Olas
Siento el sonido del mar con mayor intensidad por tener mis ojos cerrados, y como mis pies son besados por las olas de ese mar tan conocido.
Siento el sol del atardecer acariciándome la piel y la brisa susurrarme historias de altamar. Y de repente, tu mirada.
Sabía que eras tú aunque no te hubiese escuchado, ni te hubiese visto. Esa fuerza que me incitaba a abrir los ojos y voltear, solamente la produces tú.
Ahora sí escucho tus pasos. Caminas lenta y tranquilamente, como si te deslizaras sobre la fina arena que también sostenía mi peso. Lo único que demuestra que no eres una diosa, es que dejas huellas sobre la arena. No hablas, pero escucho tu respiración pausada.
Sé cuánto te gusta el mar, la playa, la puesta de sol. Sé cuánto te gusto yo. Y ahora, que tienes juntos todos tus placeres, ¿cómo te sientes?
Reflexionas tus movimientos, como un cazador demasiado cerca de su presa. Tu mirada recorre mi cuerpo entero, y sigues pensando tu próximo movimiento. Si te demoras, me marcharé, pero si te apresuras, me enfadaré y me apartaré como un animal asustado.
Mis ojos siguen cerrados, y el enojo se fue de la mano con alguna de esas olas pasajeras. Te aproximas, tus manos acarician mi cintura hasta que tus brazos me atrapan en un abrazo íntimo y pleno de amor. Tu mentón se apoya en mi hombro, y tu cabeza se aproxima a la mía. Sé que cierras tus ojos, no necesito verlo. Y en algún momento, un beso me habla en mi hombro desnudo, y lo entiendo. Me dices que no me vaya.
Y no lo haré, no me iré.
Y sé que no será la última discusión.
Y sé que no es la primera vez que el mar borra mis penas.
Pero sé que tú estarás siempre a mi lado, y sé que me conoces lo suficiente como para saber cómo actuar con este corazón fiero.
Abro los ojos, y ahora ya no escucho tanto la voz de Poseidón, pero siento aún más tu respiración, y decido romper en un susurro el silencio que hay entre las dos.
-Volvamos a casa… Shizuru.
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Paredes, ventanas y techo ¿O algo más?
-Amor, ven –llamó Shizuru desde una de las habitaciones, cuando Natsuki hablaba con la asesora.
La peliazul no contestó, solo fue hacia donde la voz de su novia le señalaba. Al entrar, la imagen de la castaña en el balcón, mirando el mar, le produjo un vuelco en su estómago. El significado de la belleza.
-Es para nosotras, Natsuki –anunció mirando fijamente los ojos verdes, con tal expresión que si le hubiese pedido el sol, se hubiese convertido en Ícaro.
-Sí, Shizuru, es para nosotras –sonrió, y contagió a la más alta, que sonrió de igual manera y la abrazó con fuerza.
La asesora miraba desde dentro la escena de la pareja, y la ternura que embriagaba la casa hasta unos minutos antes vacía, produjo que sacara su celular, y le mandara un mensaje a su pareja invitándola a cenar.
-Midori –llamó Natsuki a la asesora de la inmobiliaria- ¿Dónde firmamos?
La pelirroja sonrió enormemente y le dio una carpeta que guardaba en su portafolio y un bolígrafo.
-¿Les gustó? –preguntó a Shizuru, quien miraba como Natsuki iba a la cocina, el único lugar donde podía apoyar los papeles.
-Es perfecta, Midori. Muchas gracias.
-No hay de qué, Shizuru. Es mi trabajo. –Contestó sonriente.- Y aún más si es para unas amigas como ustedes.
-Gracias, Midori. ¿Cómo está Youko?
-Muy bien, el embarazo le sienta genial –y al tiempo se sonrojaba, Shizuru rió de ver ese gesto, que tan tierno se le hacía en su novia.-
En eso apareció Natsuki quien le devolvió la lapicera y la carpeta. Luego de que la pelirroja guardara nuevamente el contrato en el portafolio, Natsuki le tendió la mano. Midori respondió el gesto, pero luego tiró de ella y la abrazó con un brazo amistosamente, haciéndole señas a la castaña para que se uniera.
-¡Felicidades chicas, bienvenidas a su primer hogar! –dijo alegremente cuando se separaron.
-Gracias Midori… -dijo Shizuru, que seguía abrazada a Natsuki. Dio vuelta su cara hasta toparse con la mirada de su novia y le dijo- Hogar, eh?
Midori decidió darle privacidad a la pareja. Cuando salió de la habitación, Shizuru y Natsuki estaban besándose con absoluto amor.