te has arreglado especialmente para la ocasión? – te pregunto yo también al darme cuenta de que hoy vienes con un vestido especialmente corto y ceñido, lo unico que consigues asi es que cada vez tenga más ganas.

 

-          ¿Te gusta?

 

-          Demasiado... – digo apartando la mirada y centrándome en la carretera, primero debemos de alejarnos de la ciudad y las posibles molestias.

 

-          A él tambien le gusta – dices coqueta. Dame más motivos para que no tenga ningun tacto contigo.

 

-          ¿Así que hoy también le viste? – trato de disimular

 

-          Aja... – dices mirando por el retrovisor – ¿Dónde vamos? Estamos saliendo de la ciudad

 

-          Te dije que era una sorpresa Himeko, haz el favor de callarte y dejarme conducir tranquila.

 

-          Lo siento... – dices tan sumisa como siempre, siempre pareciendo la víctima.

 

Nuestro nuevo rincon del amor, como acabo de bautizarlo, está un poco lejos y la carretera se aparta de la autopista, pero es un sitio ideal, no creo que alli te atrevas a salir del coche ni que nadie nos estropee el intenso encuentro. Me estoy impacientándo asique trato de ir lo más rápida posible. Estamos cruzando por un camino de tierra que atraviesa el bosque, cada vez vamos más lejos de todo. Ahora toca subir montaña arriba, alli no espera un bonito claro, con unas magníficas vistas, Himeko, algún dia me agradecerás que haya escogido ese lugar tan hermoso, aunque lo elegí por solitario no por romántico.

 

-          Puedes ir un poco más despacio Chikane Chan... – me dices suave, todavía te sientes triste porque hace un momento te mandé callar, asi eres de sensible...

 

-          No Himeko, quiero llegar cuanto antes.

 

-          Fuera está muy oscuro – dices encogiéndote en el asiento.

 

-          Lógico ¿Quieres que pongan luces en los arboles? – tengo que subir la música para que no sigas hablando, todavía sigo sintiéndome algo culpable y responsable cada vez que te veo así de indefensa, pero eso no cambiará mis planes.

 

Al rato por fin llegamos, aparqué el coche y salí un poco a echar un vistazo por la zona, el otro día vine aquí de día, pero ahora de noche, me parece un mirador espectacular, la ciudad se ve abajo a lo lejos, llena de pequeñas lucecitas que no nos molestarán y sobre nosotras, la bóveda celeste está llena de estrellas y de una inmensa luna llena que serán las unicas testigos de tu primera noche como mujer, gracias por iluminarnos, asi podré ver su cuerpo mejor.

 

-          Himeko ¡ven! – te digo mirando hacia el coche, te has quedado dentro, supongo que te dará miedo salir.

 

-          Está muy oscuro – dices asomando la cabeza por la ventanilla, parece que no te atreves a más.  

 

Si tu no vienes a mi, me tocará ir a buscarte.

 

-          ¿No quieres salir a ver las estrellas? – te preguntó abriendo tu puerta – ésta era la sorpresa Himeko, pensé que te gustaría...

 

-          Bueno... – sales temerosa, pero rápidamente te agarras a mi y vas tomando confianza.

 

-          Vámos – te cojo de la mano y te llevo un poco más adelante, cerca del borde para que puedas admirar mejor el lugar mientras yo admiro mejor mi paisaje particular, tu.

 

-          Wow... – dices asombrada, sujeta aun de mi brazo  - esto es precioso

 

-          Igual que tu – te giro para ponerte frente a mi.

 

-           ¿Cómo encontraste esto? – dices sonrojandote.

 

-          Buscaba un lugar íntimo... – te empiezo a agarrar de la cintura para sentirte más cerca.

 

-          ¿Íntimo? Para que... – parece que no entiendes o no quieres entender.

 

-          Para nosotras dos... – mis manos empiezan a recorrer tu cintura y espalda y tu sólo me miras sorprendida – Himeko ¿Me quieres? – te acerco completamente a mí.

 

-          Claro que si... – dices tímida y confusa por mi trato y mi cercanía.

 

-          ¿Cuanto? ¿Más que a él? – te hablo casi rozando tus labios, estar tan cerca de ti, sentir tu aliento sobre mi boca me empieza a enloquecer.

 

-          Chikane chan... – tratas de hablar pero las palabras se ahogan antes de salir, parece que no entiendes.

 

-          ¿Cuanto me quieres? – vuelvo a preguntar antes de perder el control.

 

-          Mu... mucho... pero... no entiendo... – apenas te mueves, me pregunto si cuando el te abraza también te quedas así de estática.

 

-          Yo también – voy a acariciar tu rostro, mis pulgares bajan hasta tus labios y empiezo a rozarlos con delicadeza, muero por descubrir su sabor –. No sabes cuanto te quiero... ni cuanto te amo – termino casi en un susurro y comienzo al fin a probar tus labios, tu sigues sin moverte, lo cual me facilita la tarea, te empiezo a besar con más empeño, ligeramente muerdo tu labio inferior, estiro y voy tratando de introducir mi lengua, por fortuna tienes la boca entreabierta y yo el camino libre, al fin puedo saborearte y me gusta más de lo que recordaba, paro un instante para mirarte y tu sigues ahí, entre asustada y asombrada, con los ojos abiertos y sin reaccionar, pero veo que estás empezando a derramar unas cuantas lágrimas, no me importa, es más, me hace gracia que hasta para esto tardes en reaccionar. Sigo besándote y acariciando tu cuerpo, me encanta tu calidez, pero al fin tienes que interrumpirme “Chikane Chan...” me retiras empujando mis hombros, con cara de susto “esto no está bien... para...”  pero yo te vuelvo a acercar a mi y devoro tu boca. Entonces empiezas a forcejear, parece que al fin empieza lo interesante.

 

-          ¡Chikane Chan por favor! – me miras incrédula, tratando de apartarme de tí inutilmente – ¡¿Que te pasa?! ¿Porqué haces esto?

 

-          Porque te quiero... – te contesto con una amplia sonrisa -, y esto te hará bien a ti, voy a hacer que me recuerdes... – te vuelvo a besar aunque ya no hay manera de que te dejes, no paras de moverte, de evitarme y de empujarme mientras no paras de llorar, asi gastarás tus energías rápidamente, mejor para mí.

 

-          ¡Por favor detente! – sigues gritando cuando caes al suelo conmigo prácticamente encima – ¡Perdoname si hice algo mal, perdoname pero para Chikane Chan por favor! – otra vez te haces la víctima, la responsable de todo, pero eso no me detendrá.

 

-          ¡Estate quieta de una vez! – te digo agarrándo tus muñecas con una mano, mientras que con la otra voy desabotonando tu vestido – No es la primera vez que te hago esto, veras cómo enseguida te vas a acordar...  – te explico mientras voy mirando con avidez como se empieza a mostrar tu pecho, sólo en sujetador, pronto lo quitaremos. Tu pequeño y firme vientre me embelesa y empiezo a besarlo con dedicación, rodeo tu ombligo y voy subiendo poco a poco, quiero saborear cada centímetro de ti, respiras tan agitada que siento tus latidos y como tu cuerpo sube y baja, arqueándose cada vez que sientes mi roce, supongo que ahora es de miedo, de rechazo, pero pronto será de placer. Mi otra mano ya está jugando con uno de tus pechos y pronto se introduce por debajo de la tela que lo cubre, tu das un pequeño grito desgarrado, que se ahoga entre tus lloros, pero eso sólo sirve para excitarme más. Alzo la mirada para observarte por un momento, estás tan roja por el esfuerzo, tan apenada porque te toque así, puede que ahora me odies, pero más tarde me lo agradecerás, no querrás que nadie más te toque y te mire de esta forma.  Tu pequeño y perfecto pecho es tan suave al tacto, tan cálido y excitante que no puedo seguir perdiendo el tiempo y necesito verlo, a los dos, desnudarlos, tocarlos con ambas manos y saborearlos. Libero tus manos y empiezo a tirar con fuerza del sujetador, trato de desabrocharlo primero, pero tu no paras de retocerte, y ahora que te he soltado te sientes com más fuerzas, me encanta como luchas y gritas, como tus palabras de súplica se ahogan en tu llanto, como a veces toses desesperada por el sobreesfuerzo que estás haciendo tratando de liberarte de mi y  yo sólo tengo deseos de dominarte, de poseerte, de hacerte mia de una vez, de hacerte recordar y ahora te aseguro que dejare tan marcado tu cuerpo que nunca más me olvidaras. Al fin te rompo y arranco el maldito sujetador y lo lanzo lejos para que no vuelvas a cubrirte, ya estamos un paso más cerca de hacerte mia, tu dejas de luchar contra mi e instintivamente te cubres los senos, eres tan adorable... me miras con espanto, con súplica, con la respiración entrecortada y tomando cortos e incesantes soplos de aire que apenas llegan a tus pulmones, estás tan nerviosa que parece que ni recuerdas cómo hay que respirar.

 

-          Déjame aliviar tu tension... – te digo suave, la verdad que empiezo a sentir algo de remordimientos -, esto a mi también me duele – te digo cerca de tu rostro iba a besarte pero te veo sufriendo tanto que no me siento capaz, tienes la mirada perdida y aterrorizada y me preocupa lo entrecortado de tu respiración.

 

Me incorporo un poco para dejarte tomar aire y que puedas relajarte por unos instantes, no quiero que tengas un infarto, durante un momento me quedo pensativa, con dudas, tu aprovechas para escabullirte, como puedes te levantas y yo te lo permito, te cubres y te alejas de mi, mirándome aun aterrada, pero nisiquiera sales corriendo, retrocedes despacio, como conmocionada, parece que estas dandome tiempo para que te alcance. De todas formas, tenemos toda la noche, no tienes sitio donde esconderte y creo que meterte en el bosque te da más miedo que yo misma.

 

-          Himeko ven – te digo con un tono neutro mientras me levanto y avanzo unos pasos hacia ti, todavía me siento algo culpable.

 

-          ¡No! ¡Chikane Chan por favor! ¡Basta ya! – dices retrocediendo – ¿Qué te pasa? ¿Porqué haces esto? ¡Yo no te he hecho nada! – vuelves a llorar.

 

-          ¿Qué no me haces nada? – no soporto que siempre quieras parecer la víctima asique voy avanzando hacia ti para hacerte entender -, no sabes cuanto daño me estas haciendo, no sabes como duele tu desprecio, como duele que me dejes sola de nuevo, que no me recuerdes, que te beses con ese desgraciado... – de nuevo estamos frente a frente.

 

-          Yo soy tu amiga, nunca te he dejado sola  - dices retrocediendo más pero te topas con el coche y tienes que detenerte y enfrentarme - No sé que quieres que recuerde si no me ayudas, no me dices nada.

 

-          ¡¿Que no te ayudo?! – de nuevo estas haciendome enfurecer – he hecho todo lo posible... – te agarro por las muñecas -.  Y tu me lo pagas saliendo con el primero que se cruza en tu camino.

 

-          ¡Ojala él estuviera aquí ahora! – no debiste decir eso...

 

-          ¡Eres una perra! - te empujo contra el coche furiosa y sólo tengo ganas de golpear tu cara con todas mis fuerzas, cierro el puño y lo lanzo hacia ti, pero en el último momento me arrepiento y mi mano se estrella contra la ventanilla del vehiculo, se rompe y mis nudillos empiezan a sangrar abundantemente, ambas nos quedamos mirandola, por un instante parece que tu te preocupas y quieres mirar que esté bien, pero rápidamente te detienes y vuelves a estar estática – ¿Ves lo que consigues Himeko? ¿Te das cuenta del daño que me haces? No ves como yo te quiero y tu me ignoras.

 

-          Si me quisieras no harias esto...

 

-          Te quiero más de lo que imaginas – digo mientras acaricio su cara y la mancho con mi mano ensangrentada, es un poco sádico pero comienza a incirtarme -. Si tan sólo pudieras recordarme... si supieras que tu también me amabas – digo perdida en tu mirada, acercandome de nuevo y hablandote en susurros.

 

-          No se que tengo que recordar, pero dudo que pudiese amar a alguien que me hace esto... – miras tu cuerpo semidesnudo-. Has perdido la cabeza – ahora me hablas más valiente, parece que crees que ya no te haré nada, pero te equivocas, esto es tan sólo un breve descanso.

 

-          ¿Crees que el miserable de tu novio no desea lo mismo que yo te estoy haciendo esta noche?

 

-          No lo creo, no así... y creo que tu tampoco Chikane Chan – tratas de ponerte dulce, coges mi mano herida -, podemos solucionarlo, sé que tu no eres asi... no quieres esto...

 

-          No – me suelto, no me vas a convencer con esa cara de inocente - , lo quiero así, justo así y ahora mismo – y de nuevo mis manos empiezan a tocarte, bajo por tu cintura y te agarro el trasero por debajo del vestido, te levanto un poco y me pego a ti.

 

-          Chikane Chan por favor... – vuelves a resistirte y yo te beso pero como me lo pones tan dificil y no paras quieta, decido lamer y morder tu cuello.

 

-          Tu me amas...

 

-          No ¡No te amo!  - vuelves a herirme con tus palabras y en esta situación no deberias hacerlo -Te odio, ya ni siquiera me importas – lloras con mas intensidad mientras haces fuerza, no sabia que eras tan resistente, pero me gusta.

 

Sigo bajando, no me voy a detener, mucho menos si dices que ya ni siquiera te importo. Al fin empiezo a probar tus pechos, con facilidad evito tu forcejeo y quito tus manos de mi tesoro, tus pezones rápidamente se han puesto duros y yo los lamo y succiono, no puedo con los dos a la vez asique mis manos los tocan, los acaricican y aprietan, podría ser más delicada pero me gusta que te quejes, aunque sólo lo justo. Tu no paras de empujarme y empiezo a cansarme de estar de pie y casi tener que sostenerte a la vez que te toco, la cara empieza a escocerme porque me has arañado varias veces tratando de retirme de ti. Asique decido meterte en el coche como siempre por la fuerza, y una vez que estamos dentro, cierro y echo los pestillos para que no se te ocurra huir, escondo bien la llave y me abalanzo sobre ti, estás en el asiento del copiloto y yo encima de ti, ahora me toca desnudarme a mi, cada ves tengo más calor y necesito sentir tu cuerpo desnudo bajo el mío. Tu sigues llorando y pataleando, empiezas a dar puntapies al cristal pero nunca romperas ese vidrio, los parabrisas son muy fuertes para ti mi pequeña Himeko. Que absurda e irresistible es tu débil resistencia. Yo ya estoy en ropa interior, y ahora me toca seguir desabotonando tu vestido, solo me queda desnudarte por abajo. Mis manos te han recorrido tanto que estas rmanchada de mi roja sangre por todas partes. “¡Chikane Chan detente por favor!” sigues insistiendo y como tratas de salir de debajo mio empiezas a moverte hacia atrás, justo hasta los asientos traseros, donde el espacio es mucho más amplio y podré hacértelo más cómodamente, pero que lista eres mi amada Himeko. Yo te sigo y me tumbo totalmente sobre ti, quizas puedas sentir como mi entrepierna está palpitando por ti. Te vuelvo a besar los labios que ya los tienes tan inchados y rojos como el intenso color de mi sangre sobre tu piel, tu cuello, tus pechos, tu vientre, ya los he conocido bastante, ahora deseo alcanzar zonas más íntimas y sin dudarlo empiezo a bajarte lo unico que queda cubriéndolas, tu empujas mi cabeza hacia atrás, hacia los lados, quieres evitar a toda costa el contacto, pero pronto desearas todo lo contrario y me empujaras hacia tu interior. Voy besando tus muslos con esmero, apurando al maximo aquel momento y poco a poco me acerco más a tu intimidad, sigo besándola y empiezo a introducir mi lengua, palpándolo todo con empeño, quiero saborearte, casi puedo sentirte encogida pero pronto aflojarás, de echo ya lo estás haciendo, te siento más relajada y ya no opones tanta resistencia, ya no me empujas, sólo tienes los brazos tendidos a cada lado de tu cuerpo. Sé que empieza a gustarte y no pienso parar, cada vez introduzco más mi lengua y ya puedo sentir tu húmedad, cada vez mas abundante, ahora sé de verdad como es el sabor de mi adorada Himeko. Incluso podría asegurar que te mueves un poco, al compás de mis lamidas. Sigues llorando pero el tono es diferente, creo que gimes pero intentas disimularlo. Yo sigo besandote y lamiendote ahora a un ritmo imparable y tu, supongo que sin ser consciente, me estás agarrando con tus manos mis brazos y los aprietas mucho. Está claro que lo estás disfrutando y dentro de poco terminarás viniéndote, eso es lo que más deseo y es justo lo que voy a provocar. Por fin lo haces y un gemido largo y entrecortado sale desde lo más profundo de tu garganta, ya no podías contenerte ni reprimirlo. Me tumbo de nuevo sobre ti, quiero observar tu cara de satisfacción y aunque trates de evitarme y disimular veo que tu expresión es distinta, mientras te miro y te beso empiezo a rozarnos ahi abajo. Tu no me miras ni me correspondes, pero ya no luchas contra mi, ahora más bien te dejas hacer y eres incapaz de mirarme a los ojos porque estás muy avergonzada de haberlo disfrutado.

 

-          Para ya por favor... – me dices al fin sin mirarme -. Ya has hecho lo que has querido – tu tono suena a resignación.

 

-          Todavía no te he  hecho mujer mi amor - te digo susurrandote y besándote detrás de la oreja y enseguida mi mano empieza a descender acariciando tu cuerpo pero sin detenerse demasiado hasta llegar a su destino.

 

-          No lo hagas por favor – me miras suplicándo, tienes los ojos rojos he inchados pero no lloras, parece que ya no te quedan lágrimas o que esto realmente te está gustando.

 

-          ¿Me amas? ¿Sabes ya quien soy? – le digo mientras mis dedos juegan con su entrada y ella se encoje al sentir mi presencia ahí.

 

-          No... no te amo... no recuerdo nada de ese pasado – me lo dices mirándome desafiante, no sé qué significa esto, si me mintieras podrias convencerme para parar y tal vez podrías marcharte esta noche siendo todavía virgen, pero así sólo me incitas a seguir. No se si es que eres masoquista, tremendamente sincera, idiota del todo, o quieres que te haga mia de una vez.

 

-          Bien – digo después de besarte – entonces será mejor que te quedes quieta sino quieres que duela demasiado.

 

Empiezas a encojerte cuando notas como empiezo a enterrar dos de mis dedos dentro de ti, sé que es molesto, pero estás lo suficientemente mojada como para continuar. La verdad esque estoy siendo bastante cuidadosa y avanzo despacio por tu interior, entrando y saliendo casi con dulzura, tu te encojes y te aprietas contra mi, “Chikane Chan me duele” Sé que es molesto pero tienes que aguantarlo un poco, me sigues diciendo que me detenga mirándome  a los ojos directamente, suplicandome con esa mirada, pero es inútil y yo callo tus palabras besándote antes de que intenten salir. El calor que desprende tu interior cada vez me excita más y necesito entrar en ti mas hondo y mas fuerte, en tu cara se empieza a dibujar una mueca de dolor, “Me haces daño” Vuelves a lloriquear y a agarrate a mi, como si así mitigaras el dolor, mientras yo disfruto de la textura de tus pechos contra mis labios y mi lengua. Al fin siento que mis dedos entran y salen libremente y decido meter otro más, ahora eres toda mía. Tu cada vez te aprietas más contra mi, ahora pareces más relajada y yo estoy centrada en moverme dentro de ti, mientras observo atenta tu cara, miro intensamente tus ojos violeta y beso tu boca entreabierta, parece que de nuevo empiezas a jadear, veo como tu gesto cambia a una mezcla de placer y dolor y te sonrojas al ver como te miro pero no puedes evitar disfrutar de lo que te estoy haciendo, puede que de verdad me odies, pero sé que te está gustando. Mi respiración también es acelerada, pero esque tocarte y verte de esta forma, sentir como empiezas a disfrutar y como te hago gemir me vuelve loca. No paro de besarte y a veces llegas a corresponderme, supongo que en medio de ese extasis no te das mucha cuenta, pero tus labios me corresponden tímidamente y me miras intensamente de la misma forma que yo lo hago, despues te empiezas a agitar, a respirar más rápido y a gemir más fuerte, te agarras más fuerte contra mí y hundes tu cabeza en mi cuello y finalmente te hago tener un orgasmo, quizás más placentero que el primero. El verte así hace que yo tambien llege al climax y me recueste sobre tu pecho unos instantes, para recuperar el aliento. Lentamente saco mi mano y la observo, ya no sé de quien es esa sangre, si tuya mia o una mezcla de las dos. tu no dices nada, simplemente me dejas descansar sobre ti y noto como tu respiración se ha vuelto más profunda y tranquila. Ahora que al fin conseguí lo que quería puedo pensar con más claridad, no sé lo que pasará mañana ni me importa. Sólo se que te sigo amando pero una parte de mi te odia y no siente ningun remordimiento por lo que acaba de hacerte. Trato de levantarme un poco y ver como estas pero me estoy mareando, ahora al fin miro detenidamente mi mano que todavía sangra y me arde, supongo que he perdido mucha sangre. Me asusto un poco porque mi vista comienza a ser borrosa, sigo tratando de incorporarme pero apenas tengo fuerzas y termino perdiendo la conciencia.

 

          :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

A pasado mucho tiempo y ella sigue durmiendo sobre mí, ni siquiera es capáz de quitarse de encima y yo todavía no soy capáz de moverme. Lo unico que puedo hacer por el momento es seguir observando allá arriba esa enorme luna desde el cristal del coche y me parece tan familiar... Llevo demasiado tiempo perdida en mis pensamientos y eso no hace otra cosa más que confundirme ¿Será verdad que allá arriba hay un templo? Al fin he llegado a la conclusión de que esto no me era totalmente extraño ni desconocido, yo ya conocía esa sombría mirada, esos aterradores labios y ese frío tacto, ahora tengo la certeza de que no es la primera vez que estan sobre mí, supongo que lo que me ha dicho era verdad, tenemos un pasado juntas, pero no consigo recordarlo... Ni siquiera puedo odiarte, sé que debería hacerlo pero no paro de pensar que yo te he llevado a esto, de alguna forma soy la responsable, tu siempre eres tan buena conmigo... la culpa tiene que ser mía, pero eso no significa que te perdone... has sido tan cruel ¿Cómo has podido atreverte? ¿De verdad me amas? ¿Te amo yo a ti? ¿Porqué tus besos me son tan familiares, porque los de mi novio no me hacen sentir com los tuyos? Hace mucho rato que estamos así y Chikane Chan ni se ha movido un centímetro, empiezo a  preocupándome. No debería despues de lo que ha hecho pero necesito saber si está bien, me da miedo moverme, despertarla y que quiera continuar, pero tengo que salir de aquí de una vez, quiero lavarme, estar sola y pensar, necesito quitarme este dolor de cabeza, estoy muy confusa, quiero volver a casa y encontrarme con la Chikane Chan de siempre, quiero olvidar lo de hoy...

 

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

Cuando desperté no sabía muy bien donde me encontraba, me incorporé sobresaltada y miré a mi alrededor, estaba tumbada en los asientos trasero del coche, tapada con mi abrigo. Estaba en el mismo sitio de anoche pero ahora ya estaba amaneciendo. Mi mano estaba vendada con tela del vestido de Himeko ¿donde estaba ella? Salí como pude del vehículo y noté que me mareaba bastante pero podía mantenerme en pie y allí, unos metros más allá la encontré a ella,  de espaldas a mí, admirando el paisaje.

 

-          ¿Que haces aun aquí? – fue lo primero que me atreví a decirte -, pensaba que ya estarías lejos, probablemente poniendome una denuncia en la policía.

 

-          Seguramente es lo que debería hacer, pero no se conducir – ninguna de las dos nos mirábamos, sólo observábamos el horizonte.

 

-          Ya... gracias por vendarme la mano... – ahora si empezaba a ser consciente de lo que te había hecho y la culpa se apoderaba de mí -. No lo merecía...

 

-          De nada... – seguías sin mirarme - ¿crees que volverá el Orochi? – dijistes como si nada.

 

-          ¿Como?  - estaba tan sorprendida.

 

-          Si, quizá este sea su verdadero triunfo, el conseguir que nos odiemos, que no te recuerde... quiza este sea el verdadero castigo y no el tener que matarnos una vida tras otra.

 

-          Tal vez... pero ya me recuerdas ¿Sabes quien soy? –  me giré hacia ti, no podía creerlo.

 

-          Tuve toda la noche para pensar...Recuerdo cosas, momentos sueltos... – tomaste aire para seguir hablando -, recuerdo que lo de anoche ya me lo hiciste una vez... pero esa vez tenías un motivo, tenias que ser parte del Orochi pero ahora...

 

-          Lo siento... – estaba avergonzada -. Supongo que me odias...

 

-          No más que tu a mi.

 

-          Pero también te amo Himeko – fui totalmente sincera.

 

-          No más que yo a ti...

 

-          ... – acaso de verad podías quererme después de todo.

 

-          Recuerdo como me protegías en el instituto – seguiste hablando -, cómo siempre me apoyabas, me ayudabas, me acompañabas...  también sé que vivimos juntas... y recuerdo a Oogami Kun – se hizo un tenso silencio momentáneo -, recuerdo que te dejaba sola por estar con él – mi corazón se encogía al recordarlo -, y me doy cuenta de que en esta nueva vida he vuelto a hacer lo mismo, te vuelto a hacer el mismo daño que entonces.

 

-          ... – yo no sabía que decirte, me hacías daño sí, pero yo acababa de abusar de tí, eso era mucho peor.

 

-          Lo siento mucho Chikane Chan – me miraste y sonreíste con nostalgía, tu rostro seguía manchado con mi sangre -, pero sé que poco a poco recordaré todo.

 

Finalmente caí de rodillas y empecé a llorar desconsoladamente, me sentía mal por todo, por todo lo que habíamos pasado, por tu rechazo, por mi silencio de tanto tiempo, por haberte odiado y despreciado a ti que eres lo que más quiero... pero sobretodo por lo que acababa de hacerte, era una miserable, lo sabía y aun así me había gustado, yo no merezco nada de ti Himeko. Tu te arrodillaste junto a mí y a pesar de todo trataste de consolarme, también llorabas pero ahora eras tu la fuerte, en tus ojos vi el miedo que había causado, pero eres tan buena que tu compasión hacia mí podía más que cualquier otra cosa,  de modo que empezaste a abrazarme con fuerza y a pedirme que me calmara, me dijiste que te diera tiempo, que dejara que volvieras a confiar en mí, que te ayudara a recordar todo, que compartieramos el mismo dolor y que te permitiera vivir esta vida conmigo. Yo asentía a todo igual que una niña pequeña, no había nada que deseara más que tenerte al fin conmigo, sabiendo ambas quienes éramos y te juré que compensaría con creces lo que te había hecho.

 

Te colocaste frente a mí con decisión y no sé de donde sacaste el valor después de lo ocurrido pero alzaste mi rostro hasta el tuyo y te acercaste hasta rozar nuestras narices.

 

-          Happy birthday -  dijiste y a continuación posaste tus labios sobre los míos dulcemente, sellando nuestro pacto.

 

 

 

FIN

Notas finales:

moraleja: sino se dejan x las buenas, consiguelo x las malas jaja

weno aki termina pero me kedo bastante largo y me divertí mucho escribiendolo, spero q haya sido entretenido y dejen sus comentarios, también deberían poner en practica ciertos actos aqui descritos, ya sea con intimidación o sin ella...

gracias x leer

byee

x cierto, aunq nadie m crea, pienso terminar mi otro fic... es enserio XD


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).