Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un instituto peculiar, el instituto Horitsuba por MiraclePainting

[Reviews - 68]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lo siento por tardar tanto!!! -.-u

Esque no se me ocurria nada para continuar, ademas que mi cerebro se ha ido volando a isla Vacaciones y no le da la gana volver T.T

Si teneis sugerencias, por favor, no dudeis en mandarmelas!

Bueno, es un capítulo de los mas largos que he hecho, asi que espero que esto lo compense.

Además, ya comienza a haber "problemillas"...

Bueno, a disfrutar de la lectura!

 

Pasaron las horas y no encontraba nada relativamente a su gusto. Con el ceño fruncido, arrastraba los pies en medio de la multitud que recorría las calles a esas horas de la tarde. Escaparate tras escaparate, las caras del profesor  se veían reflejadas en los vidrios, este viendo los trajes tan "especiales" que había comercializados.

Bufó de incomprensión. La gente cada vez iba enseñando más piel, incluso en una fiesta como esa. Recordó que aún se debía comprar uno; la muy bruja de la directora obligó a todos a disfrazarse para, palabras textuales, "aquella noche tan especial"...

No podía negarse, aparte de porque se jugaba el cargo, era la forma genial de pillar al hijo de...cabrón que le estaba haciendo chantaje desde hacía días. Ya le comenzaba a dar un poco igual el hecho de la foto. Era cuestión de orgullo propio.

"Que si bébete esto, que si ponte lo otro"... Estaba hasta los...

Chocó de frente contra alguna cosa. Aturdido, fijó una mirada furiosa contra el causante.

A la joven chica no pareció intimidarle lo más mínimo. Se agachó para recoger las bolsas de plástico que se le cayeron con el choque, cayéndole algunos mechones de oscuro pelo que anteriormente reposaban en los hombros.

El pelinegro solamente se mantuvo en su sitio, observándola con gesto de indiferencia:

-          ¿Qué haces por aquí, Tomoyo?

La chica alzó la mirada del suelo y sonrió cálidamente. Cuando no estaba junto a Sakura, era una joven tranquila y racional. A no ser que hablase de la muchacha de ojos esmeraldas...

-          He venido a comprar algunas telas para la fiesta de esta noche ¡Todavía le tengo que hacer el traje a Sakura! - Se puso las manos en las mejillas. Al profesor le pareció ver estrellitas a su alrededor - ¡Seguro que será hermoso!... Por cierto ¿Tú ya tienes traje? - volviendo asombrosamente en sí.

El moreno negó con la cabeza. Aunque no quisiese que Tomoyo se metiese en sus asuntos, esa chica ya había demostrado su habilidad en las texturas. Ella misma fue la que diseñó los uniformes del instituto.

La chica posó su mano en la barbilla, pensativa. La bombilla se le encendió instantes después.

Agarró la mano al profesor, sorprendido, y le condujo rápidamente entre el gentío. Poco después, llegaron a su destino.

-          ¡¿Se puede saber a dónde me llevas?! ¡Por lo menos, avisa! - Gruñó el profesor, cogiendo aire, después de la carrera. Había menospreciado la velocidad que podía coger esa mocosa.

La chica le señaló satisfecha el local. Una tienda increíblemente enorme, en cuyo interior, a través del escaparate, se podían atisbar telas, cintas y demás utensilios de costura.

-          ¡Tengo el traje ideal para ti, Kurogane-san!

*****************************************************

La luna se fue dejando camino entre las oscuras nubes de aquella noche cuando los alumnos del instituto Horitsuba comenzaron a encaminarse hacia el gimnasio, lugar donde se celebraría la fiesta de disfraces.

Con trajes para todos los gustos, los jóvenes se reunían en la gran sala, con una suave música de ambiente. En uno de los laterales, los alumnos de cocina se las apañaron bastante bien para improvisar una barra donde atender a los animados consumidores.

Cada alumno que entraba, quedaba maravillado del buen trabajo que se habían tomado con la decoración:

Máscaras de disfraz colgadas en cada rincón de la sala, conectados entre sí por infinitas tiras de papel  que salían por doquier, interconectándose incuso  a la pared paralela a esa.

Globos de tonos azulados decoraban el techo recubiertos por una red de luces, dando la sensación de estar debajo del agua.

Algunas alumnas de primero se encargaron de dar cordialmente la bienvenida en la entrada.

-          ¡Bienvenidos a la fiesta! ¡Que disfruten! - se agachaba apresuradamente la chica de ojos esmeraldas, con un tono nervioso.

Un joven, trajeado con un traje negro de cola con toques anaranjados, colmillos afilados y un parche de tela con un murciélago dibujado en él. Una mezcla de misterio, magia y tentación. Respondió cordialmente a la joven:

-          Esperemos que así sea, Sakura-chan - sonriéndole tiernamente.

Xiaolong, envuelto de pies y manos por vendas, sobre ellas una capa con una divertida capucha haciendo la función de cabeza de un fantasma, miraba con pereza su bebida. Aún no servían nada alcohólico, pero conociéndolos...

Alejó la vista del vaso y la paseó por su alrededor. La fiesta iba animándose y la música subía la potencia. Algunas chicas cuchicheaban haciendo señas hacia él, para después acabar en risillas tontas. Se registró a sí mismo, algo incomodo, para intentar averiguar, lo que según él, el objeto de burlas (nada más lejos de la realidad).

Atisbó a su hermano entre la multitud  y lo siguió con la mirada. Xiaolang estaba de nuevo ejerciendo de camarero, aunque esa ves disfrazado de demonio. Entre pequeños grupos habían decidido disfrazarse de un tema concreto. Estaba claro que a ellos les tocó Halloween.

Miró divertido su intento de recorrido del hermano entre toda la gran sala, aunque la cambió cuando Xiaolang se acercó a la barra, donde un rubio vestido, de lo que parecía el gato de Cheshire, aunque en un toque tenebroso y especial.

-          ¡Ya están repartidas todas las bebidas! - dejó la bandeja  en la barra con las copas vacías - cuanto trabajo ¿verdad?

El cocinero se giró hacia él. Sonriendo cálidamente, recogió las copas, rozando inocentemente la mano del castaño, a la cual este la recogió rápidamente, con una clara señal de rubor en sus mejillas.

El pequeño, asustado por su reacción, miró rápidamente al rubio. Este solo le contestaba sosteniendo una mirada curiosa.

Aliviado, suspiró. Aunque para la mente del cocinero no pasó nada, ante los ojos del hermano del menor alertó una situación peligrosa. Enojado, se acercó rápidamente ante la escena y recriminó con mirada molesta al mayor. Este, aturdido, no entendiendo bien en la situación en la que se encontraba ni el extraño comportamiento de los dos hermanos, simplemente le brindó una sonrisa inocente, sorprendentemente acalló el enojo de Xiaolong. Pero algo no le cuadraba...

Mientras tanto, el profesor de gimnasia se maldecía una y otra vez por dejar que una alumna hiciese su traje. Apartado de la multitud, se miraba de vez en cuando al espejo. Estaba ridículo. No se veía nada bien en traje, incluyendo esas estúpidas orejas de perro  que coronaban su cabeza. Una venita le salió.

-          ¡¿Qué les ha dado con los accesorios?! - se preguntó a sí mismo.

Una mano tocó su hombro. Se volteó ligeramente asustado (odiaba las cosas inesperadas, cosa que mokona se había encargado de recordarle durante todo el semestre) para contestar, cuando se vio delante de una mujer alta, piel blanquecina i bastante... ligera.

Kurogane se llevó la mano a la cara y frotó sus sienes:

-          Porque siempre tienes que ir vestida así... - casi ni esperando contestación. A Yuuko le encantaba ir enseñando piel. Para su gusto, hoy había cogido un disfraz ideal. El traje de BRUJA le quedaba que ni pintado.

La directora se cogió los extremos de la falda del vestido. Un vestido con dos grandes cortes a los lados y un enorme escote tanto para su voluminoso busto como para su fina espalda. El gorro era lo único que hacia la función de tapar algo de su cuerpo.

-          Un cuerpo bonito hay que enseñarlo ¿No? - rápidamente, agarró el mentón del moreno y lo acercó su cara - Aunque otros podrían hacer lo mismo... No estaría nada mal.

El moreno se separó del agarre volteando la cabeza con brusquedad y dándole la espalda:

-          ¿Qué son esas confianzas? - con un claro efecto de enfado. La directora suspiró, para luego sonreírle malévolamente.

-          A otros no les dices lo mismo, campeón... - se acercó por detrás y le susurró al oído -... y llegaron mucho más lejos...

Kurogane abrió los ojos como platos y enrojeció completamente. Tragando saliva, volteó claramente asustado ante la directora. La directora se mostraba victoriosa ante él. Estaba consiguiendo lo que quería.

-          ¿Y tú cómo sabes...? - comenzó a empalidecer.

-          Hay muchas cosas que yo sé... - cogiéndole una de las orejas de perro con el índice y el pulgar, masajeándola cariñosamente, cuando empezó a soltar una risilla - te quedan muy bien, Kurogane... aunque también esas de metal...

Kurogane quedó en estado de shock. Girando lentamente la cabeza, una mirada más que furiosa perforó a la directora.

Esta, que había hablado más de la cuenta, se escaqueó entre la multitud antes de que el profesor le pudiese echar el guante.

-          ¡O-OI! ¡ESPERAME! - gritaba furioso apartando a la gente con violencia. Pero fue demasiado tarde. La muy bruja se había escabullido sin poderle sonsacar nada.

Maldiciendo a la directora y a todos y a cada uno de sus antepasados, comenzó a cavilar.

Chocó contra el rubio vampiro. Este, viéndole tan enfoscado en sus pensamientos, le agarró del hombro:

-          ¿Estás bien, Kurogane?

El pelinegro no prestó atención. Cerró los ojos, cuando todo lo comprendió. Volteándose rápidamente, señaló al culpable:

-          ¡FUISTE TÚ EL QUE ME HIZO CHANTAJE! - señalando al rubio. Pero, lejos de ser el vampiro, el que estaba señalando era al cocinero que estaba limpiando la barra.

Todos quedaron confundidos. El cocinero se señaló a sí mismo:

-          ¿Y-yo? - algo incrédulo - Kurogane-san ¿Se encuentra bien?

Los alumnos quedaron exhaustos. Aunque desconociendo lo que pasaba, era imposible que una persona como Yuui hiciese chantaje a Kurogane.

Xiaolang miró interrogativamente al supuesto culpable. No podía creerlo. Tampoco su hermano parecía comprenderlo.

Sakura se acercó molesta al profesor:

-          ¡Kurogane-san! ¡No culpes a nadie sin saberlo! ¡Yuui-kun es imposible que te haya hecho semejante cosa! - le estiraba la manga del traje intentando hacer razonar al mayor. Pero este solo miraba fijamente al ojos azules que se situaba detrás de la barra.

Sin decir nada más, se acercó al culpable y le levantó con una sola mano alzándole por encima de la barra, sorprendiendo a los observadores, para luego llevárselo consigo fuera del gimnasio, cerrando la puerta  tras de él.

En un silencio sepulcral, Sakura se acercó al hermano gemelo.

-          Fye ¿Qué está pasando? ¿Sabes tú algo? - miraba preocupada al ojo visible del rubio.

El aludido acarició suavemente la cabellera de la chica y echó un vistazo a los dos hermanos, mirándose incrédulos entre ellos.

-          Creo que te estás confundiendo de persona, Sakura-chan... - es lo que alcanzó decir para luego acercarse a los castaños. Sakura se quedó confusa, para luego apresurarse a alcanzar al rubio.

****************************************************

Lejos de la fiesta, el rubio miraba cordialmente a su "secuestrador", que se paseaba de lado a lado entre las pocas farolas encendidas que alumbraban nítidamente aquel trecho de paseo de piedra.

-          Bien ¿De qué se me acusa? - claramente sin darle importancia a la gravedad del asunto.

-          ¡No te hagas el gracioso! - acechándole amenazadoramente.

-          Te he dicho que no te he hecho chantaje. Como bien te he dicho, estuve toda la tarde en la cafetería.

-          Y tu hermano en una reunión, ya lo sé - comenzaba a hartarse de la supuesta chulería del rubio - ¿Pero quién ha dicho que tu hermano no estuviese involucrado?

Sonrió ante la tensa reacción del menor ante aquella acusación. Pronto le borraría esa sonrisa de la cara.

-          Tú has sido el único testigo que me confirmó que tu hermano estaba en una reunión y no pasó en ningún momento por la cafetería. Entonces, él estaba cubierto... -  fijó una mirada amenazadora al más bajo - ... de momento... Lo que no pasé por alto... es que fuiste tú, todo el tiempo, el que realizó la estratagema del chantaje.

El otro solo le observaba manteniendo una distancia prudente:

-          Bien, entonces ¿Cómo lo hice?

Kurogane sonrió malévolamente; tenía a su presa justo donde le quería:

-          La persona que habló conmigo y me entregó esas estúpidas orejas no era la misma que la presunta persona que había acudido a la reunión. Hablé con algunos de los profesores presentes de esta, los cuales me confirmaron la cuartada de que el profesor de ciencias no se había movido de la sala, aunque no me negaron de su extraño comportamiento.

Mientras alegaba su idea del "crimen", rodeaba al menor invadiendo, poco a poco, el espacio vital de este. Notaba  como su pecho subía y bajaba con rapidez. Estaba consiguiendo que se pusiese nervioso.

-          Sabiendo que uno de los hermanos no había podido ser, por descarte, habías de ser tú - cogió el mentón del rubio y lo alzó para observarle. Por su sorpresa, este aun conservaba una mueca de satisfacción en la cara. Esto le hizo retroceder. No debía perder de nuevo ante él - Porque aunque nadie hubiese visto al profesor de ciencias pasar por la cafetería, tampoco nadie me dijo que el cocinero de la cafetería se ausentase unos momentos.

Habían cambiado los turnos.

-          Muy bien dicho, Kurogane-san - sonrió tranquilamente - Se nota que te gustan las novelas de misterio. Pero aún no me has dicho como lo hice. Si me disculpas, me volveré a la fiesta, allí me necesitan... - dirigiéndose de nuevo hacia el gimnasio. El moreno impidió su intento de escape agarrándole fuertemente por el brazo. Sintió erizarse la piel por el repentino agarre de su compañero.

-          Esto aun no ha terminado... - sus ojos rojizos se ocultaban bajo la sombra - Puedo explicarte cómo pasó.

El oyente se quedó inmóvil, quedándose de espaldas del pelinegro. Aún así, este continuó:

-          Seguramente,  antes que la reunión empezase, Fye fue a  hablar conmigo solamente con el objetivo de dejarme esas estúpidas orejas cerca. Al poco tiempo, sabiendo que la reunión comenzaría, simuló un falso enfado y salió de la habitación. Pero en ese momento había dos Fyes en el instituto; uno que se dirigió a la junta... y el otro, se disfrazó de su hermano para ocupar el sitio de su hermano que momentos antes había dejado poniendo cualquier escusa, es decir, en la cafetería. Pero antes, aprovechando....- giró la cabeza chirriando los dientes, avergonzado de su antigua actuación ante el espejo con los adornos esos - ... un descuido por mi parte, hizo una rápida foto y entró en la cafetería, por el lado de la cocina. De esta manera, tanto Fye como Yuui estaban cubiertos, pues el cocinero solo se ausentó un momento donde los demás pensaron que estaría en la cocina.

-          ...

-          También, la supuesta carta que alguien dejó para mí seguramente la escribiste en un momento, pues nadie excepto tú dijo que nadie dejase alguien ninguna carta. Os intercambiasteis los papeles para confundirme... igual que habéis hecho esta noche... ¿No es así... Fye?

El aludido, aun de espaldas, comenzó a aplaudir y, finalmente, decidió  plantarle cara al moreno:

-          ¡Hyuuu! ¡Ohhh Kuro-wan-wan! ¡Lo has hecho estupendamente! - por fin mostraba esa cara risueña que tanto le caracterizaba.

Ágilmente, esquivó el puñetazo que intento propinarle el mayor.

-          ¡POR TU CULPA ME TUVE QUE TRAGAR ESE ESTUPIDO CHOCOLATE! ¡DESGRACIADO! - Kurogane ya estaba fuera de sí. Se acabó la tregua.

-          Venga, Kuro-pipo, no te pongas así ¡Si ha sido la mar de divertido! - reía ampliamente intentando evitar los golpes. Hasta que topó de lleno con la farola. Kurogane le miraba de forma maligna mientras acechaba - Antes de que me mates, ¿cómo sabia que era yo, y no mi hermano cuando estábamos en la cafetería?

El moreno apoyó su mano en la farola, justo encima de la cabeza del menor, quedando relativamente cerca de este. Fye tragó saliva; realmente Kurogane imponía así de cerca. Un ligero rubor invadió las mejillas, aunque el moreno lo pasó por alto.

-          Tu aura... - se atrevió a decir el mayor - tu aura es diferente que las otras...

-          Ohh ¿Me lo puedo tomar como un cumplido?

-          ¿Te atreves aun a reírte de mí, imbécil? - comenzó su tic en el ojo - ¡¿Acaso no sabes en la situación en la que estás?!

Por la carcajada del otro, estaba claro que no.

-          En cuyo caso, tú no pasas inadvertido para mí - En el mismo tiempo, un rayo cayó del cielo iluminando los dos cuerpos. Fye no sabía si lo que dijo fue positivo o negativo, pero le llenó de felicidad.

"Puede que la felicidad sea la locura de una persona", pensó, al mismo tiempo alzó la mirada ante los curiosos ojos del mayor, que, en instantes después, se abrieron como platos, al notar que el rubio se alzaba para llegar a su altura y posaba delicadamente sus labios en los suyos propios. Las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer en la escena, algunas de ellas llegando a la unión de los dos presentes, humedeciendo el beso.

El mayor continuaba en estado de shock. Nunca había besado una mujer, menos a un hombre ¡Y maldita sea! ¡Menos a él! Seguía apoyado con el brazo en la farola, la otra mano quedó suspendida sin saber bien qué hacer.

Contra su voluntad, entreabrió la boca, cosa que Fye se lo tomó como un "sí", introduciendo tímidamente la lengua en la húmeda cavidad, degustando el sabor del moreno, recorriendo de lado a lado aquella nueva zona expuesta a él, buscando desesperadamente la lengua del otro, mientras rodeaba con sus brazos su cuello. Al encontrarla, confirmó que Kurogane estaba en estado de trance. Masajeó la nuca de su compañero, erizándole así la piel, aumentando la rapidez de su respiración. Sus cabellos mojados se pegaban en la cara, comprobando la calidez de su fina piel. Profundizó el beso ladeando le cabeza, consiguiendo mayor contacto entre los cuerpos, que se quejaban interiormente por la molesta ropa que impedía su unión.

Pero a Kurogane apenas le quedaban fuerzas para aguantarse de pie, quedándose rígido sin conseguir ni un solo movimiento, en un intento desesperado de auto-protección.

Fye se sintió decepcionado, salió lentamente de su boca, mientras miraba la apariencia confusa del mayor. Necesitaba relajarle;

-          Tú tampoco pasas inadvertido para mí, Kurogane - jugueteando con los cortos mechones puntiagudos de su nuca, mientras se relamía lujurioso el labio inferior.

Notaba el ligero pero perceptible rubor que se adueñaba poco a poco de las mejillas del moreno. Marcó sus labios de nuevo en la piel de su amado perrito, ahuecando su ropa y dejando atrás la capa, ya incordiarte, recorriendo  su cuello con su lengua, estremeciendo al mayor considerablemente.

Sintió que unos potentes brazos le agarraban de los hombros, aunque momentos después le empujaron apartándole fuertemente de él golpeándole contra la farola.

-          ... - Kurogane le miraba con una mezcla de confusión y asombrosamente, pánico reflejado en sus ojos. Fye se asustó ante la reacción de su compañero.

¿Era demasiado tarde para excusarse de su comportamiento diciendo que era una broma?

"¡No, Kurogane! ¡Solamente estaba comprobando que habías comido!" "Es que me he tropezado ¿Sabes?"... No, le parecía ridículo incluso a él.

Una idea, absurda, pero idea al fin y al cabo, le atravesó la mente.

-           Esto es el pago por la foto ¿Vale? - sonriendo lo más amplia y tranquilamente posible. Con rapidez, hurgó por debajo del jersey y sacó la codiciada foto que tanto anhelaba poseer el pelinegro. La puso encima de la palma del más alto, dejando que se mojara por la lluvia, cada vez más intensa, para luego  zafarse del agarre y salir corriendo, sin dejar actuar al choqueado Kurogane.

Aunque un acto un poco cobarde, una retirada a tiempo es una victoria.

Kurogane comenzó a moverse, deambulando hacia ningún sitio, sus ojos abiertos no miraban a ninguna parte. Una extraña sensación le molestaba en el estomago, su piel estaba erizada y sus pulsaciones habían aumentado considerablemente. Notó un húmedo diferente en su cuello; la saliva del  rubio aún seguía presente, aun se notaba su calidez.

Cuando de pronto, recordó aquellas palabras que le otorgó la directora hacia menos de una hora:

"A otros no les dices lo mismo, campeón... - se acercó por detrás y le susurró al oído -... y llegaron mucho más lejos..."

       Cerró los ojos fuertemente y dejó la mente en blanco. El era lo bastante fuerte para pasar por alto lo que acababa de ocurrir... lo necesitaba.

Miró la foto que le dio Fye...

-          Un momento... - fijándose en la fotografía, cuando comenzó su tic nervioso... ¡Cuando hicieron la foto pusieron el  dedo delante! Es decir... ¡NO SE VEIA NADA!... - he... he pasado todo esto... por una... ¡¿¡¿¡¿POR UNA PUTA FOTO QUE NO SE VE NADAAAAAA?!?!?!?!

¡TE ODIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Pero ese grito se juntó con el de otra persona...

 ****************************************************

-          ¡A...Atchuuú!... joder - cogiendo otro pañuelo de papel de la mesilla y frotándose la nariz con él. El maldito día que había la fiesta, el maldito día que decide ponerse malo. Maldita sea el día que decidió quedarse bajo la lluvia... Aunque todavía trataba de descifrar que le pasó...

Dos ríos de lágrimas brotaron de sus ojos:

-          Mi amada Himawari... con lo mona que debe estar hoy... - estirando mordiendo la sabana.

De repente, alguien aporreó la puerta.

-          Pasa... - dijo abatido mientras se dejaba caer boca abajo, hundiéndose en la almohada.

Sin decir nada, aquella persona entró y se sentó en el borde de la cama, apoyando la mano en la espalda del menor. Este se giró. Entrecerró los ojos; sin las lentes y con el delirio de la fiebre, costaba distinguir nítidamente las formas.

-          ¿H-Hima?... - rápidamente, agarró las gafas de la mesilla, pero antes de ponérselas abrazó a la otra persona - ¡Que contento estoy que estés aquí!

-          ¿Se puede saber que haces, capullo?

-          ¿Q-Que? - quedó confuso, cuando se le ocurrió ponerse las lentes para ver a quién demonios había abrazado. Cuando lo vio con claridad, una sonrisa forzada y nerviosa le vino a la cara.

-          ¿Tú?.... ¿Q-Que haces tú aquí? - apartándose lo más rápido posible, con la cara enrojecida completamente.

-          Te voy a tener que cuidar esta noche, idiota... No hay más remedio, pues Himawari se ha quedado en la fiesta para organizarla.

-          ¿¡Q-QUEEEE?!... no, no es posible - echándose hacia atrás hasta golpearse la nuca contra la pared - no... ¡NOOOOOOOOOOOOOOOO! ¡TE ODIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Y ese grito se juntó con el de otra persona.

 

 

Notas finales:

¿Que tal? ¿Os ha gustado?

No se si me ha quedado bien la parte del beso ¿Lo he explicado bien? Espero que si.

Es un capítulo igual algo confuso, aunque con un kurogane bastante detective XD

Hermanos celosos, confusiones, lios y amores sin declarar ¿Que pasará?

¡Lo veremos en el próximo capítulo! ¡No se lo pierdan!

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).