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Un instituto peculiar, el instituto Horitsuba por MiraclePainting

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Notas del capitulo:

Holaaaa! Siento el retraso!!!! >.

 

Era un momento aburrido, de un día aburrido, de una semana aburrida... por lo menos para ella.

Recogió sus cabellos azabaches con delicadeza y haciéndose un recogido elegante. Soltó un suspiro pesado:

-          Menuda racha tenemos... - mientras se veía reflejada en el enorme ventanal de la lujosa habitación.

La mokona blanca se desperezó de su siesta y se acercó a la mujer con curiosidad:

-          ¿Qué pasa, Yuuko?

-          Que últimamente no pasa nada interesante, eso es lo que pasa... -  apoyando su cara en el cristal con una mueca de un crío aburrido. Mokona se rió traviesamente.

-          ¿Y por qué no haces algo al respecto, directora? - un chasquido de maldad y diversión sonó en esas palabras.

Yuuko se quedó pensando por unos momentos, luego se deslizó pegada a la ventana hasta arrodillarse en el suelo...

-          ¡¡¡No se me ocurre nada!!! - armando una pataleta con "lloriqueos".  La mokona negra, distraída leyendo un cómic, se limitó a sacar un paraguas de la nada para cubrirse del llanto de la directora.

Esta se fijó en el artilugio.

-          .... ¡YA ESTÁ! - se levantó entusiasmada (recuperada de su "depresión") con un mofletillo.

Se levantó del parquet apresuradamente y abrió el armario, donde de esté sacó un pequeño cofrecillo polvoriento.

-          ¿Qué es eso, Yuuko? - comentó la mokona negra, puesta al día de la situación.

-          La diversión de hoy - sonriendo victoriosamente mientras abría el cofre y sustraía de él un polvo azulado.

Abrió la ventana.

-          No hay que dejar que los recuerdos se alejen con el viento... - mientras pegaba un soplido y las partículas se esparcían por el cielo.

Las mokonas sabían que cuando Yuuko se ponía de tal manera, era lio asegurado...

Y lo que les encantaba.

***************************************************

Un viento violento azotaba los arboles de manera abrumadora. Un joven de cabello negro recogía como podía la ropa tendida.

-          ¿¡Pero qué demonios?!... ¡Si hace un momento hacia un sol esplendido!...- objetó resignadamente.

El cielo comenzaba a oscurecer por nubarrones con malas pintas. Cómo no se diese prisa, esa bruja le haría hacer la colada de nuevo.

-          ¿¡Pero se piensa que soy su criada...?! - gritó frustrado con el puño en alza.

Una de las sábanas se descolgó del tendedero y fue conducido por el viento hacia unos árboles de alrededor. Se quedó enganchada en una de las ramas.

-          ¡Bien, perfecto! - gritó para sí mismo mientras se dirigía enfurruscado a por ella.

Por "mala suerte", una piedra del caminó le hizo tropezar y enviar sus gafas a quien sabe dónde.

Con los ojos entrecerrados, palpaba el suelo en busca de sus lentes ¿Qué más podía pasarle?

Una tormenta eléctrica le dio la respuesta. Un rayo cayó en el árbol, haciéndole arder ferozmente.

El pelinegro se quedó "ligeramente" asustado (acojonado). No es que le hiciesen mucha gracia esas tormentas... ¡SOBRETODO SI ESTABA EN MEDIO DE UNA ARBOLEDA!

Siguió desesperadamente la busca de sus gafas. Sin éxito. Los rayos caían muy cerca. Ya pensando que se convertiría en asado para lobos, tocó la superficie fría del cristal.

Aliviado, se colocó las lentes y miró a su alrededor. La tormenta se hacía cada vez más violenta. Una gota de agua le cayó  encima de la nuca. Unos momentos que quería olvidar le retornaron en la mente.

Sus ojos se medio cerraron y se enrojecieron sus mejillas.

Se tocó la muñeca con nerviosismo ¿Porqué tenía que recordar eso ahora?

Dentro de la cabeza le comenzaron a pasar imágenes a gran velocidad. Recordó sobre el pequeño "incidente" de la habitación.

Una sensación eléctrica le pasó por el espinazo. No sentía la lluvia, no sentía el viento, no sentía el frío, no sentía nada.

Un calor sofocante  provocaba pequeños espasmos al joven.

¿Sólo por tocarle... en ese lugar, solo por el recuerdo del roce, tenía que ponerse así? Cada gota de agua le hacía tener esa "horrible" sensación una y otra vez. Las gafas re cayeron a su regazo. Sus mejillas marcaban un tono carmesí intenso.

Miró con ensoñación hacia el cielo.

¿Y ahora por qué pasaba esto? ¿Por qué ese imbécil tenía que meterse en su cabeza?

Tenía que levantarse y alejarse de esa lluvia traicionera. Al intentar levantarse, sus piernas le temblaban y su cabeza le daba vueltas.

Era como si realmente.... ¡NO! ¡NI EN BROMA!

¡Solo se pondría así con su preciosa y adorable Himawari!

Y con un andar semejante al de un pato, intentó entrar de nuevo en el edificio de las habitaciones.

Una sombra se movió de entre los árboles. Parece que la escenita del joven en la lluvia le pareció... interesante.

Miró impasible al que se alejaba. Sería idiota....

*********************************************

Abrió los ojos pesadamente.

-          ¿D-dónde demonios estoy? - rascándose la cabeza - mierda, me he vuelto a dormir...

Últimamente no dormía muy bien...  Durante el día tenía que hacer clases extras para los alumnos menos aventajados, dada la cercanía de los exámenes.

Encima tenía que aguantar las innumerables reuniones de profesorado. Por no decir que por las noches los alumnos  dejaban las luces encendidas y se escuchaban murmullos por todas partes. Cada dos por tres se despertaba y se ponía alerta.

-          Putos exámenes... Ni que fuese yo quien los hiciese...

Y aunque no lo admitiera, tampoco ayudaba recordar lo que pasó con el estúpido...

Se levantó del escritorio y se desperezó. Los demás profesores se debían haber ido del departamento. Empezó a ordenar los papeles y a archivarlos. Aún tenía la vista nublada por el sueño cuando escuchó la puerta abrirse.

-          ¡Pero bueno! ¡¿Se ha vuelto a quedar dormido?! - Una voz femenina le cogió por sorpresa. Aturdido, se giró hacia la entrada.

Era la profesora de matemáticas, una señora de unos 60 años. De complexión esquelética, gafas cuadriculadas y con más mal humor que él. Y eso, ya era decir.

-          ¡Pienso anunciar una queja energética a dirección si sigue con este comportamiento! ¡No es la primera vez que me avisan que se ha dormido en tiempo laboral!

-          ¡P-perdone! - decía nerviosamente mientras recogía con más rapidez. El moreno se exaltaba con rapidez delante de llamadas de atención.

-          ¡QUE NO VUELVA A PASAR! - advirtió la profesora mientras se alejaba.

-          ¡S-si!.... -  se quedó pensativo durante unos instantes... un momento... ¡Para que le tengo que hacer caso! ¡Si no es ni de mi departamento!

Una risa inquietante se escuchó por el pasillo.

-          De pelea con la novia ¿eh? - entraba con unos movimientos semejantes a los de un felino. Sus ojos celestes fijaron su objetivo.

El moreno ni se dignó a girar la cabeza y siguió con lo suyo. Hoy no estaba para broncas. Soltó un bufido molesto.

-          Lo que tu digas, ahora márchate...

Pero él no estaba dispuesto a dejarle tranquilo.

-          Pues he escuchado una conversación suya con otra profesora y habla MUY bien de ti... ¿Qué te parece?

Le entraron arcadas. ¡Dios! ¿La profesora de matemáticas? Preferiría tirarse a un barranco.

-          ¡No digas chorradas! ¡Ahora lar...! - se giró hacía el rubio y se quedó petrificado - ¡¿P-pero que llevas puesto, desequilibrado?!

-          ¿Yo? - respondió sorprendido mirándose por todas partes - ¡Ah! Te refieres a esto ¿verdad? - señalando una especie de orejas blancas y rosas que llevaba tapando las suyas.

-          ¡¿Pero qué demonios?!...  - le perforó con la mirada. Por un instante, le pareció que intimidó al profesor de ciencias.

-          Ahhh, solo son unos accesorios que se han puesto de moda...

-          Ya veo... ¡DEGENERADO!  ¡¿Eso no son cosas para chicas?!

-          Me las ha dejado Chii, mientras se ducha ¿A que son una monada? Moda "PersoCom" - sonriendo inocentemente.

Al ver la cara interrogante del mayor, intentó especificar un poquito más:

-          Mira que eres anticuado ¿eh? Cualquiera diría que vienes del Medievo... - gruñido de respuesta - PersoCom son ordenadores con forma de persona. Original ¿verdad?

-          Lo que tú digas...

-          Mira - se rebuscó en el bolsillo y sustrajo alguna cosa - También están las de versión para chicos... ¿Quieres probar?

Eran simplemente dos rectángulos redondeados de metal blanquecino, con una gruesa línea azul fosforescente en el medio, estilo futurista.

-          ¿A ti te sienta mal estar tanto tiempo encerrado en un laboratorio, eh?

-          A Chii le encantan estas cosas... Es una chica muy mona y amable

-          Si... Se nota que es la clase de chica con la que se tiene una conversación muy variada... - ante la mirada molesta del rubio, decidió callar.

-          Como veo que estas muy "alegre" hoy, mejor te dejo estar - dejó secamente los accesorios para chico en la mesa - por si te viene la inspiración.

Acto seguido, se marchó de la sala. La verdad es que con esas orejas puestas perdía mucha seriedad.

Pasaron 30 minutos...

El tic tac era insufrible...

Intentaba escribir en su cuaderno, pero las "orejeras" le estaban observando desde un rincón de la mesa.

Miró por los lados. Nadie al acecho.

Con la boca de triángulo y un mofletillo, los punzó con el dedo.

No paso nada.

-          Claro, que tenía que pasar... - los cogió y se los puso - cada vez me vuelvo más paranoico...

Al girarse, se topó consigo mismo. Nunca un espejo marcó tanta estupidez junta.

Suspiró con resignación.

Recordó las palabras de Fye:

"A Chii le encantan estas cosas... Es una chica muy mona y amable"

Era verdad, esa era una chica, aunque muy poco agraciada mentalmente, era una chica bella y bien agraciada.

Seguramente esas orejas de gato las llevaba para que Fye se pusiese...bueno... de aquella manera...

Se ruborizó al pensar en esa situación. Fye y Chii en una cama... Era algo que le desencajaba completamente.

En cambio él... Lo máximo que daba era risa. No tenía atractivo.

Ahora la gente buscaba chicos y chicas monas, estilo "moe". Y Chii era el ejemplo perfecto.

Se notaba que a Fye le encantaban esas cosas, era solo cuestión de verle, a él y a su ejército de locuelas por el chico.

Se revisó de nuevo en el cristal. El era todo lo contrario; era alto, fuerte, moreno, ojos rojizos... De todo menos "moe".

-          Dios...

Algo en su interior se revolvió.  Se pasó la yema del dedo por la pequeña plataforma metálica.

-          Pero... ¡EN QUE ESTOY PENSANDO! - intentando ordenar sus ideas - ¡Tengo que dejar de estar con según que personas! ¡Se me pega su ñoñería!

Un chasquido sonoro y un brillo cegador le dejaron patidifuso por unos momentos.

Giró su cabeza intermitentemente.

Alguien corrió hacia fuera.

-          ¡O-OI! ¡ESPERA! - se asomó apresuradamente por la puerta: no había nadie...

Los colores se le subieron a la cabeza.

¿Alguien le había visto?

Para otros podría parecer una tontería, pero para él no.

¡¿¡¿Cómo podría seguir con su imagen de maduro y malhumorado si iban contando que se ponía cosas de chica en sus ratos libres!?!?

Se arrancó las orejeras y las lanzó al suelo. Escuchó un ruido en el fondo del pasillo.

*ahora, aparenta normalidad* - se decía a sí mismo.

Ni él se lo creía.

Llegó al fondo del corredor. Estaba la puerta de la cafetería.

Respiró hondo y entró.

Por el frío que hacía, el lugar estaba abarrotado de estudiantes y profesores ansiosos por una buena taza de chocolate caliente.

Los lugares cerca de la chimenea estaban ocupados y solamente en la barra quedaban algunos sitios libres.

Yuui trabajaba sin descanso. Se limpió las manos, se secó el sudor de la frente con una pequeña toalla y saludó al recién llegado brindando una sonrisa.

-          ¿Has acabado ya la reunión, Kurogane-san? - mientras, el mayor se sentó en uno de los taburetes en frente de él.

-          ¿Eh? Ah, sí, si... - A veces le costaba creer que fuese el hermano de ese... - ¿Has visto a alguien entrar corriendo aquí?

El otro le miró curioso:

-          Siento decirte que no, Kurogane-san, pero aparte de ti, no he visto entrar a nadie más durante un tiempo... - Se apoyó en la barra y lo miró atentamente. El moreno le vino a la cabeza ese mismo gesto en la noria... - ¿Te ocurre algo? No eres el primero que veo hoy con esa cara pensativa. A Watanuki-kun también la traía - rio cariñosamente.

-          No, no es nada - Le miró un poco desafiante - ¿No habrás visto a tu hermano, verdad?

Al rubio le cayó una gota:

-          Está en una reunión de profesores, también. Debería haber comenzado hace más o menos media hora.

-          ¿A-a sí?... - Se quedó confuso. Si no había sido él ¿Entonces...? Todo el mundo de su alrededor se volvió sospechosa. También podía haber sido un rayo de la tormenta y solo fue imaginaciones suyas...

-          Por cierto, encontré esta carta encima de la mesa hace un momento, parece que es para ti - se la entregó.

El sobre era corriente, sin remitente, solo ponía que era para él. La abrió con curiosidad:

"Bien, parece ser que tengo algo que te interesa.

Pero no te lo daré tan fácil. Primero, bébete un buen tazón de chocolate, seguro que te dará fuerzas para lo siguiente te diga"

Al peli-negro le comenzó un tic en el ojo. Arrugó el papel.

¡¿Quién se creía para hacerle CHANTAJE?! Echó un vistazo al papel de nuevo.

"PD: Si no lo quieres hacer, siempre puedo colgarlo por internet, si te gusta más la idea"

Empezó a empalidecer.

-          Y-Yuui... - con un aura depresiva - tráeme un tazón de chocolate...

El de ojos celestes se giró asustado:

-          ¿Perdón? ¿Qué me has pedido?

-          ¿Hace falta que te lo vuelva a repetir? - soltó un chasquido - ¡Chocolate!

Toda la cafetería se quedó callada. Le miraba todo el mundo expectante.

El moreno se giró enfadado:

-          ¡BUENO! ¡YA VALE! ¿¡NO PUEDEN METERSE EN SUS COSAS?! - ni el mismo se creía lo que iba a hacer. Odiaba lo dulce, y por lo que podía ver, a todo el mundo se le había metido en la cabeza esa idea.

Yuui le sirvió rápidamente.

-          Te lo he puesto un poco amargo, así te gustará más.

Kurogane le miró complacido. Por lo menos él sí que se preocupaba.

Xiaolong salió entre la multitud con dos bandejas vacías.

-          ¡Ya lo he repartido todo!

-          Muchas gracias - sonrió el pelirrubio - puedes descansar.

-          No sabía que trabajabas aquí, mocoso... - sin dejar de mirar con temor su taza.

-          Solo es para ayudar a Yuui, que hoy hay mucha clientela - sonrió el muchacho.

Al girarse, volcó una de las tazas (para desgracia de Kurogane, no la suya).

-          ¡L-lo siento! - intentó limpiarlo rápido. Normalmente el patoso era su hermano, no él.

-          Tranquilo, ya lo limpio yo... - contestó el cocinero.

El muchacho le miró a la cara. Yuui desprendía una madurez que él, por mucho que intentara conseguir, no lo lograba. Sus ojos mostraban amabilidad y complicidad.

Sin querer, se quedó empanado durante unos instantes.

-          ¿Te pasa algo?

-          ¿E-eh? ¡No, nada! - se sonrojó de la vergüenza, cogió 4 tazones que había puestas y se sumergió de nuevo en el mar de gente.

(Este espacio está dedicado a Akire570, fue quien me dio la idea tan dulce)

A lo lejos, la cara de confusión de su hermano y de enojo, nadie la vio.

Se giró, intentando evitar la mirada de su compañero de sangre. Ahogó sus pensamientos con el chocolate.

Mientras, Kurogane iba a hacer algo parecido.

Golpeó con el puño cerrado la mesa, con la otra agarró la taza y se bebió el contenido como si fuese cerveza.

El espeso líquido le hacía arder la garganta y le llegaba directamente al cerebro. Sentía su estomago caliente.

El chocolate hacía un efecto mágico en el calor corporal.

Apuró el tazón. Recogió con su lengua los restos que quedaron en sus labios.

*No fue para tanto* *Demasiado empalagoso*

Pero no lo admitiría nunca. Tenía el orgullo de un guerrero, y eso no lo iban a cambiar, por muchos tazones que se pusiesen de por medio.

-          ¿Quieres otra taza? - preguntó el rubio.

-          ¡No! Con una ya es más que suficiente ¿Cuánto te debo?

-          Por ser tú, te lo dejo gratis - sonrió - además, con este espectáculo has atraído a más clientes.

Le salió una venita, se aparto de la barra con los brazos y se giró de nuevo:

-          ¡QUE SE METAN EN SUS ASUNTOS!

La gente, que había estado viendo atentos su enfrentamiento con la bebida, se giró de nuevo a sus puestos asustados.

-          Hay que ver... - se volteó de nuevo molesto, se fijó en un papel agarrado al taburete- No puede ser...

Otra puñetera nota. Su ira fue en aumento... ¡No se había fijado en que había ido nadie a dejarle esta nota mientras bebía! ¡No era propio de él.

"No te creas que te has librado, pequeño - ¿Pequeño? Fuese quien fuese, no se libraría... ¡Lo juraba por su paga mensual! - Descansa bien esta tarde, que por la noche comenzará el juego..."

Miró a su alrededor... A su izquierda, un poster de una fiesta de disfraces que se iba a celebrar en unos dias a las 23:00h.

Se maldijo a si mismo... eso complicaría las cosas.

Se levantó de su asiento y se dirigió a la salida, mientras se despidió de Yuui y el mocoso.

A sus adentros, esbozó una mueca malévola.

No sabía quién era, ni sabía lo que tramaba.

Pero fuera quién fuera, si quería juego, lo tendría.

No sabía dónde se estaba metiendo.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Que os ha parecido??

Espero que os haya gustado ^^

"Las cosas se complican en el insituto Horitsuba.

¿Queréis saber como continua?

¡No os perdais el próximo capítulo!

¡Las cosas no son siempre lo que parecen!"

Un fuerte abrazo a todos! Comentad vuestras opiniones e ideas, siempre són útiles!!

 


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