EL BESO DE LA DISCORDIA
Le habían besado, a la fuerza, mas el ni se había inmutado.
Se sentía humillado, herido, con el corazón roto, ni siquiera por un poco de orgullo alzo la voz. En una fracción de segundo creyó verlo ir hacia ellos, pero cuando se percato que hacia todo lo contrario y como el otro sonreía satisfecho diciéndole lo que ya era obvio, no pudo mas que empujarlo, ante un molesto joven que le increpaba que aquel no lo merecía, que a diferencia suya, él si lo amaba y lo haría feliz.
La fría brisa de un invierno que se tardaba en llegar, entraba por la ventana, mientras el como un magdalena no paraba de llorar.
Tan poco significaba para aquel enclenque que le daba lo mismo lo que hiciera o le hicieran. Sus sollozos fueron en aumento, no podía soportarlo más, hasta cuando aguantaría todos sus desplantes, su repudio, su odio.
Debo hacerlo, se dijo dándose valor, debo hacerlo y su mano se poso en el pomo de la puerta, debo…pero.
La puerta se abrió, Gunter lo miraba extrañado, le increpo molesto para que lo dejara pasar, advirtiéndole que no molestara demasiado a su amado Heika, sintió hervirle la sangre, quien se creía ese imbecil para llamar así a su prometido, su….
Estaban frente a frente, ya no daría marcha atrás, ya no mas.
Lo hizo y en vez de sentirse aliviado se sentía morir, tal como lo pensó a él ni siquiera le importo, es mas, se notaba alegre, contento de que fuera su amigo, quien tomara la decisión. Se le rompía el corazón al recordar esa palabra que tanto odiaba “amigo”.
A un par de días de conocerse la ruptura miles de cartas comenzaron a llegar por montones, tanto así que ya ni se molestaba en leerlas, “al fuego”, sugirió sin importarle las éticas, a lo cual a su aniki no pareció gustarle, pero de todas formas entendía a la perfección, era agotador leer cada una de ellas, además de contestarlas, sabiendo lo que dirían.
Dos semanas y nuevas cartas llegaron pero en menor medida, por petición de su madre y de su tío, tomo un montón de ellas para leerlas, cual fue su sorpresa al encontrarse en medio de estas un par de propuestas de matrimonio para su rey. Sentirse mal era poco para lo nervioso que se sentía, ¿quien se atrevía?, iba a abrirla mas no se atrevió, a ultimo momento recordó su deber como militar, ya no tenia ningún derecho a interponerse en este tipo de cosas, después de todo el ya no era nada suyo.
De haber podido le hubiese borrado de un golpe la cara de felicidad tras haber leído aquellas cartas, debía recordarse que ya no eran prometidos, que simplemente eran un rey y él, un simple soldado del montón.
Primer evento social en el cual ya no podría estar a su lado, no que siempre hubiese sido así, ya que el moreno siempre le rehuia, tanto así que en vez de entrar de su brazo, como dignos prometidos que eran, el rompía con todos los protocolos, adelantándose o simplemente empujándolo para entrar un par de minutos antes que el, luego, lo intentaba de ignorar el tiempo mas largo posible, tanto así que tomaba para bailar a cuanta joven encontraba dejándolo solo. Así en medio de la humillación el debía esconderse en un rincón, ya que el hacerle un escándalo no servia de nada, peor aun, su aniki le advirtió que de repetirse lo degradaría por no hacer respetar el uniforme que llevaba puesto.
Respiraba profundo, sabía que no seria fácil verlo a sus anchas ya sin las ataduras de tenerlo detrás suyo, expiro riéndose de sus pensamientos, pensando, ¿alguna vez se habría sentido así?
Poco tiempo le duro el en sismamiento, ya se veía rodeado por un grupo de jóvenes, tanto femeninas como masculinos, algunos de ellos los reconoció enseguida, como olvidarlos, eran su tan reconocido fan club de admiradores, los mismo que lloraron la primera vez que le vieron junto al maou, tras enterarse de su compromiso.
Todos estaban de acuerdo en una cosa, el maou no lo merecía y había hecho bien en dar término a ese compromiso. Como si el mismo no lo supiera, aun así, dolía verlo a lo lejos conversando con un par de jovencitas.
La noche ya no era tan joven, pero un rubio alegre seguía bailando con un nuevo compañero en pleno salón, mientras otros esperaban impacientes su turno.
En otra esquina en tanto un moreno invitaba a una joven a bailar, mientras miraba de reojo a su amigo con un poco de preocupación.
“Estas borracho”, le decía un tanto molesto el moreno mientras lo sacaba del salón, “que diría Gwendal si te viera así”, el rubio solo reía de lo mas alegre, sabia bien que no le haría ninguna gracia, mas no era un bebe para seguir siendo controlado, además, a diferencia del moreno, el no había hecho ninguna escena.
El carro ya estaba en marcha y un rubio exigía salir de este para ir cabalgando junto a la escolta, un moreno furioso lo agarro con fuerza y en cuanto vio a uno de sus hombres preguntando si necesitaba ayuda, este le grito que no.
Se sentía extraño, húmedo, sus labios, un aroma diferente pero a la vez familiar se posaba en su rostro, su piel se erizo al sentir algo extraño en su pecho, abrió lentamente los ojos al verse invadido por una sensación de éxtasis.
El grito fue tan fuerte que le retumbo en los tímpanos, ebrio aun golpeaba e insultaba a su atacante con todas sus fuerzas.
“¡Pervertido, mal nacido, te matare, yo no soy una cualquiera, quien te crees que eres, acaso no sabes quien soy!”
“¡Eso debería decirlo yo!”
Esa voz le era familiar, tanto que no dudo en aproximar su rostro a su interlocutor junto a una pequeña bola de fuego en la mano.
“Enclenque” dijo dudoso.
“Si soy yo”
“Pero que crees…” se cayo de inmediato mirando a su alrededor.
“Yo puedo explicarte, veras…” una mano tapo su boca abruptamente, el rubio dejo apagar la luz en su mano, mientras ponía un dedo en su boca en signo de silencio, como si el moreno tuviese súper vista.
“Shhhh, hay un pervertido en el cuarto Yuri, calladito, yo te defenderé”
El moreno no sabia si reír o echarse a llorar, un pervertido, así lo había llamado, peor aun, lo defendería de él mismo, cuan patético se sentía en ese momento, pero debía olvidar todo y dejarse llevar, tal como le había aconsejado su padrino esa noche.
“Si no lo quiere perder, será mejor que deje de pensar tanto Heika, a veces es mejor dejarse llevar por el momento y luego criticarse por lo que a ocurrido”
No le importaba la última parte del comentario, tampoco el hecho de ser llamado Heika por su amigo, tampoco la vergüenza o el arrepentimiento, en ese momento solo quería una cosa y era no perder a su ángel.
Le tomo de las solapas de la chaqueta y le beso ante unas sorprendidas esmeraldas que destacaban hasta en la oscuridad.
“Yo soy el pervertido” le dijo con seriedad, mientras su rubio no salía de su asombro.
Le recostó en la cama, para continuar con las caricias, se sentía tan bien dejarse llevar, tan bien, que se odio por no haberlo hecho antes.
Todo lo que ocurría debía tratarse de un sueño, si un sueño provocado por el exceso de bebidas alcohólicas, benditas sean se dijo, mientras unos labios hambrientos lo devoraban.
Lo deseaba, lo necesitaba, lo quería, ¡no!, lo amaba y jamás lo dejaría marcharse nuevamente.
Su grito inundo el cuarto, para seguir con un sin fin de gemidos que los estaban volviendo locos.
Mujer, hombre, que más daba, aquellas sensaciones lo estaban volviendo loco.
Dolía, ¡hay como dolía!, pero no importaba, porque al igual que ese dolor, sentía algo diferente, extraño y excitante a la vez que lo quemaba hasta el punto de desear mas.
Un grito al unísono, eso fue lo ultimo que escucho antes de caer rendido sobre la cama.
Un te amo, mas un beso en sus labios, eso fue con lo que dejo a su rubio en los brazos de Morfeo.
La luz de un nuevo día se asomaba por la ventana y dos cuerpos desnudos se abrazaban con cariño.
Un joven de fuego miraba a su acompañante con extrañeza, ¿acaso no había sido un sueño?, unos ojos azabaches le observaban adivinando lo que pensaba, le dio un beso para así dejarle caer en la realidad.
“Buenos días…mi amor”
Mi amor, mi amor, el…dijo…mi amor…a mi.
Unas cuantas lagrimas se deslizaron por sus sonrojadas mejillas, un moreno se sintió fatal al ver eso, acaso lo habría herido, acaso el no besaba que pasara lo de anoche, que le había hecho a su amigo, se aprovecho de su estado, eso era claro, no podía mas de la culpa, se levanto de la cama y en cuanto estuvo de pie le pidio perdón, a lo cual el rubio entre sollozos le dijo.
“No debiste hacerlo…”
“Lose perdóname”
“Si sabias que te daría asco no debiste”
“¿Qué?”
“Porque me haces esto…acaso no sabes…cuanto…”
“¡Wolf no, no mi amor, no es lo que crees!”
Dijo el moreno tirándose nuevamente a la cama junto al rubio.
“Si me gusto y mucho”
“Mentira…si no…porque te…fuiste”
“No es eso, pensé que tu lo odiaste”
“¿Cómo podría, si te amo?”
Te amo, una simple palabra, un simple te amo y se sentía en la nueves.
“Yo también” le respondió dándole un beso.
“Yuri… que pasara ahora” dijo entre beso y beso que no paraba de recibir.
“¿Cómo que pasara ahora?” dijo un tanto curioso el moreno.
“A entonces era eso” dijo triste el rubio, al parecer su amado maou solo lo deseaba para una noche de diversión.
Yuri nuevamente adivinando sus pensamientos le abofeteo.
“Esto mismo lo repetiré en el desayuno en frente de todos”
“Yuri” dijo emocionado un rubio.
“A otra cosa, no quiero volver a ver a esa manada de idiotas sobre ti, sobre todo a ese desgraciado”
El rubio se extraño al escuchar aquello pero luego cayo en cuenta soltando una sonora risa que molesto al moreno.
“No es broma, no sabes cuanto tuve que contenerme para no lanzarlos a volar a todos”
Le beso tiernamente, le amaba, y solo eso le importaba.
FIN