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Un instituto peculiar, el instituto Horitsuba por MiraclePainting

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Notas del capitulo:

Perdón por la tardanza!!!!

Entre que me fuí de vacaciones, después la vuelta cargadita de exámenes y todo lo demás, apenas he tenido tiempo! TT.TT

(Por no hablar de la falta de ideas)

Bueno, igual un capítulo un poc vacío de contenido, pero espero que os guste de todas maneras.

 

El agua brotaba de manera ansiosa chocando contra la superficie blanquecina de la bañera. El vapor inundaba la estancia cubriendo con fina capa acuosa todo lo que encontraba a su paso, sin excepción, también el cuerpo moreno que se hallaba en la habitación.

Pasó sus dedos pesadamente por el pelo, despeinándolo, mientras miraba con desgana la cada vez más inundada tina.

Se acercó a esta y alargó el brazo sumergiéndolo en el líquido elemento. La temperatura del agua quemó rápidamente la piel del pelinegro, pero no pareció importarle. Es más, cerró el grifo y comenzó a despojarse su ropa, mostrando esa piel que nadie había visto...

Aunque quizá alguien si consiguió ver más...

Sacudió la cabeza, molesto, quería quitarse rápidamente esa idea de la cabeza. Dejando despreocupadamente la ropa por el suelo, se desvistió completamente y metió la primera pierna en la pequeña bañera, estremeciéndose en la diferencia de temperatura del agua y el aire. Recuperándose al poco tiempo, metiéndose despacio, disfrutando del aquel momento de relax.

Se maldijo interiormente al no poder estirarse completamente, mientras veía aquel líquido fugitivo que desbordaba por el límite de la bañera, perdiéndose en la pequeña rejilla.

Un poco más relajado, se echó hacia adelante para meter la cabeza en el agua, saliendo nuevamente para coger una bocanada de aire, echándose el pelo hacia atrás, aunque este volviese a su estado original inmediatamente.

Echó un vistazo al pequeño reloj que reposaba contra la pared, aún sus agujas eran visibles pese el vapor que empañaba el vidrio. Las cuatro de la madrugada. Suspiró.

No había pegado ojo en toda la noche. Se agitó molesto y cogió el bote de gel, echándose una cantidad generosa en las manos.

Mientras refregaba el líquido blanquecino sobre su piel, liberándola de la tensión y del frío acumulados, sentía que una parte de su ser no podía ser limpiada.

Algo aturdido, naufragaba perdido entre aquel oleaje de pensamientos entorno aquel desdichado momento.

Con ese imbécil... ¡El que encabezaba #1 en la lista de más incordiantes, latosos e insoportables! ¡Y con buen margen de diferencia!

-    *¿Por qué no me aparté?* - podría haber jurado que incluso le pudo haber llegado a gustar el... "encuentro fortuito"... ¡Jamás lo admitiría! ¡No le gustaban los hombres! ¡Y menos ÉL! ¡ÉL!

No sabía cuanto tiempo pasó cuando la temperatura del agua había descendido notablemente, comenzando a enfriar al profesor. Este agarró una pequeña toalla verdosa tirada anteriormente al suelo y salió de la bañera.

Intentó secarse aun con su mente algo desconcertada, falto de descanso. Ató la toalla a su cintura y salió del cuarto de baño.

Yuui dormía plácidamente, mientras la luz de la luna se filtraba entre las finas cortinas y iluminaba su rostro. Sin la calidez de las mantas, que habían caído en algún sueño movido del cocinero, se encontraba echo un ovillo intentando aferrar sus piernas contra el pecho.

Kurogane suspiró aliviado, no le había despertado. Se acercó sigiloso y arropó de nuevo al rubio.

-  En algo si que os parecéis, vosotros dos... - una mueca próxima a ser sonrisa asomó en su faz.

El de ojos azules, notando el calor filtrándose de nuevo en su piel, se desplegó, llevándose consigo la toalla del moreno, dejándole al descubierto hasta el alma. A este le pegó un tic en el ojo.

-  Lo que yo decía... - Cogió rápidamente la toalla y se dirigió a su respectiva cama. Luego de ponerse el pijama, decidió echarse.

Necesitaba descansar un poco. Y pronto fue acogido entre brazos de Morfeo.

El sol se había alzado entre las nubes y algunos estudiantes habían decidido aprovechar su día festivo desde bien temprano. Aunque algunos todavía seguían en cama.

Comenzó a despertarse, aun con demasiado agotamiento como para abrir los ojos. Todavía sentía algún rastro de malestar por enfermedad. Intentó zarandear sus brazos en intento de calentamiento matutino. Para sorpresa propia, uno de ellos había quedado atrapado.

-  ¿Mmh?... - Ya había vuelto a colocarse la almohada en modo vertical. Bufó maldiciéndose a si mismo. Si al menos fuese su amada Himawari...

Pero pesaba demasiado. Aunque era consciente de su prácticamente nula fuerza a esa hora de la mañana. El confort que le transmitía el suave y cálida textura le hacía olvidar sus males, dejó de intentar desprenderse de ella.

Se aferró con sus brazos y piernas a aquella pequeña "fuente de tranquilidad", acomodando su cabeza, sintiendo un vago ruido acompasado muy familiar.

En fin, nadie le echaría de menos por estar un ratito más. Sus parpados ejercían demasiado peso como para oponerles resistencia.

Un diminuto cosquilleo en la oreja le sacó de nuevo del sueño. También una risa picarona le taladró el oído.

Con apenas fuerzas, se arrastró pausadamente, intentando quitarse de encima ese maldito cosquilleo.

Agarró una mano.

Completamente sorprendido, decidió en abrir los ojos. Apenas divisaba a dos palmos delante de él, no solamente por miopía, sino también por el adormecimiento aún no desvanecido que asolaba su cuerpo.

Pero hubiese reconocido aquella sonrisa diabólica en cualquier lado.

Sentado de rodillas al suelo, con el brazo hincado al colchón, apoyaba su cabeza, el rubio miraba divertido la escena.

-  ¡¿SE PUEDE SABER QUE HACES TÚ AQUÍ?!... - No daba crédito a lo acontecido ¡¿Hasta que extremos era capaz de llegar?! - ¡ESTO ES ALLANAMIENTO DE MORADA!

-  Podría preguntarte exactamente lo mismo - sonreía malvadamente a su "víctima" de hoy - Pero te he venido a pedir consejo...

-  ¿¡PERO NO SABES LLAMAR?!

-  Lo que te decía... pues... - ni caso.

-  ¡¿ME ESTÁS ESCUCHANDO!? - agarró su garganta dolorida. En su estado no era bueno pegar esas voces.

-  Hyuuu Watanuki-kun ¿Te duele la garganta? Si que la has forzado esta noche ¿no? - algo en su mirada le decía que iba con doble intención esa pregunta.

Con un tic notable, hizo saber al rubio que no estaba para juegos.

-  ¡Que me querías decir, Fye!

-  Era solo una consulta - reía como el si el echo de colarse en habitación ajena fuera normal - ¿Que pasa si la fastidias con un amigo?

-  ¿eh?

-  Es decir... que te pasas de la raya por la emoción del momento ¿Se puede arreglar?

La cara ojerosa del pelinegro era un poema:

-  Aver...- se frotó los ojos - no sé... depende de la gravedad. Supongo que si es un amigo cercano te puede perdonar... Fye, ahora no es el mejor momento para hablar de esto... más tarde te podré contestar con claridad...

-  Si, ya veo... - ¡¿Porque todo lo que decía sonaba con segundas intenciones?! - en fin, te dejo descansar, que veo que estás muy CANSADO... ¿No hagas una revancha eh?

Rió por lo alto.

-  ¿ehhh?....

Fye señaló a su lado.

Watanuki siguió su dedo con la mirada, hasta llegar a lo que era la almohad....

¿¡QUE ALMOHADA NI QUE OCHO CUARTOS!? ¡El muy imbécil de Doumeki se había metido en SU cama, quitándole SU almohada y durmiendo tan tranquilamente!

Hasta las orejas se enrojecieron. Sus ojos casi salían de sus órbitas mientras en su boca balbuceaba cosas incomprensibles para el oído humano.

Tras unos largos instantes, giró la cabeza nuevamente hacía el rubio, encontrándolo con aires de suficiencia.

Esperaba una respuesta.

Pero... ¿Qué le decía?...

Su inestable carácter le jugó otra jugarreta:

-  ¡F-FYE! ¡NO SAQUES CONCLUSIONES PRECIPITADAS! - el rubor de su cara continuaba latente, dándole un aspecto algo tierno incuso.

Este solo remarcaba su sonrisa, divertido.

Doumeki, por su parte, sumergido en un profundo sueño, decidió girarse hacia Watanuki, arrastrando entre las mantas una prenda de tela.

Que, al parecer, eran unos calzoncillos...

Fye quedó asombrado al ver ese repentino acontecimiento. Esto se estaba poniendo interesante.

Watanuki dejó su mente en blanco.

-  No te confundas...

-  Pero si parece bastante claro, watanuki-san.

-  ¡Son los calzoncillos que me cambié anoche! - Fye le dejó la palabra en la boca, saliendo de la habitación - ¡FYE!

La cabeza del profesor se asomó por la puerta de nuevo:

-  ¡Recuperate pronto, Watanuki-san! - y cerró, dejando escuchar una carcajada.

Watanuki se levantó, intentando pillar al rubio. Pero al abrir la puerta, ese tío se había esfumado como el humo.

Entró, con gotitas de frustración en sus ojos.

Un ronquido le sacó de su pozo de auto-desesperación. Miró al susodicho con la más contenida rabia y odio, dirigiéndose hacía él con decisión.

-  Tú, capullo... - apretó los puños - se puede saber... ¡¿QUE COÑO HACES EN MI CAMA!?!?!?!?!

Le pegó una serie de patadas Doumeki. Este, en un rápido movimiento, se acercó al extremo de la cama y agarró la pierna del "homicida" justo cuando la alzaba.

-  ¿Se puede saber que haces? Idiota - bostezó tranquilamente.

-  ¡¿ENCIMA ME VIENES CON ESAS?! - si pudiese hacerlo, ya estaría sacando fuego por la boca ¿Que había echo para merecer esto?

Para el colmo, apenas podía mantener el equilibrio, pues el capullo aún no había soltado su pierna, dejándole un único apoyo, encima de puntillas.

Pero algo que se escapó de su comprensión durante toda su vida fue el inesperado resbalón que tuvo en ese momento.

Su pie de apoyo resbaló hacía atrás. Un grito de dolor se debió escuchar por toda la escuela.

Lágrimas salían de sus ojos; debido al fuerte agarre del mayor, el prácticamente se había abierto de piernas.

-  ¡S-SUELTAME! ¡SUELTAME! ¡SUELTAME!

-  Mmh...

Soltó su pierna, dejando caer al dolorido pelinegro.

En un golpe seco, la parte inferior de la pierna alcanzó el suelo, aunque su rodilla todavía siguiese suspendida en el aire. Su otra pierna seguía completamente estirada en la cama.

Intentó apoyar las manos en el colchón, pero notó un ligero cosquilleo en su entrepierna.

La cabeza de Doumeki había sido el amortiguador de la caída, pero en el sitio menos indicado.

Unos momentos incómodos ahogaban el ambiente.

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! - lanzó de una patada al intruso por la puerta, seguido de su mochila y su uniforme, pegando un portazo.

Un repique en la puerta sonó.

Abrió un Watanuki histérico, lloriqueando y tembloroso.

- ¿Y el desayuno?

-  ¡IMBÉCIL!! - otro portazo.

Doumeki soltó un suspiro, rascándose la nuca, luego de echar un vistazo a sus pertenencias esparcidas por el suelo.

Una a una, las fue amontonando y volviéndolas a meter en la mochila.

Eres imposible...idiota - fue yéndose a su propia habitación, sin darse cuenta que su zapatilla iba arrastrando aquellos calzoncillos tan polémicos por el suelo.

*************************************************

Por la tarde, estudiantes y algunos profesores aprovechaban para coger alguno de los numerosos autobuses de línea para ir al centro. Por compras, trabajos temporales o simple entretenimiento, iban dejando las estancias del instituto prácticamente vacías.

Eso para muchos era un alivio.

Yuui secaba las últimas tazas del fregadero, cuando Xiaolong entró por la puerta de la cafetería.

-  ¿Todavía estás aquí? Puedes tomarte el tiempo que queda libre - sonrió amablemente al recién llegado.

Este ladeó la cabeza, pensativo.

-  No tengo ganas de ir al centro... - La verdad es que no quería ver como su hermano flirteaba con Sakura (aunque no se le pudiese llamar flirtear a eso exactamente). Se sentó en uno de los taburetes mientras observaba curioso las acciones del ojiazul.

Metía el plato en el agua del fregadero, frotaba con la esponja dejando un rastro espumoso entre los dedos para volver a aclararlos con el agua tibia.

Curiosamente, era incluso hasta hipnótico. Se apoyó en el brazo y continuó observándolo.

-  Sigues enfadado con tu hermanito ¿verdad? - el único ruido de fondo era el chorro del fregadero. Esperó esa respuesta con la sonrisa cálida reflejada.

-  ...

-  ¿Xiao-san?

El castaño pegó un respingo de sorpresa ¿Y ese mote?:

-  Es un inconsciente, eso es todo...

-  Es difícil tener hermanos ¿eh?

Risas tímidas llenaron la sala durante unos momentos.

-  ¿A la hora de cenar puedes subir a mi habitación?

-  ¡¿E-eh?! - El intento de esconder el rubor de sus mejillas fue completamente inútil.

Se secó las manos con la toalla y miró de nuevo a su compañero:

-  ¿Eso es un sí?

-  ...

-  Estaba pensando que podíamos hablar sobre el pequeño problema con tu hermano.

No estaba seguro de las intenciones verdaderas del rubio. Su cara se mostraba impasible a cualquier pista.

-  De acuerdo...

Sonrió complaciente de la respuesta.

Una tercera persona entró en la sala. El malhumorado pelinegro atravesó la estancia dejando un aura oscura e intimidante a su paso.

-  ¡¿Dónde está Fye?!

Los otros dos quedaron perplejos de la inmediatez de Kurogane. Yuui se recuperó:

-  Me parece que le vi por el laboratorio. Estaba estudiando sobre una antigua tesis que ha encontrado por allí.

Kurogane tragó hondo y asintió. Poco después, había desaparecido detrás de la puerta.

Tanto Yuui como Xiaolong se miraron, interrogantes.

***********************************************

A zancadas enormes, se dirigió hacía el laboratorio.

Las ansias de encontrarse contra ese espécimen recorrían entre todas sus venas haciendo incluso el impulso de contraer los dedos de las manos.

A cada paso hundía más su frustración y enojo hacía esa maldita puerta. Llegó a tal límite, que no dudó en echarla abajo, dejando al rubio, entre probetas y fogones, totalmente desorientado y los ojos bien abiertos.

-  Tenemos que hablar.

 

Notas finales:

Espero que os haya gustado!

¡Un abrazo especial a Kuon-chan y Gin-chan! Todos me habéis animado, para entendernos XD

Pero ellas me han animado en un momento clave y les estoy agradecida.

Espero continuar pronto!

No olvideis los reviews!!


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